Espa?a camina hacia una sociedad de castas

"En mis a?os j¨®venes y vulnerables mi padre me dio un consejo sobre el que llevo recapacitando desde entonces. ¡®Cuando te sientas con ganas de criticar a alguien ¡ªme dijo¡ª, recuerda que en este mundo no todos han tenido las mismas ventajas que t¨²¡±. Las l¨ªneas iniciales de El Gran Gatsby, la obra maestra de Francis Scott Fitzgerald, escritas hace casi un siglo bajo los ecos y los destellos de la era del jazz, ense?an dos cosas: el mundo es injusto y desigual. Lo fue en los a?os veinte en Estados Unidos y lo es hoy en Espa?a.

El ascensor social ¡ªlos mecanismos econ¨®micos y sociales que permiten a las nuevas generaciones progresar respecto a las anteriores¡ª resulta lento y efect¨²a eternas paradas. Cualquier espa?ol que nazca en una familia con bajos ingresos tarda cuatro generaciones (120 a?os) en conseguir un nivel de renta medio. Ese es el tiempo suspendido que revela el trabajo ?Un ascensor social roto? C¨®mo promover la movilidad social, elaborado por la OCDE. El lapso de tiempo en ascender de clase social en Espa?a es inferior a la media de pa¨ªses de esta organizaci¨®n ¡ªel ascensor social solo va m¨¢s r¨¢pido en los pa¨ªses n¨®rdicos¡ª, pero hay se?ales evidentes de que la situaci¨®n ha empeorado en los ¨²ltimos a?os. Tener un buen origen familiar en t¨¦rminos educativos y econ¨®micos es casi una garant¨ªa de disfrutar de una mejor perspectiva laboral. La Gran Recesi¨®n demostr¨® el axioma. ¡°En la crisis, con una formaci¨®n parecida, sufrieron m¨¢s quienes proced¨ªan de un espacio socioecon¨®mico m¨¢s bajo. Y la herencia es el futuro. Si tus padres son trabajadores manuales existe un 50% de posibilidades de que t¨² tambi¨¦n lo seas¡±, comenta Luis Ayala, profesor de Econom¨ªa de la Universidad Rey Juan Carlos. El azar del nacimiento sentencia a millones de espa?oles de clase trabajadora a empleos precarios, peor pagados y con menos prestaciones sociales.

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Estados Unidos: del sue?o a la pesadilla americana

Este espacio en el que los hijos son lo que sus padres fueron hiende la prosperidad, limita el crecimiento econ¨®mico, merma la productividad y el talento se pierde como brasas sobre la nieve. ¡°En una econom¨ªa de baja movilidad, no solo estamos pagando demasiado por la mano de obra de un grupo de privilegiados, sino que tratamos de prosperar con trabajadores menos cualificados¡±, advierte David Grusky, director del Centro de Pobreza y Desigualdad de la Universidad de Stanford. ¡°Es igual que alinear un equipo de f¨²tbol ganador bajo la regla de que solo podemos fichar a jugadores de 1,80 metros, cabello casta?o, ojos verdes y un 44 de pie. Si, en cambio, permitimos una competencia abierta tendremos grandes deportistas para cada posici¨®n¡±. El s¨ªmil refleja la mirada del fil¨®sofo estadounidense John Rawls. ¡°Quienes poseen los mismos niveles de talento y habilidad, y demuestran id¨¦ntico deseo de utilizarlos, deber¨ªan tener iguales probabilidades de ¨¦xito independientemente de su posici¨®n inicial en la sociedad¡±.

Pero no es as¨ª. En Espa?a, la movilidad dentro de una misma generaci¨®n es un ascensor parado. Un trabajador puede desarrollar toda su vida laboral sin saltar al siguiente pelda?o. El 66% de los espa?oles ¡ªindica la OCDE¡ª dentro del quintil m¨¢s bajo (el 20% m¨¢s pobre) de la escala de ingresos se quedar¨¢, ah¨ª, estancado. Un abismo. Pues la media en los pa¨ªses m¨¢s ricos es del 57%. ¡°El problema no es tanto que el ascensor no funcione, sino que la desigualdad en la renta ha aumentado, lo que a¨²n es peor. Porque tiene, sobre todo, consecuencias en la inversi¨®n en capital humano¡±, alerta Cl¨¤udia Canals, economista s¨¦nior de CaixaBank Research.

Inequidad creciente

Por desgracia, el capitalismo del siglo XXI resulta inexplicable sin la inequidad. No ha dejado de crecer desde los a?os noventa. Este descenso a la injusticia ha estancado la movilidad social en las naciones ricas atrapando a millones de familias en la parte baja de la escalera de los ingresos. Un problema vital y un riesgo para todos. ¡°Lo preocupante de una elevada inequidad es que fragmenta la sociedad y provoca un fen¨®meno de polarizaci¨®n¡±, narra Branko Milanovi?, economista y profesor en la Escuela de Pol¨ªticas P¨²blicas de la Universidad de Maryland. O sea, prende el populismo.

Pero antes de sentir resquebrajarse el tejido pol¨ªtico, la escasa movilidad a¨²n tiene fuerzas para demostrar su impacto en la econom¨ªa y en la vida. ¡°El miedo y la sospecha¡±, apunta Brian Nolan, profesor de Pol¨ªtica Social en la Universidad de Oxford, ¡°es que una mayor desigualdad en los ingresos discurre al mismo tiempo que una menor movilidad¡±. Es la curva del Gran Gatsby. Un postulado propuesto por el economista Alan Krueger cuando era asesor del expresidente estadounidense Barack Obama. El nombre procede del protagonista de la novela hom¨®nima de Fitzgerald. En ella, Jay Gatsby encarna a un enigm¨¢tico multimillonario famoso por sus ostentosas fiestas. El origen de su fortuna es desconocido, sin embargo, el relato termina revelando el misterio: Gatsby es hijo de unos granjeros pobres. La curva que lleva su nombre relaciona la baja movilidad social con la elevada desigualdad. Es la cinta m¨¦trica de la injusticia. ¡°La reducci¨®n en Espa?a de la inequidad en las capas m¨¢s bajas de la sociedad ha tenido un frenazo brutal. Ahora los trabajadores menos cualificados reducen su jornada, merman sus ingresos y esto afecta a la educaci¨®n de sus hijos¡±, avisa Gonzalo Garc¨ªa, experto de mercados de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Esa p¨¦rdida, en los primeros a?os de la vida, define el futuro. ¡°El cuidado y la formaci¨®n de los ni?os entre los cero y los cinco a?os condiciona de forma determinante que ma?ana puedan tener un buen empleo y un buen salario¡±, observa el economista.

El paisaje es a¨²n m¨¢s oscuro si pensamos que sobre la l¨ªnea del horizonte amanece una nueva crisis y un mayor desempleo. ¡°Cuando ambos padres se quedan en paro en un pa¨ªs n¨®rdico tiene unas consecuencias muy peque?as para el acceso de sus hijos a la universidad. Sin embargo, sucede lo contrario en Estados Unidos o Espa?a¡±, analiza Markus Gangl, profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Goethe de Fr¨¢ncfort (Alemania). La raz¨®n resulta clara. Las tierras del norte protegen a sus ciudadanos con un generoso sistema de desempleo, becas y bajas tasas de matr¨ªcula. Recetas cl¨¢sicas de las pol¨ªticas socialdem¨®cratas que se vuelven urgentes en una Espa?a donde en 617.000 hogares ya no entra ning¨²n ingreso y 2,6 millones de ni?os est¨¢ en riesgo de pobreza.

El estancamiento esparce sus consecuencias econ¨®micas como dientes de le¨®n bajo un tornado. ¡°Hay muchas repercusiones de esa inmovilidad ¡ªy la mujer es una de las mayores perjudicadas¡ª: pero si tuviera que escoger una ser¨ªa la incapacidad de las personas con talento para prosperar dentro de la econom¨ªa formal. Por lo que bastantes terminan subempleados o en el espacio informal, donde les resulta imposible desarrollar su potencial o se ven forzadas a emigrar¡±, desgrana Giles Alston, experto de Oxford Analytica. El poeta Juan Gelman imagin¨® versos para ese desamparo. ¡°No debiera arrancarse a la gente de su tierra o pa¨ªs, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida¡±.

Pero la econom¨ªa entiende poco del dolor ajeno. En Espa?a, los m¨¢s d¨¦biles se adhieren a la precariedad, los ricos se adhieren a la abundancia. Es el ¡°suelo pegajoso¡±; es el ¡°cielo pegajoso¡±. En un periodo de cuatro a?os ¡ªindica la OCDE¡ª aquellos que est¨¢n en el 20% m¨¢s pobre ¡°tienen pocas posibilidades de escalar¡±. De hecho, el 66% de ellos, lo hemos visto, quedar¨¢ estancado en lo m¨¢s bajo. Mientras, en el otro extremo, un 72% seguir¨¢ disfrutando de la fortaleza del privilegio, frente al 68% de media en las naciones m¨¢s desarrolladas. Espa?a es una tierra fracturada y estanca. ¡°El problema de la falta de movilidad es muy serio¡±, puntualiza Stefano Scarpetta, director de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la OCDE. ¡°Significa, por ejemplo, que se quedan sin explotar muchas oportunidades de inversi¨®n y potenciales negocios nunca llegar¨¢n a ver la luz. Adem¨¢s ese enrocamiento en la parte superior puede traducirse en rentas continuas para unos pocos a expensas del resto¡±.

Sin ¡®recetas milagro¡¯

Aunque el desaf¨ªo es esquivo. No existen recetas milagrosas para acelerar el ascensor social. Los economistas proponen reforzar el apoyo a los parados, subir salarios, incrementar la productividad y mejorar el PIB. Esta idea que se escribe en 18 palabras consume en Espa?a un tiempo de generaciones. Horas que se hacen tan largas que han vaciado clases y pupitres. La educaci¨®n deber¨ªa impulsar el ascensor. Pero los lastres pesan. ¡°La movilidad en Espa?a es media-alta. El problema es que partimos de una base con unos padres muy poco educados¡±, asume Olga Cant¨®, profesor titular de Econom¨ªa en la Universidad de Alcal¨¢.? En 2011 (¨²ltimos datos disponibles), el 80% de los padres entre 25 y 64 a?os ten¨ªa estudios bajos. Durante 2016 este porcentaje fue del 69%. Por comparar, Alemania, que despu¨¦s de Espa?a es el pa¨ªs europeo con peor porcentaje, rondaba el 11% durante el 2011. Adem¨¢s ¡ªacorde con la OCDE¡ª seguimos sufriendo (19,9% en 2015) el mayor nivel de abandono escolar temprano de la Uni¨®n Europea. El c¨ªrculo se cierra por los extremos de la preocupaci¨®n. ¡°Los chicos entre 25 y 34 a?os cuyos padres contaban con un nivel educativo bajo en 2005 ten¨ªan un 40% de posibilidades de mantenerse en esa situaci¨®n, y este porcentaje ha ido a peor: en 2011 aument¨® hasta el 45%¡±, precisa Olga Cant¨®.

Pero toda esa contabilidad resulta a¨²n m¨¢s compleja. La educaci¨®n es una condici¨®n necesaria para el ascenso social, aunque no suficiente. ¡°En mis estudios he descubierto que en los pa¨ªses m¨¢s desiguales como Italia, Reino Unido o Espa?a todav¨ªa se aprecia una brecha salarial en favor de los chicos que teniendo la misma educaci¨®n proceden de un entorno familiar privilegiado¡±, relata Michele Raitano, profesor de Econom¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de la Sapienza de Roma. ¡°Lo que cuenta es lo que recompensa el mercado. Si solo valora las ¡°habilidades productivas¡± de las personas, la mejor pol¨ªtica es igualar estas capacidades. Por ejemplo, impulsando la educaci¨®n del talento de quienes proceden de ¨¢mbitos deprimidos o favoreciendo la mezcla de chavales de distintos or¨ªgenes sociales¡±.

Este hallazgo trae consecuencias. Rompe la idea mil veces repetida por los educadores a sus estudiantes: ¡°Trabaja duro, f¨®rmate bien y tendr¨¢s un futuro de ¨¦xito con buenas perspectivas laborales¡±. ¡°Porque todo es igual, y t¨² lo sabes¡±, escribi¨® el poeta Luis Rosales. Pesa el privilegio del nacimiento, pesa la ¨¦lite. El Reino Unido no queda tan lejos de Espa?a. El territorio sufre de inmovilidad social cr¨®nica. Su sistema de 2.600 escuelas privadas (625.000 alumnos) ha producido el 29% de todos los primeros ministros, el 51% de los principales periodistas y el 74% de los jueces. Cae la niebla y la isla est¨¢ aislada por la injusticia. ¡°La diferencia de gasto entre una escuela privada y una p¨²blica brit¨¢nica es enorme. Est¨¢ en una relaci¨®n de tres a uno. Por eso la mayor¨ªa de los brit¨¢nicos la considera injusta¡±, resume Francis Green, profesor de Trabajo y Educaci¨®n Econ¨®mica del University College de Londres.

Formaci¨®n elitista

En Espa?a su negativo bien pudieran ser las exclusivas escuelas de negocios. ¡°Son motores de la desigualdad¡±, admite, sincera, Gayle Allard, profesora de IE Business School. ¡°Es una formaci¨®n cara. Se coloca en la parte alta del mercado. Damos becas y pr¨¦stamos pero no deja de ser una educaci¨®n de ¨¦lite¡±. Entonces, ?c¨®mo reaccionar cuando en los pupitres se sientan, sobre todo, los privilegiados? ¡°A veces puedes no tener igualdad de oportunidades, pero si la econom¨ªa crece muy r¨¢pidamente resulta posible compensarlo¡±, sostiene Jorge Rodr¨ªguez Men¨¦s, profesor de Ciencias Pol¨ªticas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra.

Esta frase es dif¨ªcil de cumplir en un mundo que ralentiza su prosperidad. En Estados Unidos, el descenso de la movilidad social entre 1970 y 2014 se debi¨® al incremento de la inequidad. Dicho de otra forma. ¡°Si quisi¨¦ramos revertir, solo con crecimiento econ¨®mico y sin modificar la distribuci¨®n, la ca¨ªda en el porcentaje de ni?os que, en edad adulta, tienen m¨¢s ingresos que sus padres, ser¨ªa necesario que a lo largo de los pr¨®ximos 30 a?os el PIB aumentara a ritmos superiores al 6%¡±, describe un trabajo de CaixaBank Research.

Si la educaci¨®n no basta y el crecimiento econ¨®mico tampoco resulta una garant¨ªa, ?qu¨¦ se puede hacer? ¡°La mejor estrategia para aumentar la movilidad es reducir la inequidad en las familias¡±, resume Suresh Naidu, profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Columbia y uno de los fundadores de la red Economics for Inclusive Prosperity (EfIP, por sus siglas inglesas), que pretende fomentar el debate de la econom¨ªa inclusiva. Es un enfoque de ensayo y error. Una urgencia en un planeta donde las 26 personas m¨¢s ricas acumulan tanto como los 3.800 millones m¨¢s pobres.

Porque el ascensor se para. Las puertas no se abren y escasea el aire. Ante la carencia de movilidad social, los espa?oles apenas conf¨ªan en la meritocracia. El 53% de los encuestados ¡ªen el trabajo de la OCDE¡ª cree que tener padres con mejores ingresos y educaci¨®n es un factor esencial para prosperar en la vida. Un porcentaje muy por encima de la media (37%) de los pa¨ªses m¨¢s ricos. Resulta f¨¢cil entender ese n¨²mero en una tierra de puertas giratorias, familias enriquecidas durante el franquismo a golpe de imprenta del Bolet¨ªn Oficial del Estado (BOE) y en la que el mejor ¡°LinkedIn¡± todav¨ªa son las relaciones familiares. La her¨¢ldica de quienes ocupan el poder pol¨ªtico, financiero o empresarial estos d¨ªas, o hasta hace bien poco, recuerda a la vivida har¨¢ m¨¢s de 40 a?os. Familias como los Cortina, Carceller, Gay de Montell¨¤, Lara Bosch, Samaranch, Suqu¨¦-Mateu (Grupo Peralada), Vilarasau, March o Abell¨® traen ese murmullo. Si viajamos al presente, la Bolsa y sus aleda?os, parecen el patio de recreo, entre otros, de los Durella, Villar-Mir, Del Pino, Grifols, Ortega, Andic, Entrecanales, Escarrer, Llad¨®. Y en una ¨¦poca que reivindica una pol¨ªtica nueva, durante a?os, Espa?a no ha dejado de escuchar apellidos (Cabanillas, Ruiz-Gallard¨®n, Fern¨¢ndez-Miranda, Arias-Salgado, Dancausa, Trillo-Figueroa, Rato, Posada) que ya eran relevantes en la dictadura. Los muertos, dir¨ªa el fil¨®sofo Auguste Comte, todav¨ªa gobiernan a los vivos. ¡°Es cierto que el nepotismo familiar se sigue manteniendo. Pero el mercado laboral est¨¢ cambiando mucho. Cada vez menos, el hijo efect¨²a el mismo trabajo que el padre, porque a lo mejor el trabajo del padre ya ni existe¡±, argumenta Cl¨¤udia Canals, de CaixaBank Research. Sin embargo, hasta que se cruce ese puente, el sol no sale igual para todos. ¡°El nepotismo y la ausencia de meritocracia tienen repercusiones directas sobre la productividad y el crecimiento potencial, y es uno de los retos de las empresas espa?olas y tambi¨¦n de la universidad y la pol¨ªtica¡±, reflexiona el economista Jos¨¦ Carlos Diez.

Camino equivocado

Hace a?os que en Garrigues saben que ese es el camino equivocado. El hijo del fundador, Antonio Garrigues Walker, cerr¨® el despacho de abogados a los descendientes directos de los socios. Asegura que manda el m¨¦rito y no la gen¨¦tica. ¡°El nepotismo de las familias est¨¢ conectado con la empresa familiar. Es un fen¨®meno dif¨ªcil de corregir. Y, desde luego, esa repetici¨®n de apellidos no es buena. Pero en este tema no creo que estemos peor que otros pa¨ªses europeos. Me preocupa m¨¢s que los j¨®venes no se emancipen hasta los 34 a?os o la concentraci¨®n del poder econ¨®mico, porque son los verdaderos frenos a la movilidad social", observa Garrigues Walker.

Espa?a necesita liberar el ascensor social de todos esos anclajes pasados y presentes. Presionar el bot¨®n, subir pisos. El informe de la OCDE recomienda mejorar la calidad y la eficacia en el gasto de la ense?anza, reforzar el apoyo a los desempleados, luchar contra el paro de larga duraci¨®n, el abandono escolar y afrontar la pobreza infantil dando a los padres trabajos de calidad. El ascensor debe moverse. La fractura entre ricos y pobres tiene efectos da?inos en la salud, la expectativa de vida y los valores b¨¢sicos humanos. Richard Wilkinson ¡ªuno de los grandes expertos mundiales en desigualdad¡ª ha demostrado que las sociedades m¨¢s igualitarias son m¨¢s felices y sanas. Ha demostrado que la desigualdad afecta a la salud mental, la mortalidad infantil, los homicidios y la esperanza de vida. Es un problema en tiempo real. No es Gatsby imaginando un amor por Daisy, que ya ha quedado atr¨¢s. Ni esa luz verde que contemplaba al final del embarcadero. Es un ascensor roto con miles de espa?oles dentro.