La oportunidad de Espa?a ante el nuevo impulso de las renovables
Solo el a?o pasado, la industria de la energ¨ªa solar fotovoltaica gener¨® m¨¢s de 8.000 millones de euros de contribuci¨®n al PIB nacional, aunque tiene pendiente la fabricaci¨®n a gran escala de m¨®dulos fotovoltaicos
Nuestro pa¨ªs afronta un momento decisivo en las pr¨®ximas semanas en las que la Uni¨®n Europea va a tomar importantes decisiones en materia energ¨¦tica. Cada pa¨ªs tiene sus propios intereses y el nuestro est¨¢ ligado a las renovables, como lo est¨¢ nuestro futuro. En primer lugar, debido a la abundancia de recurso e¨®lico y sobre todo solar en nuestro pa¨ªs: es el de mayor intensidad solar horaria de Europa y tiene territorio para aprovechar econom¨ªas de escala. Pero tambi¨¦n porque contamos con una industria de tecnolog¨ªas renovables competitiva a nivel internacional. Hoy, Espa?a cuenta con empresas en este sector l¨ªderes a nivel global, con una importante capacidad exportadora, y que generan actividad econ¨®mica y empleo estable y de calidad.
La industria de la energ¨ªa solar fotovoltaica, en particular, est¨¢ s¨®lidamente posicionada en las distintas fases de la cadena de valor: en electr¨®nica de potencia, en seguidores, en estructuras e ingenier¨ªas. Solo el a?o pasado, nuestro sector gener¨® m¨¢s de 8.000 millones de euros de contribuci¨®n al PIB nacional, export¨® por m¨¢s de 2.400 millones y dio trabajo a m¨¢s de 60.000 personas, entre empleos directos, indirectos e inducidos.
A pesar de todo, nuestra industria tiene una asignatura pendiente: la fabricaci¨®n a gran escala de m¨®dulos fotovoltaicos. Un componente que, aunque solo supone el 35% del valor de una planta solar, obviamente, es imprescindible. Hoy, estos m¨®dulos fundamentalmente se importan, aunque Espa?a fue un pa¨ªs pionero en el desarrollo de esta tecnolog¨ªa. En los a?os 90 pose¨ªa m¨¢s del 50% de la producci¨®n global, si bien es verdad que entonces el mercado mundial era de unos pocos megavatios. Y en la primera d¨¦cada del presente siglo se instalaron algunas de las m¨¢s modernas factor¨ªas del momento. Sin embargo, la falta de un mercado dom¨¦stico y la competencia asi¨¢tica produjo su desaparici¨®n.
Esta situaci¨®n no es inalterable. Podemos revertirla y, de hecho, estamos en un gran momento para hacerlo. Espa?a cuenta con uno de los mercados m¨¢s s¨®lidos de Europa, con m¨¢s de 4 gigavatios instalados el a?o pasado, mercado respaldado por unos objetivos del Plan Nacional Integrado de Energ¨ªa y Clima (PNIEC) que deber¨ªan ser revisados pronto al alza, y en el que solo aparecen las sombras de la dificultad de gestionarlos en tiempo por parte de las diferentes administraciones y de los movimientos neonegacionistas.
Adem¨¢s, la automatizaci¨®n de los procesos de producci¨®n de m¨®dulos ha hecho que los costes de mano de obra hayan dejado de ser determinantes. El factor clave es la obtenci¨®n del silicio, no por su escasez ¡ªes el segundo metal m¨¢s abundante en la corteza terrestre¡ª sino por ser un proceso intensivo en energ¨ªa. La utilizaci¨®n de la energ¨ªa fotovoltaica, ¡°solar para la solar¡±, esto es, utilizando la electricidad renovable obtenida a partir de plantas solares directamente para fabricar m¨®dulos, puede contribuir a ganar competitividad. Un planteamiento de econom¨ªa circular que, adem¨¢s, y, a diferencia de lo que sucede en otros pa¨ªses, permitir¨ªa hacerlo de forma clim¨¢ticamente neutra, sin emisiones de carbono.
A este escenario, hoy viable gracias a la competitividad alcanzada por la tecnolog¨ªa fotovoltaica en los ¨²ltimos a?os, se une la extraordinaria oportunidad que suponen los Fondos Europeos Next Generation. Todo ello hace que hoy sea posible plantear el desarrollo de una industria nacional de fabricaci¨®n de m¨®dulos fotovoltaicos que permitir¨ªa dotar a Espa?a y a toda Europa de una ¡°reserva estrat¨¦gica de tecnolog¨ªas renovables¡±, en coincidencia con otras iniciativas similares que se est¨¢n llevando a cabo en otros pa¨ªses europeos. Un objetivo que resulta inaplazable a la vista de la fragilidad que conlleva la dependencia energ¨¦tica europea del suministro energ¨¦tico de pa¨ªses como Rusia, tal y como se ha puesto de manifiesto durante la invasi¨®n de este ¨²ltimo pa¨ªs de Ucrania.
De la geopol¨ªtica a la tecnopol¨ªtica
Espa?a no puede permitirse desaprovechar esta oportunidad. La Primera Revoluci¨®n Industrial transform¨® para siempre la forma de concebir la econom¨ªa. Las zonas del globo abundantes en carb¨®n y hierro se descubrieron entonces poseedoras de unos recursos que en unos casos se convirtieron en su bendici¨®n y, en otros, su maldici¨®n. El final del siglo XIX fue tambi¨¦n el de la hegemon¨ªa del carb¨®n y el inicio del siglo XX lo fue de la del petr¨®leo. El cambio en la primac¨ªa de las materias primas tuvo su correlato en la geopol¨ªtica: el control geogr¨¢fico de las zonas productoras de estos recursos naturales se convirti¨® en un elemento fundamental para el control pol¨ªtico y el crecimiento econ¨®mico.
Pero ya entrados en el siglo XXI, el auge de las energ¨ªas renovables, como la solar y la e¨®lica, ha conseguido romper con esta din¨¢mica. Porque el recurso estrat¨¦gico de las renovables, el sol y el viento, son comunes, no se agotan y est¨¢n presentes en mayor o menor medida en todo el planeta. Es por ello que ahora el control de la tecnolog¨ªa sustituye al control geogr¨¢fico. Y as¨ª, en nuestros tiempos, la geopol¨ªtica abre paso a la tecnopol¨ªtica.
Espa?a afronta este nuevo escenario en una posici¨®n muy ventajosa: a diferencia de lo que suced¨ªa en el pasado, disponemos del recurso energ¨¦tico, el sol y el viento, y, lo m¨¢s importante, somos l¨ªderes en la tecnolog¨ªa necesaria para aprovecharlo. En el caso de la energ¨ªa solar fotovoltaica, solo nos queda hacer una apuesta para terminar de ser l¨ªderes en toda la cadena de valor, desde la innovaci¨®n hasta la fabricaci¨®n de m¨®dulos, evitando la dependencia que hoy tenemos de este ¨²ltimo componente. Est¨¢n en juego nuestros intereses econ¨®micos, nuestra autonom¨ªa energ¨¦tica, nuestra seguridad y, por extensi¨®n, nuestra soberan¨ªa nacional. No dejemos, esta vez no, dejar pasar esta oportunidad.
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