Viaje a las comarcas mineras con las pensiones m¨¢s altas de Espa?a
En las zonas que vivieron de la miner¨ªa, la prestaci¨®n en promedio ronda los 2.000 euros. Es uno de los principales apoyos de las econom¨ªas locales, pero cada a?o es menos: ¡°Aqu¨ª ya no tienes futuro¡±
En su ¨²ltimo d¨ªa en la mina, a ?ngel Guti¨¦rrez (61 a?os) le cay¨® encima una piedra ¡°tan grande como una l¨¢pida de sepultura¡±. Le rompi¨® varias costillas y dos v¨¦rtebras. ¡°Tengo suerte de estar aqu¨ª, cre¨ªa que me mor¨ªa. Lo ¨²ltimo que hice en la mina fue salir en camilla¡±. Su hermano Felipe (58) tambi¨¦n se libr¨® por los pelos de morir bajo tierra. ¡°Me quedaba solo un vag¨®n por cargar y me cay¨® un costero [roca de grandes dimensiones] en la pierna. Me la parti¨®, se me puso del rev¨¦s¡±. Un t¨ªo y un primo de ellos, tambi¨¦n mineros, murieron trabajando. ?l y su hermano, ya jubilados, rememoran la peor parte del que era su trabajo, el que empleaba a la mayor¨ªa en Villablino (Le¨®n). Esa peligrosidad, combinada con la fuerza de los sindicatos en el sector y el esplendor de esta actividad durante parte del siglo XX, se recompensaba con salarios superiores a la media. Las cotizaciones de esas n¨®minas hoy se traducen en las pensiones p¨²blicas de jubilaci¨®n m¨¢s altas de Espa?a.
La pensi¨®n media en Villablino es de 1.935 euros, el tercer registro m¨¢s elevado de los 8.000 municipios del pa¨ªs. Responde a un patr¨®n: las nueve localidades con mayores pensiones medias est¨¢n relacionadas con la miner¨ªa. Tres son de Teruel, cuatro de Asturias y dos de Le¨®n, entre las que se cuenta Villablino, donde todo evoca a minas cerradas hace a?os.
Las fotos de los bares de Villablino, el monumento que preside la plaza, los s¨ªmbolos de picos y martillos... ¡°Sabemos de d¨®nde venimos, la clave es saber a d¨®nde vamos¡±, indica Mario Rivas, el alcalde. La reflexi¨®n es apropiada porque los datos de renta indican que el presente no se parece en nada al pasado: la renta media es de 1.130 euros por persona. A Arsenio P¨¦rez, minero jubilado de 55 a?os, se le ilumina la cara al recordar la d¨¦cada de los ochenta y principios de la de los noventa: ¡°Era impresionante. Coche que sal¨ªa, coche que estaba aqu¨ª. Los bares solo cerraban para limpiar, abr¨ªan todos los d¨ªas...¡±.
Ese furor econ¨®mico explica las pensiones de hoy: si solo se tienen en cuenta las jubilaciones de los mineros (el 58% de las prestaciones del r¨¦gimen de la miner¨ªa las perciben hombres), el promedio nacional escala hasta los 2.802, cerca del m¨¢ximo (3.175). ¡°Pasaremos de estar entre los que tienen las mejores pensiones a estar entre los peores. Hemos cambiado un monocultivo industrial por el turismo, los servicios y la ganader¨ªa, normalmente mediante autoempleo¡±, lamenta Rivas. ¡°Tengo un chaval que se va a tener que ir. Se sac¨® lo de soldador, pero no encuentra nada¡±, lamenta Pablo M¨¦nguez.
A sus 45 a?os es minero prejubilado. ¡°Fui de los ¨²ltimos en entrar en la mina, en 1997. Me preguntaban qu¨¦ hac¨ªa, si ya iba a cerrar¡±. Uno de los muchos art¨ªfices de que personas como Pablo tuviera derecho a jubilarse tan pronto es el leon¨¦s Anatolio D¨ªez, secretario general de la Federaci¨®n de Pensionistas y Jubilados de UGT. Hay, explica, dos razones que justifican que los mineros puedan retirarse mucho antes de los 65. Una son los coeficientes reductores, por los cuales cada dos a?os trabajados es como si el minero hubiera trabajado tres (para las categor¨ªas m¨¢s penosas, otras aportan menos tiempo). ¡°Esto se debe a la peligrosidad y el gran esfuerzo f¨ªsico de la profesi¨®n. Y no es la ¨²nica, tambi¨¦n hay coeficientes para los polic¨ªas, entre otros¡±, indica D¨ªez. El Gobierno negocia con sindicatos y empresarios una ampliaci¨®n de esta pol¨ªtica a otras profesiones de alta mortalidad.
Esta peculiaridad de la jubilaci¨®n de los mineros no deriva de una negociaci¨®n como la actual: fue establecida a finales de los a?os sesenta, a¨²n en la dictadura de Franco. Ya entonces se reconoc¨ªa que la carrera laboral de una minero deb¨ªa ser sustancialmente m¨¢s corta. Las centrales s¨ª negociaron tanto con el PSOE como con el PP en los a?os noventa la clausura de casi todos los pozos, conversaciones en la que particip¨® D¨ªez. ¡°Era una exigencia de Europa y el Gobierno estaba decidido a hacerlo. Iba a cerrar como fuese. Al menos conseguimos que no fuera con despidos, como en el Reino Unido con Margaret Thatcher, sino con prejubilaciones¡±. Esos retiros anticipados tuvieron (y tienen) un coste para la Seguridad Social que, seg¨²n recuerda el sindicalista de UGT, ambos partidos aceptaron en distintas etapas. ¡°Lo importante era cerrar, costase lo que costase. Al no poder evitar eso, nosotros defendimos los derechos de los trabajadores¡±.
¡°Aquello fue la panacea¡±, contin¨²a ?ngel Guti¨¦rrez, ¡°poder prejubilarte con 40 y pocos a?os¡±. Para el valle, en cambio, ¡°fue la ruina¡±: ¡°Las prejubilaciones no fueron gratis, sino a cambio de acabar con un sector; a cambio de no saber qu¨¦ va a ser de nuestros hijos¡±, finaliza el alcalde leon¨¦s.
Recelos contra ellos
A una hora y media de Villablino, en la otra gran cuenca minera, se encuentra Riosa. Este pueblo asturiano registra la novena pensi¨®n media m¨¢s alta de Espa?a (1.891). La v¨ªa que lo une a la carretera principal es sinuosa, pero no tanto como la que sube al Angliru. La subida m¨¢s ic¨®nica del ciclismo espa?ol est¨¢ en su t¨¦rmino municipal. ¡°All¨ª¡±, dice desde la televisiva cima el alcalde de Riosa, Roberto ?lvarez (61 a?os), mientras apunta al horizonte, ¡°estaba uno de los pozos que empleaba a cientos de personas; con esta orograf¨ªa es muy dif¨ªcil que se instale otra industria¡±. Es socialista y fue minero, como su hom¨®logo de Villablino y como su amigo Felipe Mart¨ªnez (65 a?os).
¡°No era mi vocaci¨®n, pero me adapt¨¦ como todos los dem¨¢s. Fue peor a partir de un accidente que sufr¨ª en el que murieron tres compa?eros. Desde entonces cada ruido me pon¨ªa en alerta. La prejubilaci¨®n me hizo un favor tremendo... La mina es polvo, humedad, ruido, mucho trabajo f¨ªsico y, adem¨¢s, peligro¡±, comenta Mart¨ªnez. Lamenta la ¡°envidia¡± e incluso el ¡°odio¡± que algunas personas vuelcan contra ellos por sus prejubilaciones. ¡°Mi hermano, en Oviedo, no dec¨ªa que hab¨ªa trabajado en la mina. O le preguntaban y callaba, para no aguantar lo que sab¨ªa que le iban a decir¡±.
Mientras Mart¨ªnez cuenta la historia de su hermano, Gilberto L¨®pez (63 a?os) niega con la cabeza. ¡°Siento mucho orgullo de haber sido minero. Jam¨¢s renunciar¨¦ a lo que soy, si me ponen mala cara me da igual¡±. E insiste: ¡°Tenemos la misma jubilaci¨®n que cualquier trabajador de este pa¨ªs. Cobramos en funci¨®n de nuestra cotizaci¨®n, que era alta como en cualquier otra industria. La media de estos pueblos puede ser mayor porque aqu¨ª todos ¨¦ramos mineros¡±.
Ese ¨²ltimo apunte de L¨®pez da en el clavo para entender por qu¨¦ las pensiones medias de estos municipios encajonados entre monta?as son tan altas. No es com¨²n que en una sola localidad haya tal volumen de exempleados de un solo sector, y adem¨¢s bien retribuido. Las grandes f¨¢bricas, donde los salarios son parecidos a los que ofrec¨ªa la miner¨ªa, suelen situarse en zonas bien comunicadas, donde la actividad se diversifica. De ah¨ª que, por ejemplo, en la industrializad¨ªsima Vigo la pensi¨®n media sea de 1.305 euros. El resto de la econom¨ªa hunde el promedio.
Es un fen¨®meno que ir¨¢ diluyendo el dato de los municipios mineros: las pensiones altas se agotan poco a poco. En el a?o 2000, primera cifra disponible, en Espa?a hab¨ªa 75.300 pensiones del r¨¦gimen de la miner¨ªa, un 22% m¨¢s que ahora: 59.000. Es una evoluci¨®n contrac¨ªclica en comparaci¨®n con el resto de pensiones, que, dado el envejecimiento de la poblaci¨®n, han crecido un 82% en el mismo periodo. Si se mantiene el ritmo de ca¨ªda de los ¨²ltimos cinco a?os, en unas tres d¨¦cadas habr¨¢ menos de la mitad de los pensionistas de la miner¨ªa que ahora.
Si los salarios eran tan altos, ?por qu¨¦ hab¨ªa quien eleg¨ªa no trabajar en la mina? ¡°Porque siempre estuvo muy mal vista. Muchos mineros aspiraban a que sus hijos no trabajaran ah¨ª, por lo peligrosa que era. Hubo un momento que entraba todo el que quer¨ªa, tuviera o no estudios, pero muchos no lo eleg¨ªan por esa mala fama. Despu¨¦s se fue complicando¡±, rememora Efr¨¦n Pont¨®n, de 71 a?os. Fue el l¨ªder de CC OO en la comarca del Caudal, zona minera por excelencia y cuya capital es Mieres. ¡°Entonces no sab¨ªamos que iba a haber prejubilaciones, que no elegimos nosotros, y entramos igualmente en la mina¡±.
Su compa?ero Roberto Mallada (59 a?os) fue responsable de acci¨®n sindical en Hunosa, la empresa p¨²blica de miner¨ªa. ¡°Mi padre falleci¨® en 1977, con 50 y pocos a?os y un tercer grado de silicosis [enfermedad pulmonar por respirar polvo que contenga s¨ªlice]. Eso echaba para atr¨¢s a muchos. Despu¨¦s las condiciones de seguridad mejoraron much¨ªsimo, pero la penosidad segu¨ªa ah¨ª¡±.
Mallada conversa con EL PA?S muy cerca del pozo Barredo, una antigua mina integrada en Mieres. ¡°Aqu¨ª hubo muchas protestas para que mejorasen las cosas. Luch¨¢bamos constantemente¡±, recuerda Jos¨¦ Antonio Cerra (67 a?os). No ve el mismo ¨ªmpetu en los j¨®venes, pero entiende la raz¨®n: ¡°Lo he hablado muchas veces con el guaje y a lo mejor tiene raz¨®n. Me dice ¡®papa, ya no hay Hunosa¡¯, donde ¨¦ramos miles de personas unidas. Ahora hay empresas peque?as, privadas, donde si te quejas de echan. Hoy la palabras compa?ero no existe. Futuro aqu¨ª ya no tienes¡±.
Esa devaluaci¨®n de la actividad ha reducido la poblaci¨®n de esos municipios. En Villablino hay la mitad de habitantes que en los a?os 90 (de 15.628 a 7.845), Riosa se ha dejado 1.000 de los 2.774 que ten¨ªa entonces y Mieres ha perdido unos 17.000, hasta quedarse en los 36.195 actuales. Si la comparaci¨®n viaja al pasado el dato impresiona a¨²n m¨¢s: en 1960 hab¨ªa 70.871 habitantes en la capital de la miner¨ªa. ¡°Desde mi ventana se ven cinco pisos en venta, y llevan en venta la de Dios¡±, apunta ?ngel Luis V¨¢zquez (69 a?os).
Prestaciones menores de las mujeres
El alcalde de Mieres, Manuel ?ngel ?lvarez, dice que algunos de esos vecinos jubilados o prejubilados volvieron a sus lugares de origen (de ah¨ª que haya algunos pensionistas de la miner¨ªa del carb¨®n en provincias sin dicha actividad) y otros se mudaron a las grandes ciudades asturianas, como Oviedo o Asturias. ¡°Hubo muchos que con su paga ayudaron mucho a sus hijos, en algunos casos para estudiar una carrera que ellos no pudieron cursar. Muchos de esos j¨®venes se han ido a trabajar a otras zonas. En otros casos esas pensiones ayudaron para emprender un negocio. En mi caso mi padre me ech¨® una mano para poner una pescader¨ªa¡±.
El dirigente de Izquierda Unida, como el resto de alcaldes, reconoce el papel clave de estas prestaciones en la econom¨ªa de la zona, pero aporta un matiz importante. ¡°La media muchas veces puede enga?ar. No es oro todo lo que parece. Aqu¨ª tenemos a miles de viudas con unas pagas peque?as¡±. Las estad¨ªsticas le dan la raz¨®n: las mujeres asociadas al r¨¦gimen de la miner¨ªa, pr¨¢cticamente todas por la prestaci¨®n de viudedad (el 33,5% del total), perciben una pensi¨®n media de 1.324 euros brutos. De ah¨ª que la media global de la miner¨ªa quede en 2.193 euros, cuando los hombres jubilados perciben 2.802 en promedio. Es un sector hist¨®ricamente ultra masculinizado: entre las pensiones de jubilaci¨®n, ellos son el 99%.
Una esas mujeres con una pensi¨®n de viudedad minera es Carmen S¨¢nchez, de 68 a?os. ¡°Recibo unos 1.100 euros¡±, dice esta asturiana, cuyo marido, jubilado minero, muri¨® recientemente por causas naturales. ¡°Vivir¨ªa mejor con una pensi¨®n m¨¢s alta, pero me apa?o¡±, explica mientras pasea cerca de la plaza de Requexu de Mieres. Le acompa?a su hija Silvia, que est¨¢ de visita. Tiene 35 a?os, vive en Madrid, trabaja en el sector del marketing y tiene un ¡°buen sueldo¡±. ¡°Quiero volver, aqu¨ª se vive muy bien. Estoy en busca de una empresa que me deje teletrabajar todos los d¨ªas¡±. Si lo consigue y echa ra¨ªces, la zona ganar¨¢ en el futuro una nueva pensi¨®n alta, como las que reciben los mineros jubilados.
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