M¨¦xico, Chile, Per¨² y Canad¨¢ se unen a siete pa¨ªses de Asia y Ocean¨ªa contra el proteccionismo de Trump

Hace un a?o pr¨¢cticamente nadie lo cre¨ªa posible. Estados Unidos acababa de abandonar las conversaciones en las que se ultimaban los detalles del Acuerdo de Asociaci¨®n Transpac¨ªfico (TPP, por sus siglas en ingl¨¦s), uno de los proyectos estrella de la Administraci¨®n Obama, e iniciaba su particular traves¨ªa en el desierto del aislacionismo comercial. Las probabilidades de que el acuerdo saliese adelante sin la primera potencia mundial eran remotas. Pero a veces lo remoto tambi¨¦n se cumple: 13 meses despu¨¦s, M¨¦xico, Chile, Per¨², Canad¨¢ y siete pa¨ªses de Asia (Brunei, Jap¨®n, Malasia, Singapur y Vietnam) y Ocean¨ªa (Australia y Nueva Zelanda) han sellado este jueves en la capital chilena uno de los mayores acuerdos comerciales del mundo. La firma llega pocas horas antes de que la Administraci¨®n Trump presentase su primer gran decreto arancelario, que gravar¨¢ las importaciones de acero y aluminio, y en plena renegociaci¨®n del Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte (TLC), en la que M¨¦xico y Canad¨¢ se juegan buena parte de su crecimiento econ¨®mico en los pr¨®ximos a?os. El momento no podr¨ªa ser m¨¢s simb¨®lico para enviar un mensaje n¨ªtido: hay vida m¨¢s all¨¢ de EE UU.

Rebautizado como Tratado Integral y Progresista de Asociaci¨®n Transpac¨ªfico (y conocido como TPP11) despu¨¦s de que Washington se bajase en marcha del barco, el acuerdo comercial conforma un mercado libre de aranceles de 500 millones de consumidores que suma casi la sexta parte del PIB mundial. Un gigante con presencia en tres continentes y que, seg¨²n todos los especialistas en comercio internacional consultados, se sit¨²a a la vanguardia en cuanto a normatividad y facilitaci¨®n del comercio con un enfoque radicalmente nuevo. El acuerdo entrar¨¢ en vigor cuando sea aprobado en al menos seis pa¨ªses firmantes (la mitad m¨¢s uno). Quien sabe si para entonces la primera guerra comercial de este siglo ya se haya desatado.

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¡°El TPP11 sienta las bases del comercio del futuro¡±, subraya Ignacio Bartesaghi, director del Departamento de Negocios Internacionales e Integraci¨®n de la Universidad Cat¨®lica del Uruguay y autor de varios art¨ªculos acad¨¦micos sobre el tratado. ¡°Es una gran plataforma para captar inversiones que posiciona a los firmantes claramente a la vanguardia mundial en cuanto a est¨¢ndares y armonizaci¨®n de normas comerciales. Mejorar¨¢ mucho el entorno de negocios y permitir¨¢ a estos pa¨ªses adaptarse a las condiciones comerciales que el resto del mundo tambi¨¦n tendr¨¢ en el futuro¡±.

Obst¨¢culos superados

¡°Nadie pensaba que el acuerdo sobrevivir¨ªa sin EE UU¡±, se?ala el titular chileno de Exteriores, Heraldo Mu?oz. La primera medida de Donald Trump como presidente fue la retirada de su pa¨ªs del trato. Abr¨ªa as¨ª una nueva era en la que Washington se pasaba al entonces capitidisminuido bando de opositores a la liberalizaci¨®n comercial. ¡°La firma de este acuerdo, en cambio, es una poderosa se?al pol¨ªtica de apertura, de respaldo a las reglas claras para el comercio internacional y de oposici¨®n a las medidas proteccionistas¡±, agrega el ministro anfitri¨®n en declaraciones a EL PA?S.

Con la firma del tratado, la cuenca del Pac¨ªfico se pone al frente del libre comercio y la globalizaci¨®n en un momento en el que ambos principios atraviesan un trance cr¨ªtico. A la llegada de Trump al cargo de mayor poder del planeta se ha sumado el auge de movimientos populistas en Europa -el Brexit es buena prueba de ello- contrarios al librecambio. Este jueves, los 11 firmantes del nuevo TPP env¨ªan el mensaje opuesto: firme oposici¨®n al proteccionismo y a la confrontaci¨®n econ¨®mica entre pa¨ªses y voluntad de estrechar lazos en favor del crecimiento econ¨®mico de todas las partes implicadas. ¡°Es una poderosa muestra y llega en un momento en el que estamos a punto de entrar al peligro de una guerra comercial que le har¨ªa muy mal a todos¡±, agrega el canciller chileno, uno de los pa¨ªses m¨¢s abiertos de Am¨¦rica Latina y del mundo, con hasta 26 acuerdos con un total de 64 econom¨ªas.

¡°M¨¦xico y Canad¨¢ -en plena renegociaci¨®n del TLC con EE UU- y Jap¨®n -que eleva su perfil de indiscutible competidor de China en Asia- son los grandes ganadores del TPP11¡±, valora Bartesaghi. ¡°Es natural que en M¨¦xico preocupe la presencia de Vietnam [una plataforma manufacturera que competir¨¢ de t¨² a t¨² en muchos segmentos], pero el salto que pega hacia Asia es tremendo en un momento en el que lo necesita m¨¢s que nunca¡±, a?ade en referencia a las dificultades que atraviesa la renegociaci¨®n del mayor tratado comercial del mundo, que une a EE UU, M¨¦xico y Canad¨¢ desde 1994. En este contexto, reducir su dependencia de la primera potencia mundial es fundamental para ambos.

Las otras dos naciones latinoamericanas en liza, Chile y Per¨² -con las que M¨¦xico comparte tambi¨¦n membres¨ªa en la Alianza del Pac¨ªfico-, aun ya contando con acuerdos comerciales bilaterales con muchos de los Estados miembro, ganar¨¢n acceso a mercados tan potentes como el japon¨¦s -en el anterior acuerdo chileno con el pa¨ªs nip¨®n, por ejemplo, muchos productos todav¨ªa estaban sujetos a aranceles-, el australiano o el canadiense.

Cuando Trump retir¨® a su pa¨ªs del acuerdo en enero de 2017, los restantes 11 pa¨ªses que conformaban el TPP no ten¨ªan claro el camino. Se preguntaban si realmente era posible continuar sin Estados Unidos, que comenzaba una pol¨ªtica de mayor proteccionismo y preferencia por los acuerdos bilaterales. Fue en la ciudad chilena de Vi?a del Mar donde se comenzaron a trazar las l¨ªneas para mantener vivo el mayor bloque de integraci¨®n del Asia-Pac¨ªfico. Luego se celebraron reuniones en Canad¨¢, Vietnam y Jap¨®n ¡°y los pa¨ªses se fueron entusiasmando poco a poco¡±, subraya Mu?oz. De un liderazgo ¨²nico -el estadounidense- se pas¨® a uno coral: Jap¨®n, indiscutiblemente la mayor potencia del tratado, asumi¨® una mayor cuota de responsabilidad; Australia dio un paso al frente; M¨¦xico y Canad¨¢ pisaron el acelerador para diversificar su matriz comercial en plena renegociaci¨®n del TLC; y Chile tom¨® las riendas regionales.

En ese proceso de reencarrilamiento del acuerdo, los Gobiernos optaron por acometer peque?os ajustes, pero no grandes cambios. No se toc¨® el acceso a mercados -el coraz¨®n de cualquier tratado comercial-, solo se excluy¨® una veintena de normas que causaban incomodidad en algunos pa¨ªses y que hab¨ªan sido incluidas en el anterior tratado por la insistencia de EE UU -sobre todo en el campo de la propiedad intelectual- y se exacerb¨® su dimensi¨®n inclusiva, que ahora contempla perspectivas de g¨¦nero, medioambiente y derechos laborales. La base es, parad¨®jicamente, la misma que puso encima de la mesa la anterior Administraci¨®n estadounidense. Y aunque Trump, en uno de sus muchos vaivenes y discursos contradictorios no ha rechazado del todo la posibilidad de reconsiderar el acuerdo, a estas alturas parece dif¨ªcil una vuelta atr¨¢s. Al menos, en el corto plazo.