¡°Ahora espero que Glovo contrate a todos los trabajadores sin trampas¡±
La denuncia de Isaac Cuende lleg¨® hasta el Supremo, que acaba de sentenciar que los repartidores son asalariados
El pasado mi¨¦rcoles fue un d¨ªa hist¨®rico para los repartidores de las plataformas digitales: el Supremo sentenci¨® que son asalariados y no aut¨®nomos, y zanj¨® el debate tras a?os de sentencias contradictorias en instancias inferiores. Para Isaac Cuende (Santander, 1965), la celebraci¨®n fue doble. El fallo del alto tribunal llega gracias a la denuncia que este exrider interpuso contra Glovo, la empresa de reparto para la cual estuvo trabajando durante dos a?os. ¡°Hemos celebrado la sentencia con mucha alegr¨ªa para los derechos de los trabajadores y las generaciones futuras. Y tambi¨¦n porque significa que a veces la justicia escucha a las personas an¨®nimas¡±, dice al otro lado del tel¨¦fono.
Cuende empez¨® a trabajar para Glovo en 2015, cuando la plataforma catalana acababa de desembarcar en la capital y todav¨ªa no se ve¨ªan repartidores recorrer la ciudad a toda prisa, mochilas amarillas al hombro con el logo de la empresa estampado. ¡°Fui el primero en trabajar con ellos en Madrid. Me cogieron a m¨ª por la ma?ana y a otro por la tarde¡±.
Inicialmente, el trato era claro: Cuende tendr¨ªa que darse de alta como aut¨®nomo y contratar un seguro ¡ªrealizaba sus repartos en moto¡ª. A cambio, la empresa le asegur¨® que podr¨ªa trabajar cuando quisiera. Un win-win para ambos: ¨¦l ganar¨ªa un extra y podr¨ªa organizarse para seguir con su principal actividad, la interpretaci¨®n, mientras que Glovo se ahorrar¨ªa darle de alta como asalariado y pagarle la Seguridad Social.
¡°Pero todo fue cambiando radicalmente, y muy pronto¡±, asegura el exrepartidor, que tras el inicio del tira y afloja judicial abandon¨® Madrid y volvi¨® a su Santander natal, donde ahora se dedica a la actuaci¨®n y a la poes¨ªa. ¡°Ahora vivo mucho mejor¡±, asegura.
Cuende explica que, al crecer la actividad, Glovo cambi¨® su modus operandi: antes le pidi¨® que doblara turnos y despu¨¦s lleg¨® la obligaci¨®n encubierta de estar siempre pendiente de la aplicaci¨®n. ¡°En realidad no puedes decidir: si no te conectas te baja la puntaci¨®n, y si no tienes m¨¢s de un cuatro y pico no te entran pedidos. Es muy tir¨¢nico, no eres realmente libre¡±, dice. Tambi¨¦n dej¨® de ser un trabajador aut¨®nomo, como acaba de fallar el Supremo.
Llegar a esta conclusi¨®n, sin embargo, ha sido un camino cuesta arriba. La irrupci¨®n de las plataformas digitales ha supuesto un antes y un despu¨¦s en el modo de entender las relaciones laborales y ha a?adido complejidad ¡ªy precariedad¡ª al sistema. En la diana est¨¢n los algoritmos, una especie de mano invisible que asigna los repartos en funci¨®n de c¨®mo est¨¦n programados. La pregunta es: ?las plataformas son entonces meros intermediarios? En el caso de Glovo, no, seg¨²n el Supremo, porque sin ellas ser¨ªa imposible prestar el servicio.
¡°Te punt¨²a que trabajes los fines de semana, en las horas punta. La satisfacci¨®n del cliente no es lo m¨¢s importante¡±, asegura Cuende. Aunque la app ha ido cambiando, sigue asignando una nota a los riders: ¡°Si tienes una buena puntuaci¨®n puedes escoger las horas, pero solo si trabajas como un burro alcanzas los cinco puntos; si no, te quedas con las migajas. Ni llegas a pagar la cuota de aut¨®nomos. Daban trabajo a quien m¨¢s esclavo fuera¡±.
Su punto de inflexi¨®n personal lleg¨® tras tener un accidente mientras realizaba un reparto. ¡°Me fisur¨¦ el radio y lo ¨²nico que les interesaba era el pedido. Vino un compa?ero y lo recogi¨®. Una deshumanizaci¨®n total¡±. Pero la gran bofetada lleg¨® despu¨¦s. Mientras estaba de baja, su puntuaci¨®n se qued¨® por los suelos: ¡°Es la m¨¢quina: si no trabajas te baja y remontar no es f¨¢cil¡±.
Antes de llegar a este extremo, Cuende ya hab¨ªa expresado su perplejidad a los responsables de Glovo sobre el sistema de contrataci¨®n y la opacidad de la app. ¡°No estaba sellada, la pod¨ªan manipular¡±, asegura. Sus quejas quedaron en papel mojado y tras el accidente denunci¨®. Ni siquiera hubo despido, porque supuestamente no estaba en plantilla. ¡°Simplemente borr¨¦ la aplicaci¨®n¡±, dice.
Entonces empez¨® la odisea legal, en la que Cuende asegura no haber encontrado mucho respaldo de sus compa?eros, sobre todo al principio: ¡°La gente ten¨ªa miedo, hab¨ªa topos, y de esto las empresas se aprovechan. Si el 70% de los trabajadores se hubiera parado, igual no hubiera ni hecho falta denunciar. Me sosten¨ªa que vengo de una familia muy guerrera y es parte de mi educaci¨®n¡±.
Habl¨® con Luis Su¨¢rez, un abogado que le hab¨ªa defendido en un caso anterior. ¡°Tuvo la intuici¨®n, me dijo que iba a ser algo muy fuerte¡±, recuerda Cuende. En primera instancia, sin embargo, gan¨® Glovo. ¡°La empresa me intent¨® comprar con dinero, pero era obvio que ten¨ªa una relaci¨®n laboral con ellos¡±. Su¨¢rez recurri¨® la sentencia y encaj¨® otra derrota ante el Tribunal de Superior de Justicia de Madrid (TSJM), en una decisi¨®n que no fue un¨¢nime. Finalmente, el pleno de la Sala de lo Social del Tribunal Superior inclin¨® la balanza del lado de Cuende al considerar que era un falso aut¨®nomo y que s¨ª exist¨ªa una relaci¨®n laboral ordinaria. A la vez, las sentencias contradictorias se iban acumulando en distintos juzgados, lo que abri¨® a la puerta a recurrir en casaci¨®n al Supremo.
El texto del fallo todav¨ªa no se ha publicado, pero permitir¨¢ a Cuende reclamar las cuotas pagadas como aut¨®nomo. Tambi¨¦n denunci¨® por despido improcedente, pero no sabe si este recurso acabar¨¢ en buen puerto: ¡°Al no ser trabajador por cuenta ajena no te echan. Es muy diab¨®lico¡±. Glovo, por su parte, ha anunciado que acata la sentencia y que espera que se defina ¡°un marco regulatorio adecuado¡±.
El Gobierno ya est¨¢ trabajando en una norma sobre riders y falsos aut¨®nomos, un fraude que seg¨²n Cuende no es exclusivo de las plataformas digitales de reparto. Aun as¨ª, est¨¢ contento con el fallo. ¡°Pero quiero que se haga realidad y que Glovo contrate a sus trabajadores sin trampillas¡±. Algo, que, pese a la sentencia, no sabe si ocurrir¨¢. ¡°Seg¨²n las primeras palabras del fundador de Glovo, se acoplar¨ªan si la ley les obligase a contratar. Entonces s¨ª parece que las plataformas pueden ser sostenibles sin falsos aut¨®nomos. Y me parece bien que creen trabajo, pero que sea digno¡±.
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