Preocupaciones alemanas
La creaci¨®n de la Uni¨®n Monetaria Europea nunca fue el gran sue?o de los alemanes. El canciller Helmut Kohl, consciente del valor emblem¨¢tico que para muchos ten¨ªa el deutschmark, tuvo que emplearse a fondo para convencer a la ciudadan¨ªa. Hemos aceptado el euro r¨¢pidamente. A diferencia de Espa?a, en Alemania, cuando se habla de lo que cuesta un coche o una vivienda, nadie lo expresa en la antigua moneda nacional. Tambi¨¦n hemos extendido al BCE el respeto que siempre ten¨ªamos frente al Bundesbank como guardi¨¢n de la estabilidad de los precios. Y eso es porque la pol¨ªtica monetaria del BCE revela unos registros razonables respecto del control de la inflaci¨®n, un tema ultrasensible en la sociedad alemana, en cuya memoria hist¨®rica figuran los enormes da?os causados por la hiperinflaci¨®n en la Rep¨²blica de Weimar hace casi 90 a?os y la inflaci¨®n reprimida despu¨¦s de la II Guerra Mundial.
Reducir la deuda es la prioridad, y la mayor¨ªa de la poblaci¨®n rechaza una bajada de los impuestos
En la actual crisis de la deuda soberana lo que preocupa a mucha gente en Alemania, especialmente a los asalariados, pensionistas y ahorradores, es que la zona euro deje de ser una uni¨®n de estabilidad con una moneda fuerte para convertirse en una uni¨®n de transferencias financieras desde pa¨ªses con solidez presupuestaria hacia pa¨ªses con Gobiernos proclives a un excesivo gasto p¨²blico financiado con deuda. Las presiones pol¨ªticas sobre el BCE para que este sea m¨¢s permisivo en cuanto a la inflaci¨®n ser¨ªan fuertes. El euro pasar¨ªa a ser una moneda d¨¦bil. La reputaci¨®n internacional de la autoridad monetaria caer¨ªa. Para Alemania se complicar¨ªa en este caso su estatus como pa¨ªs miembro de la zona euro: en 1993, en el contexto de la ley de ratificaci¨®n del Tratado de Maastricht, el Tribunal Constitucional alem¨¢n sentenci¨® que una Uni¨®n Monetaria Europea con inflaci¨®n no ser¨ªa compatible con el derecho a la propiedad privada que garantiza la Ley Fundamental. El argumento de los magistrados era que la inflaci¨®n equivale a una expropiaci¨®n de los particulares por el Estado, y eso en Alemania solo est¨¢ permitido si el Parlamento lo aprueba antes por ley y determina la forma y cuant¨ªa de indemnizaci¨®n. Para un economista, este razonamiento tan sutil es absolutamente convincente; para el ciudadano de a pie, tambi¨¦n.
Entre los acuerdos adoptados en la reciente cumbre europea, el que m¨¢s ha convencido en la opini¨®n p¨²blica alemana y le ha valido elogios a la canciller Merkel por su tenacidad durante las negociaciones es el de reforzar las reglas para la disciplina presupuestaria. La clave est¨¢ en que los pa¨ªses de la zona euro (y los dem¨¢s de la UE, menos Reino Unido) se han comprometido a autodecretarse por la v¨ªa constitucional unos l¨ªmites exigentes para el endeudamiento de las Administraciones p¨²blicas. Alemania ya tiene la norma (desde 2009), Espa?a va por este camino y en otros pa¨ªses (Francia, Italia, Austria) se ha abierto el debate al respecto. Eso son se?ales prometedoras de que los l¨ªderes pol¨ªticos han aprendido algo importante de la crisis de la deuda soberana: que el despilfarro de recursos y el endeudamiento irresponsable le sale al pa¨ªs muy caro en t¨¦rminos financieros (prima de riesgo) y econ¨®micos (p¨¦rdida de crecimiento, paro). Los ajustes fiscales inexorables no van a ser indoloros en ning¨²n pa¨ªs. En Alemania, la consolidaci¨®n presupuestaria a nivel federal y regional es aceptada por la sociedad, aunque haya que despedirse de alg¨²n que otro derecho adquirido. La reducci¨®n de la deuda del Estado es percibida como un objetivo prioritario, hasta tal extremo que, como revelan las encuestas, la mayor¨ªa de la poblaci¨®n rechaza una reducci¨®n de los impuestos incluso en los tiempos actuales con una buena recaudaci¨®n tributaria.
Bajo el supuesto de que los acuerdos fiscales se cumplir¨¢n y los pol¨ªticos no volver¨¢n a transgredir las normas a conveniencia como hicieron en el pasado, muchos en Alemania nos preguntamos si los Gobiernos de otros pa¨ªses acertar¨¢n tambi¨¦n con respecto a las reformas estructurales indispensables para elevar el potencial de crecimiento y de creaci¨®n de empleo. Por mucho que el BCE contin¨²e comprando bonos del Tesoro de pa¨ªses con problemas de refinanciaci¨®n o que se aumente la capacidad de apalancamiento del Fondo de Estabilizaci¨®n Financiera o que se involucre m¨¢s al FMI en los rescates, la zona euro no saldr¨¢ del atolladero si no se refuerzan paralelamente los pilares de la econom¨ªa real. En Alemania hemos tenido una buena experiencia con las reformas estructurales que se iniciaron hace siete a?os (Agenda 2010). El mercado de trabajo es ahora m¨¢s flexible, y el entorno para la inversi¨®n y la innovaci¨®n, m¨¢s amable. Todo esto se traduce en niveles comparativamente elevados de la productividad del factor trabajo y la competitividad internacional de las empresas. El Pacto Euro Plus, aprobado en marzo por el Consejo Europeo a instancias de la canciller Merkel, apunta en esta direcci¨®n. Pero hasta ahora no se ha traducido en los pa¨ªses miembros en pol¨ªticas contundentes de reformas. -
Juergen B. Donges es profesor de la Universidad de Colonia.
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