Vivienda, emergencia total
Los problemas para acceder a una casa envenenan la econom¨ªa y se expanden a otros aspectos cotidianos como la emancipaci¨®n juvenil, la movilidad laboral o la integraci¨®n social. Contamos los desvelos inmobiliarios que afectan a toda Espa?a a trav¨¦s de seis testimonios
La vivienda se ha convertido en una emergencia en Espa?a. La dificultad de acceso a una casa envenena el conjunto de la econom¨ªa y afecta a muchos otros aspectos cotidianos. Los j¨®venes son de los que m¨¢s tarde se emancipan de Europa y la tasa de fertilidad tambi¨¦n es de las m¨¢s bajas del mundo, dos problemas que se arrastran desde hace tiempo. Para hacer funcionar la econom¨ªa, se necesitan miles de migrantes, que una vez llegan se topan con el muro del mercado inmobiliario y acaban compartiendo piso a la fuerza. Y mientras la tasa de hacinamiento (b¨¢sicamente, familias que no pueden permitirse vivir solas) no ha hecho m¨¢s que crecer en la ¨²ltima d¨¦cada, el esfuerzo por alquilar o comprar es tan grande, que muchos hogares no pueden ahorrar o concentran todo su ahorro en la casa, lo que merma otras inversiones m¨¢s productivas y reduce las opciones en tiempos de crisis. Al final, un piso asequible se convierte en un tesoro que nadie quiere abandonar, a costa de reducir la movilidad laboral, lo que complica bajar el paro. Ante este panorama, no sorprende que la ministra de Vivienda, Isabel Rodr¨ªguez, describiera esta misma semana como ¡°una emergencia social¡± lo que sucede en muchas ciudades. Pero la realidad, coinciden los expertos y admiti¨® la propia ministra, es que no hay soluciones m¨¢gicas y llevar¨¢ a?os enderezar el rumbo.
El pa¨ªs atraviesa una ¡°grave crisis de vivienda¡± en palabras del soci¨®logo Jes¨²s Leal, con cuatro d¨¦cadas de investigaci¨®n en la materia a sus espaldas. Y esa crisis es la primera ficha del domin¨® que hace caer muchas otras porque, como recuerda Beatriz Jordao, responsable de la oficina en Espa?a de ONU-H¨¢bitat, ¡°la vivienda es un derecho humano, pero tambi¨¦n es un medio a trav¨¦s del cual accedemos directa o indirectamente a otros derechos como son la seguridad, la salud, la intimidad o la educaci¨®n, entre otros¡±. ¡°Todo el sistema socioecon¨®mico de un pa¨ªs se resiente por la falta de vivienda asequible¡±, agrega.
En el origen de todo se encuentra el esfuerzo que hay que hacer para acceder a una vivienda, particularmente entre quienes alquilan. Los datos de oferta del portal Fotocasa indican que, en los ¨²ltimos 18 meses, los precios de arrendamiento han batido su r¨¦cord hist¨®rico en 49 de las 50 capitales de provincia. Solo Zaragoza se libra. Y las cosas solo son ligeramente mejores para aquellos que pueden comprar. La ¨²ltima estad¨ªstica de precios del INE sit¨²a los importes a solo tres puntos porcentuales de alcanzar los m¨¢ximos de 2007, en plena burbuja inmobiliaria. En algunas de las urbes m¨¢s caras, como Madrid o San Sebasti¨¢n, lo que se pide ya est¨¢ por encima de aquella ¨¦poca, seg¨²n Fotocasa. Y eso implica tener unos ahorros para dar la entrada del piso que muchos hogares no se pueden permitir. La vivienda en propiedad tiene mucho arraigo, pero cada vez hay m¨¢s inquilinos porque el salto del alquiler a la compra resulta imposible para muchos. Seg¨²n Eurostat, un 39% de los hogares que viven de alquiler destinan m¨¢s del 40% de sus ingresos a pagar la casa, el tercer porcentaje m¨¢s elevado en la UE.
¡°El problema es tan fuerte que afecta a clases medias, sobre todo a los hijos de las clases medias¡±, alerta Leal. El catedr¨¢tico lamenta la falta de pol¨ªticas de vivienda tras el estallido de la burbuja (con presupuestos menguantes desde entonces y hasta 2018) y pone el ¨¦nfasis en dos fat¨ªdicas consecuencias demogr¨¢ficas: el retraso en la formaci¨®n del hogar y la ¡°ca¨ªda de la fecundidad a niveles nunca vistos, en los que empiezan a producirse ya saldos de poblaci¨®n nativa negativos¡±. En 2022, ¨²ltimo dato disponible, la edad media de emancipaci¨®n super¨® en Espa?a por primera vez los 30 a?os, la cuarta m¨¢s elevada de la UE. Mientras, la tasa de fertilidad se ha reducido hasta 1,2 hijos por mujer: solo ocho pa¨ªses tienen un peor resultado en los registros del Banco Mundial. La reposici¨®n con poblaci¨®n migrante, de la que ¡°no podemos prescindir¡±, seg¨²n destaca Leal, genera a su vez retos de planificaci¨®n. Un estudio codirigido por el soci¨®logo hall¨® que Madrid era la capital con mayor segregaci¨®n social de Europa, por encima de otras 12.
Pero, adem¨¢s, tener un mercado inmobiliario tan tenso tampoco es bueno desde un punto de vista econ¨®mico. Miguel Cardoso, economista jefe de BBVA Research, se atreve incluso a desterrar uno de los mitos m¨¢s arraigados en el imaginario espa?ol: que no hay mejor inversi¨®n que una casa. ¡°Como activo de ahorro, la vivienda tiene bastantes debilidades¡±, lanza. Es decir, que no es lo m¨¢s recomendable para cuando vienen mal dadas porque normalmente el valor de los inmuebles cae en las crisis y dif¨ªcilmente permiten recurrir solo a una parte de ese ahorro y preservar el resto. Un reciente informe de la consultora Afi destacaba que los hogares espa?oles tienen muchos menos productos financieros de previsi¨®n (planes de pensiones, seguros de vida, rentas vitalicias) que los europeos. Con datos del Banco de Espa?a, estos solo suponen un 3% del ahorro total, mientras la vivienda supone el 70%, lo que plantea un reto para generaciones j¨®venes que cada vez tienen menos expectativas de tener una casa propia. La devoci¨®n por el ladrillo tambi¨¦n corta otras inversiones productivas, lo que repercute en la educaci¨®n o la innovaci¨®n. Pero para Cardoso, una de las mayores disfunciones es la que afecta al mercado laboral. ¡°No es f¨¢cil dejar atr¨¢s una vivienda¡±, explica el economista, y ¡°por eso en Espa?a vemos convivir tasas de paro del 25% en algunas zonas con otras donde est¨¢ en torno al 5%¡±.
En las facultades de Econom¨ªa se estudia 1959 como un hito. Es el a?o del Plan de Estabilizaci¨®n, que sentaba las bases de una econom¨ªa moderna como la que ten¨ªan otros vecinos europeos, y en el que el ministro de Vivienda Jos¨¦ Luis de Arrese dejar¨ªa una frase para la historia: ¡°No queremos una Espa?a de proletarios, sino de propietarios¡±. Pero aquel pa¨ªs con anhelos de cambio se refleja mejor en una pel¨ªcula del mismo ejercicio. El Pisito, con el primer guion del genial Rafael Azona, retrataba a una pareja ya no tan joven que estaba dispuesta a que ¨¦l se casara con una anciana enferma con tal de heredar un ventajoso contrato de alquiler. Un relato de precariedad y planes de vida en suspenso que, 65 a?os despu¨¦s, no suena tan alejado. Espa?a afronta otra gran crisis de vivienda, pero con distintas variables: ?Es posible transitar de un pa¨ªs solo de propietarios a otro donde el alquiler sea una soluci¨®n razonable para muchas familias?
EL PA?S ha pedido a seis hogares repartidos por toda Espa?a que cuenten sus problemas con la vivienda. As¨ª es el pisito de 2024:
XISCA S?EZ. 34 a?os, Mallorca.
Volar cada d¨ªa para no pagar casa
Por LUC?A BOH?RQUEZ
A Xisca S¨¢ez su trabajo como profesora de primero de primaria en el colegio Can Raspalls de Ibiza le sale a pagar. Le asignaron esta plaza hace unos meses, despu¨¦s de aprobar las oposiciones, y, como muchos otros docentes, la ha obtenido en una isla distinta a la que reside con su marido y sus dos hijos de ocho y cinco a?os. En septiembre comenz¨® la pesadilla que ha llevado a algunos de sus compa?eros a renunciar a su plaza de funcionarios, ante la imposibilidad de compaginar las necesidades del mercado laboral con los azares del mercado inmobiliario. S¨¢ez hizo todo para intentarlo: ¡°Me tuve que reducir la jornada para pasar solo dos noches en Ibiza y empec¨¦ a buscar piso. Encontr¨¦ un sof¨¢ en el que me dejaban dormir por 600 euros, me ofrecieron vivir en un piso en reforma, y en una habitaci¨®n min¨²scula y deprimente de un piso con dos personas, a las que no conoc¨ªa, por 450 euros¡±, explica. Una amiga desplazada a Ibiza por el mismo motivo le dijo que una de las habitaciones de la casa que compart¨ªa se quedaba libre y decidi¨® alquilarla. Paga 700 euros mensuales por una vivienda que solo usa dos noches por semana y en la que la casera entra ¡°cuando le da la gana¡± con la excusa de que solo alquila las habitaciones y no el resto de las zonas. Hace un par de semanas pidi¨® una rebaja en el precio y se encontr¨® con una negativa taxativa de la propietaria. ¡°Me dijo que el precio era m¨¢s que razonable¡±, lamenta S¨¢ez. Las enormes dificultades para encontrar un alojamiento digno y poder conciliar con su familia la han llevado a tomar la decisi¨®n de abandonar el piso despu¨¦s de Semana Santa. ¡°He hecho n¨²meros y me sale m¨¢s rentable ir y volver en avi¨®n cada d¨ªa para trabajar. Es un desgaste enorme, pero es la ¨²nica manera de no perder dinero con mi trabajo¡±, explica.
DAVID MELERO. 29 a?os, Madrid
Atrapados en la casa paterna
Por SANDRA L?PEZ LET?N
Los j¨®venes espa?oles dejan el hogar paterno alrededor de los 30 a?os y cuatro meses de edad, cuando sus pares suecos, fineses o daneses llevan ya casi una d¨¦cada fuera del nido. David Melero tiene 29 a?os y ha intentado independizarse en tres ocasiones, aunque siempre ha terminado regresando a casa de sus padres. Los precios de la vivienda, unidos a la precariedad de los sueldos, hacen que estos ensayos de emancipaci¨®n acaben irremediablemente fracasando entre los j¨®venes espa?oles. ¡°Todo mi entorno est¨¢ en la misma situaci¨®n¡±, indica. El ¨²ltimo Observatorio de Emancipaci¨®n del Consejo de la Juventud de Espa?a calculaba el coste medio de vivir independiente en 1.082 euros, por encima de los 1.005 euros en que se sit¨²a el salario mediano de los menores de 35 a?os. Solo queda, por tanto, la opci¨®n de compartir. Esto es lo que hizo Melero desde 2017, tanto con parejas como con amigos. En 2021, ante la imposibilidad de alquilar en solitario, decidi¨® que lo m¨¢s inteligente era volver al hogar familiar con el objetivo de ahorrar y poder comprar. ¡°Fui un iluso porque llevo dos a?os y no es suficiente. Estuve mirando pisos por Ciudad Lineal y Vallecas [zonas residenciales modestas de Madrid], pero por menos de 200.000 euros no encuentras nada decente¡±, cuenta el joven que lleva un a?o en paro y que en este momento estudia un curso de programaci¨®n web con pr¨¢cticas remuneradas de 500 euros al mes. Con esfuerzo, ha conseguido ahorrar unos 24.000 euros, pr¨¢cticamente la mitad de lo que necesitar¨ªa. ¡°El a?o pasado, antes de quedarme en paro, fui al banco a preguntar si me daban una hipoteca. Me dijeron que a m¨ª solo no y que necesitaba otra persona m¨¢s un aval¡±. El joven es pesimista, y por eso se plantea otras alternativas: ¡°He tirado la toalla, veo inviable comprar o alquilar en Madrid¡±, comenta. ¡°Lo m¨¢s probable es que me vaya a A Coru?a con mi pareja. Alquileres que en Madrid cuestan 1.200 euros al mes los puedes encontrar all¨ª por 750¡±, concluye.
ROSBELYS OSTOS. 39 a?os, Vigo
Compartir casa a la fuerza
Por JOS? LUIS ARANDA
Rosbelys Ostos, una venezolana de 39 a?os, lleg¨® a Espa?a hace cuatro. Desde entonces, no sabe lo que es tener una casa para ella. Actualmente, vive en Vigo en un piso de tres habitaciones que comparten dos familias. La suya, de tres personas (tiene una hija de 6 a?os y un hijo de 18), y la de su compa?era, que tiene un hijo de 15. ¡°No me imaginaba que esto era as¨ª¡±, cuenta al tel¨¦fono. ¡°Casi todas mis amistades viven compartiendo piso¡±. Un 6,6% de los hogares de Espa?a no cuentan con las habitaciones suficientes para sus miembros, seg¨²n Eurostat. Es lo que se conoce como tasa de hacinamiento, que ha subido m¨¢s de un punto en la ¨²ltima d¨¦cada. Un informe elaborado por Provivienda en 2022 se?alaba esto como ¡°una de las consecuencias m¨¢s habituales de sufrir discriminaci¨®n racial en el ¨¢mbito de la vivienda¡±, y remarcaba que, en el conjunto de Europa, las personas de raza negra la sufren tres veces m¨¢s que el resto. Ostos vive precisamente en una casa facilitada por esa organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que ofrece, en funci¨®n del grado de vulnerabilidad de las familias, desde alojamientos gratuitos hasta programas de alquileres asequibles. ¡°Este piso cuesta 500 euros, que no est¨¢ mal¡±, cuenta la venezolana. Lo que no es posible dentro de la red asistencial es lo que m¨¢s ans¨ªa, vivir sola. Y ese sue?o se ha complicado ahora que la panader¨ªa donde trabajaba cerr¨® y se ha quedado en el paro. As¨ª que Ostos sigue so?ando: ¡°Me da igual que sea una casa peque?a o que no tenga calefacci¨®n, lo que m¨¢s a?oro es vivir sola con mis hijos donde sea¡±, reflexiona. ¡°Me ir¨ªa adonde fuera, aunque tuviera que sacar el agua de un pozo¡±.
RAQUEL SANZ. 50 a?os, Madrid
Cuando el ahorro de 17 a?os se esfuma
Por SANDRA L?PEZ LET?N
Raquel Sanz nunca imagin¨® que a sus 50 a?os el piso que compr¨® hace ahora 17 a?os se iba a convertir en una trituradora de sue?os. ¡°Mi idea era vivir en esta casa toda la vida y que se la quedaran mis hijos¡±, dice esta mujer que trabaja en una compa?¨ªa aseguradora en la Comunidad de Madrid. No ha sido posible. La subida de la letra hipotecaria mensual ha arrastrado a toda la familia. Se han visto obligados a vender su casa en el municipio de San Sebasti¨¢n de los Reyes porque, como dice con pesar, ¡°el ladrillo no se come¡±. Su historia comienza en 2007, cuando Raquel y su marido, que actualmente tienen dos hijos adolescentes, compraron un piso de dos habitaciones con una hipoteca variable de Caja Madrid (integrada actualmente en CaixaBank), referenciada a eur¨ªbor m¨¢s 0,40% y con un plazo de 30 a?os. El problema es que se trataba de un pr¨¦stamo con cuota creciente. Con los tipos de inter¨¦s en negativo, lleg¨® a pagar 500 euros al mes. Pero en verano de 2022, el BCE inici¨® la subida de tipos de inter¨¦s m¨¢s abrupta de su historia. ¡°La letra de marzo ha sido de 1.430 euros¡±, describe. Raquel gana unos 1.300 euros al mes y su marido, 1.800. Con 3.100 euros en total, la cuota hipotecaria supone el 46% de sus ingresos, cuando el l¨ªmite saludable se sit¨²a en el 30%. La familia es un ejemplo del exceso de esfuerzo que muchos espa?oles dedican a la casa y que les impide hacer frente a otros gastos. ¡°Antes pod¨ªa salir a cenar y ahora no, este pasado verano no nos hemos podido ir de vacaciones, y al hacer la compra voy mirando el c¨¦ntimo¡±, relata. En su caso, adem¨¢s, ser¨¢ en vano. Intent¨® negociar con el banco, pero fue infructuoso. ¡°No nos atend¨ªan y cuando lo hicieron fue para ofrecernos una novaci¨®n aumentando el plazo de la hipoteca en 10 a?os m¨¢s y dej¨¢ndonos una letra de 1.023 euros¡±. La decisi¨®n est¨¢ tomada. Raquel vender¨¢ el piso que compr¨® por 237.000 euros por 195.000 euros, pr¨¢cticamente lo que le resta de hipoteca. Ha encontrado ya comprador para escapar cuanto antes de una situaci¨®n que le est¨¢ costando la salud: ¡°Tras cuatro meses de baja laboral por ansiedad, he llegado a la conclusi¨®n de que es nuestra ¨²nica salida¡±. Y es consciente de lo que vendr¨¢ luego: ¡°Tengo que empezar de cero con 50 a?os y dos hijos¡±.
N.R. 40 a?os, Alicante.
Sin alternativa a un alquiler imposible
Por RAFA BURGOS
Espa?a tiene menos de un 2% de vivienda social, frente la media europea del 9%. Eso complica mucho las cosas para las familias m¨¢s desfavorecidas, como la de N. R. Esta mujer de 40 a?os recibi¨® en diciembre un burofax en el que su casero le advert¨ªa de que le iba a subir el alquiler, y cuenta su caso bajo la condici¨®n de anonimato porque todav¨ªa tiene esperanzas de negociar con este. Actualmente, paga 414 euros por una casa de tres habitaciones en la que vive con dos de sus tres hijos en un barrio hist¨®rico de Alicante. En abril, cuando expire el contrato de arrendamiento que firm¨® en 2018, el precio subir¨¢ a 750 euros. Un importe inaccesible para sus ingresos, de alrededor de 800 euros, que percibe gracias al Ingreso M¨ªnimo Vital y la Renta B¨¢sica Valenciana, ya que no puede trabajar a causa de las secuelas de un accidente de tr¨¢fico por el que ha pedido el certificado de incapacidad. ¡°No s¨¦ c¨®mo va a llegar mi cuerpo a ese momento en que me saquen de casa¡±, cuenta, resignada al desahucio.
N.R. ya fren¨® el a?o pasado las intenciones de su casero. Pocos d¨ªas antes de que se cumplieran los cinco a?os del contrato de arrendamiento, en abril de 2023, le advirti¨® de la subida del precio. Pero desde una asociaci¨®n de su barrio que lucha contra los desahucios le comentaron que le ¡°ten¨ªa que haber avisado con dos meses de antelaci¨®n¡± y logr¨® prorrogar su estancia. Este a?o, sin embargo, el propietario de la vivienda, con tres habitaciones y poco menos de 80 metros cuadrados, ha cumplido los plazos. ¡°Est¨¢ en su derecho¡±, lamenta la inquilina, que ha entrado en un plan municipal de emergencia habitacional ¡°que tiene las listas cerradas¡±. No hay viviendas a precios asequibles, asegura. En la escalera de al lado de su casa, se alquila un piso igual a 1.000 euros. En un piso similar, situado en uno de los barrios marginales de la ciudad, ¡°solo me permit¨ªan alquilar si viv¨ªa sola, no con un hijo de 8 a?os¡±. ¡°Estamos en una realidad alternativa¡±, sostiene. ¡°?Qui¨¦n puede pagar casi 800 euros por un piso enano que no est¨¢ en condiciones?¡±, se pregunta. Sigue asesorada. Ha presentado toda la documentaci¨®n a la Entidad Valenciana de Vivienda y Suelo (EVHA), de la Generalitat, que tampoco le proporciona ¡°una vivienda nueva¡± a la que mudarse. ¡°Han llegado a sugerirme¡±, se?ala, ¡°que eche abajo la puerta de una de las viviendas cerradas que hay en Alicante y se supone que son para casos como el m¨ªo¡±. ¡°?Tengo que hacerme okupa, esa es la soluci¨®n?¡±, exclama.
MAR?A BERMEJO. 51 a?os, M¨¢laga
Vivir ¡°regateando al turismo¡±
Por NACHO S?NCHEZ
Tras estudiar Arquitectura en Sevilla, Mar¨ªa Bermejo, de 51 a?os, se mud¨® junto a su pareja al centro de M¨¢laga en 1999. El casco hist¨®rico era entonces una sucesi¨®n de solares, edificios ruinosos y suciedad, pero en 2002 algo cambi¨®. La calle Larios, principal arteria comercial, pas¨® a ser peatonal. ¡°Fue el punto de partida de la gentrificaci¨®n. Poco a poco, los coches fueron expulsados de otras muchas calles, pero el espacio ganado no pudimos disfrutarlo demasiado los ciudadanos: fue vendido a bares y restaurantes para sus terrazas¡±, afirma Bermejo. La irrupci¨®n del turismo de masas ha transformado su entorno a toda velocidad. ¡°El centro es peque?o y tiene de todo: cine, teatro, museos o un estupendo mercado central. Est¨¢ todo a mano, es maravilloso, pero ya somos solo 5.000 vecinos y nos enfrentamos a muchos miles de visitantes que se cruzan en nuestra vida cotidiana como una plaga de hormiguitas¡±, relata. ¡°Tenemos que ir regateando al turismo¡±, insiste. ¡°En eventos y foros nos invitan a convertirnos en resistencia, a la militancia pol¨ªtica contra lo que ocurre, pero en el fondo lo ¨²nico que queremos es llevar una vida tranquila en este barrio que hemos elegido para vivir¡±, a?ade quien destaca que la turistificaci¨®n ha expulsado tambi¨¦n a muchas de las familias con las que han criado a sus hijos por los precios o los miles de pisos y apartamentos tur¨ªsticos que hay en el centro. Los fen¨®menos de gentrificaci¨®n (sustituci¨®n de la poblaci¨®n de una zona por nuevos grupos sociales que llegan y elevan los precios por disponer de m¨¢s medios) est¨¢ muy estudiada en la literatura acad¨¦mica. La expulsi¨®n normalmente se produce de los centros a las afueras de las ciudades y puede provocar, por los tiempos de desplazamiento al trabajo y la insuficiente dotaci¨®n de transportes p¨²blicos, problemas medioambientales. Bermejo, de momento, se resiste a irse de un espacio que considera ¡°ocupado por turistas, pero tambi¨¦n por las administraciones¡±. Ocurre, por ejemplo, en la c¨¦ntrica Plaza de la Constituci¨®n, que lleva cinco meses ocupada sin interrupci¨®n: luces de Navidad, carnaval, semana de la moda, Copa del Rey de baloncesto, festival de cine y, en las ¨²ltimas semanas, preparativos para Semana Santa. ¡°No hay descanso¡±, lamenta Bermejo. ¡°Esto se parece cada vez menos a un barrio: es como una mercanc¨ªa en venta permanente¡±, sentencia.
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