C¨®mo administrar una torre de Babel
Juntas de escalera con traducci¨®n simult¨¢nea, comunidades con m¨¢s de 500 vecinos y hasta piques entre nacionalidades¡ Cuatro administradores de fincas con un gran porcentaje de extranjeros cuentan c¨®mo se las apa?an antes y en tiempos de pandemia
Cualquiera que escuchase hablar de ¡°un Francia-Inglaterra¡± pensar¨ªa inmediatamente en una competici¨®n deportiva. Pero para Josep Marquet, un administrador de fincas de 55 a?os, es la manera de referirse a una de las comunidades que gestiona en Port de Pollen?a, en el noreste de Mallorca. ?El motivo? Dos vecinos de esas nacionalidades que ¡°siempre est¨¢n pele¨¢ndose entre ellos¡±, algo que ¡°pasa algunas veces, pero no como norma general¡±. M¨¢s comunes son, en vecindarios con un gran porcentaje de extranjeros, otras dificultades que obligan a quienes las administran a estar m¨¢s encima de lo normal. Comenzando, claro est¨¢, por las peculiaridades ling¨¹¨ªsticas. ¡°Es como una peque?a torre de Babel, al final lo ¨²nico que triunfa es dar informaci¨®n clara y frecuente¡±, valora Juan Carlos Juan, de 47 a?os, otro administrador. Cuatro profesionales han prestado su testimonio al tel¨¦fono desde las tres provincias con mayor porcentaje de compradores for¨¢neos: Alicante, Baleares y M¨¢laga.
El despacho de Juan, consejero delegado de Grupo Avisora, est¨¢ en D¨¦nia (Alicante) y se compone de tres administradores colegiados y otros tres empleados. En total llevan medio centenar de fincas, tanto en urbanizaciones tur¨ªsticas como en edificios convencionales del casco urbano. ¡°Hay una diferencia en el funcionamiento bastante grande¡±, indica. Y tiene muy claro c¨®mo resumirlo: ¡°Dan m¨¢s trabajo las de playa¡±. Especialmente en periodos vacacionales como la Semana Santa, que describe como ¡°la primera evaluaci¨®n del ejercicio¡±: muchos vecinos que vuelven despu¨¦s de un tiempo ven si todo est¨¢ a punto y detectan nuevos problemas. Un examen anual que esta vez ha sido bianual por la pandemia. Las restricciones de viaje lo han hecho algo m¨¢s relajado, aunque Juan se?ala que s¨ª ha habido ¡°algo de movimiento¡±.
Para el administrador dianense, un elemento a tener muy en cuenta en este tipo de fincas es el n¨²mero de vecinos. ¡°En las comunidades m¨¢s grandes, si se junta un grupo [extranjero] ya suelen pedir que se traduzcan las juntas¡±, se?ala. La mayor que lleva ¨¦l, con 140 apartamentos, tradicionalmente ten¨ªa muchos alemanes ¡°con una junta directiva propia, aunque hab¨ªa una junta directiva oficial en la que siempre ten¨ªan un representante¡±. ¡°Se organizaban muy bien¡±, recuerda en pasado porque con la Gran Recesi¨®n muchos vendieron, entraron otras nacionalidades y el equilibrio se rompi¨®. En una finca de la vecina localidad de Pego, lo que han hecho es turnar la presidencia anualmente entre un ingl¨¦s y un espa?ol. ¡°Llegamos a esa entente porque los extranjeros se organizan muy bien e iban con los deberes hechos: cuando hab¨ªa votaciones, si se juntaban las ganaban¡±, ilustra.
Vecindarios del tama?o de un pueblo
De grandes comunidades sabe mucho Elena Carnero Naharro, de 43 a?os y administradora de una sola finca en Torremolinos (M¨¢laga). ¡°Esto es un pueblo¡±, dice para referirse a las 12 torres con 568 viviendas de Playamar II, una urbanizaci¨®n donde ¡°hay ¨¢rabes, belgas, holandeses, franceses, ingleses, alg¨²n alem¨¢n y alg¨²n italiano¡±. Carnero se queja del ¡°abandono¡± de las Administraciones. Se refiere a la falta de legislaci¨®n espec¨ªfica para facilitar su labor, tanto para adoptar decisiones como para aclarar los usos de espacios comunes. Las reuniones de vecinos, por ejemplo, son imposibles en su caso. Y no solo por problemas de aforo. ¡°Tengo que celebrar 15 juntas: una por torre, algunas con edificios auxiliares que forman parte del condominio y luego la de presidentes de cada una de las torres¡±, ilustra. Una marat¨®n de reuniones imposible en tiempos de pandemia.
Una situaci¨®n parecida vive Enrique Jord¨¢n, de 45 a?os, quien entre las 15 fincas que administra lleva una urbanizaci¨®n de 482 vecinos en Santa Pola (Alicante). ¡°A veces hemos llegado a tener 100 asistentes en una junta, se suelen hacer en un sal¨®n de eventos¡± describe. ¡°Lo que se hace es contratar un traductor, porque se tocan temas t¨¦cnicos. Antes se habla con ¨¦l y se prepara¡±, indica. Eso y ¡°una secretaria triling¨¹e¡± solucionan la mayor¨ªa de sus problemas para comunicarse con los vecinos brit¨¢nicos, los m¨¢s numerosos entre las comunidades extranjeras, aunque no faltan alemanes, franceses, marroqu¨ªes y cada vez m¨¢s n¨®rdicos. ¡°?ltimamente compran m¨¢s¡±, aclara.
Jord¨¢n, como otros colegas, aprovecha para convocar las juntas en verano, cuando m¨¢s propietarios de segundas residencias hay. Es la temporada alta para las cuatro personas que componen su empresa. ¡°Aqu¨ª del 15 de julio al 15 de agosto es imposible coger vacaciones¡±, zanja. ?l suele tomarse libre ¡°una semana a finales de septiembre¡± y siempre con una misma idea: ¡°Si no me voy m¨ªnimo a 100 kil¨®metros, al final acabo cogiendo el coche y acerc¨¢ndome a ver qu¨¦ pasa¡±. Las peticiones son variopintas ¡ª¡±me ha llamado gente porque se queda encerrada en el ba?o¡±¡ª incluso en invierno. ¡°Es gente que tira mucho del administrador porque no tienen otra referencia en Espa?a para solucionarles los inconvenientes¡±, explica.
Siesta y piscina, mala combinaci¨®n
?Y cu¨¢l es el conflicto m¨¢s com¨²n? Los consultados coinciden en que hay dos palabras que conjugan mal: piscina y siesta. ¡°Los espa?oles tenemos horarios diferentes y los alemanes e ingleses no entienden que los ni?os no puedan nadar a las cuatro de la tarde¡±, resume Marquet, el administrador de Mallorca. No obstante, considera que son cuestiones ¡°anecd¨®ticas¡±, lo mismo que ¡°se ha notado un poco la preocupaci¨®n con el tema de los okupas¡±. ¡°Supongo que ser¨¢ tambi¨¦n debido a la propaganda de las empresas de alarmas¡±, justifica, y aclara que no hay gran conmoci¨®n: ¡°Si normalmente pregunta uno, este a?o igual han sido seis o siete¡±. M¨¢s controversia generan algunas decisiones econ¨®micas: ¡°El extranjero es partidario de hacer un mantenimiento preventivo y tener m¨¢s dinero en la cuenta; nosotros somos m¨¢s de ir al d¨ªa¡±, asegura.
¡°Los t¨®picos existen por algo¡±, afirma Juan, a quien todav¨ªa sorprende, por ejemplo, que los alemanes ¡°analizan todo desde el punto de vista t¨¦cnico¡± y siente que ¡°a algunos franceses les sienta mal que no hables su lengua¡±. ¡°Los ingleses se creen que todo el mundo habla ingl¨¦s¡±, a?ade Marquet, y ¡°a los n¨®rdicos les cuesta m¨¢s entender la organizaci¨®n de las comunidades, igual porque all¨ª viven en chal¨¦s m¨¢s independientes¡±, completa Jord¨¢n. Pero los cuatro administradores alertan del riesgo de generalizar, atribuyen la mayor¨ªa de incidentes a ¡°diferencias culturales¡± y dejan claro que ninguna nacionalidad est¨¢ para sacar pecho sobre las dem¨¢s. ¡°A m¨ª me causan m¨¢s problemas los espa?oles que los extranjeros¡±, bromea uno de ellos.
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