El riesgo de un rebote incompleto
La invasi¨®n rusa de Ucrania supone una seria amenaza para la fase expansiva que se hab¨ªa iniciado tras la crisis del coronavirus gracias a las innovadoras pol¨ªticas europeas. Ahora toca combatir la inflaci¨®n sin precipitar una nueva recesi¨®n
CAP?TULO VII. [ Ver serie completa ]
La pandemia que se inici¨® a finales de 2019 vino a interrumpir dram¨¢ticamente la recuperaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola tras la severa crisis financiera de finales de la primera d¨¦cada del siglo XXI, que tuvo en nuestro caso una particular virulencia. Golpe¨® a Espa?a cuando la restauraci¨®n del crecimiento todav¨ªa no se hab¨ªa consolidado y, sobre todo, no se hab¨ªa repuesto del pesado legado de la anterior, y arrastraba altos niveles de endeudamiento, elevado desempleo y precariedad laboral en un segmento significativo del mercado de trabajo.
En conjunto, ambas crisis supusieron una brusca desviaci¨®n de la senda de crecimiento y modernizaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola del periodo democr¨¢tico y de pertenencia a la UE. En el gr¨¢fico adjunto se compara la senda de crecimiento en el siglo XXI con el que se habr¨ªa producido si la tendencia de las d¨¦cadas anteriores se hubiera mantenido. La brecha entre ambas trayectorias ilustra la gravedad de lo ocurrido, la magnitud de la frustraci¨®n de las expectativas y la trascendencia de los retos a los que se enfrenta la econom¨ªa. Cuando la recuperaci¨®n se estaba asentando se ha visto interrumpida y amenazada por el potente efecto desestabilizador de la guerra de Ucrania, que incluso puede llegar a mutar la reactivaci¨®n en una nueva reca¨ªda, convirti¨¦ndose en la tercera gran crisis econ¨®mica del comienzo de este siglo. Si eso llegara a ocurrir, la salida de la pandemia habr¨ªa quedado en un rebote incompleto.
El retroceso desencadenado por la grave crisis sanitaria de la covid-19 fue muy diferente de la crisis financiera previa, por su naturaleza, intensidad y duraci¨®n, pero tambi¨¦n por la respuesta de la pol¨ªtica econ¨®mica a nivel europeo y nacional; y la recuperaci¨®n estaba siendo tambi¨¦n muy distinta.
El golpe de la pandemia rompi¨® con los esquemas habituales de las oscilaciones econ¨®micas. Fue totalmente ex¨®geno, no tuvo su origen en desequilibrios econ¨®micos o financieros y fue m¨¢s violento, por la paralizaci¨®n de las actividades econ¨®micas, que cualquier perturbaci¨®n desde la posguerra. En Espa?a, el PIB cay¨® en 2020 nada menos que un 10,8%. Su brusquedad y su car¨¢cter ajeno a la econom¨ªa hicieron pensar en la inminencia de un brioso rebote. Es decir, se confiaba en una recuperaci¨®n en forma de V. Pero pronto se tuvo que reconocer que la persistencia del virus y la gravedad de lo ocurrido no pondr¨ªan las cosas f¨¢ciles. La teor¨ªa de la V dio paso a la de la V asim¨¦trica, con una correcci¨®n m¨¢s gradual que la brusca ca¨ªda. En todo caso, un patr¨®n menos prolongado y severo que la W de la doble recesi¨®n de la crisis financiera. Este era el esquema que se estaba siguiendo, habi¨¦ndose recuperado la mayor parte de la producci¨®n y las rentas perdidas, hasta que su trayectoria se ha visto truncada por las graves consecuencias del conflicto armado en Europa que vuelve a amenazar con la temida W.
Minimizar costes
Un factor distintivo de la r¨¢pida reacci¨®n hab¨ªa sido la respuesta innovadora de la pol¨ªtica econ¨®mica. Una crisis de origen sanitario no estaba en el recetario de los gestores p¨²blicos. No serv¨ªan las f¨®rmulas tradicionales. Hubo que improvisar. La prioridad indiscutible era minimizar los costes en vidas humanas y n¨²mero de enfermos, y evitar el colapso de los sistemas sanitarios. Y para ello hab¨ªa que incurrir en importantes gastos p¨²blicos, con el fin de aligerar los costes del par¨®n forzoso de la actividad, dar soporte a la reanudaci¨®n del crecimiento, proteger el mantenimiento de las rentas y proporcionar cobertura a los sectores sociales m¨¢s vulnerables.
Para Espa?a, la respuesta europea resultaba determinante. Sin el apoyo exterior estaba abocada a recaer en graves aprietos financieros. Afortunadamente, la UE no se pod¨ªa permitir repetir los retrasos y reticencias con los que hab¨ªa reaccionado 10 a?os antes, aunque tuviera que recurrir a pol¨ªticas de gasto que contraviniesen sus reglas fiscales y desbordasen el r¨ªgido marco de la disciplina com¨²n. Se abri¨® la mano a los desequilibrios presupuestarios y a los aumentos de la deuda, incluso a los pa¨ªses m¨¢s endeudados. Se hizo imprescindible un giro de pol¨ªticas que afirmase el protagonismo del sector p¨²blico como dinamizador del sector privado en la estabilizaci¨®n de las econom¨ªas y garante del funcionamiento de los mercados en situaci¨®n de emergencia.
La feliz innovaci¨®n del Plan de Recuperaci¨®n Next Generation EU articul¨® un rompedor programa de subvenciones y pr¨¦stamos europeos para apoyar el esfuerzo expansivo de los pa¨ªses miembros. Fue un paso audaz que demostr¨® capacidad de reacci¨®n y un ejercicio efectivo de solidaridad y de compartimiento de riesgos entre los socios ante una perturbaci¨®n excepcional. Los nuevos fondos canalizan transferencias efectivas desde los pa¨ªses que m¨¢s pueden hacia los que m¨¢s lo necesitan. Adem¨¢s, el esfuerzo solidario se financia con una apelaci¨®n conjunta a los mercados de capitales mediante la emisi¨®n de bonos europeos, que alivia la presi¨®n sobre los pa¨ªses m¨¢s atribulados. Este avance europeo suministr¨® un soporte fundamental para la reactivaci¨®n espa?ola, aunque sea todav¨ªa un recurso no incorporado a la arquitectura institucional comunitaria.
Con el escudo protector del respaldo de la UE que proporcion¨® la suspensi¨®n temporal de las reglas de estabilidad presupuestaria, el refuerzo del talante laxo del BCE y la disponibilidad de voluminosos fondos europeos, la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola pudo adoptar con rapidez una orientaci¨®n fiscal expansiva con la que contrarrestar la violenta conmoci¨®n de los confinamientos y las restricciones sobre actividades con mucho peso en el producto espa?ol, como el turismo, la hosteler¨ªa, el transporte, el autom¨®vil, etc¨¦tera. Un patr¨®n de especializaci¨®n que hizo que el hundimiento de la producci¨®n fuera en Espa?a m¨¢s pronunciado que en la mayor¨ªa de los pa¨ªses avanzados.
Cabe destacar, por su acierto y oportunidad, la introducci¨®n de los expedientes temporales de regulaci¨®n de empleo (ERTE) y las l¨ªneas de cr¨¦dito del ICO. La primera de estas medidas dot¨® al mercado de trabajo espa?ol de un mecanismo excepcional de flexibilidad para adaptarse a una perturbaci¨®n transitoria minimizando el impacto sobre el empleo y actuando como soporte parcial de las rentas. Con ello se logr¨® romper con el papel multiplicador de las recesiones que tradicionalmente ven¨ªa desempe?ando la peculiar configuraci¨®n del mercado de trabajo espa?ol, que hac¨ªa que los impulsos contractivos se tradujesen en una masiva destrucci¨®n de puestos de trabajo. La introducci¨®n de esta v¨ªa de ajuste facilit¨® la mayor rapidez en la reacci¨®n del empleo, que ha sido una de las caracter¨ªsticas distintivas de esta fase de reactivaci¨®n econ¨®mica. Todo un ejemplo de c¨®mo la flexibilidad del marco institucional y la estabilidad de los puestos de trabajo no est¨¢n necesariamente re?idas, sino que pueden ser complementarias.
Con los avales del ICO se cort¨® el peligroso canal de realimentaci¨®n que pod¨ªa haber trascurrido a trav¨¦s de la crisis de liquidez de las empresas por la ca¨ªda de sus ingresos y propagarse mediante la contracci¨®n del cr¨¦dito bancario e interempresarial, lo que habr¨ªa supuesto un n¨²mero mayor de cierre de negocios y reavivado el fantasma de una nueva crisis financiera. Con todo, el estrangulamiento afect¨® desgraciadamente a un segmento significativo del atomizado sistema productivo, aunque las moratorias que se autorizaron para alquileres y otras rentas actuaron tambi¨¦n como paliativos.
Estas medidas, y otras de car¨¢cter social destinadas a proteger los sectores m¨¢s vulnerables y a contener el aumento de la desigualdad, fueron fundamentales para facilitar el empuje del rebote. No fueron suficientes, sin embargo, para evitar que este fuera menos completo que en otros pa¨ªses de nuestro entorno y que se retrasara el horizonte de vuelta a los niveles previos a la pandemia.
El desenlace de la reactivaci¨®n est¨¢ todav¨ªa por escribir porque los riesgos a los que ya estaba sometida se han visto confirmados y amplificados por la sacudida perturbadora de la guerra de Ucrania, que ha venido a desencadenar repentinamente fuertes impactos inflacionistas y depresivos a la vez.
Un factor clave para amortiguar la nueva conmoci¨®n sigue siendo el aprovechamiento que se haga de los fondos europeos dise?ados para promover un gran esfuerzo inversor, acompa?ado de reformas orientadas a mantener y ampliar el producto potencial de la econom¨ªa. La adecuada calibraci¨®n de las pol¨ªticas de gasto resultar¨¢ un factor determinante de lo que ocurra. Una tarea nada sencilla cuando se trata de administrar programas de gasto de dimensiones desconocidas en ¨¢reas como el medio ambiente, la digitalizaci¨®n y la calidad del capital humano, en las que Espa?a presenta rezagos y deficiencias importantes y en las que la gesti¨®n de las Administraciones p¨²blicas carece de la coordinaci¨®n y del dinamismo necesarios. Si los fondos no llegan o se desperdician, la econom¨ªa saldr¨¢ de la crisis, agravada por la guerra, m¨¢s tarde y con menor capacidad de crecimiento.
Un legado dif¨ªcil con el que habr¨¢ que lidiar es el alto nivel de endeudamiento p¨²blico, que ha alcanzado el m¨¢ximo hist¨®rico del 120% del PIB. Con esta pesada carga, la sostenibilidad del crecimiento depender¨¢ crucialmente de la credibilidad del programa de consolidaci¨®n presupuestaria a medio plazo. Y en ello desempe?ar¨¢n un papel decisivo tanto la seriedad de las pol¨ªticas fiscales nacionales que se proyecten hacia el futuro como el realismo y la flexibilidad de las nuevas reglas de disciplina europea que se han de reescribir a la luz de la experiencia adquirida. Espa?a y Europa se juegan mucho en la redefinici¨®n de estas reglas.
Con el tiempo, las facilidades excepcionales de financiaci¨®n exterior se ir¨¢n mitigando gradualmente y la atenci¨®n de los inversores y de los mercados financieros se centrar¨¢ en las condiciones de cada pa¨ªs. El efecto bals¨¢mico de las medidas excepcionales dejar¨¢ paso a una actitud m¨¢s discriminante. Los pa¨ªses m¨¢s fr¨¢giles tendr¨¢n m¨¢s problemas para sobrellevar la ardua herencia de la deuda contra¨ªda.
Tensiones inflacionistas
Una r¨¦mora al dinamismo que ya hab¨ªa emergido en la vuelta a la normalidad fue la prematura aparici¨®n de tendencias inflacionistas como consecuencia de la falta de simetr¨ªa en la reactivaci¨®n de la demanda y de la oferta, que dio lugar a importantes estrangulamientos en el suministro. El colapso de la demanda, inducido por las restricciones, fue en buena medida un embalsamiento de la misma. Por eso la progresiva normalizaci¨®n gener¨® un intenso efecto rebote del gasto. En cambio, la paralizaci¨®n de la oferta hab¨ªa sido genuina. Los bienes y servicios se hab¨ªan dejado de producir e incluso las existencias hab¨ªan mermado.
La reanudaci¨®n de la actividad productiva en todo el mundo estaba siguiendo una pauta gradual que no pod¨ªa mantener el paralelismo con la reacci¨®n del gasto. Las tensiones de precios y los estrangulamientos de suministros se hicieron patentes particularmente en los mercados energ¨¦ticos y de inputs electr¨®nicos, aquejados de distorsiones estructurales espec¨ªficas. Y la invasi¨®n rusa de Ucrania ha venido a realimentar esas tensiones, alumbrando un nuevo escenario que a¨²na intensas presiones de precios con avisos de estancamiento. Un escenario de shock de oferta y de demanda que suscita complejos dilemas a la respuesta de la pol¨ªtica econ¨®mica.
Ante los riesgos de reca¨ªda es importante que la inevitable modulaci¨®n de las pol¨ªticas monetarias expansivas se haga con prudencia y gradualidad, y que se evite toda precipitaci¨®n en la necesaria consolidaci¨®n presupuestaria. Pero tampoco se puede perder de vista el peligro de que las alzas de costes y precios se generalicen, se incorporen a las expectativas y den lugar a las da?inas espirales del pasado, en un intento bald¨ªo de escapar a las p¨¦rdidas que se derivan de la guerra. Ello ser¨ªa notablemente perjudicial para el dinamismo por el efecto combinado de la modificaci¨®n del tono de la pol¨ªtica monetaria con la reaparici¨®n de una conducta discriminadora de los inversores en forma de primas de riesgo que penalizar¨ªan a los pa¨ªses m¨¢s vulnerables.
Mantener los est¨ªmulos econ¨®micos en presencia del fantasma de la inflaci¨®n con estancamiento exige concentrar los esfuerzos en contener las alzas de costes, m¨¢rgenes y precios. Es fundamental que los mecanismos institucionales y de mercado preserven la flexibilidad necesaria y que los sistemas de indiciaci¨®n de precios y rentas, all¨¢ donde pervivan, sean capaces de descontar los efectos excepcionales de una situaci¨®n desacostumbrada. Si ello no fuera as¨ª, todos los sectores de la econom¨ªa saldr¨ªan perdiendo, y particularmente la creaci¨®n de puestos de trabajo. Una pol¨ªtica de concertaci¨®n de rentas que acuerde la distribuci¨®n del coste en aras de la estabilidad ser¨ªa una respuesta a la altura de las dif¨ªciles circunstancias.
El empleo estaba siendo la vanguardia de la recuperaci¨®n, demostrando la positiva respuesta a la gran innovaci¨®n de los ERTE, a la contenci¨®n salarial y a las mejoras introducidas en la flexibilidad laboral con las modificaciones que se hicieron en la crisis financiera. El problema, sin embargo, continuaba siendo que la capacidad de ajuste descansaba en buena medida en la pervivencia de un segmento demasiado amplio de empleo temporal y precario. A ello pretende hacer frente la reciente reforma del mercado laboral, que, preservando gran parte de las mejoras introducidas con anterioridad, ha incorporado los mecanismos RED (similares a los ERTE) como recurso permanente de ajuste en situaciones de crisis y ha reordenado las f¨®rmulas de contrato temporal, haci¨¦ndolas m¨¢s exigentes, abriendo nuevas f¨®rmulas para el empleo fijo y eliminando fisuras para los abusos, aunque tambi¨¦n se han introducido algunas modificaciones en la negociaci¨®n colectiva que pueden facilitar la reincidencia en los sesgos tradicionales hacia la indiciaci¨®n salarial.
En definitiva, la recuperaci¨®n presentaba luces, por los soportes que suministran las innovaciones pol¨ªticas adoptadas, pero tambi¨¦n sombras, por la pervivencia de problemas estructurales en la econom¨ªa espa?ola que requieren reformas de alcance, enunciadas en el Plan de Recuperaci¨®n, Transformaci¨®n y Resiliencia. Unas sombras que se han visto oscurecidas con la nueva sacudida de la guerra y de las sanciones econ¨®micas al agresor, que han dado un vuelco al escenario y plantean la dif¨ªcil tarea de combatir el recrudecimiento de la inflaci¨®n sin agravar las pulsiones recesivas.
Jos¨¦ Luis Malo de Molina es economista.
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