Presidente de la ruina
La Comunidad Valenciana pierde su base financiera tras la intervenci¨®n del Banco de Valencia
Apenas cien metros separan la sede social del Banco de Valencia de la delegaci¨®n del Banco de Espa?a en la capital de la Comunidad Valenciana. La filial del banco emisor se construy¨® en 1917 y su fachada, pese a sus reminiscencias platerescas, es de una sobriedad extrema comparada con el estilo regionalista y casticista del valenciano, cuyos salones cobijan a ilustres apellidos de la burgues¨ªa local desde 1942. La vecindad de ambas instituciones nunca ha sido garant¨ªa de buenas relaciones, sino m¨¢s bien todo lo contrario. La trifulca m¨¢s reciente ha sido la intervenci¨®n del Banco de Valencia por el de Espa?a, el pasado lunes, tras descubrirse un d¨¦ficit inicial de unos ochocientos millones; pero no ha sido la primera vez que el regulador interviene en una entidad de la que siempre han presumido ilustres familias valencianas. En 1994, el Banco de Espa?a -pese a su filosof¨ªa contraria a que las cajas de ahorros entraran en el capital de los bancos- forz¨® a Bancaja a comprar el 24,4% del Valencia, participaci¨®n que luego se elev¨® hasta el 39%, para cubrir los riesgos de una expansi¨®n que le llev¨® a participar en sectores que iban desde la industria manufacturera hasta la pesca.
Tan pronto el PP gan¨® en 1995 exigi¨® el control del poder econ¨®mico Zaplana utiliz¨® el IVF para someter a las cajas de ahorros a sus pretensiones
La nacionalizaci¨®n del Banco de Valencia ha representado el fundido en negro del sistema financiero valenciano. Para hacerse una idea cabal de la magnitud del se¨ªsmo que ha significado en la Comunidad Valenciana, hay que recordar que en 2009 Bancaja y Caja Mediterr¨¢neo (CAM) ocupaban el tercer y cuarto puesto en la clasificaci¨®n de las entidades de ahorro espa?olas, mientras que el Banco de Valencia en 2008 ganaba 150 millones de euros y la acci¨®n se cotizaba alrededor de los 35 euros antes del split del 14 de julio de 2008. Tres a?os m¨¢s tarde, no queda nada de aquellos tiempos de esplendor. En apenas cinco meses, los que van de mayo a noviembre de este a?o, las tres entidades financieras valencianas han perdido su identidad. La CAM y el Banco de Valencia han sido intervenidos por el Fondo de Reestructuraci¨®n Ordenada Bancaria (FROB) y Bancaja se ha subsumido dentro de Bankia sin ning¨²n poder ejecutivo. ?Qu¨¦ ha pasado en tan poco espacio de tiempo?
Para entender c¨®mo se ha dinamitado el sistema financiero valenciano hay que retroceder en el tiempo hasta 1995. El candidato del PP, un ambicioso y ansioso Eduardo Zaplana, no esper¨® a sentarse en la silla de la presidencia del Palau de la Generalitat valenciana para ejercer el poder que todav¨ªa no le hab¨ªan otorgado los votos. El todav¨ªa alcalde de Benidorm, antes de celebrarse las elecciones, ya reclam¨® para Juan Villalonga un puesto en el Consejo de Administraci¨®n del Banco de Valencia y otro para el abogado Jos¨¦ Mar¨ªa Mas Millet en el de Bancaja. Dos peticiones imposibles de cumplir, pese a sus exigencias.
El PP gan¨® las auton¨®micas de 1995. Tan pronto ocup¨® el poder pol¨ªtico reclam¨® el control del poder econ¨®mico. La confusi¨®n de sus apoyos electorales en barra libre para hacer lo que les viniera en gana tendr¨ªa en el futuro dram¨¢ticas consecuencias. Una de las primeras medidas del Gobierno de Zaplana fue modificar la ley valenciana de cajas de ahorros con el objetivo de aumentar el poder pol¨ªtico sobre las entidades financieras. La legislaci¨®n socialista fijaba que los representantes pol¨ªticos en la asamblea de las entidades no pod¨ªan superar el 35%. El PP elev¨® el list¨®n hasta el 50% en 1997 con el argumento de que los cargos p¨²blicos elegidos democr¨¢ticamente deb¨ªan de tener m¨¢s peso en los ¨®rganos de direcci¨®n. No pocos dirigentes del PSOE se mostraron de acuerdo con esta modificaci¨®n, aunque otros llegaron a calificarla de inconstitucional. El resultado fue la politizaci¨®n de las cajas que ahora rechazan todos los partidos, pero los socialistas se guardaron muy mucho de recurrir la ley porque Manuel Chaves, en Andaluc¨ªa, hab¨ªa hecho exactamente lo mismo.
La toma del control pol¨ªtico absoluto de las cajas no fue inmediata. Hab¨ªa plazos legales que cumplir para la sustituci¨®n de seg¨²n qu¨¦ cargos; pero en cuanto se pudo, seg¨²n recuerda un exdirectivo de Bancaja, "asaltaron los ¨®rganos de gobierno: la asamblea, el Consejo de Administraci¨®n y la comisi¨®n ejecutiva". En 1998, Bancaja y CAM cambiaron de presidente. Julio de Miguel sustituy¨® a Antonio Tirado en la valenciana y Vicente Sala, a Rom¨¢n Bono en la de Alicante. Seis meses despu¨¦s, el director general de Bancaja, Emili Tortosa, dimit¨ªa de su cargo. El de la CAM, Juan Antonio Gisbert, aguant¨® hasta 2001 y se fue antes de ser destituido.
Zaplana y los suyos no esperaron a que se produjeran las dimisiones de los t¨¦cnicos de las cajas para dejar claro qui¨¦n mandaba. A trav¨¦s del Instituto Valenciano de Finanzas -una suerte de supervisor del sistema financiero auton¨®mico-, sus responsables presionaron a las entidades financieras para conseguir las cosas m¨¢s variopintas. Desde el Consell se exigi¨® a las cajas que participaran en el capital del parque tem¨¢tico de Benidorm Terra M¨ªtica y, desde los aleda?os del poder se recomend¨® a unos inversores para que se les vendiera, al valor contable, que no el real, unos terrenos de Bancaja situados en las cercan¨ªas de la ciudad de Valencia. La ocurrencia m¨¢s osada, seg¨²n recuerda un antiguo cargo de la caja valenciana, consisti¨® en pedir a la Obra Social que adquiriera todo el patrimonio de las universidades para con ese capital financiar el sistema universitario, al que luego se le alquilar¨ªan sus propios edificios. La operaci¨®n, de haberse llevado a cabo, hubiera desnaturalizado por completo las cajas. Al final qued¨® en nada ante la resistencia interna de los m¨¢ximos responsables de la entidad financiera.
Personaje principal en el asalto al sistema financiero fue Jos¨¦ Luis Olivas (Motilla del Palancar, Cuenca, 1952), en aquel momento consejero de Econom¨ªa. Su trayectoria profesional ha estado estrechamente vinculada a la pol¨ªtica valenciana desde los a?os de la transici¨®n. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, se traslada con 25 a?os hasta Valencia, donde encuentra acomodo en el despacho del abogado Emilio Attard, dirigente de la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD). En 1979 Olivas es concejal en el Ayuntamiento de Valencia, puesto que dejar¨¢ durante cuatro a?os para trabajar en el ¨¢mbito privado. En 1987 reaparece en la escena pol¨ªtica en la candidatura municipal de Alianza Popular y en 1991, con Rita Barber¨¢ instalada ya en la alcald¨ªa de Valencia, se convertir¨¢ en el concejal de Hacienda. El Consistorio valenciano ser¨¢ su trampol¨ªn hacia la pol¨ªtica auton¨®mica.
Olivas compaginar¨¢ durante un periodo su cargo de concejal con el de secretario general del PP de la Comunidad Valenciana con Eduardo Zaplana como presidente del partido. Juntos llegar¨¢n al Gobierno de la Generalitat y Olivas ser¨¢ durante muchos a?os el responsable del ¨¢rea de la Hacienda auton¨®mica. En 2002, un Zaplana hastiado de la presidencia del Consell consigue que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar le nombre ministro de Trabajo. Pero antes de partir hacia Madrid, el exalcalde de Benidorm re¨²ne en su despacho oficial de la Generalitat a las personas que le son m¨¢s cercanas. Esa reuni¨®n determinar¨¢ en buena medida el futuro del sistema financiero valenciano.
Al encuentro, adem¨¢s de Zaplana, asisten, entre otros, los dos vicepresidentes del Consell, Jos¨¦ Luis Olivas y Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll. Tambi¨¦n est¨¢ presente Francisco Camps, delegado del Gobierno. Zaplana, deus ex machina del PP, distribuye su herencia: Olivas ser¨¢ presidente de la Generalitat hasta las elecciones de 2003, momento en que Camps se convertir¨¢ en el candidato a la presidencia del Gobierno valenciano. El abogado de Motilla del Palancar, sin embargo, pone una objeci¨®n: ?qu¨¦ ser¨¢ de ¨¦l cuando deje la presidencia? Testigos de la reuni¨®n cuentan que Zaplana pregunt¨®: "?Qu¨¦ te gustar¨ªa ser?" Y la respuesta fue: "Presidente de una instituci¨®n financiera valenciana".
En 2003, Camps alcanza la presidencia de la Generalitat, pero tanto ¨¦l como Zaplana olvidan el compromiso adquirido. Ambos est¨¢n encantados con Julio de Miguel y no tienen la menor intenci¨®n de sustituirle al frente de Bancaja. Pero Olivas s¨ª que recuerda y utiliza todos sus resortes, que no son pocos, para que se cumpla el acuerdo pacta sunt servanda. Camps tiene que ceder y en enero de 2004 el exconcejal, exconsejero, exvicepresidente y expresidente de la Generalitat se instala en la c¨²pula de la primera instituci¨®n financiera valenciana gracias, precisamente, a la ley que ¨¦l mismo hab¨ªa aprobado en 1997, cuando se quejaba amargamente de que los socialistas hab¨ªan "blindado su dominio en las cajas de ahorro". Desde entonces hasta la actualidad el que permanece blindado es ¨¦l.
Pero no parece que vaya a ser por mucho tiempo. La crisis del Banco de Valencia amenaza seriamente con arrastrarle; aunque los problemas de este pol¨ªtico, correoso y fr¨ªo como pocos, empezaron mucho antes, cuando el Banco de Espa?a decide reordenar el mapa de las cajas de ahorro espa?olas; aunque, de inicio, el proceso arranque con buenas perspectivas para Bancaja. Es la tercera caja de ahorros de Espa?a y, aparentemente, sus finanzas est¨¢n saneadas. No tiene porqu¨¦ tener prisa en fusionarse con ninguna otra. De hecho, intenta sendas aproximaciones a Caja Navarra y Cajastur que resultan fallidas, pero eso no preocupa a los responsables de la caja valenciana. El acuerdo con la CAM, por el que muchos empresarios de la Comunidad Valenciana suspiran ahora, no es viable. En 2008 nadie lo quiere, y los que lo quieren no hacen nada por hacerlo posible. M¨¢s tarde, cuando se conozcan las cuentas reales de Bancaja y CAM, se comprobar¨¢ que la fusi¨®n de la tercera y cuarta caja espa?olas era inviable e imposible.
En 2009, Bancaja espera tranquilamente que se vaya clarificando el panorama de las entidades de ahorro espa?olas, confiados en una segunda vuelta en la que la caja valenciana liderar¨¢ una operaci¨®n con otras cajas de menor tama?o. Mientras, Caja Mediterr¨¢neo negocia su fusi¨®n con Caja Madrid, pero no hay acuerdo. La sorpresa es inmensa en Bancaja, cuya direcci¨®n empieza a sospechar que la madrile?a, pilotada ya por Rodrigo Rato, va a poner rumbo de colisi¨®n con la valenciana, que se sabe inferior financiera y pol¨ªticamente. Adi¨®s al sue?o. La cabeza de rat¨®n se va a convertir en cola de le¨®n.
Las circunstancias pol¨ªticas en la Comunidad Valenciana no ayudan. Francisco Camps, que ha quemado sus escasas fuerzas pol¨ªticas impidiendo la fusi¨®n entre CAM y Caja Madrid, est¨¢ enfrascado en el esc¨¢ndalo de los trajes, imputado por un presunto delito de cohecho pasivo impropio y salpicado de lleno por el caso G¨¹rtel. ?l y su Gobierno se encuentran absolutamente paralizados. Alg¨²n t¨ªmido intento del vicepresidente econ¨®mico, Gerardo Camps, por reconducir la situaci¨®n fracasa antes de empezar, y al presidente de la Generalitat, no se sabe si en broma o en serio, solo se le ocurre proponer encadenamientos en la sede de CAM para evitar lo inevitable. Todo el sistema financiero valenciano se precipita hacia el abismo sin que pol¨ªticos ni empresarios hagan nada por evitarlo, salvo contemplar con estupor e impotencia c¨®mo los centros de decisi¨®n se alejan de Alicante y Valencia.
La primera ficha del domin¨® en caer ser¨¢ la CAM, a la que seguir¨¢ Bancaja, que arrastrar¨¢ al Banco de Valencia. La caja de Alicante fue calificada por Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez como "lo peor de lo peor". Sus gestores, con Modesto Crespo en la presidencia y Roberto L¨®pez en la direcci¨®n general, quedar¨¢n como un grupo sin escr¨²pulos que se lucr¨® en plena ruina de la caja. Crespo, cuyo cargo se supon¨ªa honor¨ªfico, se asegur¨® una retribuci¨®n anual de 300.000 euros a trav¨¦s de una filial de la caja, mientras que L¨®pez aprovech¨® el ERE de finales de 2010 para rescindir su relaci¨®n laboral a cambio de una millonaria prejubilaci¨®n que fuentes sindicales cifran en 5,8 millones. La sucesora de L¨®pez en la direcci¨®n general, Mar¨ªa Dolores Amor¨®s, se puso un sueldo de 600.000 euros al a?o y una pensi¨®n vitalicia de 370.000. Todos ellos est¨¢n siendo investigados por el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska.
"Lo peor de lo peor" era la consecuencia de la ocupaci¨®n de los consejos de administraci¨®n por parte de pol¨ªticos y de promotores. Una conjunci¨®n diab¨®licamente perversa para las entidades de ahorro. Los primeros las utilizaron para financiar megaproyectos como Terra M¨ªtica en Benidorm, la Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia, la Ciudad de la Luz en Alicante, participar en la sociedad que explota el circuito de f¨®rmula 1, cargar con la deuda p¨²blica emitida por la Generalitat, financiar al Valencia CF y promociones del Instituto Valenciano de la Vivienda, crear empresas para gestionar la Sanidad con criterios privados a trav¨¦s de Ribera Salud o, incluso, formar parte de la sociedad que explota el aeropuerto sin aviones de Castell¨®n. El PP us¨® las cajas de ahorros como le vino en gana. Jos¨¦ Luis Olivas convirti¨® en ejecutiva una presidencia que era de car¨¢cter m¨¢s bien honor¨ªfico y despidi¨® a los t¨¦cnicos, entre ellos al director general Fernando Garc¨ªa Checa, que se opon¨ªan a sus proyectos.
La megaloman¨ªa de los Gobiernos del PP, la ambici¨®n de los promotores m¨¢s unos gestores financieros que vieron en el ladrillo la tierra prometida para aumentar sin tasa sus beneficios, llevaron a las cajas al desastre. La CAM duplic¨® su negocio inmobiliario de 2003 a 2005. Bancaja hizo lo propio, pero en cuatro a?os, los peores del ciclo. En la fusi¨®n con Caja Madrid traspas¨® al Banco Financiero y de Ahorro (BFA), matriz de Bankia presidida por Rodrigo Rato, 20.000 naves, locales y pisos sin vender. La CAM tiene 2.300 millones en pisos y suelo. Y el Banco de Valencia presenta 3.995 millones en "activos problem¨¢ticos". La presencia de promotores en los consejos de administraci¨®n acab¨® en numerosas coyundas entre constructoras y entidades. Solo en el Banco de Valencia una treintena de inmobiliarias se agrupan bajo la marca Valenciana de Inversiones Participadas (VIP) SL. "Un conglomerado de sociedades", seg¨²n informaba el diario digital ValenciaPlaza", en las que participan los principales nombres del sector del ladrillo de la Comunidad Valenciana y en las que el Banco de Valencia tiene participaciones que oscilan entre el 20% y el 50% de forma directa o indirecta a trav¨¦s de VIP". Existen otras f¨®rmulas por las que promotores y cajas han transformado el pasivo de los primeros en activo por la v¨ªa de formar sociedades conjuntas, disminuyendo as¨ª el riesgo a la exposici¨®n del sector inmobiliario.
Desde Bancaja se justifica toda esta actividad en funci¨®n de dos argumentos: 1. sirvi¨® para favorecer el desarrollo de la Comunidad y 2. en esa ¨¦poca todo el mundo apoyaba esa pol¨ªtica expansiva, e incluso las agencias de rating otorgaban buenas calificaciones a las cajas y a los bancos. El corolario es, seg¨²n estas fuentes, que todas las entidades que trabajaban en la Comunidad Valenciana -"todas sin excepci¨®n", insisten- se han encontrado con problemas de morosidad tras estallar la burbuja inmobiliaria. "Como Bankia, CAM y Banco de Valencia ten¨ªan m¨¢s cuota de mercado, es razonable que tengan m¨¢s morosidad".
A los hechos hay que remitirse para constatar que estas razones le han resbalado a Rodrigo Rato. El presidente de Bankia forz¨® la salida de Jos¨¦ Luis Olivas de la vicepresidencia ejecutiva del BFA. No hay razones oficiales, pero oficiosamente se asegura que el exconsejero no le cont¨® a Rato toda la verdad sobre la situaci¨®n del grupo Bancaja durante las negociaciones sobre la fusi¨®n y el expresidente del Fondo Monetario Internacional (FMI) utiliz¨® la crisis del Banco de Valencia como excusa para deshacerse de Olivas. Hist¨®ricamente, Bancaja actuaba ante las agencias de calificaci¨®n como una red del Banco de Valencia, garantizando su solvencia y su capacidad de deuda. Pero a principios de este a?o, Rato se neg¨® a dar esas garant¨ªas y, autom¨¢ticamente, el banco cay¨® tres escalones en la nota de Moody's. La evoluci¨®n posterior de las calificaciones ha llevado la acci¨®n del Valencia al borde del bono basura.
Rato, adem¨¢s, recomend¨® a Olivas durante el mes de julio que abandonara la presidencia del banco, pero este se neg¨® porque, seg¨²n dijo, tem¨ªa la reacci¨®n de la sociedad valenciana y de sus empresarios; pero lo que no quiso hacer en julio lo ha tenido que hacer en noviembre. Y ni la burgues¨ªa ni el empresariado valenciano se lo han perdonado. Una fuente del Consell asegura que la situaci¨®n de Olivas en Bancaja "es insostenible". Aunque tampoco Rato queda mejor librado. Existe la convicci¨®n generalizada entre los empresarios valencianos de que el presidente de Bankia est¨¢ desacreditando a conciencia el sector financiero de la Comunidad por razones que solamente ¨¦l conoce. En ese contexto sit¨²an la oposici¨®n de Rato a que la vicepresidencia vacante de Bankia la ocupe una persona que defienda los intereses valencianos con suficiente personalidad y con competencias ejecutivas.
El final del sistema financiero valenciano con el triste ep¨ªlogo del Banco de Valencia representa el fracaso de un poder pol¨ªtico, ostentado por el PP desde 1995, y de un empresariado incapaz de ir m¨¢s all¨¢ de sus intereses inmediatos. Olivas, sentencia un exdirectivo de Bancaja, "ser¨¢ su enterrador".
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