Cuando trabajar ya no salva de la pobreza
La precariedad del mercado laboral espa?ol empuja a un 13% de los empleados a tener una renta inferior al umbral de la pobreza, una tasa que en Europa solo superan Ruman¨ªa y Grecia

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A Mar¨ªa la expresi¨®n ¡°no llegar a fin de mes¡± se le queda corta. ¡°No estamos ni a d¨ªa 10 y ya no me alcanza¡±, dice sin perder la sonrisa. En su casa, los 900 euros que su marido gana como ch¨®fer y lo poco que ella saca de echar una mano en un bar salen tan r¨¢pidos como entran. Solo para el alquiler ya van 750. Esta cubana de 30 a?os es uno de los millones de inmigrantes que llegaron a la Espa?a del boom del ladrillo y que m¨¢s tarde acabar¨ªan pagando los excesos de aquellos d¨ªas. Desde entonces, ha encadenado empleos precarios y mal pagados. Su perfil encaja como un guante a un fen¨®meno que, aunque no es nuevo, s¨ª se ha extendido a ra¨ªz de la crisis: el de los trabajadores pobres.
Las estad¨ªsticas europeas muestran que este es un problema al alza en todo el continente, pero especialmente intenso en Espa?a. Un 13,1% de sus trabajadores viven en hogares que no alcanzan el 60% de ingresos medios. Solo Ruman¨ªa y Grecia le ganan en este triste indicador. Y el riesgo de pobreza se ceba con los espa?oles que tienen un contrato a tiempo parcial: en este grupo, la tasa se dispara al 24,3%.
Pero m¨¢s all¨¢ de las fr¨ªas estad¨ªsticas, los que est¨¢n cerca de los m¨¢s desfavorecidos tambi¨¦n notan la creciente importancia del fen¨®meno de los trabajadores pobres. Un 40% de las personas a las que C¨¢ritas ayud¨® en 2015 proven¨ªa de hogares en los que al menos uno de sus miembros estaba empleado. ¡°El trabajo ha perdido la capacidad de integrar en la sociedad que ten¨ªa hasta hace poco¡±, sintetiza Luc¨ªa Mart¨ªnez, doctora en Bienestar Social de la Universidad P¨²blica de Navarra.
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Mar¨ªa ¡ªnombre ficticio: la protagonista no quiere dar el real ni dejarse fotografiar¡ª es una de esas personas que jam¨¢s pens¨® que pudiera necesitar la ayuda de una asociaci¨®n ben¨¦fica. Pero ha acabado vi¨¦ndose obligada a recurrir a C¨¢ritas Madrid. Cuando lleg¨® a Espa?a hace diez a?os, justo antes de que la palabra crisis se hiciera omnipresente, estaba encantada con su nueva vida. Su puesto de dependienta en una tienda de ropa le permit¨ªa ganarse la vida holgadamente. ¡°Trabajaba mucho, pero me sent¨ªa muy bien. Llegu¨¦ a ingresar 1.800 euros al mes¡±, asegura.
Pero las cosas cambiaron r¨¢pida y radicalmente. La fase m¨¢s aguda de la crisis coincidi¨® con su primer embarazo. La tienda cerr¨® y comprob¨® en primera persona las dificultades de una joven madre para encontrar un nuevo empleo. Desde entonces, ha vendido ropa, ha atendido restaurantes, ha hecho sustituciones en una porter¨ªa, ha limpiado casas y ahora ayuda d¨ªas aislados en un bar, donde obtiene 15 o 20 euros por jornada, dinero que va directo al supermercado m¨¢s cercano para aprovisionarse de comida para ella, su marido y sus dos hijos peque?os. Para ella, obtener los productos m¨¢s necesarios es cada mes una nueva aventura. Al igual que Mar¨ªa, m¨¢s de 1,1 millones de mujeres empleadas ganan menos de 710 euros al mes, seg¨²n los datos publicados esta semana por el INE. Esta baja franja salarial afecta a un n¨²mero mucho menor de hombres: 400.000.
Para conocer el mapa europeo de los nuevos pobres, primero es necesario dibujar su contorno. La estad¨ªstica de Eurostat habla de pobreza relativa, es decir, de aquellas familias con ingresos sustancialmente inferiores a la media; pero no de pobreza severa. Para determinar el porcentaje de trabajadores pobres, no se mide el salario de una persona concreta en un corto periodo de tiempo, sino los de un hogar en su conjunto a lo largo de todo un a?o. Este matiz es importante porque la precariedad del mercado laboral espa?ol ¡ªcon un alt¨ªsimo n¨²mero de altas y bajas: este verano se alcanz¨® el r¨¦cord hist¨®rico de m¨¢s de dos millones de contratos firmados en junio¡ª aboca a muchos trabajadores a ¨¦pocas de actividad y otras de par¨®n. Si en 2007 uno de cada seis contratos ten¨ªa una duraci¨®n igual o inferior a una semana, ahora esta proporci¨®n es de uno de cada cuatro.
Estos nuevos pobres pueden estar ocupados en cortos periodos de meses, semanas o incluso d¨ªas. La estad¨ªstica de 2016 se hace, adem¨¢s, con los datos de ingresos de 2015, por lo que tiene un cierto desfase temporal. ¡°La situaci¨®n puede haber mejorado gracias a la bonanza actual, aunque no demasiado porque los salarios no aumentan y la temporalidad repunta. Tras cuatro a?os de crecimiento econ¨®mico, uno esperar¨ªa un mayor repunte salarial¡±, explica Florentino Felgueroso, investigador especializado en empleo del laboratorio de ideas Fedea.
Francisco Lorenzo, coordinador de estudios de C¨¢ritas, asegura que antes de la crisis, casi todas las solicitudes de ayuda ven¨ªan de personas en situaci¨®n de exclusi¨®n severa, que sol¨ªan estar al margen del mercado laboral. Pero en los economatos o comedores sociales de C¨¢ritas cada vez abundan m¨¢s personas que trabajan por un sueldo insuficiente para cubrir las necesidades b¨¢sicas. ¡°Siempre han existido los trabajadores pobres. La diferencia es que antes se trataba de sectores con una vulnerabilidad extrema. Y ahora se ha extendido a otros grupos, perjudicados por un mercado laboral muy dual, en el que conviven empleos de alta y de muy baja calidad¡±, a?ade la doctora de la Universidad P¨²blica de Navarra.
La pobreza laboral impacta con m¨¢s fuerza en los j¨®venes. El porcentaje de trabajadores pobres de 18 a 24 a?os ha pasado del 7% en 2007 al 21% de 2014, seg¨²n el ¨²ltimo informe sobre emancipaci¨®n juvenil en Espa?a (2016). Otros colectivos especialmente vulnerables son las mujeres solas con cargas familiares o las familias numerosas. ¡°Las situaciones m¨¢s graves con vulneraci¨®n de derechos laborales siguen vinculadas mayoritariamente al sector de la hosteler¨ªa, la construcci¨®n y la limpieza de hogares¡±, a?ade Lorenzo.
Mar¨ªa recuerda la agradable sorpresa que se llev¨® cuando lleg¨® a Espa?a. ¡°En Cuba mucha gente vive del cuento. Aqu¨ª, en cambio, ve¨ªa que quien se esforzaba le iba bien¡±, asegura. Diez a?os m¨¢s tarde, su perspectiva ha cambiado: ¡°Ahora me doy cuenta de que aqu¨ª no se pueden tener hijos¡±.
La loter¨ªa de las diversas ayudas regionales
En Espa?a, las dificultades a las que se enfrentan las familias de bajos recursos dependen en buena medida de su lugar de residencia. Porque las ayudas de las comunidades aut¨®nomas ¡ªuna de las ¨²ltimas redes de protecci¨®n social¡ª var¨ªan much¨ªsimo de un lugar a otro. Los 665 euros de renta m¨ªnima de inserci¨®n que ofrece el Pa¨ªs Vasco son m¨¢s del doble de los 300 de Murcia. ¡°Pa¨ªs Vasco y Navarra juegan en otra liga¡±, resume Francisco Lorenzo, de C¨¢ritas.
Las diferencias van m¨¢s all¨¢ de la cuant¨ªa. Tambi¨¦n var¨ªan los requisitos y duraci¨®n de las ayudas. Algunas comunidades permiten a los beneficiarios ejercer una actividad laboral de bajos ingresos, lo que supone un incentivo para entrar en el mercado laboral.
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