Guerra tecnol¨®gica y orden mundial
Europa tiene la necesidad y la obligaci¨®n de marcar el rumbo de la regulaci¨®n de datos del futuro
La primera gran guerra del siglo XXI se libra por la informaci¨®n. Como en toda contienda, hay eventos que representan la escenificaci¨®n de las hostilidades. La Conferencia de Seguridad celebrada en M¨²nich el fin de semana fue uno de ellos. Cuando se cre¨® la Alianza Transatl¨¢ntica, que acaba de cumplir 70 a?os, pocos pod¨ªan vaticinar que el principal problema que hoy amenazar¨ªa su estabilidad es el control de los datos. Se discuten tres aspectos con particular beligerancia: qu¨¦ modelo tecnol¨®gico debe imponerse, qu¨¦ impacto puede tener ese modelo en el orden mundial y qu¨¦ papel debe jugar Europa.
La disputa es entre EE?UU y China. En M¨²nich hubo un desfile de mandatarios y gur¨²s tecnol¨®gicos estadounidenses de caracterizaci¨®n ideol¨®gica muy diversa pero unidos en torno a una petici¨®n de apoyo a las grandes tecnol¨®gicas americanas. Consideran que solo ellas ¡ªy no las asi¨¢ticas¡ª pueden someterse a reglas democr¨¢ticas como las que los aliados han compartido (no sin problemas) en las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Europa es el campo de batalla porque, a pesar de no tener ning¨²n gran jugador en el mundo bigtech, es el terreno que tanto EE UU como China quieren dominar por su fuerte demanda. Ha habido invitaciones desde Washington a que se abandone cualquier intento de alianza con China en temas clave como el 5G porque ser¨¢ un sistema de comunicaci¨®n ubicuo que no debe estar controlado por quien no entiende la privacidad o la competencia igual que los pa¨ªses occidentales y democr¨¢ticos.
El orden econ¨®mico global resultante tampoco ser¨¢ necesariamente ¨®ptimo si est¨¢ dominado ¨²nicamente por tecnol¨®gicas norteamericanas, sin contrapesos ni regulaci¨®n. La concentraci¨®n de poder sobre la informaci¨®n seguir¨ªa siendo inquietante. Es necesario que ese orden se rija con consenso y control multilateral respeto a los datos. Se echa mucho de menos una agencia mundial de datos que fije los par¨¢metros b¨¢sicos y coordinaci¨®n internacional para que sean efectivos.
Lo sucedido es que unas pocas empresas privadas han acumulado tanto poder que, probablemente, a ellas mismas les asusta que les pueda fagocitar. Una de las que m¨¢s avatares y restregones regulatorios est¨¢ sufriendo es Facebook, que fue presentado en M¨²nich como el ¡°pa¨ªs¡± m¨¢s poblado de la tierra. Su presidente, Mark Zuckerberg, reconoci¨® en la ciudad b¨¢vara que ni los valores sociales ni la privacidad deber¨ªan acabar siendo gestionados por unas pocas manos privadas. Y se?al¨® cuatro ¨¢reas sensibles que tal vez debieran dar una primera forma a una instituci¨®n multilateral de control de datos: las elecciones, la privacidad, los contenidos denigrantes y la econom¨ªa (el valor) de los datos.
Mientras que Europa busca sus propios gigantes tecnol¨®gicos ¡ªpodr¨ªa perderse en el intento¡ª tiene al menos la necesidad y la obligaci¨®n de marcar el rumbo de la regulaci¨®n de datos del futuro. En comparaci¨®n hist¨®rica, se da la vuelta la tortilla y es ahora EE?UU el que pide a Europa que se una a su bando en la gran disputa global. Convendr¨ªa poner no pocas condiciones.
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