Es hora de medir (bien) la precariedad laboral
A pesar de su omnipresencia, gran parte permanece oculta. No la comprendemos lo suficientemente bien y no logramos evaluarla ni acertar en la toma de decisiones pol¨ªticas
A finales del siglo XIX, al contemplar la creciente agitaci¨®n social vinculada a la desoladora escasez de empleo en Inglaterra, el influyente peri¨®dico The Times expres¨® con inquietud que el desempleo constitu¨ªa ¡°el problema fundamental de la sociedad moderna¡±. Pocos a?os despu¨¦s, en 1895, la C¨¢mara de los Comunes brit¨¢nica instituy¨® un Comit¨¦ destinado a escudri?ar la ¡°angustia por falta de empleo¡± (Distress from Want of Employment). Ese hito hist¨®rico culmin¨® en la primera investigaci¨®n oficial con el objetivo de analizar a fondo la situaci¨®n, las causas y la formulaci¨®n de propuestas ante un fen¨®meno social como el desempleo, cuyas implicaciones repercut¨ªan profundamente en la vida y la salud de una gran parte de la poblaci¨®n. Desde la revoluci¨®n industrial decimon¨®nica hasta las luchas por los derechos laborales en los siglos posteriores, las condiciones de empleo han configurado no solo la estructura social y econ¨®mica de los pa¨ªses, sino que contin¨²an dejando una profunda huella en la salud y el bienestar de trabajadores y trabajadoras de todo el mundo.
Por ello, en abril de 2022, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Econom¨ªa Social del Gobierno espa?ol estableci¨® una Comisi¨®n con el prop¨®sito de obtener un diagn¨®stico detallado de dos de los males sociales m¨¢s preocupantes de nuestra ¨¦poca: la precariedad laboral y los trastornos de salud mental. La culminaci¨®n de esta iniciativa se materializ¨® en marzo de 2023 con la presentaci¨®n del Informe PRESME, la primera investigaci¨®n auspiciada por un gobierno que relaciona de forma integral ambos fen¨®menos. El estudio aborda cuestiones fundamentales como la definici¨®n de la precariedad laboral, los m¨¦todos para su medici¨®n, su impacto en la salud mental, as¨ª como las estrategias para mitigar tanto la precariedad como sus efectos en la salud. Pr¨®ximamente, este informe ser¨¢ publicado en forma de libro.
Aunque com¨²nmente la precariedad laboral se ha asociado con los contratos temporales, la inseguridad laboral o los bajos ingresos, un an¨¢lisis cient¨ªfico minucioso y exhaustivo revela su naturaleza poli¨¦drica y multidimensional. Estos factores van m¨¢s all¨¢ de lo econ¨®mico e incluyen aspectos psicosociales, como estar sujeto a ritmos laborales intensos y la imperiosa necesidad de estar permanentemente disponible, as¨ª como condiciones laborales inestables e inseguras que generan una elevada vulnerabilidad y un latente temor al despido. Tambi¨¦n incluyen desde la carencia de protecci¨®n y derechos laborales hasta la debilidad en la capacidad de negociaci¨®n y el ejercicio efectivo de estos derechos, pasando por la percepci¨®n de una retribuci¨®n insuficiente. Experimentar la precariedad puede traducirse en tener empleo de forma intermitente, estar subempleado (con un contrato a tiempo parcial no deseado o desempe?ando funciones por debajo de su nivel educativo), trabajar en empleos ¡°sumergidos¡±, e incluso tener m¨²ltiples ocupaciones que apenas cubren los gastos mensuales. Aunque los incrementos recientes del salario m¨ªnimo han beneficiado a m¨¢s de dos millones de personas, a¨²n persiste un contingente significativo de trabajadores y trabajadoras que apenas superan la franja de los mil euros al mes. Sin embargo, la sombra de la precariedad laboral se extiende hoy no solo sobre el empleo asalariado, incluso aquel con un nivel elevado de estabilidad, sino tambi¨¦n sobre numerosas ocupaciones no asalariadas e informales.
A pesar de su omnipresencia, hoy gran parte de la precariedad laboral permanece oculta. No la comprendemos lo suficientemente bien, no la medimos adecuadamente y, por lo tanto, no logramos evaluarla ni acertar en la toma de decisiones pol¨ªticas. Junto con numerosos empleos cuyos efectos perjudiciales para la salud y la vida podemos entender, existen muchos otros cuya naturaleza t¨®xica apenas conocemos. Es el caso de diversos tipos de empleo informal, trabajo sumergido o labores realizadas a cambio de alojamiento y/o manutenci¨®n, en situaciones que rozan la servidumbre y la esclavitud, comunes en naciones empobrecidas y cada vez m¨¢s frecuentes en los pa¨ªses ricos. Adem¨¢s de estos empleos, subsiste un tipo de trabajo cotidiano esencial en gran medida ignorado a nivel social, cuyas consecuencias se sufren casi siempre en silencio. Nos referimos al intenso e imprescindible trabajo reproductivo (trabajo dom¨¦stico y de cuidados) que tantas mujeres llevan a cabo en el seno familiar, desprovistas de salario y derechos laborales. No es sorprendente que, como ha apuntado Silvia Federici, ¡°la cadena de montaje empieza en la cocina, en el lavabo, en nuestros propios cuerpos¡±, y que el trabajo y el cuerpo de las mujeres sean los ¡°nuevos comunes¡±, los bienes esenciales que la comunidad necesita para subsistir. Actualmente, los insuficientes datos disponibles revelan que casi la mitad de la poblaci¨®n activa en Espa?a, equivalente a once millones y medio de personas, muestra s¨ªntomas de estar sumida en la precariedad.
Distintos estudios cient¨ªficos, as¨ª como la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), resaltan que la precariedad laboral opera como un determinante que incrementa el riesgo de padecer m¨²ltiples enfermedades y fallecer prematuramente. El Informe PRESME ha proporcionado evidencia cient¨ªfica que demuestra c¨®mo la precariedad laboral act¨²a como un determinante perjudicial para la salud, un flagelo social que propicia el consumo de alcohol y drogas, as¨ª como un aumento en el riesgo de suicidio. La econom¨ªa de las plataformas digitales ilustra de manera reveladora esta inquietante realidad. Quienes trabajan en este sector se hallan bajo la amenaza constante de un mercado laboral altamente flexibilizado, sometidos a menguados salarios, a una disciplina constante pero invisible, y a la falta de control sobre su propio tiempo. Aunque gozan de libertad jur¨ªdica, se ven compelidos a internalizar una situaci¨®n laboral que subyuga y aliena.
Pero, ?qu¨¦ m¨¢s sabemos del v¨ªnculo entre la precariedad laboral y los problemas de salud mental? En Espa?a, se observa una elevada prevalencia de trastornos mentales, un fen¨®meno fuertemente medicalizado, ya que nos contamos entre los pa¨ªses del mundo con mayor consumo de ansiol¨ªticos y antidepresivos. El malestar, la aflicci¨®n ps¨ªquica o la dependencia constante de medicamentos para sobrellevar la jornada laboral son respuestas que hoy en d¨ªa se han normalizado en amplios sectores de la poblaci¨®n, creando una realidad en la que a menudo muchas personas se sienten culpables de su propio sufrimiento, ajenas a las causas estructurales de una precariedad que a menudo impulsa el ¡°presentismo¡± laboral, es decir, la asistencia al trabajo incluso en situaci¨®n de enfermedad. Sin embargo, dado que el sufrimiento ps¨ªquico no es ¨²nicamente una cuesti¨®n individual sino colectiva, su resoluci¨®n requiere un enfoque social y pol¨ªtico. La necesidad de abordar las ra¨ªces sist¨¦micas de la precariedad laboral y sus efectos en la salud mental implica, por ejemplo, la promoci¨®n de reformas estructurales como la democratizaci¨®n del ¨¢mbito laboral.
La investigaci¨®n cient¨ªfica ha demostrado que el impacto en la salud mental es m¨¢s de 2,5 veces m¨¢s com¨²n entre aquellos que trabajan en condiciones precarias, empeorando a medida que la precariedad laboral se intensifica. Esta realidad afecta de manera m¨¢s severa a mujeres, j¨®venes, personas de clase trabajadora, migrantes y colectivos frecuentemente olvidados, como los aut¨®nomos, las personas trans y las personas con diversidad funcional, as¨ª como a ciertas profesiones como el periodismo y el trabajado cultural. Del total de personas trabajadoras en Espa?a, se estima que, durante el a?o 2020, m¨¢s de medio mill¨®n sufrieron depresi¨®n, de las cu¨¢les al menos un tercio podr¨ªa haber evitado este padecimiento si no hubieran estado sometidas a empleos precarios. Estamos hablando de m¨¢s de 170,000 individuos, cada uno con su propia trayectoria vital, aspiraciones y entorno familiar.
El trabajo no debe ser simplemente un mero medio de supervivencia ni un entorno nocivo que perjudique nuestra salud f¨ªsica y mental; debe ser una fuente de realizaci¨®n personal y bienestar. Evitar la precariedad, proporcionar seguridad a todas las personas y preservar su salud deber¨ªa constituir un imperativo ¨¦tico para todos los gobiernos. Sin embargo, en la era de la inteligencia artificial y el big data, los sistemas de informaci¨®n actuales carecen de las herramientas necesarias para analizar y explicar de manera integral fen¨®menos tan cotidianos y relevantes como la precariedad laboral y sus repercusiones sociales y en la salud. En 1964 se llev¨® a cabo por primera vez en Espa?a la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA), cuyos datos permitieron medir el desempleo y se recopilaron trimestralmente a partir de 1975. Sin embargo, para evaluar el progreso y la justicia social de un pa¨ªs, no basta con conocer la cantidad de empleos, sino que es esencial tambi¨¦n conocer su calidad. En 1987, se dio un importante pero insuficiente paso adelante al incluir por primera vez la medici¨®n de la temporalidad en el mercado laboral espa?ol. No obstante, como acertadamente se?al¨® el estad¨ªstico John Tukey, es preferible tener una respuesta no exacta a la pregunta correcta que una respuesta exacta a la pregunta incorrecta. Hoy en d¨ªa, ha llegado el momento de que los servicios estad¨ªsticos oficiales desarrollen los indicadores necesarios que permitan medir adecuadamente la magnitud, evoluci¨®n y m¨²ltiples efectos de la precariedad laboral. En el a?o 2024, tenemos el conocimiento necesario para responder adecuadamente a la pregunta correcta. Es el momento de que la sociedad comprenda y eval¨²e integralmente un determinante social fundamental para nuestra salud.
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