Hora de reformar el sistema financiero global
Los pa¨ªses con buenas perspectivas de crecimiento deber¨ªan poder endeudarse en t¨¦rminos decentes
En la cumbre clim¨¢tica COP26 del pasado mes de noviembre, cientos de instituciones financieras declararon que pondr¨ªan a trabajar billones de d¨®lares para financiar soluciones para el cambio clim¨¢tico. Sin embargo, una barrera importante se interpone en el camino: el sistema financiero del mundo en realidad impide el flujo de financiaci¨®n a los pa¨ªses en desarrollo, creando para muchos una trampa financiera mortal.
El desarrollo econ¨®mico depende de inversiones en tres tipos esenciales de capital: capital humano (salud y educaci¨®n), infraestructura (electricidad, digital, transporte y urbana) y negocios. Los pa¨ªses m¨¢s pobres tienen niveles m¨¢s bajos por persona de cada tipo de capital y, por lo tanto, tambi¨¦n tienen el potencial de crecer r¨¢pidamente si invierten de manera equilibrada en cada uno de ellos. Hoy en d¨ªa, ese crecimiento puede y deber ser verde y digital, evitando el crecimiento sumamente contaminante del pasado.
Los mercados de bonos y los sistemas bancarios globales deber¨ªan ofrecer suficientes fondos para la fase ¡°convergente¡± de alto crecimiento del desarrollo sostenible, pero no es lo que pasa. El flujo de fondos de los mercados de bonos globales y de los bancos a los pa¨ªses en desarrollo sigue siendo peque?o, muy costoso para los prestatarios e inestable. Aquellos que reciben un cr¨¦dito de los pa¨ªses en desarrollo pueden pagar cargos por intereses que muchas veces son entre un 5% y un 10% m¨¢s altos por a?o que los costes de endeudamiento que pagan los pa¨ªses ricos.
Como grupo, los que solicitan un cr¨¦dito en los pa¨ªses en desarrollo son considerados de alto riesgo. Las agencias de calificaci¨®n de bonos asignan ratings m¨¢s bajos mediante f¨®rmulas mec¨¢nicas a estos pa¨ªses s¨®lo porque son pobres. Sin embargo, estos altos riesgos percibidos son exagerados y, muchas veces, se convierten en una profec¨ªa autocumplida.
Cuando un gobierno emite bonos para financiar inversiones p¨²blicas, por lo general cuenta con la capacidad para refinanciar algunos de los bonos, o todos, al momento del vencimiento, siempre que la trayectoria de largo plazo de su deuda en relaci¨®n a los ingresos p¨²blicos sea aceptable. Si el gobierno de repente descubre que es incapaz de refinanciar las deudas que vencen, probablemente se vea forzado a caer en suspensi¨®n de pagos ¡ªno por mala fe o por una insolvencia de largo plazo, sino por falta de efectivo¡ª.
Esto es lo que les sucede a demasiados gobiernos de pa¨ªses en desarrollo. Los prestamistas internacionales (o agencias de calificaci¨®n) creen, muchas veces de manera arbitraria, que un pa¨ªs X se ha vuelto insolvente. Esta percepci¨®n resulta en una ¡°parada repentina¡± de nuevos pr¨¦stamos al gobierno. Sin acceso a un refinanciamiento, el gobierno se ve obligado a decretar un default, ¡°justificando¡± as¨ª los temores precedentes. El gobierno luego recurre, por lo general, al Fondo Monetario Internacional para lograr financiaci¨®n de emergencia. Recuperar la reputaci¨®n en los mercados de ese pa¨ªs normalmente lleva a?os o inclusive d¨¦cadas.
Los gobiernos de pa¨ªses ricos que se endeudan internacionalmente en sus propias monedas no enfrentan el mismo riesgo de una parada repentina, porque sus propios bancos centrales act¨²an como prestamistas de ¨²ltimo recurso. Prestarle dinero al gobierno de Estados Unidos se considera seguro sobre todo porque la Reserva Federal puede comprar bonos del Tesoro en el mercado abierto, garantizando en efecto que el gobierno pueda refinanciar las deudas que vencen.
Lo mismo es v¨¢lido para los pa¨ªses de la eurozona, suponiendo que el Banco Central Europeo act¨²a como el prestador de ¨²ltimo recurso. Cuando el BCE dej¨® de desempe?ar ese rol brevemente poco despu¨¦s de la crisis financiera de 2008, varios pa¨ªses de la eurozona (entre ellos Grecia, Irlanda y Portugal) temporalmente perdieron acceso a los mercados de capital internacionales. Despu¨¦s de esa debacle ¡ªuna experiencia casi mortal para la eurozona¡ª, el BCE redobl¨® su funci¨®n de prestamista de ¨²ltimo recurso, implement¨® un alivio cuantitativo a trav¨¦s de compras masivas de bonos de la eurozona y, as¨ª, suaviz¨® las condiciones de endeudamiento para los pa¨ªses afectados.
En consecuencia, los pa¨ªses ricos por lo general se endeudan en sus propias monedas, a bajo coste y con poco riesgo de iliquidez, excepto en momentos de una mala gesti¨®n pol¨ªtica excepcional (como la implementada por el gobierno de Estados Unidos en 2008 y el BCE poco despu¨¦s). Los pa¨ªses de bajos ingresos y de ingresos bajos y medios, por el contrario, se endeudan en monedas extranjeras (principalmente d¨®lares y euros), pagan tipos de inter¨¦s excepcionalmente altos y sufren paradas repentinas.
Por ejemplo, la ratio deuda p¨²blica sobre PIB de Ghana (83,5%) es mucho m¨¢s bajo que el de Grecia (206,7%) o que el de Portugal (130,8%). Sin embargo, Moody?s califica la solvencia de los bonos del gobierno de Ghana en B3, varios niveles por debajo que la de Grecia (Ba3) y Portugal (Baa2). Ghana paga alrededor del 9% sobre un endeudamiento a diez a?os, mientras que Grecia y Portugal apenas pagan el 1,3% y el 0.4%, respectivamente.
Las principales agencias de calificaci¨®n crediticia (Fitch, Moody?s y S&P Global) asignan calificaciones de grado de inversi¨®n a la mayor¨ªa de los pa¨ªses ricos y a muchos pa¨ªses de ingresos superiores y medios, pero asignan calificaciones por debajo del grado de inversi¨®n a casi todos los pa¨ªses de ingresos bajos y medios y a todos los pa¨ªses de bajos ingresos. Moody?s, por ejemplo, actualmente asigna grado de inversi¨®n s¨®lo a dos pa¨ªses de ingresos bajos y medios (Indonesia y Filipinas).
Billones de d¨®lares en pensiones, seguros, bancos y otros fondos de inversi¨®n se retiran mediante leyes, regulaciones o pr¨¢cticas internas de t¨ªtulos por debajo del grado de inversi¨®n. Una vez perdida la calificaci¨®n soberana de grado de inversi¨®n es extremadamente dif¨ªcil de recuperar a menos que el gobierno cuente con el respaldo de un banco central importante. Durante los a?os 2010, hasta 20 gobiernos ¡ªentre ellos Barbados, Brasil, Grecia, T¨²nez y Turqu¨ªa¡ª fueron degradados por debajo del grado de inversi¨®n. De los cinco que han recuperado su calificaci¨®n, cuatro est¨¢n en la UE (Hungr¨ªa, Irlanda, Portugal y Eslovenia), y ninguno est¨¢ en Am¨¦rica Latina, ?frica o Asia (el quinto es Rusia).
Una revisi¨®n del sistema financiero global, por lo tanto, es urgente pero acumula mucho retraso. Los pa¨ªses en desarrollo con buenas perspectivas de crecimiento y necesidades de desarrollo vitales deber¨ªan poder endeudarse en t¨¦rminos de mercado decentes. Con este objetivo, el G20 y el FMI deber¨ªan dise?ar un sistema de calificaci¨®n crediticia nuevo y mejorado que responda a las perspectivas de crecimiento y a la sostenibilidad de la deuda de largo plazo de cada pa¨ªs. Las regulaciones bancarias, como las del Banco de Pagos Internacionales, deber¨ªan ser revisadas seg¨²n el sistema mejorado de calificaci¨®n crediticia para facilitar m¨¢s pr¨¦stamos bancarios a los pa¨ªses en desarrollo.
Para poner fin a las paradas repentinas de liquidez, el G20 y el FMI deber¨ªan usar su poder de fuego financiero para sustentar un mercado secundario l¨ªquido en bonos soberanos de pa¨ªses en desarrollo. La Fed, el BCE y otros bancos centrales clave deber¨ªan establecer l¨ªneas de swap de monedas con los bancos centrales en los pa¨ªses de bajos ingresos y de ingresos bajos y medios. El Banco Mundial y otras instituciones financieras de desarrollo tambi¨¦n deber¨ªan aumentar notablemente sus subsidios y pr¨¦stamos concedidos a los pa¨ªses en desarrollo, especialmente los m¨¢s pobres. Finalmente, pero no menos importante, si los pa¨ªses y las regiones ricos, entre ellos varios Estados norteamericanos, dejaran de patrocinar el lavado de dinero y los para¨ªsos fiscales, los pa¨ªses en desarrollo tendr¨ªan m¨¢s ingresos para financiar inversiones en desarrollo sostenible.
Jeffrey D. Sachs es profesor en la Universidad de Columbia, director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia y presidente de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. ? Project Syndicate 1995¨C2021
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