Digitalizaci¨®n en serio

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La mutaci¨®n de la gesti¨®n empresarial

Es habitual que en la construcci¨®n de pol¨ªticas industriales, tecnol¨®gicas o energ¨¦ticas se creen dependencias, rezagos e inercias. En el caso de la digitalizaci¨®n, se nos llena la boca describiendo su ubicuidad y posibilidades econ¨®micas y sociales. La din¨¢mica de desarrollo pol¨ªtico, sin embargo, es la (burocr¨¢ticamente) habitual en la UE: se marca una agenda com¨²n, medible con indicadores, y cada pa¨ªs trata de moverse en torno al promedio. Existe, de hecho, una Agenda Digital europea y una gama de ¨ªndices para su seguimiento en cada pa¨ªs.

?Es posible trascender para fijar objetivos propios que lleven a un pa¨ªs como Espa?a al grupo que lidera (internacionalmente) avances en digitalizaci¨®n? Puestos a determinar la ambici¨®n, mejor fijarla bien alta. Son muchos los ciudadanos que, con vistas a las citas electorales, se preguntan qu¨¦ m¨¢s se puede hacer por el empleo, las pensiones, la educaci¨®n o la salud. Incluso se ha hablado de c¨®mo afrontar el reto de la Espa?a ¡°vaciada¡±. La digitalizaci¨®n ofrece soluciones en todos esos ¨¢mbitos. La realidad, sin embargo, es que sobra teor¨ªa y falta mucha pr¨¢ctica. Hay tambi¨¦n oportunidades.

Los indicadores europeos descubren peculiaridades de este pa¨ªs. Seg¨²n el ?ndice de la Econom¨ªa y la Sociedad Digital (DESI), Espa?a se sit¨²a en el noveno puesto de la UE, por debajo de los pa¨ªses n¨®rdicos o de Francia, Holanda y Estonia, pero por encima de otros como Alemania o Italia.

Estamos en un nivel medio en la mayor parte de indicadores. Algo por encima de la media en conectividad, en uso digital en empresas y comercio electr¨®nico y en servicios p¨²blicos digitales. Pero verdaderamente est¨¢ en puestos de liderazgo europeo en tecnolog¨ªa de radiofrecuencia para log¨ªstica empresarial, en interacci¨®n online entre ciudadanos y servicios p¨²blicos y en disponibilidad de datos de forma libre (open data). Espa?a es uno de los pa¨ªses con mejor formaci¨®n en computaci¨®n y en ingenier¨ªa de datos. Hay capital humano. Pero el uso y la incidencia en el cambio en la estructura productiva oscila en la median¨ªa comunitaria. Cambiarlo depende de la voluntad de convertir una estrategia nacional de transformaci¨®n de capacidades en una prioridad, con la debida inversi¨®n y la coherencia de las pol¨ªticas educativas y de empleo con el desaf¨ªo digital.

En nuestro pa¨ªs convive una creaci¨®n de empleo donde la construcci¨®n y la educaci¨®n son, al margen del turismo, los sectores tradicionales de aportaci¨®n positiva. Ser¨ªa conveniente continuar canalizando el empleo menos capacitado hacia sectores de baja productividad y, por otro lado, alimentar la competitividad digital con m¨¢s inversi¨®n y est¨ªmulo de la demanda, sin perder ¡ªpor la frontera o por des¨¢nimo¡ª a los recursos humanos aqu¨ª formados o reciclados en computaci¨®n, ingenier¨ªa y capacidades multidisciplinares. Con una premisa ya demostrada emp¨ªricamente: se puede transformar la demanda (m¨¢s usuarios digitales) desde la oferta (m¨¢s servicios digitales). Los servicios financieros son un buen ejemplo. La competencia digital no es un tema elitista, es una capacitaci¨®n social canalizable que deber¨ªa ser una prioridad pol¨ªtica.