La tecnolog¨ªa y la educaci¨®n: una dosis de realismo
Una visi¨®n m¨¢s pragm¨¢tica se impone en la aplicaci¨®n al aula de medios digitales
En educaci¨®n existen dos puntos de vista extremos con respecto al uso de la tecnolog¨ªa. Por una parte, est¨¢n sus defensores a ultranza, a quienes se ha dado en llamar evangelistas, y que recuerdan que una integraci¨®n ¨®ptima de la tecnolog¨ªa permitir¨ªa cambiar el paradigma de la educaci¨®n escolar, centr¨¢ndolo mucho m¨¢s en la actividad del alumno. Por otra parte, tambi¨¦n hay voces que sostienen que la tecnolog¨ªa no es ni m¨¢s ni menos que una fuente de entretenimiento que no hace m¨¢s que distraer a los alumnos, y a sus docentes, de lo sustancial: aprender cosas serias.
Curiosamente, ninguna de estas dos perspectivas parece responder a las preguntas que un profesional de la docencia generalmente se hace y que b¨¢sicamente tienen que ver con la mejora de las pr¨¢cticas de ense?anza y aprendizaje, y de los resultados educativos. Por esta raz¨®n, comienza a cobrar fuerza una nueva visi¨®n centrada en el realismo: ?Servir¨¢n estas soluciones a "docentes como yo", es decir, a profesionales que ni pretenden ser paladines de la tecnolog¨ªa ni tampoco ac¨¦rrimos protectores de la pizarra, sino sencillamente buenos docentes?
Solo un 4% utiliza en clase el ordenador una hora cada siete d¨ªas
La Semana de la Educaci¨®n de Santillana analiza los retos de la escuela
A estas alturas no deber¨ªa ser necesario recordar las razones por las que cabr¨ªa esperar que la tecnolog¨ªa tuviera ya una mayor presencia en las aulas. Para empezar, las hay relacionadas con los cambios en las demandas de los mercados laborales; de hecho, sabemos a ciencia cierta que la mayor parte de los alumnos que hoy est¨¢n en las aulas de la ESO tendr¨¢n trabajos en los que la tecnolog¨ªa y el conocimiento tecnol¨®gico ser¨¢n capitales. En segundo lugar, est¨¢ la cuesti¨®n de la brecha digital. Ah¨ª la escuela sigue siendo un basti¨®n muy importante. En tercer lugar hay que recordar una vez m¨¢s el flaco favor que conceptos como el de nativos digitales hacen a la educaci¨®n al presuponer, err¨®neamente como se ha demostrado de forma emp¨ªrica en multitud de ocasiones, que por el mero hecho de ser diestros en el manejo de determinados dispositivos, aplicaciones o servicios son autom¨¢ticamente maduros en t¨¦rminos de competencias requeridas y de valores y usos responsables de la tecnolog¨ªa. ?D¨®nde, si no es en la escuela, se puede aprender a manejar responsablemente la informaci¨®n y a transformarla en conocimiento? ?D¨®nde se puede aprender a cooperar y a no plagiar?
En todo caso, es innegable que las tecnolog¨ªas digitales forman parte indisociable del paisaje escolar: el 93% de los alumnos de 15 a?os de la OCDE asisten a una escuela en la que cuentan con acceso a un ordenador y pr¨¢cticamente el mismo porcentaje (92,6%) dispone igualmente de acceso a Internet. Espa?a se encuentra, en este sentido, ligeramente por debajo de la media (90%), pero ciertamente con una cifra nada despreciable.
Pese a todo, cuando se examinan con detalle los datos acerca de los usos escolares de la tecnolog¨ªa emerge una imagen extremadamente compleja. Por una parte, el porcentaje de alumnos de 15 a?os de edad en los pa¨ªses de la OCDE que usa como m¨ªnimo 60 minutos a la semana el ordenador en el aula es siempre inferior al 4% en todos ellos y apenas alcanza el 1,7% en el caso del ¨¢rea de matem¨¢ticas. Y son estos mismos alumnos los que, en un 50%, utilizan pr¨¢cticamente a diario la tecnolog¨ªa para realizar sus tareas escolares... en casa. Por otra parte, m¨¢s del 75% de los docentes utiliza casi diariamente el ordenador para la preparaci¨®n de sus clases o para la realizaci¨®n de tareas administrativas, por no hablar de los usos privados, cuando apenas se sirve de ¨¦l en el aula.
De esta realidad tan compleja hay quien hace lecturas extremadamente simplistas, ya sea para denigrar las inversiones realizadas o, lisa y llanamente, para enviar un mensaje de desconfianza hacia la escuela y los docentes, a quienes se les exige un esfuerzo tit¨¢nico de cambio de paradigma. Sin embargo, la complejidad de los datos exige una buena dosis de realismo: lo que funciona en tecnolog¨ªa y educaci¨®n son aquellas soluciones que permiten llevar a cabo el trabajo escolar de forma m¨¢s eficiente. Esto explica por qu¨¦, por ejemplo, los alumnos utilizan masivamente la tecnolog¨ªa para sus trabajos escolares, aunque siendo, como muchos son, hu¨¦rfanos digitales de cualquier tipo de influencia educativa sobre esta materia, confundan eficiencia con plagio o prescindan de cualquier esfuerzo de procesamiento cr¨ªtico de la informaci¨®n -raz¨®n de m¨¢s para insistir de nuevo en la importancia de la escuela en este ¨¢mbito-.
Y esta misma b¨²squeda de la eficiencia explica tambi¨¦n por qu¨¦ los docentes encuentran ¨®ptimas las soluciones que la tecnolog¨ªa les ofrece para preparar sus clases o presentar mejor los contenidos en el aula, pero no todav¨ªa para cambiar sus formas de ense?anza. Muy probablemente las soluciones tecnol¨®gicas que se proponen no son suficientemente convincentes para la gran mayor¨ªa de "docentes como yo", probablemente porque el esfuerzo que exige su adopci¨®n no parece suficientemente recompensado, ni por el sistema en forma de incentivos para la carrera profesional, ni por los resultados obtenidos, ya que la forma y los contenidos de lo que hoy se eval¨²a no se corresponden todav¨ªa con las expectativas y las necesidades de la sociedad y de la econom¨ªa del conocimiento.
Los datos sobre la intensidad y la variedad de los usos de la tecnolog¨ªa en el aula no transmiten la imagen que tal vez cabr¨ªa esperar de la escuela de la sociedad del conocimiento. El an¨¢lisis de las buenas pr¨¢cticas en materia de tecnolog¨ªa y escuela muestra que uno de los factores m¨¢s importantes es el maridaje entre el compromiso profesional docente, con un marco institucional favorable y un liderazgo escolar que le apoye. Si realmente se desea que las buenas pr¨¢cticas se generalicen, el sistema escolar en su conjunto debe ser permeable a la innovaci¨®n sist¨¦mica; es decir, debe contar con herramientas que permitan examinar con realismo en qu¨¦ tareas o para qu¨¦ problemas docentes pueden existir soluciones tecnol¨®gicas apropiadas, que mejoren la eficiencia del trabajo escolar o, sencillamente, que lo hagan a¨²n m¨¢s interesante.
Puede que la tan deseable revoluci¨®n en el paradigma de la educaci¨®n escolar todav¨ªa tarde en llegar, pero la escuela y muchos docentes, lo mismo que los alumnos, se est¨¢n moviendo: han depositado su confianza en unas soluciones tecnol¨®gicas que les permiten trabajar de forma m¨¢s eficiente. Y, en el caso docente, este trabajo consiste hoy en buscar f¨®rmulas que permitan que los alumnos aprendan m¨¢s, mejor y, probablemente, distinto.
Francesc Pedr¨® es jefe de la Oficina de Tecnolog¨ªas de Informaci¨®n y la Comunicaci¨®n de la Unesco. Es autor del documento b¨¢sico que presentar¨¢ en la Semana Monogr¨¢fica de la Educaci¨®n de la Fundaci¨®n Santillana, que se celebra en Madrid entre los pr¨®ximos d¨ªas 21 y 25 de noviembre bajo el t¨ªtulo La educaci¨®n en la sociedad del conocimiento.
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