Adam Tooze: ¡°Europa est¨¢ emergiendo como un actor m¨¢s duro, competente, pol¨ªtico¡±
El historiador analiza una ¨¦poca turbulenta en una entrevista concedida en Davos, en la que considera que ¡°China afronta la mayor crisis de gobernanza desde el inicio del periodo de reformas¡±
El mundo afronta una fase de profundas turbulencias, una policrisis, por utilizar un vocablo al que recurre Adam Tooze (Londres, 55 a?os) para analizar su devenir. El historiador, que es el director del Instituto Europeo de la Universidad de Columbia, ofrece en una entrevista concedida en Davos durante el Foro Econ¨®mico Mundial su visi¨®n sobre una coyuntura en la que observa una Europa que ¡°est¨¢ emergiendo como un actor m¨¢s duro, competente, pol¨ªtico¡±, una China que ¡°afronta la mayor crisis de gobernanza desde el inicio del periodo de reformas¡± y unos Estados Unidos determinados en ¡°preservar la suerte de dominio global que le queda¡±. En cuanto a la coyuntura econ¨®mica y el ciclo inflacionista, Tooze cree que ¡°de momento, la Fed y el BCE no han ido demasiado lejos¡±, pero exhorta a manejar con moderaci¨®n la pol¨ªtica monetaria restrictiva y a recurrir con vigor a medidas de apoyo social focalizadas estrat¨¦gicamente en quienes m¨¢s lo necesitan.
Pregunta. ?C¨®mo definir¨ªa la posici¨®n de los tres grandes actores mundiales ¡ªEE UU, China y la UE¡ª en medio de esta policrisis?
Respuesta. La tripolaridad es una esquematizaci¨®n ¨²til, especialmente si se tiene en cuenta que los tres suponen un 60% de la actividad econ¨®mica global. Pero para entender realmente las decisiones de los tres grandes se debe considerar la multipolaridad del mundo actual, que tiene dimensiones regionales, como vemos con el resentimiento de Rusia ante el orden mundial de posguerra, la dificultad de EE UU para conducir a Arabia Saud¨ª y la OPEP [la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo] hacia un entendimiento razonable, o el rechazo de la India a alinearse en el muro contra Rusia. Se ve que la situaci¨®n del G-3 es esencialmente definida por el hecho de que viven en el mundo del G-20. Y un lugar para empezar la reflexi¨®n es que ninguna de ellas tiene ninguna perspectiva de ser tan dominante como cualquiera de las dos superpotencias lo fue en la Guerra Fr¨ªa.
P. ?C¨®mo ve a EE UU, una de las superpotencias de entonces?
R. La batalla central de EE UU es manejarse en un mundo que es cada vez m¨¢s complejo mientras acusa debilidades internas de car¨¢cter econ¨®mico, social, pol¨ªtico y procedimental. Contar votos es un problema en EE UU. El instinto proteccionista, el presupuesto de Defensa gigante y otros grandes elementos son todos expresiones de la cuesti¨®n esencial para EE UU: c¨®mo preservar la suerte de dominio global que le queda, y que se apoya sustancialmente en el poder¨ªo militar y en tecnolog¨ªas espec¨ªficas que son clave para el futuro. Esa es la cuesti¨®n central, todo est¨¢ organizado alrededor de ella, la de la preminencia.
P. ?Y Europa?
R. Europa no tiene ese problema, y ese es un gran alivio. Una de las grandes ventajas es que ya ha tenido su momento posimperial. Mientras EE UU se ocupa de preservar su preeminencia, los europeos se ocupan de construir el proyecto pol¨ªtico m¨¢s innovador. Hay considerables recursos, mucha riqueza en Europa; hay una amplia base cient¨ªfica, es un gran mercado, tiene influencia regulatoria. Incluso el gasto en Defensa, si se suman todas las partes, supone la tercera potencia militar. Nadie la tocar¨ªa. El problema central de Europa es plasmar ese proyecto pol¨ªtico. Ha sufrido una grave crisis con las turbulencias que empezaron hace 15 a?os, pero lo ocurrido en 2020 significa que ha sabido corregir el rumbo. Europa est¨¢ emergiendo como un actor m¨¢s duro, competente, pol¨ªtico, hist¨®ricamente consciente, colectivo. Es Europa. Hay mucho regateo, es complejo, multidimensional, y ese es el asunto central para Europa.
P. Mientras, China afronta un momento dif¨ªcil.
R. China est¨¢ en medio de la mayor crisis que el r¨¦gimen ha sufrido desde el arranque del periodo de las reformas. Con la reapertura morir¨¢n muchas personas de covid, pero recargar¨¢ la econom¨ªa. Ser¨¢ interesante ver si el partido ser¨¢ capaz de plasmar la narrativa. Antes hab¨ªa una sensaci¨®n de que ten¨ªa control. Ahora veremos. En t¨¦rminos comparativos, tendr¨ªan que morir cuatro millones de personas para equiparar lo ocurrido en EE UU o Europa. Nadie espera eso. Pero tener un mill¨®n de muertos, lo que muchos prev¨¦n como probable, es un enorme colapso de una narrativa central del r¨¦gimen de Xi. Este es el momento m¨¢s incierto que hemos visto en d¨¦cadas.
P. ?C¨®mo deber¨ªa posicionarse Europa en medio de la gran competici¨®n entre EE UU y China?
R. Cualquier alineamiento de Europa con EE UU deber¨ªa ser definido por su propio inter¨¦s. El problema es que definirlo es muy dif¨ªcil. Lo vimos con el episodio de Lituania, que hizo un gesto hacia Taiw¨¢n que desencaden¨® una dura respuesta de China, pero que le aseguraba una atenci¨®n de EE UU, algo importante para alguien que tiene una gran inquietud con un vecino como Rusia. Los alemanes, con todos sus intereses en China, no quisieron cerrar filas en ese juego. Por otra parte, la declaraci¨®n reciente de la UE sobre la OTAN es un signo de colapso de una coherente posici¨®n aut¨®noma en esa materia. As¨ª que, en el corto plazo, si eres Polonia, los b¨¢lticos o incluso los escandinavos, por supuesto que te alineas con EE UU, porque ellos se toman en serio la pol¨ªtica de seguridad. No tengo claro que Alemania lo haga. Polonia y otros en la regi¨®n necesitan un posicionamiento muy claro frente a Rusia. Alemania necesita un posicionamiento muy claro ante China, la importancia para su industria es enorme. Scholz fue a Pek¨ªn con un mensaje muy claro: nosotros no estamos en modo desacople.
P. Macron tambi¨¦n tiene previsto ir.
R. ?l pidi¨® a los alemanes ir juntos. Los alemanes rechazaron posponer su visita, fueron inmediatamente despu¨¦s del congreso del partido. Incluso si hubiera habido convergencia en el mensaje, los alemanes no habr¨ªan tenido inter¨¦s en transmitirlo juntos. Ser¨ªa bueno que los europeos pudiesen formular una posici¨®n independiente, pero la evidencia disponible muestra que es dif¨ªcil que lo logren.
P. La erosi¨®n de la democracia avanza a escala global. Hay un malestar socioecon¨®mico que se alimenta desde 2008. La globalizaci¨®n no ha funcionado para muchos en Occidente. Crecen las desigualdades, crece el desencanto con el sistema. Los populistas aprovechan esta situaci¨®n. ?Teme que la p¨¦rdida de poder adquisitivo ocasionada por la inflaci¨®n pueda alimentar esta espiral?
R. Es muy fascinante. Una de las cosas que no anticipamos fue la inflaci¨®n. Ocurre en un mundo en el que el balance de poder entre capital y trabajo ha sido permanentemente transformado por el neoliberalismo. A diferencia de los setenta, ahora es una inflaci¨®n sin batalla redistributiva, pero con masivas consecuencias redistributivas. As¨ª que no discrepar¨ªa de usted. Debe haber, hay, un fuerte argumento de izquierda para acabar con la inflaci¨®n con cualquier instrumento disponible, precisamente para evitar el ciclo que usted describe. Hay costes enormes para las rentas reales, que pesan en el ciclo populista. Yo lo veo como una suerte de mala pol¨ªtica antiestablishment que emerge en el vac¨ªo dejado por el fracaso de socialdem¨®cratas, socialistas y comunistas. Ah¨ª es de donde brota. En el caso de Francia es evidente, directamente del PC [Partido Comunista] al FN [Frente Nacional, actualmente Reagrupamiento Nacional], pero tambi¨¦n en otros sitios. La cuesti¨®n para m¨ª es que debemos evitar la trampa de decir que entonces lo que necesitamos es una dosis de pol¨ªtica monetaria conservadora y tipos de inter¨¦s m¨¢s altos y desempleo m¨¢s alto para arreglar el problema de la inflaci¨®n, porque eso desencadenar¨ªa otra fase de desencanto. Primero, erosi¨®n del poder adquisitivo y, luego, paro masivo. Ser¨ªa un gran golpe.
P. ?C¨®mo hay que abordarla?
R. Creo que la manera correcta de afrontar la inflaci¨®n es seguir analizando cu¨¢n duradera ser¨¢, usar cantidades moderadas de pol¨ªtica monetaria para controlarla, y luego bastante medidas sociales del tipo de las que se han utilizado en Espa?a para controlar el impacto en la vida de las personas del coste de la vida y respaldar estrat¨¦gicamente a los que se hallan m¨¢s golpeados. Porque una pol¨ªtica monetaria muy agresiva para matar la inflaci¨®n ser¨ªa tirar el beb¨¦ junto con el agua sucia del ba?ito.
P. ?Fed y BCE han ido demasiado lejos?
R. No hasta ahora. No parece que vayamos a tener una recesi¨®n significativa este a?o. Lo que hemos visto en los ¨²ltimos meses es el m¨¢s amplio, concertado, aumento de tipos que hemos visto nunca. No es tan brusco y alto como en los setenta, pero es mucho m¨¢s amplio. Hay riesgos sist¨¦micos. Pero de momento provoca tendencias recesivas leves, no tan fuertes como para golpear a los mercados de trabajo, sea de EE UU o de la UE. Y, por tanto, todav¨ªa podemos tener un escenario de aterrizaje suave.
P. ?Le preocupa el impacto sobre la sostenibilidad de la deuda en pa¨ªses fr¨¢giles?
R. Eso es donde se est¨¢ haciendo realmente da?o. Usted me pregunt¨® al principio por los tres grandes. Pero si se quieren identificar las bajas de este proceso, hay que mirar a los mercados emergentes, a los pa¨ªses de renta baja.
P. El mundo atraviesa una fase de cambio. Hay un debate acerca de sus caracter¨ªsticas, si es una desglobalizaci¨®n, una reglobalizaci¨®n o qu¨¦ es. ?Qu¨¦ opina?
R. Es implausible que haya una desglobalizaci¨®n. Es un pensamiento que no ayuda. Lo que vemos es un cambio de marcha de la globalizaci¨®n, un nuevo mix. La idea de una retirada dentro de una l¨®gica nacional es ilusoria. ?Es la batalla de los microchips entre EE UU y China el fin de la globalizaci¨®n o es solo una forma violenta de globalizaci¨®n? Yo pienso m¨¢s bien que es eso, una forma violenta, corrosiva, antag¨®nica de relaciones globales. Estamos todos interconectados unos a otros, es ineludible. China y EE UU no se est¨¢n desacoplando. Est¨¢n en una actitud antag¨®nica en un mundo globalizado.
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