Desde la cuna hasta la tumba: utop¨ªas olvidadas
Casi la mitad de la poblaci¨®n mundial ignora lo que es la protecci¨®n y el Estado de Bienestar
El 55% de la poblaci¨®n mundial (alrededor de 4.000 millones de personas) no tiene ning¨²n tipo de protecci¨®n social. A dos de cada tres ni?os (1.300 millones), la mayor¨ªa de ellos en ?frica y Asia, les sucede lo mismo. S¨®lo el 22% de los parados tiene derecho al seguro de desempleo, y menos del 70% de las personas en edad de jubilaci¨®n cobran una pensi¨®n p¨²blica, aunque la cantidad que percibe la mayor parte de ellas no les basta para salir de la pobreza.
Estas cifras se corresponden al Informe mundial sobre la protecci¨®n social que acaba de hacer p¨²blica la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT), y sirven para hacer un balance de la situaci¨®n del Estado de Bienestar que se cre¨®, en casi todos sus contenidos, tras la Segunda Guerra Mundial. Conseguir la protecci¨®n social del ser humano desde la cuna hasta la tumba, habitase en el lugar que habitase, ha sido hasta ahora la m¨¢s hermosa utop¨ªa del progreso. Ese Estado del bienestar ha contemplado, fundamentalmente, los siguientes cap¨ªtulos: educaci¨®n, sanidad y pensiones p¨²blicas y universales, seguro de desempleo para el que se quedase sin trabajo, y m¨¢s adelante, lo que se vino en llamar "el cuarto pilar del Estado del bienestar", que son las ayudas para los dependientes.
Adem¨¢s, en esta lista falta algo muy importante que conviene no olvidar en estos tiempos individualizados: el Derecho del Trabajo. Es decir, los convenios colectivos y la socializaci¨®n de las condiciones de trabajo. Antes de su existencia, cada trabajador deb¨ªa negociar de modo bilateral con su patr¨®n, pr¨¢cticamente siempre en una correlaci¨®n de fuerzas de inferior a superior. Seg¨²n la OIT, la protecci¨®n social (en definitiva, la seguridad social) es un derecho humano definido como un conjunto de pol¨ªticas y programas dise?ados para reducir y prevenir la pobreza y la vulnerabilidad en todo el ciclo de la vida.
En definitiva, se trataba de ser protegido socialmente de la mano invisible del mercado, por el hecho de ser ciudadano, no solo para serlo. La globalizaci¨®n ha establecido otras reglas del juego. La revoluci¨®n conservadora, hegem¨®nica desde los a?os ochenta del siglo pasado, ha significado un retroceso en la universalizaci¨®n y cuant¨ªa de ese Estado de Bienestar en muchas partes del mundo. Como se observa con los datos de la OIT, todav¨ªa queda mucho trecho por andar. S¨®lo el 45% de la poblaci¨®n mundial se beneficia de al menos un cap¨ªtulo de la protecci¨®n social; 152 millones de parados no tienen ning¨²n seguro vinculado con esa situaci¨®n para sobrevivir, etc¨¦tera.
Cuando habla de las pensiones, la OIT hace una advertencia muy interesante: existe en todo el mundo una tendencia a revertir la privatizaci¨®n de las pensiones, ya que la pol¨ªtica de sustituir una pensi¨®n p¨²blica por una privada no ha dado los resultados previstos en las d¨¦cadas anteriores. Argentina, Bolivia, Hungr¨ªa, Kazajist¨¢n o Polonia est¨¢n restableciendo los sistemas p¨²blicos basados en la solidaridad intergeneracional.
La existencia de un Estado de Bienestar no distingue s¨®lo a unos pa¨ªses de otros en cuanto a su generosidad con la protecci¨®n de sus ciudadanos. No es s¨®lo socialmente superior, sino tambi¨¦n econ¨®micamente superior. Diversos estudios del resto de los organismos multilaterales (Fondo Monetario Internacional, Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico,...) han demostrado que su existencia incrementa los ingresos de los hogares, impulsa la productividad y el desarrollo humano, aumenta la demanda interna, facilita la transformaci¨®n estructural de la econom¨ªa y promueve el trabajo decente. No son precisamente objetivos menores.
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