El legado europe¨ªsta de Nadia Calvi?o
Espa?a lanz¨® en 2020 un documento clave que fue la base para configurar el plan de Recuperaci¨®n Next Generation
El domingo se cumplir¨¢n tres a?os desde que el Consejo Europeo aprob¨® el reglamento clave del Plan de Recuperaci¨®n econ¨®mica pospandemia: el de condicionalidad democr¨¢tica, pensado contra Hungr¨ªa y Polonia por sus conductas iliberales.
Tambi¨¦n, tres a?os casi desde que el 1 de enero de 2021 empezaron a concretarse sus monumentales inversiones (800.000 millones de euros), la mitad en subsidios: lo que ha permitido a la Uni¨®n Europea sortear la recesi¨®n pand¨¦mica, los posteriores estrangulamientos y la crisis energ¨¦tica e inflacionista de la guerra de Putin.
Sobre todo porque las expectativas suscitadas por el Next Generation activaron el apetito inversor de las empresas, antes incluso de entrar en vigor. Eso se conoce. Se sabe menos del esencial rol impulsor que jug¨® para su creaci¨®n el Spain¡¯s non-paper on a European recovery strategy (documento espa?ol no oficial sobre una estrategia de recuperaci¨®n europea), vehiculado el 19 de abril de 2020.
¡°Su autora intelectual y la primera pol¨ªtica que plante¨® algo as¨ª, con toda la ambici¨®n, en un momento clave, fue la vicepresidenta Nadia Calvi?o¡±, relata a este diario el secretario general de Asuntos Econ¨®micos de Presidencia del Gobierno, Manuel de la Rocha, su copiloto en la operaci¨®n. Algo relevante. Pues desborda el estricto marco espa?ol, cuando el destino profesional de la vicepresidenta est¨¢ a punto de virar.
Y es que ¡°ese documento cambi¨® el marco de pensamiento¡± de los dirigentes ¡°en un momento cr¨ªtico¡± en que ¡°a¨²n se pensaba que la nueva crisis pod¨ªa abordarse con los instrumentos empleados¡± en la Gran Recesi¨®n de 2008, como el fondo de rescate (Mecanismo de Estabilidad, MEDE) o el Banco Europeo de Inversiones, subraya el secretario de Estado de Econom¨ªa, Gonzalo Garc¨ªa Andr¨¦s, entonces director en Analistas Financieros Internacionales: ¡°Eso habr¨ªa sido un desastre¡±.
La secuencia era trepidante. Al empezar marzo, todo el continente hab¨ªa sufrido ya la covid-19. Madrugadora, la Comisi¨®n present¨® el d¨ªa 10 al Consejo Europeo (celebrado por videoconferencia) un paquete convencional: flexibilizar el Pacto de Estabilidad (a¨²n no suspenderlo) para que los gobiernos pudieran invertir e incurrir en d¨¦ficit, y hacer la vista gorda a las restrictivas normas de ayudas de Estado. Y preve¨ªa una raqu¨ªtica iniciativa de paquete inversor anticoronavirus, rascando el presupuesto: 25.000 millones.
Dos d¨ªas despu¨¦s el BCE tom¨® ventaja con cifras ya jugosas. Rebaj¨® tipos, brind¨® liquidez y prometi¨® 120.000 millones en compras de bonos p¨²blicos y privados para evitar otra crisis del euro. Mientras, los gobiernos lanzaban sus salvavidas, en general modestos: el espa?ol, del mismo d¨ªa, por 14.000 millones. El alem¨¢n, del d¨ªa 13, fue la estrella ¡ªOlaf Scholz en Hacienda¡ª; su bazooka llegaba hasta los 460.000 millones.
Pronto todo lo institucional se revelar¨ªa insuficiente. Los palomas del BCE, en posici¨®n destacada el gobernador espa?ol Pablo Hern¨¢ndez de Cos, apretaban. Y urg¨ªan otro tanto del lado fiscal a gobiernos e instituciones de la UE mediante ¡°nuevas herramientas¡±: Mutualizar el riesgo presupuestario en esta crisis, reclamaba De Cos en un art¨ªculo (EL PA?S, 21 de marzo). El 18 de abril alumbrar¨ªan otro paquete de ¡°compras pand¨¦micas¡± hasta 750.000 millones, palanca ya cre¨ªble.
El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, clamaba casi en el desierto de los gobiernos proponiendo ¡°articular un gran Plan Marshall para el conjunto de la UE¡± contra una crisis que ¡°no puede encontrar solamente una respuesta nacional¡± (22 de marzo). Pero la mayor¨ªa de los ministros econ¨®micos arrastraba los pies. El d¨ªa 25, el Eurogrupo, por boca de su h¨¢bil presidente, M¨¢rio Centeno, se conformaba con ¡°los significativos recursos del MEDE¡±.
Despertar¨ªan. Una carta abierta de los Nueve m¨¢s integracionistas (entre ellos Espa?a, Francia e Italia) de ese mismo d¨ªa suger¨ªa ya ¡°trabajar en un instrumento de deuda com¨²n¡±, sin mencionar los anhelados eurobonos de los que la canciller Angela Merkel hab¨ªa renegado el 26 de junio de 2012: ¡°No, mientras yo viva¡±.
A¨²n sin mucho ¨¦xito. Los primeros ministros respond¨ªan el 26 de marzo, en un tedioso ping-pong con sus ministros: ¡°Usaremos instrumentos de la UE para apoyar a los Estados miembros en la recuperaci¨®n¡±. Traducido: solo las herramientas existentes; nada de fondos y menos subvencionados con eurobonos. Y con cifras enanas: aunque ya 37.000 millones, quiz¨¢ ampliables con el BEI encargado de ¡°explorar¡± un alza sustancial de sus pr¨¦stamos.
En este ambiente empez¨® abril con un creativo debate de los eurodiputados (Jon¨¢s Fern¨¢ndez, Ernest Urtasun y Luis Garicano, entre los espa?oles) y otros economistas de prestigio (Paul de Grauwe, Agn¨¨s B¨¦nassy-Qu¨¦r¨¦, Jean Pisani, Ramon Marimon...) clamando por m¨¢s dinero y financiaci¨®n com¨²n. El Eurogrupo y la Comisi¨®n serpenteaban, aunque elevaron sus apuestas a medio bill¨®n de euros: en pr¨¦stamos del BEI, garant¨ªas del MEDE, programa SURE contra el desempleo.
Hasta que el 19 de abril apareci¨® el non-paper espa?ol. Marc¨® un antes y un despu¨¦s, por ser ¡°la primera gran respuesta com¨²n contundente, cifrada y articulada¡± formulada desde un Gobierno, coinciden distintos participantes en su cocina.
Propon¨ªa un plan alimentado por una cifra de recursos s¨²perambiciosa, dos billones de euros; toda ella dispensada en grants, subsidios; financiada por deuda mutualizada ¡°perpetua¡±, por eurobonos cuyos intereses se pagar¨ªan mediante nuevos impuestos europeos; que se aportar¨ªa al presupuesto com¨²n y se dirigir¨ªa desde el mismo (imbricada en las Perspectivas Financieras Plurianuales, de gesti¨®n comunitaria); orientada a las agendas verde y digital, con especial atenci¨®n a la ¡°autonom¨ªa industrial¡±. La gran utop¨ªa hecha papel.
El alcance de la propuesta contrastaba con la reticencia inicial de la vice a una expansi¨®n fiscal nacional potente, esa inquietud ortodoxa tan propia de los ecofines. Si en su opci¨®n final influy¨® una deriva econ¨®mica cada d¨ªa m¨¢s dram¨¢tica, o las sugerencias de gentes pr¨®ximas, o ambas cosas, es una inc¨®gnita por dilucidar.
El caso es que el texto ten¨ªa un precedente, el papel interno espa?ol titulado, en ingl¨¦s, Proposal for a swift deployment of an economic recovery fund (Propuesta para un r¨¢pido despliegue de un fondo de recuperaci¨®n econ¨®mica), del 6 de abril, m¨¢s esquem¨¢tico, pero que ya postulaba transferencias no reembolsables y bonos emitidos por Bruselas con respaldo del presupuesto com¨²n.
Un equipo transversal de Econom¨ªa y Presidencia, con apoyo en Hacienda y Exteriores (y que se reun¨ªa digitalmente) lo mejor¨® y ampli¨® en ¡°bastantes versiones¡±, recuerda una de sus componentes m¨¢s activas, hoy destinada en Bruselas. ¡°Las ideas b¨¢sicas fueron de Nadia¡±, complementadas con el equipo de Moncloa.
En la tarde del domingo 19 de abril lo sometieron al presidente del Gobierno. Le dio v¨ªa libre. No sin antes coment¨¢rselo telef¨®nicamente a la canciller alemana: qued¨® complacida. No hay detalles literales disponibles de esa conversaci¨®n. Pero ella tranquiliz¨® a sus cercanos: no aparecer¨ªa la palabra transfers, expresi¨®n que en Alemania se asocia a la estigmatizada transfer-Union, uni¨®n de transferencias con riesgo moral. Y en efecto, apareci¨® un equivalente menos sesgado, grants.
A las pocas horas, el vicepresidente holand¨¦s de la Comisi¨®n, Frans Timmermans, lo consideraba una ¡°base para el acuerdo europeo¡±. A los cuatro d¨ªas, la Comisi¨®n lo reelabor¨® como nuevo ¡°marco¡±: A multiannual financial framework. Y al mes, Berl¨ªn y Par¨ªs emit¨ªan su doctrina (A french-german initiative) de estructura calcada al plan espa?ol, pero con rebajas en la ambici¨®n (de cuant¨ªa; y en la deuda, no perpetua). A¨²n as¨ª, tard¨® meses en superar obst¨¢culos y receleos. Pero ya era casi color¨ªn-colorado.
Sigue toda la informaci¨®n de Econom¨ªa y Negocios en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.