Amenazas para la recuperaci¨®n
El principal desaf¨ªo para la confianza empresarial tiene nombre: Donald Trump
Una cosa es defender que existan condiciones objetivas regulares para mantener y aumentar la inversi¨®n y otra bien distinta es intentar una medici¨®n del estado de optimismo o pesimismo empresarial. Sin entrar en las dificultades para medir el estado de ¨¢nimo, por fuerza heterog¨¦neo e indemostrable, de un universo social que hace precisamente de su disposici¨®n an¨ªmica una herramienta de trabajo, parece claro que existen varios factores pol¨ªticos que influyen sobre tal disposici¨®n, pero son factores secundarios que no deber¨ªan prevalecer sobre los par¨¢metros primarios. Como, por ejemplo, las expectativas de crecimiento del mercado correspondiente, la rentabilidad marginal de la inversi¨®n o la disponibilidad de cr¨¦dito. Vamos a dar por bueno (beneficios cantan, al menos en las grandes empresas) que las condiciones objetivas han mejorado en general, sin excesivos entusiasmos y que esa mejora se ha sostenido al menos desde 2015. As¨ª pues, habr¨ªa de deflactar los indicios de pesimismo empresarial que se aprecian en los ¨²ltimos meses.
Sin duda, hay motivos para una cierta preocupaci¨®n. Los organismos internacionales y el propio Gobierno avanzan una ligera desaceleraci¨®n econ¨®mica en Espa?a a partir de 2019 (atenci¨®n, hubiera sucedido igual con el PP en el poder; el entorno econ¨®mico externo no se gobierna desde Moncloa) y el enfriamiento del turismo no es ajeno a esa moderaci¨®n. Preguntarse si el Gobierno de Rajoy pudo hacer m¨¢s para racionalizar el turismo de aluvi¨®n ¡ªque ha contribuido a precarizar el mercado espa?ol¡ª es pura ret¨®rica. Pudo, pero no lo hizo y ahora el arco mediterr¨¢neo, competidor de Espa?a, va a recuperar los viajeros perdidos durante la etapa anterior de inseguridad. D¨¦cadas de discursos e informes defendiendo la transformaci¨®n del turismo espa?ol en un mercado de m¨¢s calidad y valor a?adido se han quedado en nada concreto. En el turismo de sol y playa siguen proliferando los negocios raqu¨ªticos y el escaso valor a?adido. Espa?a es muy vulnerable a cualquier modificaci¨®n m¨ªnima de las condiciones del entorno.
La amenaza para la confianza empresarial tiene nombre propio: Donald Trump. Esa deber¨ªa ser para los empresarios espa?oles la principal amenaza, porque est¨¢ llevando a la econom¨ªa mundial a una nueva fase de recesi¨®n. Los efectos de su pol¨ªtica, que en t¨¦rminos benevolentes podr¨ªa definirse como un intento de reducir el d¨¦ficit exterior estadounidense a martillazos, est¨¢ produciendo ya un descenso notable de la inversi¨®n entre pa¨ªses, un encarecimiento de los factores de producci¨®n y una vuelta a las t¨¦cnicas mercantilistas de subvencionar aquellos sectores afectados por la ruptura catastr¨®fica del libre comercio. Washington ha empezado por conceder ayudas p¨²blicas a la agricultura, pero acabar¨¢ por subvencionar a los autom¨®viles, al acero y hasta a los restaurantes de Manhattan. Hay una esperanza remota. Quiz¨¢, pasadas las elecciones de noviembre, Trump baje la presi¨®n proteccionista.
Trump es una amenaza econ¨®mica; significa una quiebra flagrante de la estabilidad de los mercados. Catalu?a, en cambio, es una genuina amenaza pol¨ªtica. Representa incertidumbre y, como ya se ha repetido en estas p¨¢ginas, la incertidumbre tiende a reducir a cero la oportunidad de inversi¨®n. Parece que los empresarios espa?oles conceden pocas probabilidades de ¨¦xito al nuevo clima ¡ªpor el momento, s¨®lo es atm¨®sfera¡ª pol¨ªtico surgido con el cambio de Gobierno que se aprecia entre Moncloa y la Generalitat. El independentismo inmune a la realidad es un factor evidente de perturbaci¨®n econ¨®mica pero lo m¨¢s da?ino de sus efectos es la persistencia en el tiempo. Buena parte de los da?os ya se han descontado, pero pueden aparecer nuevos perjuicios.
Si se admite un juego inocente, aunque inexacto, resulta que el riesgo mayor para la econom¨ªa espa?ola procede del proteccionismo (incluido el brexit). Porque de la subida de tipos en Europa todav¨ªa es pronto para inquietarse.
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