Tax¨ªmetro desigual

La decisi¨®n que tom¨® el Consejo de Ministros el pasado viernes de elevar a rango de decreto ley el reglamento que impon¨ªa trabas a las licencias de veh¨ªculos de alquiler con conductor (VTC) da?a la competencia en el transporte de viajeros. Es un paso atr¨¢s en la necesaria liberalizaci¨®n de estos servicios.

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El reglamento se encontraba recurrido por la Comisi¨®n Nacional de Mercados y la Competencia (CNMC) porque limitaba cada licencia posible de VTC a 30 de taxi. Lo que el Gobierno pretende ahora es retirar la capacidad de las comunidades aut¨®nomas de eliminar ese tope, derogando el reglamento actual y elevando la restricci¨®n a escala nacional. El recurso de la CNMC lleg¨® al Supremo y se espera que falle contra el tope. No obstante, si el reglamento se ha derogado para entonces, la decisi¨®n judicial ser¨¢ irrelevante porque el art¨ªculo recurrido ya no existir¨¢. Prevalecer¨¢, real decreto mediante, la decisi¨®n del Gobierno que limitar¨¢ (a¨²n m¨¢s) la competencia.

No se trata de un debate sobre si los operadores VTC deben ser regulados como el taxi. Eso ya lo est¨¢ dirimiendo la justicia europea en Luxemburgo. Esa es una cuesti¨®n m¨¢s general con derivaciones tan importantes como las exigencias que deben superar los conductores que prestan estos servicios o sus condiciones laborales, que deben mejorarse sustancialmente, tanto en el taxi como en las VTC.

De lo que realmente se trata en Espa?a es de decidir qu¨¦ liberalizaci¨®n y competencia se quiere para un servicio cuyas prestaciones no han sido ¨®ptimas en muchas ocasiones y en el que la tecnolog¨ªa introdujo una competencia que estaba haciendo espabilar a parte del sector. Medidas como el tope que ahora se quiere mantener con esa decisi¨®n pol¨ªtica ¡ªy en contra de la visi¨®n del supervisor de mercados¡ª solo pueden hacer que se perpet¨²en pr¨¢cticas de menos calidad, rentas monopol¨ªsticas y que el taxi en Espa?a viva una falsa y descafeinada revoluci¨®n.

A medias, con generaciones solapadas de servicios que hacen que la calidad a la hora de pedir un servicio dependa del azar. Hay muchos taxistas dispuestos a coger el guante del desaf¨ªo competitivo y han planteado alternativas a tener en cuenta tecnol¨®gicamente. Pero pueden ser diluidos por frentes especulativos y de propiedad masiva de licencias que no representan al conductor, sino a intereses creados bajo incentivos muy mal calculados demasiados a?os. Distorsiones que se pueden extender a las VTC.

El tri¨¢ngulo CNMC-Supremo-Gobierno ya tiene peleas abiertas por otros aspectos de dudosa legitimidad competitiva, como la restricci¨®n para la compraventa de licencias VTC antes de dos a?os de funcionamiento o el decimon¨®nico y tendencioso requerimiento de cumplimentar un registro administrativo sobre cada viaje de VTC.

Hay dos mundos, el tradicional y el tecnol¨®gico, que deben aprender mutuamente lo que cada uno tiene que aportar (experiencia frente a exigencia y transparencia tecnol¨®gica, principalmente) pero decisiones del Gobierno como esta no solo son sesgadas, sino que constituyen un paso atr¨¢s cuando no andamos precisamente sobrados de competencia y de avances tecnol¨®gicos en este tipo de servicios.