Reconocimiento de los sindicatos
En los debates sobre el futuro de Europa, falta recordar que los avances sociales se han producido b¨¢sicamente por la presi¨®n de los de abajo
Una excelente cr¨®nica sobre los 100 d¨ªas de huelga de los trabajadores de Acerinox en C¨¢diz, del corresponsal de este peri¨®dico, Jes¨²s A. Ca?as, ilustra los profundos cambios que est¨¢ experimentando el mundo laboral. Precisa que adem¨¢s de las subidas salariales para recuperar el poder adquisitivo ¡°el verdadero caballo de batalla de los trabajadores son los problemas de conciliaci¨®n que les generan los turnos rotatorios, compuestos por seis d¨ªas de trabajo y cuatro de descanso, de los que dos proceden de sus jornadas de vacaciones¡±. ¡°Con esos turnos ya llevamos perdidos demasiados cumplea?os en nuestras familias¡±, apunta el presidente del sindicato independiente Asociaci¨®n de Trabajadores del Acero (ATA).
En los debates pol¨ªticos y acad¨¦micos sobre el futuro de Europa hay escasas referencias a la dimensi¨®n social del nuevo mercado ¨²nico que se quiere construir. Falta un reconocimiento expl¨ªcito de que los avances sociales se han producido b¨¢sicamente por la presi¨®n de los de abajo. Ha sido la labor de los sindicatos la que ha propiciado el progreso social.
El presidente de la Comisi¨®n Europea, Jacques Delors (1925 -2023), con un pasado sindicalista, tuvo la honestidad de reconocer que no hab¨ªa logrado dar el contenido social que pretend¨ªa a su modelo de mercado ¨²nico. Delors advirti¨® con lucidez que ¡°nadie puede enamorarse de un mercado com¨²n¡±.
En la b¨²squeda de la Europa que nos conviene son muy aleccionadoras las recientes reflexiones de Angus Deaton, premio Nobel de Econom¨ªa, en Repensar mi Econom¨ªa, publicado por el FMI, recogidas por el economista marxista brit¨¢nico Michael Roberts en Sin Permiso.
Deaton, un economista preocupado por la pobreza, la salud y el bienestar, confiesa: ¡°La profesi¨®n sabe y entiende muchas cosas. Sin embargo, hoy estamos en cierto desorden. No predijimos colectivamente la crisis financiera y, peor a¨²n, es posible que hayamos contribuido a ella a trav¨¦s de una creencia excesivamente entusiasta en la eficacia de los mercados, especialmente los mercados financieros cuya estructura e implicaciones entend¨ªamos menos de lo que pens¨¢bamos¡±.
Y m¨¢s relevante es su valiente autocr¨ªtica sobre lo que pensaba de los sindicatos: ¡°Como la mayor¨ªa de la gente de mi generaci¨®n, siempre pens¨¦ en los sindicatos como una molestia que interfer¨ªa con la eficiencia econ¨®mica (y a menudo personal) y me alegr¨¦ de su lento declive. Pero hoy las grandes empresas tienen demasiado poder sobre las condiciones laborales, los salarios y las decisiones en Washington, donde los sindicatos apenas ejercen poder en comparaci¨®n con los lobistas corporativos. En el pasado, los sindicatos sirvieron para conseguir aumentos salariales para los trabajadores, fueran sindicados o no. En muchos lugares constitu¨ªan una parte importante del capital social, y acercaron el poder pol¨ªtico a los trabajadores en el lugar de trabajo y en los gobiernos locales, estatales y federales. Su declive est¨¢ contribuyendo a la ca¨ªda de los salarios, a la creciente brecha entre ejecutivos y trabajadores, a la destrucci¨®n de la comunidad y al auge del populismo¡±. La autocr¨ªtica de un sabio que da mucho que pensar.
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