Construir viviendas asequibles no es una entelequia y hay ciudades que lo demuestran
En Europa se est¨¢n implantando 50 medidas para abordar la exclusi¨®n residencial y Espa?a es responsable de cinco de las propuestas
El fen¨®meno social del sinhogarismo desborda a las principales ciudades europeas, que tratan de encararlo con distintas soluciones como los contenedores de barco reciclados que se usan en varias ciudades europeas, como ?msterdam, Copenhague o Barcelona. Es la cara menos visible, pero m¨¢s tr¨¢gica, del asfixiante mercado de la vivienda. Los altos precios de venta y alquiler ¡ªaunque no solo por esto¡ª arrastran a m¨¢s individuos vulnerables y con bajos ingresos a la exclusi¨®n residencial. Cada vez m¨¢s personas trabajadoras no ganan lo suficiente para pagar o alquilar una vivienda adecuada.
Esta lacra no solo incluye a los sintecho, en los que juegan otros factores personales y familiares, sino tambi¨¦n a todas aquellas personas que no tienen una vivienda digna, habitable y permanente, que residen forzosamente en pisos compartidos, o en casas de familia y amigos. "Hablamos de sinhogarismo oculto", dice Sergio Nasarre, director de la C¨¢tedra UNESCO de vivienda de la Universidad Rovira i Virgili (URV). "Un perfil claro es el de los divorciados y separados, que terminan en hostales o volviendo a casa de los padres", recalca Nasarre.
Es muy complicado hacer un c¨¢lculo del sinhogarismo invisible. Una aproximaci¨®n es la que hacen la Federaci¨®n Europea de Organizaciones Nacionales (Feantsa) y la Fundaci¨®n Abb¨¦ Pierre, que dicen que 11 millones de unidades familiares en Europa carecen de un alojamiento adecuado y viven en la calle, de la ayuda social o alojados en casas de terceros. En toda Europa el fen¨®meno del sinhogarismo ha crecido y solo se ha reducido en Finlandia.
Ante la falta de competencias y presupuesto del Parlamento europeo, hay quien quiere demostrar al mundo que es posible poner en el mercado viviendas sociales. El pasado mes de diciembre lleg¨® a Bruselas un informe con 50 medidas punteras para abordar la exclusi¨®n residencial y combatir el sinhogarismo, de la mano de Feantsa y Housing Europe, la federaci¨®n europea de vivienda social p¨²blica y cooperativa m¨¢s relevante de la regi¨®n. Cinco de las medidas son espa?olas (propuestas desde el Pa¨ªs Vasco, Canarias y Catalu?a). "El prop¨®sito es mostrar soluciones creativas a peque?a escala que ya funcionan y que pueden ser replicadas en otros pa¨ªses europeos", apunta Nasarre. Involucran al sector p¨²blico y privado y tratan de llenar el vac¨ªo dejado por las deficientes pol¨ªticas de vivienda actuales.
Entre las iniciativas, que ya han demostrado su eficacia en Europa, est¨¢ la transformaci¨®n de una antigua instalaci¨®n industrial en viviendas en Polonia o la adquisici¨®n por parte del banco austriaco Erste Bank de 200 pisos antes de 2021 para ofrecer alquileres accesibles por un tiempo ilimitado.
Finlandia ha reconvertido los refugios en viviendas modernas y con bajos alquileres, especialmente en Helsinki. Son muchos los pa¨ªses que est¨¢n apostando por el modelo del housing first, en el que el acceso a una vivienda ya no es el ¨²ltimo escal¨®n en la ayuda a las personas sin recursos, sino el primero. Esto es, la casa es la base para volver a ponerse en pie y comenzar una nueva vida.
Ya en Espa?a, el Pa¨ªs Vasco ha puesto el list¨®n alto. Sus tres propuestas se centran en demostrar que se pueden hacer viviendas con alquileres asequibles y, adem¨¢s, sostenibles. Una de ellas recupera un antiguo emplazamiento industrial contaminado al sureste de Bilbao. Bolueta, proyecto en el que colaboran el sector p¨²blico y el privado, se levanta sobre el primer alto horno de Vizcaya y contempla la construcci¨®n de 1.100 nuevas viviendas (608 protegidas). Las destinadas al alquiler social se arriendan a unos 200 euros mensuales. En ese conjunto, la sociedad p¨²blica Visesa ha logrado construir el edificio de viviendas pasivas (171 pisos) con la certificaci¨®n m¨¢s alta del mundo.
Otra de las propuestas vascas que ha calado en Bruselas es un programa de vivienda vac¨ªa, que tiene como objetivo la captaci¨®n de pisos desocupados para su puesta en el mercado con un alquiler de unos 226 euros mensuales durante un m¨ªnimo de seis a?os. Est¨¢ destinado a las personas cuyos recursos econ¨®micos no son suficientes para acceder al mercado libre. El propietario recibe unos 600 euros mensuales y la garant¨ªa del Gobierno vasco ante posibles desperfectos. Este programa ha conseguido m¨¢s de 6.000 casas, con lo que el parque p¨²blico vasco suma ya 14.200 pisos con alquileres de entre 200 y 250 euros mensuales. "Nunca se exige m¨¢s de una tercera parte de los ingresos del solicitante", se?ala un portavoz del departamento de vivienda del Gobierno vasco.
Es una soluci¨®n realista y parece que rentable. Promover y edificar una vivienda social tiene un coste estimado de 120.000 euros y se tardan tres a?os. Por su parte, movilizar un piso deshabitado cuesta una media de 4.600 euros anuales. Dado que se garantiza su mantenimiento durante seis a?os, el coste medio es de 27.600 euros, explican en el Gobierno vasco.
Los alojamientos dotacionales para j¨®venes que quieren independizarse son su tercera apuesta. Los pisos, que se construyen en suelos que no son residenciales, se alquilan por un m¨¢ximo de cinco a?os. Entre acabadas y en proyecto suman 1.760 viviendas.
La cuarta iniciativa espa?ola recogida en el informe viene de Catalu?a. Es la propiedad compartida (comprar progresivamente el piso) y la propiedad temporal (adquirir una casa durante un n¨²mero de a?os), que desde 2015 son posibles en la regi¨®n a trav¨¦s de la modificaci¨®n del C¨®digo Civil impulsada por la C¨¢tedra de Vivienda de la URV. El quinto proyecto recoge la labor de la plataforma de Afectados por la Hipoteca Norte Gran Canaria (AHINOR), que ayuda a familias en riesgo de desahucio o v¨ªctimas de malas pr¨¢cticas bancarias.
El caso de la capital
Aunque no forman parte del listado de las 50 propuestas seleccionadas para darse a conocer en Europa, hay otras ciudades espa?olas que tratan de dar soluci¨®n a la falta de vivienda asequible. Madrid es la urbe donde m¨¢s han subido los alquileres en los ¨²ltimos a?os. Las parejas j¨®venes solo pueden alquilar un piso asequible en 13 de los 128 barrios de Madrid. El Ayuntamiento de la ciudad desecha la idea de contenedores y casas prefabricadas para centrarse en tres pilares, seg¨²n el ¨¢rea de Desarrollo Urbano. Se trata de la construcci¨®n de vivienda p¨²blica en alquiler para familias con pocos recursos, dirigidas especialmente a j¨®venes y familias vulnerables. Se impulsar¨¢ en esta legislatura la construcci¨®n de 15.000 viviendas. Tambi¨¦n arrancar proyectos de colaboraci¨®n p¨²blico-privada, poniendo suelo al servicio de promotores para que puedan desarrollar casas baratas. Y, por ¨²ltimo, dar un impulso a la hora de conceder las licencias de obras (ya est¨¢ preparado el borrador de una nueva ordenanza que simplificar¨¢ todos los tr¨¢mites).
Por otro lado, la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS) ha tomado la decisi¨®n de aumentar el precio que ofrece para comprar viviendas en el mercado, dado que actualmente no logra vendedores para aumentar su parque de pisos p¨²blicos.
Para salir de la calle, primero la casa
Con el programa 'housing first' se est¨¢ cambiando el paradigma de inclusi¨®n de las personas sin hogar. Las ciudades de Madrid y Barcelona est¨¢n priorizando este modelo, en el que la vivienda es el primer paso y a partir de ah¨ª se hace el acompa?amiento psicosocial. "Vamos a impulsar 75 viviendas bajo este nuevo modelo, cuyos contratos se firmar¨¢n en septiembre. Y otras 75 viviendas para grupos de tres a cinco personas", dicen en el ?rea de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid, cuyo prop¨®sito para esta legislatura es que los albergues sean algo residual. "En Barcelona duermen 2.170 personas sin hogar", dicen en el Consistorio. Su ¨²ltima iniciativa ha sido la de crear en los pr¨®ximos tres a?os 80 plazas para mujeres sin hogar", indican en el Ayuntamiento de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.