Deducciones reembolsables por hijo
Estas ayudas tienen un elevado retorno social y deben interpretarse como una inversi¨®n
El pasado mes de marzo, Joe Biden anunci¨® un gran programa de ayudas a las familias estadounidenses, dentro del amplio paquete de rescate econ¨®mico para paliar los efectos de la pandemia. Una de sus claves es el importante paso que da para reducir la pobreza de los hogares con menores de edad, con tasas desproporcionadamente elevadas para uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo.
Se trata de una extensi¨®n del sistema de deducciones reembolsables por hijo ya existente en el impuesto sobre la renta, con la idea de ampliar la cobertura a un n¨²mero mucho mayor de familias. La cuant¨ªa de la ayuda alcanza los 3.600 d¨®lares al a?o para cada menor de seis a?os y 3.000 d¨®lares para el resto de los menores de edad. Hasta ahora, para poder acceder a estas ayudas era necesario alcanzar un determinado nivel de ingresos declarados, lo que dejaba fuera a las familias con rentas tan bajas que no pod¨ªan solicitar la deducci¨®n.
El objetivo no solo es dotar de mayor estabilidad econ¨®mica a las familias m¨¢s vulnerables y reducir su pobreza, sino favorecer tambi¨¦n mayores logros de los menores de edad en el largo plazo. Existe una s¨®lida evidencia sobre c¨®mo estas ayudas mejoran los resultados educativos y el capital humano de los menores que viven en estos hogares, junto a otros resultados positivos en dimensiones muy variadas del bienestar, como la salud f¨ªsica y mental o las oportunidades laborales y los ingresos a lo largo de la vida. Estas ayudas tienen un elevado retorno social y deben interpretarse como una inversi¨®n.
Esta innovaci¨®n en la pol¨ªtica social estadounidense no resulta novedosa en el contexto europeo. Dos tercios de los pa¨ªses de la UE cuentan con una prestaci¨®n universal por hijo para las familias con menores dependientes. Su objetivo es garantizar el crecimiento de la poblaci¨®n compensando los costes de la crianza y disminuir la proporci¨®n de menores que crecen en situaciones de pobreza, con el fin de mantener la inversi¨®n necesaria que asegure la calidad futura del capital humano. Son, precisamente, estos pa¨ªses los que tienen menores tasas de pobreza infantil. En el resto de pa¨ªses de la UE, incluida Espa?a, las ayudas a la infancia descansan en pol¨ªticas de prestaciones monetarias restringidas a las familias con ingresos m¨¢s bajos.
Hay dos rasgos que prevalecen en el retrato del bienestar social de la infancia en Espa?a. Uno es que la magnitud de la pobreza en los hogares con menores de edad es impropia de nuestro nivel medio de renta, lo que pone de relieve la dificultad para traducir el crecimiento econ¨®mico en mayor bienestar y mayores oportunidades para la infancia. Dar respuesta a este problema es especialmente pertinente en el actual contexto de la pandemia. Las p¨¦rdidas de empleo y de horas de trabajo se unen a los problemas cr¨®nicos de muchas familias, que ya antes de la pandemia resid¨ªan en viviendas con condiciones inadecuadas y soportaban elevadas cargas financieras, sin apenas capacidad de ahorro. A eso se a?ade un entorno escolar cada vez m¨¢s segregado, que lastra el nivel de formaci¨®n de sus hijos. Los datos de hogares sin ingresos de la encuesta de poblaci¨®n activa muestran que los efectos de la pandemia han sido grandes y m¨¢s negativos en las familias con menores, en las que la incidencia de la pobreza extrema pr¨¢cticamente duplica la del resto de hogares.
En segundo lugar, la ausencia de un sistema de prestaciones familiares similar al de los pa¨ªses de mayor renta dentro de la UE hace que Espa?a sea el pa¨ªs donde menor efecto tienen las prestaciones monetarias sobre la pobreza en los hogares con ni?os. La protecci¨®n que reciben es menor que la del resto de poblaci¨®n, con la agravante de que es la m¨¢s baja de toda la UE. Este diferencial, adem¨¢s, ha ido aumentando en el tiempo.
El ingreso m¨ªnimo vital (IMV) puede ser un instrumento importante en la lucha contra la pobreza en los hogares con menores dependientes, con complementos para estos sensiblemente mayores que los que ofrecen, en promedio, los programas auton¨®micos de rentas m¨ªnimas. Cuando se asiente esta pol¨ªtica y mejore el sistema de gesti¨®n beneficiar¨¢ a muchas familias por debajo del umbral de la pobreza, pero se trata solo de un primer escal¨®n para reducir la vulnerabilidad de los hogares con menores.
Parece necesario pensar en otros instrumentos adicionales. En Espa?a, son las desgravaciones fiscales por hijo y no las prestaciones monetarias, como se podr¨ªa pensar, la pol¨ªtica de ayudas a la infancia de mayor peso econ¨®mico. El m¨ªnimo por descendientes del IRPF benefici¨® en el ¨²ltimo ejercicio a m¨¢s de siete millones de contribuyentes, lo que supone unos 4.600 millones de euros, cifra m¨¢s de dos veces mayor que el gasto en prestaciones familiares destinadas a los hogares con menores ingresos. Hay, adem¨¢s, otras desgravaciones fiscales ligadas a la familia, como la deducci¨®n de las madres trabajadoras, la de familia numerosa o la de familia monoparental con dos hijos.
Dado que la gran mayor¨ªa de los hogares situados por debajo del umbral de la pobreza est¨¢n exentos de tributar en este impuesto, las desgravaciones, al no ser reembolsables, no tienen pr¨¢cticamente incidencia sobre la pobreza infantil. Parece recomendable revisar su dise?o para favorecer tambi¨¦n a las familias que no llegan a los umbrales m¨ªnimos de declaraci¨®n.
Transformar estas deducciones fiscales en pagos reembolsables ser¨ªa un importante paso adelante que permitir¨ªa abordar de forma coherente la protecci¨®n de las familias con menores, y para su financiaci¨®n habr¨ªa que encontrar v¨ªas que aumenten la progresividad del sistema tributario. Hacerlo no solo supondr¨ªa apostar por una sociedad m¨¢s cohesionada, sino tambi¨¦n ampliar las oportunidades de quienes se enfrentan al futuro con menos recursos. La pobreza infantil no es solo una vulneraci¨®n de los derechos de los menores, sino una importante amenaza a la equidad y una fuerte restricci¨®n para impulsar el crecimiento de nuestra productividad futura.
Luis Ayala es catedr¨¢tico de Econom¨ªa en la UNED y Olga Cant¨® es catedr¨¢tica de Econom¨ªa en la Universidad de Alcal¨¢.
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