La econom¨ªa, la gran baza electoral de Trump
Estados Unidos llega a las elecciones de medio mandato con crecimiento y poco paro, pero tambi¨¦n con desequilibrios
El amanecer en Tennessee tiene algo de postal de instituto de promoci¨®n econ¨®mica. Una sucesi¨®n de cultivos, coches ranchera y dep¨®sitos de agua elevados se encuentran por la carretera conviviendo con pesadas f¨¢bricas de las grandes casas de autom¨®viles, como General Motors, ¡ªuno de los buques insignia del poder¨ªo fabril estadounidense¡ª la alemana Volkswagen o la japonesa Nissan. En la puerta de esta ¨²ltima, situada en Nashville, cuelga una lona con el anuncio ¡°Se necesita personal¡±. La capital de la m¨²sica country logr¨® colocarse en febrero de 2018 como el ¨¢rea metropolitana con menos paro del pa¨ªs (2,7%), por encima de la tecnol¨®gica y costera San Francisco.
El empuje de la industria pesada est¨¢ haciendo aflorar nuevas start-up y algunas noticias recientes, como el traslado desde Nueva York de la sede del grupo inversor AllianceBernstein, confirman que la nave va. Por la noche, los locales de la avenida Broadway se inundan de p¨²blico y actuaciones en directo. El whisky, que no falta en ninguna barra, es Jack Daniel¡¯s, creado hace m¨¢s de 150 a?os en la destiler¨ªa de Lynchburg, a donde cada d¨ªa acuden centenares de trabajadores. Tambi¨¦n tiene puestos vacantes.
Si se vieran todas estas im¨¢genes en sucesi¨®n, parecer¨ªa aquel famoso anuncio televisivo de Ronald Reagan, de los ochenta, que se titulaba It¡¯s morning again in America (¡°Es de d¨ªa de nuevo en Am¨¦rica¡±) y recog¨ªa el traj¨ªn matutino de un pa¨ªs en el que, arrancaba el locutor, trabajaban ¡°m¨¢s hombres y mujeres que nunca en la historia¡±. Con una banda sonora de pel¨ªcula rom¨¢ntica, aparec¨ªa un tipo trajeado que se bajaba de un taxi, un chico repart¨ªa peri¨®dicos desde su bicicleta, un agricultor maniobraba su tractor como quien conduce un Ferrari y una pareja se casaba por la Iglesia. Al final, se izaba la bandera de barras y estrellas.
Cuando Donald Trump aprob¨® a finales de 2017 su gran rebaja de impuestos, de 1,5 billones de d¨®lares en 10 a?os, se habl¨® mucho de Reagan. Unida a un programa de desregulaci¨®n, la pol¨ªtica econ¨®mica del magnate neoyorquino era objeto de comparaci¨®n con el fallecido presidente, quien luego tuvo que ajustar el gasto p¨²blico y subir impuestos para pagar su reforma fiscal. Pero lo que pas¨® entre 1982 y 1989 fue la mayor expansi¨®n sostenida de la actividad que se hab¨ªa registrado hasta entonces, con el empleo en cifras r¨¦cord.
Ahora, Estados Unidos experimenta su segundo mayor periodo de expansi¨®n continuado de la historia, solo superado por los 120 meses de la d¨¦cada de los noventa, seg¨²n datos de Bloomberg. Y si para julio de 2019 no ha sufrido ning¨²n tropez¨®n, ya ser¨¢ el ciclo m¨¢s largo al alza. Los miembros de la Reserva Federal calculan que cerrar¨¢ este a?o con un crecimiento del 3,1%. Y la tasa de paro se encuentra en el 3,7%, el nivel m¨¢s bajo desde la Guerra de Vietnam. Wall Street sigue en niveles de r¨¦cord. Se podr¨ªa decir eso de ¡°Amanece de nuevo en Am¨¦rica¡±, solo que el v¨ªdeo del anuncio tendr¨ªa que cambiar: al taxista le va regular porque el tipo de la corbata se bajar¨ªa ahora del coche de un conductor de Uber; el chaval ya no repartir¨ªa peri¨®dicos (las ediciones impresas van a la baja) y en las bodas mejor no entrar: los matrimonios decrecen y los divorcios aumentan.
El se?or del tractor tambi¨¦n lo est¨¢ pasando peor que hace un cuarto de siglo. Cuando hoy se habla del crecimiento de EE UU se hace referencia b¨¢sicamente a grandes metr¨®polis, que concentran m¨¢s y m¨¢s porci¨®n del pastel en detrimento de las ciudades peque?as. Las 53 mayores urbes del pa¨ªs supusieron dos tercios de todo el crecimiento de PIB entre 2010 y 2016 y el 73% de toda la creaci¨®n de empleo, seg¨²n un an¨¢lisis de la Brookings Institution.
El empuje de la econom¨ªa digital y de una generaci¨®n de trabajadores millennials bien formados est¨¢ acumulando el crecimiento en viejos conocidos, como Nueva York, Boston, Los ?ngeles o Seattle, pero tambi¨¦n en Dallas, Atlanta o Miami. La tendencia arranca en los ochenta y se agrava dejando toda una Am¨¦rica suburbana atr¨¢s, lo que se asocia irremediablemente con el auge del trumpismo: pueblos que experimentaron una larga era de esplendor desde la Segunda Guerra Mundial, en la que los j¨®venes sal¨ªan del instituto y lograban un empleo seguro y bien pagado en una de esas miles de f¨¢bricas que han ido cerrando d¨¦cada tras d¨¦cada. Es un relato f¨¢cil de identificar en el libro Our kids (Nuestros ni?os), de Robert Putnam, donde retrata el declive de su pueblo de Ohio, Port Clinton, y en Hillbilly, una eleg¨ªa rural, de J. D. Vance.
¡°Es una econom¨ªa de dos carriles, en la que a un grupo de poblaci¨®n que vive en la ciudad de la costa tecnol¨®gica le va muy bien, mientras otros se quedan atr¨¢s, sobre todo en la zona central del pa¨ªs, es algo que se agudiza desde el final de la crisis¡±, explica Mark Muro, director de pol¨ªtica en el Programa de Pol¨ªtica Metropolitana de Brookings.
Esta din¨¢mica se interrumpe a partir de 2017. La foto del momento resulta extraordinaria para Donald Trump, no solo por esas grandes cifras agregadas, que dicen poco en realidad de un pa¨ªs de 328 millones de habitantes tan desigual internamente, sino porque recoge las mejoras en esa Am¨¦rica m¨¢s rural que le ha votado y que llevaba una verdadera mala racha.
Los datos actualizados a julio de 2018 reflejan la recuperaci¨®n del empleo en el sector manufacturero, aupado por la mejora de la demanda interior y exterior, y de la miner¨ªa, debido en buena parte a los precios del petr¨®leo. Mientras, los servicios se han desacelerado. Traducido a la pol¨ªtica por Brookings, mientras los condados que votaron a Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de 2016 experimentaron un crecimiento del empleo anualizado del 4% en el primer trimestre, una velocidad de crucero igual a la del mismo periodo de 2017; los que lo hicieron por Trump registraron un 5,1%, por encima del 4,9% del a?o anterior y del 4,3% de 2016. La econom¨ªa es la mejor baza electoral del republicano, en parte por la tendencia expansiva desde la salida de la recesi¨®n y en parte por el ¨²ltimo aluvi¨®n de est¨ªmulos, v¨ªa recorte de impuestos o aumento de gasto p¨²blico. Aun as¨ª, apuesta por azuzar la inmigraci¨®n para movilizar a sus bases.
Tennessee tambi¨¦n experimenta grandes diferencias: la fuerza motriz de la corona metropolitana de Nashville hace palidecer al resto del territorio. Que se lo cuenten a Connie West, que tiene 67 a?os, 40 acres de labranza (16 hect¨¢reas) y bastantes quebraderos de cabeza. Vende flores, abalorios y cereales en una caba?a a una hora en coche de la ciudad de la m¨²sica y la tan tra¨ªda y llevada explosi¨®n econ¨®mica no ha presentado sus respetos ante el negocio familiar. Las ventas han ido bajando cada a?o, dice, desde hace al menos una d¨¦cada, a ritmos lentos pero tozudos del entorno del 5%.
La guerra comercial iniciada por Trump contra China es precisamente sobre la soja, el cultivo m¨¢s abundante del Estado y uno de los habituales de West. Pek¨ªn, en represalia por otros aranceles impulsados por Washington, activ¨® grav¨¢menes aduaneros del 25% sobre esta leguminosa, entre otros centenares de productos, como el cerdo o el whisky. Desde que en primavera comenzaron a anunciarse las medidas, los precios por fanega de soja han bajado sobre un 20%, de 10,5 a 8,5 d¨®lares y las ventas han ca¨ªdo. El hijo de Connie suele rotar cultivos, as¨ª que el a?o pasado ech¨® el resto de la soja y este ya no dud¨®: lo apost¨® todo al ma¨ªz. La mujer avala el giro proteccionista del republicano, con todo, aunque advierte de que ¡°va a beneficiar a los grandes agricultores, no a explotaciones peque?as¡± como la suya.
Hay muchas familias West en el Medio Oeste americano, electores conservadores que se est¨¢n viendo perjudicados por las tensiones comerciales, algo que preocupaba mucho a los legisladores que este 6 de noviembre tienen que pedirles el voto. Y tambi¨¦n grandes marcas, como Jack Daniel¡¯s. A finales de agosto la empresa propietaria, Brown-Forman, rebaj¨® su previsi¨®n de beneficios para el pr¨®ximo a?o fiscal, de 1,75 a 1,65 d¨®lares por acci¨®n, un recorte de 10 c¨¦ntimos, de los cuales seis se deben a las tarifas. El 53% de las ventas del grupo, que tiene la sede en Kentucky y tambi¨¦n produce vodka y bourbon, corresponde a las exportaciones, seg¨²n el ¨²ltimo ejercicio fiscal, cerrado en abril.
Poco antes, en marzo, el director ejecutivo, Paul Varga, ya pon¨ªa las barbas a remojar. ¡°Es ir¨®nico, pero si el plan de aranceles se lleva a cabo, una compa?¨ªa como Brown-Forman podr¨ªa ser una v¨ªctima colateral de un programa en parte pensado para promover a la industria manufacturera estadounidense¡±, dijo durante una conferencia con analistas.
La compa?¨ªa depende por tanto de sus clientes exteriores, y en el caso concreto de su marca m¨¢s legendaria, hasta un punto inesperado. Moore, el peque?o condado donde se encuentra la destiler¨ªa de Lynchburg, esa en la que se produce todo el Jack Daniel¡¯s del mundo, vot¨® por mantener la ley seca en 1933, cuando se levant¨® la prohibici¨®n, y en el propio restaurante m¨¢s cercano a la planta no se sirve una miserable gota de alcohol. Aun as¨ª, como ocurr¨ªa en los a?os veinte, existen los subterfugios legales y se pueden comprar botellas de coleccionista que nadie controla.
Grandes del motor
Harley Davidson, Ford o General Motors son otros de los grandes buques insignia de la econom¨ªa estadounidense que recortaron sus previsiones este verano. Pero cada uno cuenta la feria seg¨²n le va en ella. Hace un par de semanas, la compa?¨ªa acerera United States Steel Corp lleg¨® a un acuerdo con los trabajadores sobre el que ser¨¢ su mayor incremento salarial en seis a?os, de un 14% acumulado en el periodo de cuatro. Seg¨²n los datos publicados por Reuters, el ¨²ltimo pacto, que caduc¨® el septiembre, hab¨ªa congelado sus sueldos por tres a?os, pero las cuentas de la empresa se han disparado este a?o: en el segundo trimestre, concluido en junio, el beneficio antes de impuestos creci¨® un 60% gracias en buena parte al robusto avance de la econom¨ªa, pero tambi¨¦n a la pol¨ªtica proteccionista de Trump (que comenz¨® con los aranceles al acero y el aluminio de Canad¨¢, M¨¦xico, la Uni¨®n Europa y otros pa¨ªses) que calent¨® los precios. Es decir, que mientras Paul Vargas, en Kentucky, se lamentaba de la medida, en unas oficinas de Pittsburgh (Pensilvania), donde se encuentra la US Steel Corp, se frotaban las manos.
Las empresas que necesitan ese acero pueden optar entre perder margen de beneficio o repercutir ese coste en el precio final a sus clientes, lo que acaba calentando la inflaci¨®n y, si no va acompa?ado de una mejora de los salarios, mermando el poder adquisitivo. Los datos macroecon¨®micos globales no reflejan da?os por las tensiones comerciales, pero algunos economistas destacan que, al hacer las cuentas, la incertidumbre en este terreno coloca el asunto comercial en el lado del debe.
Estados Unidos acab¨® firmando hace dos meses una nueva versi¨®n del gran tratado comercial con M¨¦xico y Canad¨¢ (antes llamado Nafta, ahora conocido como USMA) que, entre otras medidas, fomenta la producci¨®n de autom¨®viles a manos de trabajadores con sueldos de 16 d¨®lares la hora, lo que protege el empleo en mercados como EE UU. El pacto despej¨® el temor a la ruptura de una zona de libre comercio que llevaba un cuarto de siglo vigente, pero las negociaciones con China para desescalar la actual guerra comercial est¨¢n resultando muy complicadas. ¡°Es una gran preocupaci¨®n. Inquieta que los efectos de los aranceles entre ambos pa¨ªses puedan ser muy duraderos, modestos, pero duraderos, y eso va a perjudicar a muchos exportadores¡±, explica Brian Schaitkin, economista de la Conference Board, una organizaci¨®n nacida hace un siglo y formada por m¨¢s de un millar de grandes compa?¨ªas en todo el mundo muy orientadas al comercio exterior. Desde hace unos meses, Schaitkin no hace m¨¢s que recibir llamadas con preguntas sobre lo que puede pasar en los pr¨®ximos meses de cara al gigante asi¨¢tico.
Pero Trump ha llevado a cabo su ofensiva comercial desde la privilegiada posici¨®n ¡ªno solo de pa¨ªs m¨¢s rico y poderoso del mundo¡ª de una econom¨ªa que avanza con paso firme y un mercado de trabajo que va como una mecha y, encima, con expectativas de una inflaci¨®n baja. En septiembre, un reportero plante¨® al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, si las expectativas no estaban resultando ¡°demasiado buenas para ser verdad¡±. Powell concedi¨® que era una pregunta razonable.
Tambi¨¦n resulta razonable plantear si esas previsiones son lo suficientemente buenas. Con una de las mayores expansiones fiscales de la historia en marcha (a la rebaja de impuestos de suma el incremento de gasto p¨²blico) y pleno empleo, la Fed va rebajando sus previsiones de crecimiento a?o a a?o: calcula un 3,1% para 2018, que se modera hasta el 2,5% en 2019 y queda en el 2% en 2020.
¡°Va a ser mucho m¨¢s dif¨ªcil crecer porque los tipos de inter¨¦s van a ser m¨¢s altos y eso va a incrementar el precio de los pr¨¦stamos y lastrar el consumo, algo que ya hemos visto en el mercado de la vivienda¡±, apunta Schaitkin. El crecimiento potencial de EE UU, a?ade, se sit¨²a en torno al 2%, seg¨²n sus c¨¢lculos, ¡°y lo que hemos visto en los ¨²ltimos uno o dos a?os es un crecimiento muy superior a ese nivel que no puede durar siempre. Eso no significa necesariamente que aumenten los riesgos de recesi¨®n, pero las tasas de crecimiento se van a situar en torno al 2% o un poco por encima¡±.
La poblaci¨®n envejece, la que hay en edad activa est¨¢ ya pr¨¢cticamente empleada y el aumento de la fuerza de trabajo se ralentiza, as¨ª que EE UU solo puede pisar el acelerador del crecimiento con productividad y esta tambi¨¦n ha experimentado un frenazo en los ¨²ltimos a?os.
Y el efecto tractor de la rebaja de impuestos es limitada. ¡°Es pronto para estar seguros, pero estoy de acuerdo con que se van a incrementar la inversi¨®n y los impuestos de forma permanente, pese a lo que dice el presidente¡±, apunta Joseph Gagnon, del instituto Peterson de econom¨ªa internacional. ¡°Es algo que da mucho dinero a los ricos, pero los ricos no gastan tanto porcentaje de su dinero como los pobres, van a ahorrar muchos¡±, advierte.
La pregunta a la hora de analizar estas ¨¦pocas de gloria econ¨®mica siempre acaba en el mismo lugar: ?en cu¨¢nto se beneficia la clase media? En septiembre pasado, con relaci¨®n a 2017, el salario medio semanal creci¨® en t¨¦rminos reales (es decir, descontando la inflaci¨®n) un discreto 1,1%.
Fue un esclavo llamado Nathan Green, de apodo Nearest, quien ense?¨® a Jack Daniel a destilar whisky all¨¢ por 1850 y poner las bases de una de las marcas con m¨¢s solera de Am¨¦rica. La versi¨®n m¨¢s extendida hasta 2016 era que un p¨¢rroco y tambi¨¦n destilero, Dan Call, se hab¨ªa encargado de ello, pero quien lo hizo fue Nearest. Hoy se le honra en las visitas tur¨ªsticas en Lynchburg. Varios descendientes de ese esclavo, cuenta el gu¨ªa, trabajan para la empresa.
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