Divorcio a partir de los 65 a?os: el reto de encontrar un nuevo hogar
Las opciones dependen de la capacidad econ¨®mica: desde alquilar o usar la segunda residencia a nuevas f¨®rmulas de vivienda para mayores
?Y ahora qu¨¦? Es lo que se preguntan miles de parejas cuando cruzan el umbral de la jubilaci¨®n y empiezan una nueva etapa vital que implica cambios. Uno de ellos es pasar m¨¢s tiempo con su c¨®nyuge, ese que ahora, y tras d¨¦cadas de convivencia, se ha convertido en un extra?o. La consecuencia: los divorcios y separaciones entre mayores de 65 a?os han crecido en los ¨²ltimos a?os, y eso no es solo una aventura vital, sino tambi¨¦n residencial.
Toca pensar d¨®nde van a vivir los dos miembros de la expareja y qu¨¦ hacer con la casa familiar. Vaya por delante que no hay una ¨²nica soluci¨®n y que, como casi todo en la vida, depende de su situaci¨®n econ¨®mica y del patrimonio acumulado. En ¨¦pocas pasadas, separarse en la tercera edad era una ocurrencia que causaba incredulidad y rechazo. Pero las cosas (algo) han cambiado. No es el grupo de edad que m¨¢s se divorcia, pero s¨ª uno de los que m¨¢s crecen. En 2020, ¨²ltimo a?o con datos del INE, se divorciaron 7.592 personas de entre 60 y 69 a?os. Y 2.075 mayores de 70 a?os. En total, 9.667 ciudadanos de edades avanzadas recuperaron su solter¨ªa. Eso sin contar las separaciones: 771 en 2020. Pero ese fue un a?o at¨ªpico por la covid. En 2019, los mayores de 60 a?os protagonizaron 11.720 divorcios y 1.002 separaciones.
El soci¨®logo Mariano Urraco, profesor de la Universidad a Distancia de Madrid, explica c¨®mo y por qu¨¦ se producen estas decisiones tan trascendentales a edades tard¨ªas: ¡°Antes las personas viv¨ªan una sola vida y ahora viven varias. Los individuos toman muchas m¨¢s decisiones sobre su vida, han ganado m¨¢s libertad, m¨¢s margen de maniobra, y a nivel social est¨¢ mejor visto que la gente de 65 a?os se divorcie; antes era como un estigma¡±.
La mayor esperanza de vida y la jubilaci¨®n activa tienen mucho que ver con esa idea de no resignarse ni quedar arrinconado. Urraco explica que las generaciones anteriores de mayores ni siquiera ten¨ªan la posibilidad real de plantearse el cambio. ¡°Las actuales tienen una cierta independencia econ¨®mica; hablamos de las generaciones que han vivido la ¨¦poca de mayor bonanza laboral del pa¨ªs, es donde est¨¢ el dinero¡±.
A partir de entonces empieza un nuevo episodio: el de buscar una nueva casa. El principal condicionante es el desahogo econ¨®mico que tenga la expareja. ¡°Aquellas personas que durante su vida en com¨²n adquirieron una vivienda son m¨¢s proclives a volver a comprar que a alquilar, siempre y cuando su econom¨ªa lo permita¡±, seg¨²n la experiencia de Jes¨²s Duque, vicepresidente de Alfa Inmobiliaria. Es importante que la vivienda haya sido adquirida durante la vigencia del matrimonio y que la pareja estuviera casada en r¨¦gimen de gananciales.
Segundas residencias
Hay un caso frecuente y es cuando existe una segunda residencia adem¨¢s de la vivienda principal. ¡°Suelen poner ambas propiedades a la venta para luego poder repartir el importe obtenido. Estos perfiles suelen volver a comprar¡±, a?ade Duque. Y lo que compran son ¡°viviendas m¨¢s peque?as, de menor nivel y normalmente sin hipoteca¡±, apunta Jorge Queipo, br¨®ker de Re/Max Properties. Aunque lo de pedir financiaci¨®n o no va a depender de la edad y el importe solicitado (las entidades financieras establecen la edad m¨¢xima para tener una hipoteca en los 75 a?os). Tambi¨¦n es habitual cambiar de ubicaci¨®n y optar por otra m¨¢s asequible. ¡°Los precios a los que compran suelen ser un 40% del dinero obtenido por la venta de su vivienda en com¨²n¡±, sostiene Queipo.
Si los exc¨®nyuges tienen econom¨ªas m¨¢s ajustadas y su patrimonio no es boyante, la situaci¨®n es m¨¢s delicada. En este caso, la salida es la venta de la casa familiar seguida de un doble alquiler. Aunque depender¨¢ de la ciudad, porque en capitales como Madrid, Barcelona o Palma puede ser pr¨¢cticamente imposible. Entonces se opta por la b¨²squeda de un piso para compartir con personas que est¨¦n en la misma situaci¨®n. En portales como Milanuncios es f¨¢cil encontrarlos.
En otras ocasiones, no tienen m¨¢s remedio que trasladarse a la casa de alg¨²n familiar o recurrir a residencias o apartamentos municipales para mayores, en los que aportan un porcentaje de los ingresos que perciben. Sin olvidar algo crucial: ¡°Muchas parejas no se separan porque econ¨®micamente no pueden vivir de forma independiente¡±, recuerda Duque. Si uno de los miembros no dispone de ingresos y queda desprotegido, es habitual atribuirle el uso de la vivienda familiar. ¡°Puede ser con car¨¢cter temporal o vitalicio, dependiendo de si tras el divorcio existe un desequilibrio econ¨®mico importante entre ambos y de la edad que tengan, entre otros factores. Se puede acordar en el propio convenio regulador del divorcio, si es de mutuo acuerdo, o en la sentencia judicial, si el divorcio no es amistoso¡±, cuenta F¨¢tima Galisteo, responsable del bufete Galisteo Abogados.
Vivienda colaborativa
Una alternativa que est¨¢ cobrando un mayor protagonismo en Espa?a son los senior cohousing. Hay decenas de proyectos en marcha, desarrollo o planificaci¨®n por todo el pa¨ªs. Pedro Ponce tiene 71 a?os y es el presidente de la cooperativa Senior Cohousing Huelva, una propuesta de vida colaborativa que se est¨¢ implementando en el casco urbano de Huelva para personas de entre 44 y 70 a?os que buscan una soluci¨®n para el envejecimiento activo. Vivir en comunidad es la medicina perfecta para combatir la soledad que acecha a las personas mayores, ya sean divorciadas o viudas. Porque, como dice Ponce, ¡°el s¨ªndrome del nido vac¨ªo es un tormento¡±.
El proyecto, de 44 viviendas y que funciona bajo la modalidad de cesi¨®n de uso, nace de la propuesta de un grupo de personas ¡ªhasta ese momento desconocidas¡ª que se han constituido en cooperativa para promover un complejo residencial y de servicios sociales, culturales y sanitarios, sin ¨¢nimo de lucro y autogestionado. El proyecto, que esperan que est¨¦ listo a finales de 2023, ha supuesto ya una inversi¨®n de cuatro millones de euros.
Nueve a?os lleva en marcha ya el cohousing Trabensol, situado en Torremocha de Jarama (Madrid). Es el segundo que se implant¨® en Espa?a y ha dado sobradas muestras de cumplir su cometido. ¡°La m¨¢xima es la solidaridad y la ayuda mutua¡±, explica Jaime Moreno, de 84 a?os, uno de los socios fundadores de la cooperativa. Sus 54 socios (unas 80 personas) abonaron un total de 145.000 euros y ahora pagan entre 1.200 y 1.400 euros al mes para cubrir todo tipo de gastos: comidas, cocinero, ba?os terap¨¦uticos, porter¨ªa, limpieza, suministros¡ Si el socio fallece, lo invertido se devuelve a los herederos (sin gastos mensuales). Tambi¨¦n es reintegrado si abandona.
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