Charles Goodhart: ¡°Los j¨®venes tendr¨¢n que pagar m¨¢s impuestos para sostener a los mayores, y no les va a gustar¡±
El economista brit¨¢nico, ex del Banco de Inglaterra y de la London School of Economics, vaticina una subida de salarios por la escasez de mano de obra derivada del envejecimiento
A Charles Goodhart las horas se le van cuidando de su esposa Margaret, enferma de demencia. ¡°Lleva mucho tiempo, mucha energ¨ªa emocional¡±, dice sentado frente a la pantalla en su casa de Londres, con una poblada biblioteca a la espalda. En contra de lo que pudiera pensarse, la cercan¨ªa al umbral de los 85 a?os no ha convertido a este economista en un hombre despreocupado hacia el mundo por venir. Alto cargo del Banco de Inglaterra a lo largo de casi dos d¨¦cadas y profesor durante 17 a?os de la prestigiosa London School of Economics, el pasado verano public¨® The Great Demographic Reversal ¡ªsin edici¨®n en espa?ol¡ª, una obra en la que defiende que el envejecimiento de la sociedad traer¨¢ presiones inflacionistas, subidas de tipos por parte de los bancos centrales y dificultades para sostener las pensiones y el costoso sistema de cuidados a los mayores, pero tambi¨¦n menos desigualdad. Cuando no est¨¢ dispensando atenciones a su c¨®nyuge, Goodhart se sumerge en los debates medi¨¢ticos y acad¨¦micos abiertos por el libro, perge?ado junto a Manoj Pradhan ¡ªcon el que coincidi¨® en Morgan Stanley¡ª o lee y estudia la actualidad. ¡°Rara vez he estado m¨¢s ocupado que ahora¡±, asegura.
Los ejercicios de prospectiva no siempre est¨¢n bien vistos. El informe Espa?a 2050 recibi¨® cr¨ªticas de la oposici¨®n al Gobierno por mirar al futuro con el pa¨ªs todav¨ªa sumido en el ojo del hurac¨¢n pand¨¦mico. Goodhart no ve incompatibles la gesti¨®n diaria con poner las luces largas. ¡°No creo que sea bueno ignorar las tendencias a m¨¢s largo plazo, especialmente cuando est¨¢n cambiando¡±. El documento elaborado por los expertos espa?oles menciona 60 veces el t¨¦rmino envejecimiento, pero la profusi¨®n de datos mensuales de crecimiento, deuda o inflaci¨®n hace olvidar a veces la potencia del fen¨®meno demogr¨¢fico en la ecuaci¨®n econ¨®mica.
En plena escalada de la esperanza de vida ¡ªpese a la interrupci¨®n provocada por el shock de la pandemia¡ª, cuando la palabra envejecimiento sale a relucir, el primer pensamiento se dirige a c¨®mo se pagar¨¢n las pensiones, y cada vez m¨¢s, gana terreno el concepto de justicia intergeneracional. ?Se est¨¢ hipotecando el futuro de los j¨®venes? ¡°El debate intergeneracional cambiar¨¢ de forma. Ahora se basa en gran medida en la vivienda porque su precio ha aumentado de forma muy pronunciada en muchos pa¨ªses. Y a menos que tus padres sean relativamente ricos y heredes una casa, si eres joven y no tienes respaldo paterno es extraordinariamente dif¨ªcil subir la escalera inmobiliaria porque la entrada es muy cara¡±, reflexiona Goodhart.
Pero esa preocupaci¨®n mutar¨¢ hacia otra: ¡°los ancianos requieren de mucho apoyo p¨²blico. Medicinas, cuidados, pensiones... Y con m¨¢s ancianos y menos j¨®venes trabajando, el ¨²nico modo de sostener el nivel actual de prestaciones y apoyo m¨¦dico de los mayores es subir los impuestos a los j¨®venes. Van a tener que hacer frente a impuestos mucho m¨¢s altos sobre sus ingresos y su consumo, y no les va a gustar. As¨ª que el debate intergeneracional va a girar en torno a la generosidad del apoyo a los ancianos a trav¨¦s de los impuestos¡±.
Pero como explica Goodhart, las derivadas del envejecimiento van mucho m¨¢s all¨¢, y algunas de ellas incluso pueden tener un reverso positivo. ¡°Traer¨¢ una disminuci¨®n de la desigualdad porque no habr¨¢ suficientes trabajadores. La globalizaci¨®n y el auge demogr¨¢fico de los ¨²ltimos 20-30 a?os llevaron a un enorme aumento en la oferta de mano de obra disponible en todo el mundo. Se duplic¨® con creces en el transcurso de 25 a?os aproximadamente. Nunca ha pasado nada igual. Cualquier empleador pod¨ªa trasladar su producci¨®n de las f¨¢bricas de salarios altos a las de econom¨ªas de salarios bajos. De lugares como Estados Unidos, Francia o Espa?a a otros como China y Europa del Este. Ahora eso est¨¢ cambiando muy r¨¢pidamente porque la poblaci¨®n en edad de trabajar en China est¨¢ comenzando a disminuir¡±.
El Gobierno chino le ha visto las orejas al lobo. Hace casi un mes anunci¨® que permitir¨¢ tener tres hijos a las parejas casadas para paliar el envejecimiento de la poblaci¨®n. ¡°Pek¨ªn est¨¢ empezando a asustarse por su futuro demogr¨¢fico. Y eso suceder¨¢ en todo el mundo. La falta de trabajadores har¨¢ subir los salarios porque tendr¨¢n m¨¢s poder de negociaci¨®n. Y si no hay un endurecimiento de la pol¨ªtica fiscal, algo poco probable por razones pol¨ªticas, y los bancos centrales suben los tipos para frenar la inflaci¨®n, los precios de los activos bajar¨¢n, y con ellos los ingresos de los m¨¢s ricos. As¨ª que los trabajadores m¨¢s precarios se beneficiar¨¢n y los m¨¢s ricos, que han tenido dos o tres d¨¦cadas absolutamente maravillosas, tendr¨¢n las cosas un poco m¨¢s dif¨ªcil¡±.
¡°El gran problema es el envejecimiento, no el covid¡±
Hablar de falta de trabajadores en Espa?a, el pa¨ªs con la segunda tasa de paro m¨¢s elevada de Europa tras Grecia, puede sonar inveros¨ªmil. Pero el mercado global es mucho m¨¢s vasto. Y el dividendo demogr¨¢fico chino, ese que le ha permitido cimentar su desarrollo econ¨®mico en una fuerza laboral joven, abundante y barata, est¨¢ cada vez m¨¢s en cuesti¨®n pese a los 1.411 millones de habitantes del gigante asi¨¢tico. Goodhart no tiene claro que permitir un tercer hijo vaya a ser la panacea. ¡°Antes de la d¨¦cada de los sesenta, la tasa de natalidad depend¨ªa de cu¨¢ntas veces una pareja ten¨ªa relaciones sexuales. Ahora hay planificaci¨®n. Antes los ancianos depend¨ªan de los hijos para que los mantuvieran en su vejez, ahora la gente los considera un gasto en lugar de una barrera contra la pobreza. No hay razones para creer que el simple hecho de permitir que las mujeres tengan m¨¢s hijos las animar¨¢ a tenerlos, aunque s¨ª puede ayudar a acabar con la distorsi¨®n de g¨¦nero al persuadir a m¨¢s mujeres de no abortar aunque su primer hijo sea una ni?a¡±.
Habr¨¢ sectores y pa¨ªses que se salven de la quema. El turismo, las residencias de mayores o la industria farmac¨¦utica no tienen, en principio, nada que temer ante este fen¨®meno. Tampoco continentes como ?frica y pa¨ªses como la India, con una poblaci¨®n muy joven. El caso de Nigeria es especialmente llamativo: seg¨²n la ONU, doblar¨¢ su poblaci¨®n en 2050, por encima de los 400 millones de habitantes, m¨¢s de los que tendr¨¢ EE UU. ?Puede ayudar a aliviar al viejo Occidente? El economista brit¨¢nico cree que no. ¡°Las preocupaciones sobre la identidad que provocaron el Brexit y la victoria de Trump van a impedir una inmigraci¨®n masiva. La otra opci¨®n ser¨ªa llevar el capital y las f¨¢bricas all¨ª, pero el problema es si los pa¨ªses africanos tienen suficiente capacidad administrativa, buen gobierno, y personal formado¡±.
Para Goodhart, ¡°el gran problema al que se enfrenta el mundo es el envejecimiento, no el covid¡±. Y el modo en que trastocar¨¢ nuestro modo de vida est¨¢ probablemente infravalorado. ¡°Cada vez habr¨¢ menos personas que trabajen y m¨¢s que necesiten ayuda. Cuando hablo con un grupo de estudiantes suelo decirles que tendr¨¢n que trabajar hasta los 70 a?os, y seguramente m¨¢s all¨¢ de esa edad. Lo ideal ser¨ªa que la medicina encontrara una forma de lidiar con las enfermedades neurodegenerativas, todos vivi¨¦ramos en forma y felices hasta los 100 a?os y luego todo se acabara m¨¢s o menos r¨¢pido, pero ya sabemos que no podemos contar con eso¡±.
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