Impuestos a los superricos: Una nueva agenda para luchar contra la desigualdad a nivel mundial
Cinco ministros de Alemania, Brasil, Sud¨¢frica y Espa?a defienden la aplicaci¨®n coordinada de un gravamen m¨ªnimo global sobre los multimillonarios como impulsor de la justicia social
Cuando los gobernadores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional se encontraron en las Reuniones de Primavera la semana pasada, todo giraba en torno a los grandes retos y preguntas. ?Qu¨¦ puede hacer la comunidad internacional para acelerar la descarbonizaci¨®n y luchar contra el cambio clim¨¢tico? ?C¨®mo pueden los pa¨ªses altamente endeudados conservar espacio fiscal para invertir en la erradicaci¨®n de la pobreza, servicios sociales y bienes p¨²blicos globales? ?Qu¨¦ necesita hacer la comunidad internacional para retomar el camino hacia la consecuci¨®n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)? ?C¨®mo pueden reforzarse los bancos multilaterales de desarrollo para apoyar estas ambiciones?
Hay una cuesti¨®n que hace que abordar estos retos mundiales sea mucho m¨¢s dif¨ªcil: la desigualdad. Aunque la disparidad entre los pa¨ªses m¨¢s ricos y los m¨¢s pobres se ha reducido ligeramente, la diferencia sigue siendo alarmantemente alta. Adem¨¢s, en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas hemos asistido a un aumento significativo de las desigualdades dentro de la mayor¨ªa de los pa¨ªses, ya que la diferencia de ingresos entre el 10% de los m¨¢s ricos y el 50% de los m¨¢s pobres casi se ha duplicado. De cara al futuro, las actuales tendencias econ¨®micas mundiales plantean serias amenazas al avance hacia una mayor igualdad.
El car¨¢cter multidimensional de la desigualdad es innegable. Servicios b¨¢sicos como la sanidad y la educaci¨®n no est¨¢n al alcance de todos por igual. Con frecuencia, esta desigualdad de oportunidades se transmite de generaci¨®n en generaci¨®n. El origen social, el g¨¦nero, la raza o el lugar de residencia son algunos de los factores que desempe?an un papel en la reproducci¨®n de las desigualdades. Adem¨¢s, una gran desigualdad perjudica el desarrollo econ¨®mico porque inhibe la innovaci¨®n e impide que las personas desarrollen todo su potencial. Es corrosiva para la democracia y debilita la cohesi¨®n social. Y cuando la cohesi¨®n social es d¨¦bil, hay menos apoyo para las reformas estructurales que tendremos que emprender en los pr¨®ximos a?os, como la necesaria transformaci¨®n hacia una econom¨ªa de cero emisiones.
Afortunadamente, cada vez hay m¨¢s conciencia mundial de la importancia no s¨®lo del crecimiento, sino del crecimiento sostenible y equitativo. Aumentar la prosperidad mientras se lucha contra la desigualdad dentro de cada pa¨ªs y entre pa¨ªses y generaciones, incluidas las arraigadas desigualdades raciales y de g¨¦nero, no deber¨ªa de ser incompatible. Lograr un crecimiento verdaderamente sostenible consiste en equilibrar tres cuestiones fundamentales: econ¨®mica, social y medioambiental.
Ante esta situaci¨®n, Brasil ha hecho de la lucha contra la pobreza y la desigualdad una prioridad de su presidencia del G20, una prioridad que tambi¨¦n persigue la pol¨ªtica de desarrollo alemana y que Espa?a ha abordado ambiciosamente tanto a nivel nacional como mundial. Al destinar dos tercios del gasto total a servicios sociales y apoyo a los salarios, adem¨¢s de calibrar la administraci¨®n de la pol¨ªtica tributaria, Sud¨¢frica sigue teniendo como objetivo un programa fiscal y tributario progresivo que haga frente al legado de desigualdad de renta y riqueza del pa¨ªs.
Es hora de que la comunidad internacional se tome en serio la lucha contra la desigualdad y la financiaci¨®n de los bienes p¨²blicos globales. Uno de los instrumentos clave que los gobiernos tienen para promover la igualdad es la pol¨ªtica tributaria. No s¨®lo tiene el potencial de aumentar el espacio fiscal del que disponen los gobiernos para invertir en protecci¨®n social, educaci¨®n y protecci¨®n del clima. Dise?ada de forma progresiva, tambi¨¦n garantiza que todos los miembros de la sociedad contribuyan al bien com¨²n en funci¨®n de su capacidad de pago. Una contribuci¨®n justa aumenta el bienestar social.
Teniendo en cuenta precisamente estos objetivos, Brasil llev¨® por primera vez a la mesa de negociaciones de las principales econom¨ªas del mundo una propuesta de impuesto m¨ªnimo global a los multimillonarios. Es un tercer pilar necesario que complementa las negociaciones sobre la tributaci¨®n de la econom¨ªa digital y sobre un impuesto de sociedades m¨ªnimo del 15% para las multinacionales. El renombrado economista Gabriel Zucman esboz¨® c¨®mo podr¨ªa funcionar. Actualmente, hay unos 3.000 multimillonarios en todo el mundo. El impuesto podr¨ªa dise?arse como un gravamen m¨ªnimo equivalente al 2% de la riqueza de los superricos. No se aplicar¨ªa a los multimillonarios que ya contribuyen una parte justa en el impuesto sobre la renta. Sin embargo, aquellos que consigan eludir el pago del impuesto sobre la renta se ver¨ªan obligados a contribuir m¨¢s al bien com¨²n.
El argumento detr¨¢s de este impuesto es sencillo: necesitamos mejorar la capacidad de nuestros sistemas tributarios para cumplir el principio de equidad, de forma que las contribuciones se ajusten a la capacidad de pago. La persistencia de lagunas en el sistema implica que las personas con grandes patrimonios pueden minimizar sus impuestos sobre la renta. Los multimillonarios de todo el mundo s¨®lo pagan el equivalente de hasta el 0,5% de su riqueza en concepto de impuesto sobre la renta. Es crucial garantizar que nuestros sistemas tributarios ofrezcan certidumbre, ingresos suficientes y un trato justo a todos nuestros ciudadanos.
Un gravamen m¨ªnimo mundial coordinado sobre los multimillonarios constituir¨ªa un paso significativo en esta direcci¨®n. Impulsar¨ªa la justicia social y aumentar¨ªa la confianza en la eficacia de la redistribuci¨®n fiscal. Generar¨ªa unos ingresos muy necesarios para que los gobiernos invirtieran en bienes p¨²blicos como la sanidad, la educaci¨®n, el medio ambiente y las infraestructuras, de los que todas las personas se benefician, incluidas los que se encuentran en la cima de la pir¨¢mide de ingresos. Se calcula que un impuesto de este tipo desbloquear¨ªa potencialmente unos ingresos fiscales adicionales de 250.000 millones de d¨®lares al a?o en todo el mundo, lo que equivale aproximadamente a los da?os econ¨®micos causados por fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos el a?o pasado.
Por supuesto, el argumento de que los multimillonarios pueden trasladar f¨¢cilmente sus fortunas a jurisdicciones de baja tributaci¨®n y evitar as¨ª el gravamen es s¨®lido. Y por eso, una reforma tributaria de este tipo debe figurar en la agenda del G20. La cooperaci¨®n internacional y los acuerdos globales son clave para hacer efectivo este impuesto. Lo que la comunidad internacional consigui¨® hacer con el impuesto m¨ªnimo mundial sobre las empresas multinacionales, puede hacerlo con los multimillonarios.
Luchar contra la desigualdad requiere un compromiso pol¨ªtico, un compromiso con los objetivos de una cooperaci¨®n fiscal internacional inclusiva, justa y eficaz. Sin duda, debe ir de la mano de enfoques mucho m¨¢s amplios que reduzcan no s¨®lo la desigualdad de riqueza, sino tambi¨¦n las desigualdades sociales y de emisiones de carbono. Los retos que tenemos por delante son enormes, pero estamos dispuestos a emprender una acci¨®n multilateral concertada para abordarlos.
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