Trump, el comercio y las pataletas
Si el presidente norteamericano ha saboteado la sanidad, ?por qu¨¦ no podr¨ªa hacer lo mismo con el tratado de libre comercio con M¨¦xico y Canad¨¢?
Aqu¨ª todos quieren saber qu¨¦ va a pasar con el Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte (NAFTA por sus siglas en ingl¨¦s) que relaciona estrechamente las econom¨ªas de M¨¦xico, Canad¨¢ y Estados Unidos desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas. Donald Trump lo ha descrito como el ¡°peor tratado comercial jam¨¢s firmado¡±. ?Pero de verdad lo va a destruir?
Hasta hace unos d¨ªas, yo estaba bastante seguro de que no. Supon¨ªa que negociar¨ªa unos cuantos cambios menores del acuerdo, declarar¨ªa la victoria y pasar¨ªa a otra cosa. Los mercados parec¨ªan coincidir conmigo: el peso mexicano se hundi¨® tras la elecci¨®n de Trump, pero despu¨¦s se recuper¨®, y el veredicto fue que no ocurrir¨ªa nada terrible.
Pero he cambiado de opini¨®n en vista de los acontecimientos recientes, en especial la pataleta de Trump con el sistema sanitario. Desmontar el NAFTA ser¨ªa terrible para M¨¦xico y malo para Estados Unidos. Horrorizar¨ªa a importantes intereses empresariales estadounidenses, que llevan dos d¨¦cadas construyendo sus estrategias competitivas en torno a un mercado norteamericano integrado. Pero podr¨ªa ser bueno para el fr¨¢gil ego de Trump. Y eso es motivo suficiente para temerse lo peor.
Empecemos admitiendo que el NAFTA, aunque condujo a un r¨¢pido crecimiento de las exportaciones de M¨¦xico a Estados Unidos y de Estados Unidos a M¨¦xico, no ha cumplido las expectativas de algunos de sus defensores. En 1994, cuando entr¨® en vigor, muchos esperaban que diese un empuj¨®n a la econom¨ªa mexicana, pero no lo hizo. Algunos de sus valedores sosten¨ªan tambi¨¦n que Estados Unidos mantendr¨ªa un amplio super¨¢vit comercial con M¨¦xico; el hecho es que, tras su crisis financiera en 1995, fue M¨¦xico el que empez¨® a registrar super¨¢vits.
Es m¨¢s, el aumento del comercio perjudic¨® sin duda a algunos trabajadores estadounidenses. Varias empresas del pa¨ªs despidieron a sus empleados y trasladaron la producci¨®n a M¨¦xico (aunque otras crearon nuevos puestos de trabajo para producir mercanc¨ªas para los mercados mexicanos, o adquirieron una ventaja competitiva gracias a su capacidad para comprar piezas a proveedores mexicanos).
En todo caso, los costes infligidos por el NAFTA fueron mucho menores que los originados por las importaciones de China, y estos a su vez mucho menores que los provocados por los cambios tecnol¨®gicos. Por ejemplo, el descenso del empleo en la miner¨ªa del carb¨®n ¡ªdebido casi por completo al cambio tecnol¨®gico¡ª o la ca¨ªda de los salarios de los camioneros ¡ªque reflejan la liberalizaci¨®n y el hundimiento del poder sindical¡ª no tuvieron nada que ver con el NAFTA. As¨ª y todo, el tratado comercial caus¨® perjuicios reales.
Pero admitir esta realidad desagradable apenas tiene relevancia para la cuesti¨®n de qu¨¦ hacer ahora. Los trastornos provocados por el NAFTA est¨¢n casi todos en el retrovisor. Ahora vivimos en una econom¨ªa norteamericana construida en torno a la realidad del libre comercio. En concreto, las manufacturas estadounidenses, canadienses y mexicanas est¨¢n profundamente interrelacionadas. Muchas f¨¢bricas industriales se construyeron precisamente para aprovechar nuestra integraci¨®n econ¨®mica, y comprar o vender a otras f¨¢bricas situadas a uno y otro lado de las fronteras. En consecuencia, disolver o degradar el tratado tendr¨ªa los mismos efectos perturbadores que su creaci¨®n: se cerrar¨ªan f¨¢bricas, desaparecer¨ªan puestos de trabajo, algunas comunidades perder¨ªan sus medios de vida. Y s¨ª, muchas empresas, peque?as, grandes y en algunos casos enormes, perder¨ªan miles de millones de d¨®lares. Ah, y no solo en manufacturas. ?Qu¨¦ creen ustedes que les ocurrir¨ªa a los agricultores de Iowa si perdiesen uno de los mercados m¨¢s importantes para su ma¨ªz?
De modo que yo y otros supon¨ªamos que estas realidades frenar¨ªan a Trump. Por mucho que desconozca el comercio norteamericano, d¨¢bamos por sentado que evitar¨ªa ganarse la animadversi¨®n de las grandes empresas y el gran capital. Pero ahora no estoy tan seguro. En primer lugar, porque las negociaciones del NAFTA van muy mal. Las exigencias de EEE UU ¡ªcomo renovarlo cada cinco a?os o eliminar la posibilidad de las empresas de presentar recurso contra las medidas gubernamentales¡ª debilitar¨ªan la previsibilidad, la garant¨ªa de un futuro acceso al mercado, que constitu¨ªa el principal objetivo del acuerdo comercial.
Por otra parte, los documentos filtrados a The Washington Post muestran que algunos asesores clave del Gobierno le atribuyen pr¨¢cticamente todos los males sociales ¡ªdesde la violencia dom¨¦stica o el divorcio hasta la p¨¦rdida de puestos de trabajo en la industria¡ª y sabemos que el Gobierno cree, err¨®neamente, que los tratados comerciales son la causa de la p¨¦rdida de esos puestos de trabajo.
Y lo m¨¢s importante, miren lo que ha estado haciendo Trump con su sabotaje descarado, despreocupado incluso, al sistema sanitario estadounidense. Da igual que est¨¦ imponiendo enormes sacrificios a las personas; ni siquiera sigue una estrategia pol¨ªtica veros¨ªmil, puesto que a ¨¦l y a su partido se les considerar¨ªa, y con raz¨®n, responsables de los da?os. Es m¨¢s, sus medidas les costar¨¢n a las grandes empresas ¡ªaseguradoras y proveedores sanitarios¡ª miles de millones de d¨®lares; incluso se jacta de lo mucho que ha hecho bajar su precio en Bolsa.
Ahora hemos visto que Trump es capaz de perjudicar deliberadamente a millones de personas y de infligir p¨¦rdidas multimillonarias a un importante sector econ¨®mico por puro resentimiento. Si est¨¢ dispuesto a hacerlo con la atenci¨®n sanitaria, ?por qu¨¦ suponer que no va a hacer lo mismo con la pol¨ªtica comercial internacional?
Por lo tanto, el NAFTA corre verdadero peligro. Y en caso de que lo destruyan, la ¨²nica duda es si las consecuencias ser¨¢n malas o extremadamente malas.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times Company, 2017. Traducci¨®n de News Clips.
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