Crecimiento y transformaci¨®n econ¨®mica
Innovar exige una combinaci¨®n de inversi¨®n en tecnolog¨ªa y capital humano en la que debemos concentrar los esfuerzos
Espa?a va a crecer con vigor en 2022, recuperando buena parte de la actividad perdida a consecuencia de la pandemia. La intensificaci¨®n del consumo, la aceleraci¨®n de la ejecuci¨®n de los fondos Next Generation y la reactivaci¨®n de la inversi¨®n privada, nos permiten augurar un a?o relativamente bueno en tasa de crecimiento. Y con los riesgos a la baja, me inclino a la parte inferior de la horquilla en la que se posicionan la mayor¨ªa de los pron¨®sticos: llegar al 5% ser¨ªa un buen dato dadas las circunstancias.
La mala evoluci¨®n de la pandemia en el ¨²ltimo tramo de a?o, con el retraso de la vacunaci¨®n en los pa¨ªses en desarrollo, encabeza los riesgos. En los pr¨®ximos meses seguiremos expuestos a nuevas variantes que nos puedan hacer perder el terreno ganado, el virus no se detiene en las fronteras y es imprescindible extender el esfuerzo de vacunaci¨®n a todo el mundo.
Como segundo riesgo situ¨® el repunte de la inflaci¨®n; hay alzas de precios que pueden revertirse en el corto plazo, como las del transporte y algunas materias primas, pero hay otras que pueden empujar los precios hacia arriba de forma duradera, como la desglobalizaci¨®n de la producci¨®n, las rigideces del mercado de trabajo o la transici¨®n energ¨¦tica. Y, en tercer lugar, y en el caso de nuestro pa¨ªs, el laberinto burocr¨¢tico puede enlentecer la ejecuci¨®n de los fondos europeos, de los que tanto depende nuestro crecimiento en los pr¨®ximos a?os. Solo del lado del sector exterior podemos tener alguna buena noticia, pero sin la capacidad de neutralizar el peso de las malas.
Otra preocupaci¨®n m¨¢s fundamental es la sostenibilidad del crecimiento en el medio plazo. Cuando se consuma el ahorro acumulado durante la pandemia y se acabe el est¨ªmulo de la inversi¨®n p¨²blica: ?cu¨¢les ser¨¢n las fuentes de crecimiento? Por simplificar, depende de dos factores: por un lado, de la calidad y no solo de la cantidad de la inversi¨®n que generemos en estos a?os y, por otro lado, de la capacidad que tengamos para remover los obst¨¢culos que en toda econom¨ªa se acumulan para hacer crecer la productividad o, en otras palabras, de nuestra habilidad para realizar las tra¨ªdas y llevadas reformas estructurales. Sin ellas, no se producir¨¢ el trasvase de factores productivos a actividades de m¨¢s valor a?adido y nuestro potencial de crecimiento se ver¨¢ comprometido.
La crisis anterior represent¨® una oportunidad perdida en este sentido. La econom¨ªa se reactiv¨® con lentitud, mediante una fuerte deflaci¨®n de salarios y, m¨¢s all¨¢ del auge de las exportaciones, sin encontrar un remplazo duradero a los sectores que hab¨ªan protagonizado el crecimiento en el periodo anterior. Adem¨¢s de la consolidaci¨®n del sector financiero y una modesta reforma laboral, el Gobierno centr¨® sus esfuerzos en la lucha contra el d¨¦ficit, pero a trav¨¦s de recortes, sin abordar reformas de calado, ni en la pol¨ªtica fiscal ni en los sectores no transables de la econom¨ªa, como la Administraci¨®n P¨²blica o el sector servicios internos, falto de innovaci¨®n en su propuesta de valor. Para que las cosas sean diferentes esta vez, deber¨ªamos hacer un poco m¨¢s que lo urgente y lo f¨¢cil y darle mayor cabida a lo importante. Se me ocurren dos prioridades.
En primer lugar, la inversi¨®n p¨²blica y privada deber¨ªa concentrarse en los sectores y empresas capaces de impulsar la productividad. Las banderas de la digitalizaci¨®n y la sostenibilidad son las adecuadas en este caso, pero deben canalizarse para que lleguen a quien m¨¢s lo necesita y tengan mayor impacto en la transformaci¨®n del tejido productivo. Son imprescindibles alianzas p¨²blico-privadas, con proyectos bien definidos, que canalicen los recursos con agilidad y tengan una fuerte permeabilidad hacia las peque?as y medianas empresas y hacia el emprendimiento innovador, aprovechando su potencial a trav¨¦s de la aplicaci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas. Es preferible la calidad a la cantidad de los recursos aplicados, con incentivos que atraigan a la inversi¨®n privada y movilicen a las entidades financieras.
Esto, sin embargo, no va a ser f¨¢cil de conseguir, ni del lado p¨²blico ni del privado. En el primer caso porque, como hemos dicho, la maquinaria de la Administraci¨®n va a tratar de repetir lo que sabe hacer y que le permite una ejecuci¨®n m¨¢s r¨¢pida de los recursos. Cuando se precisa innovar en los procedimientos y las estructuras para canalizar recursos hacia los sectores con apetito de innovaci¨®n; no ser¨ªa partidario de urgir la ejecuci¨®n a costa de perder foco e impacto. En el caso del sector privado, dado que la pandemia ha dejado muchas cicatrices en el tejido productivo, se calcula que alrededor de un 30% de empresas viables y en sectores de futuro est¨¢n en una situaci¨®n de vulnerabilidad financiera. Es fundamental anticipar la ola de insolvencias que se viene y apostar por el rescate de estas empresas. Tambi¨¦n es clave seguir concertando con las entidades financieras pol¨ªticas de est¨ªmulo que se alineen con los objetivos de digitalizaci¨®n y sostenibilidad, haciendo uso de nuevas modalidades de avales, que tan valiosos han sido en la etapa m¨¢s intensa de la pandemia. Al final, la inversi¨®n de hoy es lo que define la estructura productiva de ma?ana, pero no toda la formaci¨®n de capital tiene la misma rentabilidad, como hemos conocido en Espa?a. Hay que poner el foco en las inversiones que tengan un impacto directo en la productividad de las empresas.
Desde el punto de vista de las reformas estructurales, me conformar¨ªa con que se ponga el ¨¦nfasis en todos aquellos factores que lastran la formaci¨®n de capital humano y crean desajustes en el mercado de trabajo. Los resultados de todo nuestro sistema educativo son malos o muy malos para nuestro nivel de renta y hacen imposible que podamos transformarnos en una econom¨ªa basada en el conocimiento sin una transformaci¨®n profunda. No empecemos este esfuerzo por aprobar nuevas leyes, salvo que sea para derogar parte de la normativa existente que atenaza la iniciativa innovadora. Apostar¨ªa por programas que hayan demostrado su efectividad en reducir la deserci¨®n escolar, como las mentor¨ªas; permitir¨ªa m¨¢s libertad a los centros para formular su oferta e incentivar¨ªa a las empresas a que concierten programas de formaci¨®n dual. En materia de universidades, me concentrar¨ªa en ampliar becas e incentivos para las carreras con mayor demanda en el mercado de trabajo y fortalecer¨ªa la transparencia y la rendici¨®n de cuentas para que los futuros estudiantes conozcan mejor las oportunidades laborales. En cuesti¨®n de intermediaci¨®n laboral, lo fundamental es apostar por incentivos que acerquen oferta y demanda, y no por una gran burocracia de servicios de empleo con las limitaciones del sector p¨²blico.
En suma, el dato del crecimiento que alcancemos el pr¨®ximo a?o es importante, pero es tan importante o m¨¢s su calidad. De poco nos servir¨ªa crecer m¨¢s invirtiendo en infraestructuras de las que ya estamos sobrecapitalizados, incrementar el gasto en educaci¨®n sin mejorar los resultados de aprendizaje o rescatar empresas no sostenibles que han perdido el tren de la innovaci¨®n en sus sectores. La econom¨ªa se desarrolla a trav¨¦s de la innovaci¨®n y esta requiere una combinaci¨®n de inversi¨®n en tecnolog¨ªa y capital humano en la que debemos concentrar la mayor parte de los esfuerzos en los pr¨®ximos a?os.
Koldo Echebarria es director general de Esade.
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