As¨ª es una noche con los trabajadores del ocio nocturno: ¡°No concibo tener un horario de ma?ana¡±
Cuatro trabajadores del mundo de la hosteler¨ªa muestran c¨®mo es una jornada laboral extendida m¨¢s all¨¢ de la medianoche
Cae la noche sobre Madrid y la ciudad comienza a entrar en ebullici¨®n. Ha sido un jueves fr¨ªo y lluvioso, nada propicio para que la gente se eche a la calle. Pero ah¨ª est¨¢n. Terrazas ocupadas, locales llenos, nada que un buen abrigo no pueda remediar. Una madrugada m¨¢s en la animada vida nocturna de la capital y, casi, del pa¨ªs. El ocio nocturno en Espa?a, contando con discotecas, espect¨¢culos y festivales, movi¨® cerca de 20.000 millones de euros en 2023, es decir, un 1,6% del PIB, seg¨²n la patronal del sector Espa?a de Noche.
Su relevancia hace que cobren especial importancia las declaraciones realizadas el lunes por la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda D¨ªaz, sobre la ¡°locura¡± que le parec¨ªa que el horario de cierre de los restaurantes alcanzara la una de la madrugada. Tras el revuelo ocasionado, D¨ªaz concret¨® al d¨ªa siguiente que trabajar en horario nocturno conlleva riesgos para la salud y explic¨® que lo ¨²nico que defend¨ªa al hablar de los amplios horarios de la hosteler¨ªa en Espa?a es que dichas jornadas deben respetar los derechos laborales.
El recorrido nocturno empieza en la Puerta de Alcal¨¢, donde varios restaurantes extienden sus servicios hasta las dos de la madrugada. All¨ª emerge una figura imponente a las puertas de uno de ellos, encargada de que la noche ¡°siga su curso sin sobresaltos¡±. Es Andr¨¦s, integrante del personal de seguridad del grupo de restaurantes Rams¨¦s. Este profesional de 34 a?os lleva la mitad de su vida dedicado a controlar los accesos a locales de ocio. Vecino de Aluche, cuenta que cay¨® de rebote en el sector, gracias a sus habilidades como boxeador y a que cuando ten¨ªa 17 a?os una empresa de canoas necesitaba gente para mantener el control. Ahora no concibe un cambio de trabajo u horario: ¡°Trabajo entre seis y ocho horas diarias y, aunque al principio me costaba conciliar el sue?o, me he ido acostumbrando¡±.
Calle arriba, a unos metros de Andr¨¦s, se encuentra Irene Guallar (nombre ficticio), una joven de 22 a?os que trabaja en un restaurante en el centro en horario de siete de la tarde a tres de la madrugada, a raz¨®n de 1.600 euros mensuales, ¡°sin plus de nocturnidad¡±, se adelanta a aclarar. Guallar sue?a con ser actriz alg¨²n d¨ªa, profesi¨®n para la que se est¨¢ formando. Para ella, el horario es propicio, ya que puede estudiar de d¨ªa y trabajar de noche, aunque conlleva ciertos sacrificios: ¡°Duermo solo seis horas y la verdad es que me ha costado un poco acostumbrarme¡±. A pesar de todo, no se queja del tiempo que le roba trabajar de noche: ¡°Mi vida social es el restaurante, me encanta¡±.
Del restaurante a la barra. Conforme la noche avanza, las discotecas comienzan a recibir a los primeros clientes. En el barrio de La Latina, una fachada iluminada en rojo se?ala un punto de encuentro. En el club Shoko, su jefe de sala, David Manrique, de 48 a?os, controla que todo funcione a la perfecci¨®n: ¡°Nos dedicamos a dar diversi¨®n a la gente, obviamente hay d¨ªas complicados, pero no lidiamos con la presi¨®n que puede tener un ingeniero, por ejemplo¡±. Manrique no se pasa el d¨ªa en el sof¨¢ tras esas noches agotadoras. ¡°Mis dos horas diarias de gimnasio no me las quita nadie¡±, afirma. Y presume de tener una mejor calidad de vida que cualquiera que trabaje en una oficina de ocho a cinco. ¡°No me como atascos, tardo 15 minutos en llegar de mi casa al trabajo y viceversa, he estado presente en la crianza de mis hijos... No estoy de acuerdo con la gente que dice que voy a contracorriente¡±, concluye.
La noche va terminando, y los que vuelven a casa hacen una parada en uno de los templos del desayuno madrile?o. En la Chocolater¨ªa San Gin¨¦s, una decena de turistas y vecinos se entremezclan para refugiarse del fr¨ªo con un chocolate caliente y unas porras antes de irse a la cama. Entre las paredes llenas con los rostros de los famosos visitantes de los que presume el local, aparece risue?a Nona Mykhanchuk, una mujer ucrania de 29 a?os que dirige las noches de San Gin¨¦s. Mykhanchuk, natural de la ciudad portuaria de Odesa, sali¨® de su pa¨ªs hace 10 a?os, en pleno estallido de los conflictos entre prorrusos y simpatizantes del Euromaid¨¢n.
La jefa de noche y sus compa?eras defienden este horario. ¡°Madrid es una ciudad muy nocturna. Estas jornadas laborales nos permiten llevar adelante nuestros hogares y conciliar nuestros estudios. Si nos cansamos, podemos cambiar con el turno de ma?ana o con el de tarde¡±, explican. Nona Mykhanchuk, reconoce que, aunque ahora lleva bien trabajar de noche, le cuesta sacar tiempo para estar con sus amigos. ¡°Cuando te haces mayor, los amigos pueden esperar y les puedes ver en un d¨ªa libre o en vacaciones¡±, concluye.
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