El viejo sector del pl¨¢stico se resiste a morir
A pesar de los esfuerzos en reciclaje y los materiales menos contaminantes, industrias como las del envasado generan demasiado producto como para frenar el da?o ambiental
Vivimos en tierra de nadie. La vieja econom¨ªa del pl¨¢stico no termina de morir y la nueva no termina de nacer. En este cruce de caminos a veces se siente perdido y otras encontrado un material que se ha convertido en el principal problema ¡ªjunto al cambio clim¨¢tico¡ª medioambiental del mundo. Sus efectos da?inos en la naturaleza sobreviven cientos de a?os, un tic-tac incesante que ceba una bomba de tiempo que la humanidad a¨²n no sabe desactivar. Porque esta sustancia es el caballo de batalla de la econom¨ªa moderna.
Sus registros son los de un purasangre. En 2020 se espera que mueva en el planeta 654.380 millones de d¨®lares (560.000 millones de euros). Este n¨²mero ¡ªdefendido por la consultora Grand View Research¡ª llega del tir¨®n de los mercados emergentes, la construcci¨®n, el sector del autom¨®vil y, sobre todo, del universo del envasado. Solo esta rama alcanzar¨¢ unos 269.000 millones (230.200 millones de euros) en 2025. Todo a su alrededor es un negocio brillante. El mercado de los biopl¨¢sticos ya camina hacia los 21.126 millones de d¨®lares y sumar¨¢ 68.500 millones durante 2024. Y dos a?os antes, el universo del reciclado manejar¨¢ 50.360 millones (43.100 millones de euros).
Esas son las estimaciones de una industria que lleva m¨¢s de 50 a?os de crecimiento. D¨¦cadas de luces y pobladas sombras; girones en el mar. Standard & Poor¡¯s calcul¨® en 2014 que los estragos que provoca el pl¨¢stico en el litoral marino alcanzan los 13.000 millones de d¨®lares (11.000 millones de euros) anuales. El impacto es directo sobre el turismo, la biodiversidad y las pesquer¨ªas. Pero si alzamos la mirada y contemplamos a toda la mar, los expertos estiman en 139.000 millones (118.600 millones de euros) el peaje de esta contaminaci¨®n en el planeta. Una cifra que semeja una pena en observaci¨®n.
Al a?o se filtran en el oc¨¦ano ocho millones de toneladas de pl¨¢stico, el equivalente a verter un cami¨®n de basura cada minuto. Si no hacemos nada, este ritmo aumentar¨¢ a dos por minuto en 2030 y a cuatro durante 2050. Los mares ya acumulan unos 150 millones de toneladas de este desecho y en 2025 albergar¨¢n una tonelada por cada tres de pescado. Habitamos un planeta adherido a este material; caminamos por la Tierra del pl¨¢stico. Desde los a?os cincuenta se han producido m¨¢s de 8.000 millones de toneladas. El paleont¨®logo Jan Zalasiewicz calcula que es ¡°suficiente para envolver la Tierra en un film transparente¡±. Otros expertos estiman que se podr¨ªan levantar cuatro Everest artificiales. Pocas industrias tienen la triste habilidad de proponer im¨¢genes tan desoladoras.
Durante a?os, el sector y las Administraciones han convencido al ciudadano de que el problema de los envases de pl¨¢stico se podr¨ªa mejorar a trav¨¦s del reciclaje. Si llevaba, por ejemplo, bolsas reutilizables al supermercado estaba cumpliendo con su parte, si beb¨ªa de botellas retornables o si separaba en casa la basura entre los diferentes contenedores ayudaba al mundo, marcaba las diferencias. Pero solo reciclar no liberar¨¢ al hombre del desastre. No liberar¨¢ al mar de esos millones de toneladas de brillante basura. Seg¨²n un trabajo de la consultora Zero Waste Europe, aplicando la tecnolog¨ªa de reciclaje m¨¢s avanzada disponible, solo se podr¨ªa tratar el 53% del mix actual de pl¨¢stico. A d¨ªa de hoy se recupera ¨²nicamente un 9%. La basura tampoco lo pone f¨¢cil. ¡°Reciclar es un desaf¨ªo porque muchos productos combinan pl¨¢stico con metales, metales con pl¨¢sticos o pl¨¢stico revestido con papel, y son muy dif¨ªciles de separar¡±, apunta Edward Tenner, historiador en la Universidad de Princeton. ¡°Y luego hay desconocimiento. ¡°?Qui¨¦n sabe, por ejemplo, que las tapas de los yogures solo se pueden reciclar de una manera muy limitada?¡±. M¨¢s de 40 a?os despu¨¦s del lanzamiento del primer s¨ªmbolo universal de reciclaje ¨²nicamente el 14% de los envases de pl¨¢stico vuelve a la vida. Una tasa que viaja a a?os luz del papel (58%), el hierro (70%) o el acero (90%). ?Entonces?
Cualquier soluci¨®n pasa por el compromiso de quienes han contribuido a crear el problema. Multinacionales como Unilever, Starbucks, Nestl¨¦ o Coca Cola, que a¨²n siguen produciendo botellas de pl¨¢stico, c¨¢psulas de caf¨¦ o tapas desechables, deben sentir su responsabilidad. Cada minuto ¡ªseg¨²n la consultora Euromonitor Internacional¡ª se compran un mill¨®n de botellas de pl¨¢stico en el mundo, unas 20.000 por segundo. No existe un sistema de reciclaje que soporte semejante tensi¨®n. ¡°El 95% de todos los envases de pl¨¢stico se utiliza solo una vez, lo que significa que se pierden entre 80.000 y 120.000 millones de d¨®lares¡±, valora Charlie Thomas, director de estrategia de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la gestora brit¨¢nica Jupiter AM. ¡°Esto supone tambi¨¦n una clara oportunidad [econ¨®mica], pero solo si se adoptan las pol¨ªticas correctas por parte de los pa¨ªses y las ciudades¡±.
Sin embargo, ese dinero est¨¢ a¨²n muy lejos de poder entrar en el circuito de la econom¨ªa circular. Es solo econometr¨ªa. ¡°La mejor manera de resolver la contaminaci¨®n producida por el pl¨¢stico ser¨ªa producir y usar menos¡±, reconoce Roland Geyer, profesor de Ecolog¨ªa Industrial de la Universidad de California en Santa B¨¢rbara. ¡°Porque una mejor gesti¨®n de los residuos y el reciclaje no lo conseguir¨¢. Pero la pregunta es: ?est¨¢ la sociedad dispuesta a usar menos pl¨¢stico para reducir la poluci¨®n? ?Valoramos los oc¨¦anos limpios por encima del consumismo? Me encantar¨ªa pensar que s¨ª¡±.
Sin embargo, entender al hombre es un misterio. Desde hace mucho es conocedor de los estragos del pl¨¢stico y poco le han importado. Durante los ¨²ltimos cincuenta a?os, la producci¨®n de este material ha pasado de 15 millones de toneladas en 1964 a 322 millones durante 2015 y se espera duplicar esa cifra en dos d¨¦cadas. ?Castigaremos a¨²n m¨¢s a la Naturaleza?
Cifras imprescindibles
1. Negocio global. En 2020 se espera que el negocio del pl¨¢stico mueva en el planeta 654.380 millones de d¨®lares (560.000 millones de euros).
2.Valores alternativos. El mercado de los biopl¨¢sticos se dirige hacia los 21.126 millones de d¨®lares y sumar¨¢ unos 68.500 millones durante 2024. Y dos a?os antes, el reciclado de esta sustancia manejar¨¢ 50.360 millones.
3. P¨¦rdidas. Cada minuto ¡ªseg¨²n la consultora Euromonitor Internacional¡ª se compran un mill¨®n de botellas de pl¨¢stico en el mundo, unas 20.000 por segundo. El 95% de todos los envases de pl¨¢stico se utiliza solo una vez, lo que significa que se pierden entre 80.000 y 120.000 millones de d¨®lares.
Las compa?¨ªas de bebidas fabrican al a?o m¨¢s de 500.000 millones de botellas de un solo uso. Muchas terminar¨¢n siendo consumidas en escasos minutos a trav¨¦s de una de las 500 millones de pajitas de pl¨¢stico que produce todos los d¨ªas Estados Unidos. Es como recurrir a lo superfluo para solucionar lo in¨²til. ¡°Las empresas tienen que pensar con atenci¨®n, en primer lugar, qu¨¦ llevan al mercado y eliminar envases de pl¨¢stico conflictivos e innecesarios, por eso resulta prioritario que sean reutilizables¡±, advierte Sander Defruyt, responsable de la iniciativa Nueva Econom¨ªa del Pl¨¢stico de la Fundaci¨®n Ellen MacArthur. ¡°El resto de envases deben ser reutilizables, reciclables y compostables y hay que establecer las medidas adecuadas para asegurarse de que estos procesos se llevan a la pr¨¢ctica¡±.
Sometidos a estas din¨¢micas resulta muy dif¨ªcil poner fin al desperdicio del pl¨¢stico. Aunque siempre hay declaraciones de alto el fuego. La organizaci¨®n Wrarp, uno de los impulsores de la econom¨ªa circular en el Reino Unido, y la Fundaci¨®n Ellen MacArthur, han embarcado a fabricantes como Unilever, Procter & Gamble o Coca Cola para tratar de paliar el desastre a trav¨¦s del llamado ¡°acuerdo del pl¨¢stico¡±. ¡°Ya hay 70 organizaciones comprometidas dentro de todo el ecosistema de esta sustancia¡±, avanza Sander Defruyt. ¡°Trabajar¨¢n con el fin de crear una econom¨ªa circular para este material que aporte beneficios a largo plazo a la sociedad, el medio ambiente y los negocios¡±.
De repente, el mundo parece urgido por el problema y por el riesgo que corre esa voluntad de minutos en sucesi¨®n que llamamos vivir. M¨¢s de 40 pa¨ªses han introducido, por ejemplo, medidas para limitar o prohibir el uso de bolsas de pl¨¢stico. Marruecos, Islandia, Vancouver y algunas ciudades de Estados Unidos proh¨ªben esas bolsas, las tapas o las omnipresentes pajitas. Incluso la Reina Isabel II y la Iglesia de Inglaterra han respaldado esta cruzada, que no se entender¨ªa sin una presi¨®n regulatoria cada vez mayor en el Viejo Continente. ¡°La Comisi¨®n Europea public¨® en enero su ¡°Estrategia del pl¨¢stico¡± que exige que todos los envases de este material sean reciclables o reutilizables en 2030¡±, recuerdan en la gestora Robeco. De hecho, los Estados miembros estar¨¢n obligados a recoger el 90% de las botellas de bebidas de un solo uso desde hoy hasta 2025 mediante, por ejemplo, sistemas de consigna. Y quedar¨¢ prohibido en bastoncillos de algod¨®n, cubiertos, platos, pajitas y agitadores de bebidas. ?nicamente se podr¨¢n fabricar con materiales sostenibles. El cerco se estrecha tambi¨¦n sobre los productores, porque ¡°tendr¨¢n que contribuir a cubrir los costes de la gesti¨®n y la limpieza de los residuos¡±, se?ala Jos¨¦ Mar¨ªa Mollinedo, secretario general de los T¨¦cnicos de Hacienda (Gestha). Estas ¡ªy otras¡ª medidas deber¨ªan ahorrar a los consumidores europeos 6.500 millones de euros.
Lejos del dinero, la sociedad pide compromiso. Sobre todo a las grandes corporaciones. McDonald¡¯s conoce el riesgo que asume si no cambia su estrategia. La cadena de comida r¨¢pida se ha comprometido a eliminar, para finales del a?o pr¨®ximo, las pajitas de pl¨¢stico de sus 1.361 restaurantes de Gran Breta?a. No es un brindis al sol: utilizan 1,8 millones diarias. ¡°Es estupendo que la empresa se tome este asunto en serio, pero hay otras cosas que puede hacer¡±, enfatiza Fiona Nicholls, experta en oc¨¦anos de Greenpeace. ¡°Est¨¢n lanzando al mercado una enorme cantidad de desechos pl¨¢sticos. La gente deber¨ªa ser capaz de disfrutar de un McFlurry, o lo que sea, sin pensar: ¡®Acabo de producir algo de contaminaci¨®n¡±.
Hay que ponerse en la piel del planeta y de millones de personas que se sienten anegadas por estos mares de pl¨¢stico. ¡°Ikea tiene el objetivo de que toda esta sustancia ¡ªincluido el embalaje¡ª est¨¦ basada en materiales renovables, reciclables o reciclados para 2030¡±, apunta un portavoz del fabricante sueco de muebles. ?Puede el mundo aguardar tanto? Pues la vieja econom¨ªa del pl¨¢stico no muere. Al contrario. Late con la intensidad de las causas ganadas, y la industria qu¨ªmica lo celebra.
La American Chemistry Council (ACC, por sus siglas en ingl¨¦s) sostiene que desde 2010 se han destinado 186.000 millones de d¨®lares a 318 nuevos proyectos en Estados Unidos. Casi la mitad de ellos est¨¢ en construcci¨®n o han sido completados. El resto anda en fase de planificaci¨®n. ¡°Puedo resumir [el auge de las instalaciones de pl¨¢sticos] en dos palabras¡±, afirmaba Kevin Swift, economista jefe de ACC, en The Guardian. ¡°Shale gas¡±. La t¨¦cnica del fracking y el gas de esquisto han abaratado en Am¨¦rica la extracci¨®n de gas natural, una de las principales materias primas para fabricar pl¨¢stico barato. Un negocio al que las grandes petroleras y gasistas no quieren poner fin.
Cr¨ªticas ambientalistas
Una industria bajo sospecha. ¡°Durante d¨¦cadas han promovido una mayor producci¨®n y consumo de pl¨¢stico desechable a pesar de la creciente evidencia de que sus productos se acumulaban en el medio ambiente y seguir¨ªan haci¨¦ndolo¡±, critica Carroll Muffett, presidenta de la ONG Center for International Environmental Law (CIEL). Y a?ade: ¡°La industria de los combustibles f¨®siles ha obstaculizado medidas de sentido com¨²n destinadas a reducir los deshechos pl¨¢sticos. As¨ª que si me pregunta si el ¡°gran petr¨®leo¡± ha contribuido a la crisis del pl¨¢stico, la respuesta es: sin ninguna duda¡±.
Esas cr¨ªticas hienden el aire y se?alan a compa?¨ªas como ExxonMobil Chemical, Shell Chemical y ACC, la organizaci¨®n que las cobija. ¡°Las inversiones anunciadas en Estados Unidos se relacionan sobre todo con la fabricaci¨®n de productos qu¨ªmicos y de ellas, aproximadamente, el 20% con la elaboraci¨®n de resinas [pl¨¢sticas]¡±, se defiende por correo electr¨®nico Steve Russell, vicepresidente de pl¨¢sticos de la ACC, quien busca otros culpables y otras geograf¨ªas. ¡°El crecimiento previsto para la demanda de pl¨¢stico est¨¢ relacionado, en buena medida, con el desarrollo en las econom¨ªas emergentes y el aumento de personas con acceso a alimentos frescos, productos de cuidado personal, conectividad, transporte y empleo¡±.
Trasladar el problema a otros meridianos no esconde que el movimiento de la industria qu¨ªmica va a contrapelo de la l¨®gica del mundo. Mientras Taiw¨¢n anuncia la prohibici¨®n de microperlas (habituales en los cosm¨¦ticos) y China cierra sus fronteras a la importaci¨®n de desechos (por la imposibilidad t¨¦cnica de reciclarlos), los productores solo escuchan sus propios himnos. M¨¢s pl¨¢stico para un planeta que se asfixia con ¨¦l.
Sin embargo, pese a esta noche oscura que se vence sobre las tierras, los mares y la vida, todav¨ªa existe esperanza. La Fundaci¨®n Ellen MacArthur cree que la mitad de los envases de pl¨¢stico podr¨ªan ser reciclados si tuvieran un mejor dise?o y el 20% puede salvarse a trav¨¦s de sistemas de reutilizaci¨®n m¨¢s eficientes. Hay, eso s¨ª, un 30% que urge reimaginarlo si no quiere terminar en el vertedero. Pero justo cuando la resignaci¨®n se quedaba a vivir, la tecnolog¨ªa y la juventud han acudido al rescate. Infinidad de emprendedores est¨¢n dise?ando respuestas.
Por ejemplo, nuevos materiales, biopl¨¢sticos, celulosas, enzimas que comen PET e incluso gusanos que devoran esta sustancia. En el departamento de Ingenier¨ªa Biol¨®gica de la Universidad de Pensilvania han desarrollado un pl¨¢stico comestible basado en polisac¨¢ridos que puede funcionar al igual que un recubrimiento de cart¨®n. ¡°Costar¨¢ menos que el pl¨¢stico y ser¨¢ completamente sostenible y compostable. Ya estamos trabajando en su comercializaci¨®n¡±, anuncia Jeffrey Catchmark, profesor en el departamento. Todo sirve, sobre todo a quienes danzan con el tiempo.
Miranda Wang tiene 24 a?os y es la cofundadora de BioCellection, una start-up californiana que ha desarrollado un proceso qu¨ªmico que permite descomponer el pl¨¢stico contaminado ¡ªantes era imposible de reciclar¡ª en compuestos qu¨ªmicos ¨²tiles para la industria y los consumidores. ¡°Ahora estamos escalando el proceso y dise?ando unas m¨¢quinas que en 2020 podr¨¢n desplegarse en ¨¢reas polucionadas de todo el mundo¡±, prev¨¦ la emprendedora. En aguas abiertas, donde el mar no encuentra las orillas, el inventor holand¨¦s de 23 a?os, Boyan Slat, fundador de The Ocean Cleanup, dise?a unas barreras flotantes marinas en forma de ¡°V¡± capaces de atrapar miles de part¨ªculas de pl¨¢stico. Tierra adentro, en Israel, la empresa Tipa ha creado un embalaje compostable que se descompone totalmente en 180 d¨ªas. Este biopl¨¢stico ¡°tiene las mismas caracter¨ªsticas ¨®pticas y mec¨¢nicas que un pl¨¢stico convencional¡±, relata un portavoz de la compa?¨ªa.
Todas las ideas son bienvenidas, porque todas hacen falta. Espa?a, jur¨ªdicamente, camina bajo el eco de la Uni¨®n Europea y poco ha hecho por s¨ª misma. S¨®lo Andaluc¨ªa ha propuesto una medida que respira la l¨®gica de los tiempos: un impuesto para las bolsas de pl¨¢stico de un solo uso. Los establecimientos andaluces cobran desde 2011 cinco c¨¦ntimos de euros por cada una de estas bolsas que den a sus clientes. El a?o pasado se recaud¨® a trav¨¦s de esta v¨ªa 270.670 euros, que representan 5,4 millones de unidades. Ni es mucho dinero ni son muchas bolsas. ¡°Pero un impuesto medioambiental no trata de recaudar sino de cambiar el comportamiento de las personas y las empresas¡±, recuerda Jos¨¦ Mar¨ªa Mollinedo. O sea, concienciar. Sin embargo, este infinitivo es tan raro como el almizcle. Por eso, los T¨¦cnicos de Hacienda proponen tres tasas para evitar que el pl¨¢stico sea la nueva piel del hombre. Su idea es gravar el coste de la recogida, transporte y tratamiento de los residuos, tambi¨¦n a aquellas empresas que lo utilizan en su cadena productiva y, pensando en los ¡°ciudadanos menos comprometidos¡±, consignar un impuesto sobre el consumo de pl¨¢stico.
Algo hay que cambiar porque la tecnolog¨ªa actual no es suficiente. La planta de Espa?a que m¨¢s cantidad de materiales reciclables recupera a partir de la basura de los hogares sin diferenciar (lo que se llama fracci¨®n org¨¢nico-resto) es la de Alhendin (Granada). Su ¨ªndice es del 13% sobre las sustancias reciclables procedentes del contenedor gris, que representan un tercio de la bolsa de basura dom¨¦stica. Estos datos, de David Canales, profesor del Instituto Superior del Medio Ambiente (ISM), revelan que hacen falta nuevas estrategias. Porque este es el paisaje y la batalla. Reciclar no basta, la tecnolog¨ªa a¨²n no llega, los ciudadanos siguen sin concienciarse y la industria aumenta la producci¨®n de esta sustancia cebada por un gas natural barato. Mientras, la Tierra, acorralada, vive al filo de convertirse en un planeta de pl¨¢stico. Y en el horizonte se cierne una tormenta perfecta.
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