La trampa venezolana
La arriesgada apuesta de autoproclamaci¨®n de Juan Guaid¨® consigui¨® una r¨¢pida y estruendosa reacci¨®n internacional que sin embargo ha perdido fuelle por la complejidad de la situaci¨®n
El problema de Venezuela es mucho m¨¢s complejo que encontrar un sucesor con agallas para plantarle cara al r¨¦gimen e intentar representar la unidad de la oposici¨®n. El reconocimiento internacional y las sanciones que estrangulan las finanzas del dictador Maduro siguen sin conseguir llevarle a una mesa de negociaci¨®n. Ni siquiera lo han conseguido la amenaza de intervenci¨®n militar lanzada por Trump y secundada por Guaid¨®, quien asegura que Venezuela no puede esperar m¨¢s.
Guaid¨® tiene raz¨®n, Venezuela no puede esperar m¨¢s. Se espera que para finales de 2019 unos 5,3 millones de venezolanos hayan dejado el pa¨ªs; enfermedades desaparecidas como la difteria y el sarampi¨®n vuelven a tener car¨¢cter epid¨¦mico; la mortalidad materna aument¨® un 65 % y la infantil un 30 % en apenas un a?o; el 80% de los hogares presentan situaciones de inseguridad alimentaria y se ha disparado la desnutrici¨®n.
Sin embargo, ante la gravedad de la situaci¨®n las acciones para encausarla se han caracterizado m¨¢s por la teatralidad y la ocurrencia que por la coordinaci¨®n y la creaci¨®n de opciones realistas de salida del conflicto. La mayor de las contradicciones resulta del hecho de desconocer a Maduro como presidente y reconocer a Guaid¨®, a la vez que al primero se le exhorta en las capacidades reales de presidente que tiene. Guaid¨® ser¨¢ el presidente reconocido, pero el ¨²nico que puede convocar elecciones o abrir las fronteras es Maduro.
La estampida de reacciones a la crisis no ha sido precedida por el sosiego de la reflexi¨®n sobre la complejidad del escenario, y muchos pa¨ªses, entre ellos Espa?a, est¨¢n enredados en la trampa discursiva que crearon. Para salir de la trampa, en primer lugar es necesario reconocer que hay un conflicto, no solamente una situaci¨®n de usurpaci¨®n de poder y, por tanto, se requiere un abordaje complejo y multidimensional y antes o despu¨¦s una puerta abierta a la negociaci¨®n.
El m¨¢s urgente de los temas es atender la dimensi¨®n humana del conflicto. Los pa¨ªses de Suram¨¦rica se enfrentan al reto de gestionar la migraci¨®n y atenderla como una situaci¨®n de largo plazo. Bien es cierto que tambi¨¦n Espa?a ha recibido un importante n¨²mero de ciudadanos venezolanos, sin embargo, las dimensiones del flujo en Am¨¦rica del Sur son mucho mayores, millones de personas, especialmente aquellos cuyos recursos no les permiten alcanzar destinos m¨¢s lejanos y ricos como Espa?a o EEUU.
Para pa¨ªses que ya tienen importantes d¨¦ficits sociales propios, como Colombia, Ecuador y Per¨², el futuro de la pol¨ªtica social tendr¨¢ un antes y un despu¨¦s de esta crisis y salir de ella sin dejar atr¨¢s a propios y ajenos es el gran desaf¨ªo. Hace falta la coordinaci¨®n de gobiernos, instituciones multilaterales y donantes que apoyen este proceso en una escala regional.
La atenci¨®n humanitaria al interior de Venezuela tampoco debe dejarse bajo la manipulaci¨®n del r¨¦gimen, pero tampoco convertida en una parodia en las fronteras. Maduro ha reconocido de forma evidente, aunque no formal, la crisis humanitaria que tanto tiempo ha negado, al llegar a un acuerdo con la Cruz Roja para la coordinaci¨®n de la ayuda. Urge que se apliquen los mecanismos y preceptos de la atenci¨®n humanitaria existentes y la presencia de esta organizaci¨®n puede ser un aliado para que la ayuda llegue sin distingo a los que la necesitan.
Maduro ha reconocido la crisis humanitaria que tanto tiempo ha negado al llegar a un acuerdo con la Cruz Roja para la coordinaci¨®n de la ayuda
Otra de las cuestiones a atender es la dimensi¨®n geopol¨ªtica del conflicto. Ahora mismo Am¨¦rica Latina es una regi¨®n carente de liderazgos, lo cual sin duda no contribuye a facilitar un posible di¨¢logo. Adem¨¢s, esta situaci¨®n da pie a que haya un mayor protagonismo de las potencias inmersas en la confrontaci¨®n, y surge el riesgo de que, como una remembranza de la Guerra Fr¨ªa, el drama local se convierta en un escenario perif¨¦rico cr¨®nico de la pugna por la reconfiguraci¨®n del orden global. Mike Pompeo y el canciller ruso han hecho acercamientos, pero, no hay que olvidar que los intereses de EEUU, China y Rusia son mucho m¨¢s amplios y de largo plazo. La disputa se juega en el poder blando, como el ejemplo de China que oblig¨® a cancelar la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo en la que se pretend¨ªa reconocer al representante de Guaid¨®. Escenario similar al que tiene lugar en el seno del Fondo Monetario Internacional, que no consigue consenso entre sus miembros para el reconocimiento del nuevo presidente.
En el marco de la evidente tensi¨®n internacional que ejemplifica el creciente poder chino en Am¨¦rica Latina y el reto que supone para EEUU, el rol de Cuba parece verse relegado a un segundo plano. Un error que vuelve a desconocer el importante papel que ha jugado la isla hist¨®ricamente en la gesti¨®n de los conflictos de orden regional.
Hasta ahora Estados Unidos ha intentado presionar la salida de Maduro del poder a trav¨¦s de las sanciones econ¨®micas: la presi¨®n diplom¨¢tica sobre pa¨ªses como Espa?a para que las apliquen es creciente. Sin embargo, las sanciones tienen un l¨ªmite por duras que sean. En primer lugar, porque no parecen ser producto de una estrategia clara sino de avanzadas para estrangular al r¨¦gimen sin considerar claramente las implicaciones y el adecuado proceso de escalamiento de las mismas. En segundo lugar, porque sus consecuencias no intencionadas deben evaluarse. Las sanciones, aunque limitan al r¨¦gimen, acent¨²an la implicaci¨®n de sus aliados -Rusia y China- y de otros pa¨ªses reacios al rol norteamericano, haciendo a Venezuela cada vez m¨¢s dependiente de los mismos y enrocando la situaci¨®n. Adem¨¢s, suponen un agravamiento de la situaci¨®n humanitaria a la vez que el r¨¦gimen se sirve de una excusa para achacar la deteriorada situaci¨®n del pa¨ªs a sus enemigos.
La opci¨®n militar, por su parte, no ser¨¢ descartada en el plano pol¨ªtico, pero ahora mismo se antoja poco realista. Una intervenci¨®n militar de EEUU generar¨ªa un terremoto regional, aunque los posibles aliados -Brasil y Colombia- parezcan alentados a abrir esa puerta. Sin duda los costes regionales de abrirle la puerta a los marines ser¨ªan alt¨ªsimos, a nivel regional y a nivel interno. Maduro no goza de ninguna popularidad pero el antiimperialismo tampoco, y eso se puede pagar en las urnas.
Por otro lado, poner al servicio los recursos armados y log¨ªsticos propios de Colombia y Brasil es poco viable, tanto porque estos pa¨ªses necesitan mantener a raya sus propios desaf¨ªos de seguridad como por las dificultades log¨ªsticas de la movilizaci¨®n de tropas o armamento; un escenario de corto plazo es imposible, por lo menos para Brasil. Incluso, es incierto que dos gobiernos sin mayor¨ªa absoluta en sus respectivos parlamentos pudieran conseguir apoyo pol¨ªtico para una operaci¨®n militar estadounidense en su territorio, lo cual les obligar¨ªa a hacerlo a trav¨¦s de poderes ejecutivos extraordinarios con un precio pol¨ªtico muy alto.
Finalmente, es necesario hacer una cr¨ªtica m¨¢s al abordaje de esta crisis, su dimensionamiento de arriba abajo desconociendo que son los venezolanos los protagonistas indiscutibles del proceso de cambio. Bien es cierto que este protagonismo se materializar¨¢ en las urnas que ahora mismo se antojan lejanas. Sin embargo, ello no puede desconocer el rol de la ciudadan¨ªa y del papel de la sociedad civil organizada en la gesti¨®n de crisis, planteamiento de alternativas de dialogo y procesos de reconstrucci¨®n.
A largo plazo la ¨²nica salida sostenible para Venezuela ser¨¢ atacar esos males que ni siquiera el socialismo del Siglo XXI se esforz¨® en erradicar: el rentismo, el caudillismo y la baja cohesi¨®n social, nada de ello podr¨¢ conseguirse por imposici¨®n internacional.
* ?rika Rodr¨ªguez es coordinadora del Am¨¦rica Latina en la Fundaci¨®n Alternativas y profesora de Ciencias Sociales en la Universidad Aut¨®noma de Madrid
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