¡°Quiz¨¢ muchos de mis pasajeros no vuelvan m¨¢s¡±
Unos 20.000 conductores de autob¨²s llevan un mes y medio recorriendo las calles de ciudades semivac¨ªas
Tras 23 a?os al volante del mismo autob¨²s, Andr¨¦s podr¨ªa cruzar Madrid con los ojos cerrados. Lleva media vida subiendo y bajando los ocho kil¨®metros que separan la Glorieta de Embajadores de Plaza Castilla, no le sorprende ya casi nada, pero nunca ha estado tan solo. Hace un mes y medio que no hay ni rastro de sus 1.000 viajeros por tarde. Ni del tr¨¢fico que desquicia los nervios de cualquier conductor. En su ruta por una ciudad fantasma, repara ahora en detalles antes invisibles. ¡°El otro d¨ªa vi un conejo en los juzgados de Plaza de Castilla¡±, anuncia. ¡°Y aqu¨ª, en este ¨¢rbol, resulta que vive un p¨¢jaro carpintero¡±, se?ala al pasar por Nuevos Ministerios. ¡°Y en esta esquina¡±, dice diez metros m¨¢s adelante, ¡°vive una familia de lavandeiras¡±.
Buena parte de los 5.500 conductores de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Madrid ¨C¨C 20.000 en toda Espa?a, seg¨²n la Confederaci¨®n Espa?ola de Transporte en Autob¨²s ¨C¨C, contin¨²an recorriendo las calles, aun cubriendo trayectos con un solo pasajero. Transportan a trabajadores silenciosos que se dirigen a hospitales, supermercados o casas y edificios donde limpian o guardan la porter¨ªa. Ahora tambi¨¦n alg¨²n obrero. Solo los empleados de m¨¢s 60 a?os ¨Calgo m¨¢s de 600¨C y los que padecen patolog¨ªas de riesgo esperar¨¢n en casa hasta que termine la alerta sanitaria. Jes¨²s, con 62 a?os, mechas rubias en el pelo y pendientes en las orejas, es uno de ellos. ¡°Me da pena porque me encanta mi trabajo, llevo 44 a?os en esto¡±, asegura tras la mampara que protege a todos los autobuseros.
Los conductores de la EMT transportan estos d¨ªas en torno a un 90% menos de usuarios que el a?o pasado. Viajes de una hora se hacen en media y la calma les ha hecho identificar un tipo de viajero que antes pasaba desapercibido y que usa el transporte p¨²blico como remedio a su soledad: ancianos que hacen todos los d¨ªas el mismo trayecto hacia ninguna parte.
¡°Todas las tardes, una se?ora mayor super maquillada y bien vestida se sube en la plaza de Col¨®n y se baja en el estadio Santiago Bernab¨¦u. Cruza la Castellana y espera el pr¨®ximo autob¨²s de vuelta. As¨ª todos los d¨ªas¡±, describe Andr¨¦s, que cubre la l¨ªnea 27 y la recoge cada tarde. Los conductores de la l¨ªnea 118, que atraviesa Carabanchel, tienen fichado a El Muelle, un se?or malhumorado bautizado as¨ª porque camina a saltitos. Lo pillan todos los d¨ªas en varios trayectos. Ida y vuelta. Siempre hacia la nada. En la circular, Ra¨²l habla de la se?ora que suele subirse en O¡¯Donnell con una barra de pan y se baja en Embajadores. Cinco kil¨®metros de paseo. ¡°Me da pena porque tienen una soledad muy grande. Siempre, no solo ahora¡±, cuenta Santi, otro conductor que tambi¨¦n ha identificado a esos ancianos en su autob¨²s, que cubre la l¨ªnea 23, de la Plaza Mayor a Villaverde.
Acostumbrados al estr¨¦s de la capital, los conductores sienten falta de la gente. ¡°Echo de menos a los que conozco, a los que llevaba todos los d¨ªas. Echo de menos hasta que me llamen hijo de puta porque llegu¨¦ tarde y lleno¡±, afirma Santi tras la mampara. Los hijos de este conductor de 42 a?os, que hered¨® la profesi¨®n de su padre, le han hecho varios dibujos para animar sus trayectos para decorar su cabina y recordarle con arco iris y flores que todo saldr¨¢ bien. Ha perdido a un amigo con 57 a?os y la crisis le est¨¢ haciendo pensar. ¡°Creo que necesit¨¢bamos un toque de atenci¨®n. Est¨¢bamos en un punto en el que solo valoramos lo material, tener la mejor moto, el mejor coche y consumir. Se nos hab¨ªan olvidado las personas. Creo que ahora voy a valorar mucho m¨¢s la vida¡±, asegura.
Manuel viaja al volante de la 118 con la calefacci¨®n al m¨¢ximo porque el compa?ero al que relev¨® cree que as¨ª matar¨¢ al virus. El conductor, de 48 a?os, recorre una l¨ªnea de barrios obreros hasta pasada la medianoche y le da escalofr¨ªos cruzarse apenas con ambulancias. ¡°Eso me impacta mucho¡±, afirma. Se imagina el fin de la crisis y se lamenta. ¡°Me acuerdo mucho de gente que ve¨ªa a diario y me pregunto si estar¨¢n bien atendidos¡±, cuenta en su autob¨²s vac¨ªo. ¡°Espero que cuando pase todo esto aparezcan por aqu¨ª otra vez, pero imagino que muchos de mis pasajeros quiz¨¢ no vuelven m¨¢s¡±.
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