Las finanzas que corroen la industria
Urge evitar que la salvaci¨®n de la empresa Celsa con dinero p¨²blico suponga un enriquecimiento tan injusto para los especuladores
Todo lo que han escrito Steve Keen, Marc Chesney y Michael Hudson, sobre los da?os de la financiarizaci¨®n de la econom¨ªa, la perversidad de los para¨ªsos fiscales y la impotencia de los Gobiernos ante los fondos especulativos, queda ejemplarizado en el caso Celsa. Una sider¨²rgica creada en 1967 por los hermanos Francisco y Josep Mar¨ªa Rubiralta en Castellbisbal (Barcelona). Su actividad principal es la fabricaci¨®n de acero a partir del aprovechamiento de chatarra. Un material b¨¢sico para la producci¨®n de hormig¨®n armado en la construcci¨®n y cables para puentes colgantes. En 2003 inici¨® su internacionalizaci¨®n y hoy cuenta con 120 centros de trabajo en siete pa¨ªses, fabrica ocho millones de toneladas de productos reciclados, factura m¨¢s de 4.000 millones de euros anuales y cuenta con 28.592 puestos de trabajo directos e indirectos. La mayor parte de los beneficios han sido reinvertidos.
La compa?¨ªa entr¨® en dificultades en 2017 y se vio abocada a reestructurar su deuda. Los bancos acreedores, de acuerdo con la normativa europea, vendieron sus pr¨¦stamos a entidades de inversi¨®n y fondos especulativos que los adquirieron con descuentos de hasta el 80%. Los aprovechados fueron Deutsche Bank y Goldman Sachs, entidades con un largo historial de sanciones por irregularidades, y los fondos Attestor, Golden Tree, Cross Ocean, SVP Global y Sculptor, entre otros.
La viabilidad de la compa?¨ªa depende de la ayuda p¨²blica que ya cuenta con la luz verde de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) por un montante de 550 millones de euros. El acuerdo est¨¢ pendiente de la autorizaci¨®n de la Comisi¨®n Europea y del Gobierno.
El objetivo de los fondos no es recuperar su inversi¨®n, sino obtener el m¨¢ximo valor de los cr¨¦ditos que adquirieron a precio de saldo, una vez la compa?¨ªa normalice su actividad, lo que podr¨ªa comportar ganancias de hasta el 500%. Los fondos apuestan con una clara ventaja. Saben que en ¨²ltima instancia el Gobierno intervendr¨¢ por responsabilidad y no dejar¨¢ caer una compa?¨ªa con tantos miles de empleos. Los fondos han mostrado su disposici¨®n a donar 50 millones de euros a fondo perdido a cambio de quedarse con el 75% de la compa?¨ªa. Una propuesta que revela la distinta l¨®gica del capital industrial que precisa m¨¢s de 70 a?os para consolidar una gran empresa y la de capital financiero que puede quedarse con una compa?¨ªa en una jugada de casino en dos o tres a?os.
La catadura de los fondos ha quedado tambi¨¦n al descubierto con la exigencia de que la futura sociedad tenedora de las acciones de Celsa tenga su sede en Luxemburgo, por motivos fiscales.
En este conflicto hay dos historias enfrentadas. Por una parte, una industria que trabaja, que cuenta con el apoyo de los sindicatos y del Gobierno y, por otra, un mundo financiero amparado por una regulaci¨®n que permite dram¨¢ticos desmanes. Hay dos misiones urgentes: Acabar con una legislaci¨®n tan permisiva para los abusos financieros y evitar que la salvaci¨®n de la empresa con dinero p¨²blico suponga un enriquecimiento tan injusto para los especuladores.
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