El oro del pobre
Hay una propuesta de Harold James, profesor de la Universidad de Princeton, para reducir salarios de manera indirecta y mejorar la competitividad en los pa¨ªses de la zona euro: emitir monedas nacionales que convivan con el euro. Como en los tiempos en que conviv¨ªan las monedas de oro y de plata, lo que se llamaba el patr¨®n bimet¨¢lico.
Seg¨²n ¨¦l, eso permitir¨ªa que los salarios se pagaran en la moneda nacional (o segunda moneda), que ser¨ªa una variante d¨¦bil del euro, lo que equivaldr¨ªa a la tan deseada devaluaci¨®n interna que mejorar¨ªa la competitividad de los productos y servicios del pa¨ªs en cuesti¨®n. Esa moneda depreciada ser¨ªa emitida por el banco central del pa¨ªs correspondiente, que en el nuestro, llegado el caso, ser¨ªa, naturalmente, el Banco de Espa?a.
Emitir monedas nacionales que convivan con el euro favorecer¨ªa a unos y empobrecer¨ªa a otros
La otra moneda, el euro, se dejar¨ªa, como en siglos pasados se hac¨ªa con el oro, para las transacciones comerciales importantes y, por supuesto, para el comercio internacional. En esta especie de patr¨®n bimet¨¢lico (que, en este caso, ser¨ªa m¨¢s apropiado llamar bipap¨¦lico), el activo y el pasivo de los bancos se mantendr¨ªan denominados en euros. Eso evitar¨ªa que se produjeran p¨¢nicos bancarios.
Como toda decisi¨®n de pol¨ªtica econ¨®mica y financiera, esta medida favorecer¨ªa a unos sectores de la poblaci¨®n y empobrecer¨ªa a otros. No hay que tener mucha imaginaci¨®n para saber qui¨¦nes ser¨ªan los m¨¢s desfavorecidos: los trabajadores y las familias endeudadas. Los primeros, porque ver¨ªan su nivel de vida rebajado frente al exterior, algo que se est¨¢ tratando de conseguir por todos los medios. Las segundas, porque ver¨ªan que su deuda se mantendr¨ªa en euros, y su ahorro, normalmente escaso, tambi¨¦n, mientras que sus ingresos pasar¨ªan a estar expresados en una moneda nueva y depreciada.
Favorecer¨ªa, claro est¨¢, a quienes tuvieran ahorro acumulado, que se mantendr¨ªa denominado en euros y que adquirir¨ªa un extremado poder de compra en t¨¦rminos internos del pa¨ªs y lo mantendr¨ªa frente al exterior en la medida en que el euro mantuviera su cotizaci¨®n en los mercados de cambio.
?Qu¨¦ pasar¨ªa con los bancos? Dejar¨ªan las cuentas tal y como est¨¢n ahora: activos y pasivos denominados en euros. Los nuevos dep¨®sitos y los nuevos pr¨¦stamos tendr¨ªan la doble opci¨®n, pero ser¨ªan sobre todo en la moneda depreciada. Es decir, su balance se segmentar¨ªa en dos: una parte en euros y otra en, llam¨¦moslas, pesetas nuevas. La tasa de morosidad se disparar¨ªa, al ver sus clientes muy reducida su capacidad de pagar las hipotecas. Eso llevar¨ªa a la necesidad de recapitalizar los bancos y de dar salida a los inmuebles que se han adjudicado a precios much¨ªsimo m¨¢s bajos. Al ser su precio muy inferior, podr¨ªan entrar a comprar esos inmuebles tanto inversores extranjeros con divisas de origen m¨¢s fuertes como los nacionales, cuyo ahorro, al mantenerse en euros, les dotar¨ªa de un enorme poder adquisitivo. Aunque, quiz¨¢, la quiebra de los bancos har¨ªa que parte de ese ahorro desapareciera, reduciendo su capacidad de compra (el Estado podr¨ªa legislar para convertir parte de ese ahorro depositado en los bancos, o, al menos, los bonos bancarios, en acciones de los bancos mismos, como una manera de recapitalizarlos). El ahorro ligar¨ªa su suerte as¨ª a la suerte de los bancos.
En fin, esta es la problem¨¢tica que amenaza en el horizonte con la escalada que ha sufrido la crisis de la Eurozona en estos ¨²ltimos d¨ªas. La Europa de dos velocidades, en cualquiera de las variantes que quepa imaginar. Aqu¨ª se ha descrito alguno de los aspectos de una de ellas: la de una moneda depreciada que, alg¨²n d¨ªa y con suerte, podr¨ªa converger en valor con la fuerte. Una vez que se haya llevado a cabo el gran ajuste. Un ajuste realizado a costa de los m¨¢s d¨¦biles con la promesa de que alg¨²n d¨ªa gracias a eso podr¨¢n recuperar, ellos o sus hijos, lo perdido. Gracias a la puesta en circulaci¨®n de una moneda de segunda, como antes lo era la de plata. Una versi¨®n actual de lo que entonces se llamaba el oro de los pobres.
Juan Ignacio Crespo es analista financiero.
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