Cuando el virus acaba con el empleo de toda la familia
El impacto de la crisis eleva a m¨¢s de 1,1 millones el n¨²mero de hogares con todos sus miembros en paro. Tres afectadas relatan una situaci¨®n que aboca al pa¨ªs a una mayor tasa de pobreza
El oto?o pasado trajo a Adelaida Rom¨¢n una gran recompensa por su esfuerzo: un trabajo como camarera de piso en el hotel Holiday Inn, a un paso del aeropuerto de M¨¢laga. Era un contrato de un mes, pero su buen hacer y la excelente temporada tur¨ªstica que viv¨ªa la Costa del Sol le vali¨® para prolongar su contrato. Cobraba 750 euros por algo m¨¢s de media jornada, un salario modesto que para ella era oro puro. La estabilidad por fin llegaba a la vida de esta joven de 34 a?os, permiti¨¦ndole, por una vez, mirar hacia adelante con ilusi¨®n. ¡°Adem¨¢s, el horario me facilitaba llevar a mis tres hijos al colegio¡±, explica la mujer. Su situaci¨®n se cort¨® de ra¨ªz con la llegada de la crisis sanitaria. El turismo se esfum¨® y, con ¨¦l, como ocurri¨® a otros muchos miles de personas, su trabajo. ¡°Para nosotros era muy importante: mi marido est¨¢ enfermo y no puede trabajar, as¨ª que era el ¨²nico ingreso que ten¨ªamos¡±, destaca. No pudo entrar en el ERTE porque no hab¨ªa cotizado lo suficiente. Ahora mira al futuro con incertidumbre y preocupaci¨®n, especialmente por sus peque?os de 4, 8 y 12 a?os.
El n¨²mero de hogares espa?oles con todos sus miembros en activos en paro subi¨® en el segundo trimestre del a?o a 1,14 millones, seg¨²n los datos de la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA) publicada esta semana. Hace un a?o eran 992.000. El informe tambi¨¦n refleja que existen 670.000 familias sin ingresos, la cifra m¨¢s alta desde el segundo trimestre de 2016 y apenas a 100.000 casos del r¨¦cord hist¨®rico, a finales de 2013 cuando la crisis econ¨®mica de principios de la d¨¦cada pasada apretaba m¨¢s que nunca. Son estad¨ªsticas crudas, negativas, pero amortiguadas por las ayudas a aut¨®nomos y los expedientes de regulaci¨®n temporales de empleo (ERTE) en los que a¨²n permanecen miles de trabajadores con el empleo suspendido, aunque con ingresos. ¡°Y son datos que tambi¨¦n recogen como inactivos a los parados que, durante el confinamiento, no pod¨ªan buscar trabajo porque en ese momento era imposible hacerlo¡±, dice Luis Ayala, catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad Nacional de Educaci¨®n a Distancia (UNED) y especialista en redistribuci¨®n, pol¨ªtica social y mercado. ¡°Probablemente los datos del pr¨®ximo trimestre sean malos, muy malos, aunque tambi¨¦n recoger¨¢n la reactivaci¨®n de la econom¨ªa¡±, subraya.
El experto relata c¨®mo durante esta crisis sanitaria se han fortalecido redes informales de protecci¨®n ¨Cvecinos, familiares, asociaciones¡¨C pero tambi¨¦n las formales, fundamentalmente con la puesta en marcha del ingreso m¨ªnimo vital. Pese a esta mejora, Ayala echa en falta m¨¢s implicaci¨®n de las Administraciones auton¨®micas y, sobre todo, de los ayuntamientos. Destaca que el mercado laboral ya ven¨ªa precario y con contratos temporales y de pocas horas y que la actual crisis lo ha tambaleado a¨²n m¨¢s. Tambi¨¦n que el crecimiento de hogares con todos sus miembros sin empleo que refleja la EPA y, m¨¢s a¨²n, sin ingresos, anticipa ¡°una mayor pobreza severa [situaci¨®n en la que viven 2,2 millones de personas en Espa?a] y un importante crecimiento de la desigualdad¡± que cada vez afecta m¨¢s a la clase media trabajadora.
La malague?a Aida recibe apenas 190 euros del ingreso m¨ªnimo vital porque tiene en cuenta sus n¨®minas de 2019. ¡°Pero ahora es cuando m¨¢s necesito, a lo que se une la dificultad para encontrar trabajo¡±, afirma la joven, que no quiere ni recordar c¨®mo transcurri¨® el confinamiento, cuando ya en el ¨²ltimo tramo se vio obligada a solicitar la ayuda alimentaria que diferentes entidades privadas y p¨²blicas organizaron en su barriada, Los Asperones.
Incertidumbre, miedo y un horizonte complicado
¡°Fue una etapa muy dif¨ªcil. Te ves sin ingresos, con una enorme incertidumbre y mucho miedo¡±, a?ade por su parte Meritxell Mo?ino, en paro, como su marido. Tienen dos hijas, de 7 y 13 a?os, en el municipio de La Algaba (16.374 habitantes), al norte de Sevilla. Tambi¨¦n tuvieron que echar mano de ayuda social, en este caso de la organizaci¨®n Save the Children, donde les ayudaron tanto desde el punto de vista econ¨®mico como psicol¨®gico, un apoyo que a¨²n se mantiene y que ella considera ¡°b¨¢sico¡±.
Hasta la llegada del estado de alarma, Mo?ino, de 33 a?os, trabajaba limpiando en casas. Su marido, Pedro P¨¦rez, hac¨ªa de chapuzas en obras. Nunca les hac¨ªan contrato, pero necesitaban el dinero. Y cuando lleg¨® el confinamiento, se quedaron sin ingresos. ¡°Las familias cogieron miedo al virus, a que entrara gente a sus viviendas y me qued¨¦ sin trabajo de un d¨ªa para otro¡±, cuenta la sevillana. A su pareja le ocurri¨® pr¨¢cticamente lo mismo. ¡°Ahora nos preocupa mucho el futuro, porque sigue habiendo temor a la enfermedad y la econom¨ªa va a peor¡±, a?ade mientras apela a la responsabilidad para que no haya m¨¢s brotes de coronavirus como el que se ha detectado en su pueblo estos d¨ªas. En el ¨²ltimo trimestre, el PIB cay¨® un 18,5% en Espa?a.
Tampoco lo tiene f¨¢cil Cristina ?lvarez, de 53 a?os. Lleg¨® a M¨¢laga desde Colombia en mayo de 2019 para buscar empleo y ayudar econ¨®micamente a su familia en su pa¨ªs. No tard¨® demasiado en encontrar trabajo. El 1 de agosto empez¨® a cuidar, como interna, a una se?ora de 89 a?os con alzh¨¦imer. La llegada del estado de alarma hizo que se quedaran confinadas juntas y la familia, que la empleaba sin contrato, no le permit¨ªa salir ni a hacer la compra. No ten¨ªa horas de descanso y el cuidado de la anciana era las 24 horas del d¨ªa. Cuenta que no le permit¨ªan realizar videollamadas y que, d¨ªas despu¨¦s, instalaron c¨¢maras en la vivienda. ¡°Entonces lo dej¨¦: No pod¨ªa dejar que vulneraran mis derechos no solo como trabajadora, tambi¨¦n como ser humano¡± cuenta Cristina, que tiene permiso de trabajo. Con los ahorros ya agotados, ahora vive junto a un amigo espa?ol que le ha cedido una habitaci¨®n en su casa. El pasado 16 de julio volvi¨® a encontrar trabajo cuidando a otra mujer, pero esta muri¨® el pasado lunes. ¡°Y todav¨ªa no he cobrado; son momentos complicados con todo el tema del funeral y, no s¨¦, no es el momento de pedir el dinero¡±, afirma la colombiana, que siente ¡°temor, incertidumbre y angustia¡±. ¡°A ratos me desespero, pero son tiempos complicados. Habr¨¢ que seguir buscando una oportunidad¡±, dice Cristina con la misma esperanza que Adelaida, Meritxell y otros miles de personas cuyas familias se han quedado sin empleo a causa del coronavirus.
¡°A nivel psicol¨®gico se te desmorona todo¡±
Esperanza es una de las palabras que m¨¢s repite Isabel Aranda, doctora en Psicolog¨ªa, para hablar de la situaci¨®n del mercado laboral actual. Sabe que es complicado, pero dice que hay que mirar al futuro. Destaca que el n¨²mero de consultas en los servicios p¨²blicos y privados ¡°se ha incrementado much¨ªsimo¡± porque la crisis sanitaria ¡°ha sido un mazazo, aunque cada persona lo viva de distinta manera¡±. Dice que cuando todos los miembros de una familia pierden el trabajo, y m¨¢s si es de golpe, tambi¨¦n pierden la seguridad. ¡°A nivel psicol¨®gico se te desmorona todo¡±, subraya. La sensaci¨®n de fracaso se agudiza, genera estr¨¦s, ansiedad, des¨¢nimo y p¨¦rdida de esperanza, algo que tambi¨¦n se transmite a los menores. ¡°Lo peor que puede pasar es que llegue la resignaci¨®n. Ello genera el fen¨®meno de indefensi¨®n aprendida, un estado donde el sentimiento de que no hay salida se somatiza y termina afectando no solo a la salud psicol¨®gica, tambi¨¦n a la f¨ªsica¡±, afirma Aranda, que tambi¨¦n es vocal del Colegio Oficial de Psicolog¨ªa de Madrid. Para intentar evitarlo, la experta recomienda tres pautas: compartir lo que se siente, pedir ayuda y mirar al futuro. ¡°Hay que ser realistas, pero tambi¨¦n pensar que ahora hay mucha cobertura social y que, antes o despu¨¦s, la situaci¨®n cambiar¨¢¡±, concluye Aranda.
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