El FMI sigue rezagado en lo relativo al control de capitales
Los pa¨ªses ricos han sacado el m¨¢ximo partido a la flexibilidad de las restricciones otorgada por el organismo
El marco pol¨ªtico revisado del Fondo Monetario Internacional (FMI) para gestionar los flujos financieros transfronterizos, aprobado por su junta directiva el mes pasado, ampl¨ªa las circunstancias en las que los pa¨ªses pueden restringir las entradas de capital. Por desgracia, tambi¨¦n les ata excesivamente las manos y no tiene en cuenta los m¨²ltiples contextos del mundo real en los que el asesoramiento que ofrece el FMI resulta apropiado o no. Por eso, aunque la volatilidad de los flujos de capital ya supone un reto constante para muchas econom¨ªas emergentes y en desarrollo, el marco del FMI reducir¨¢ las opciones de los pa¨ªses para alcanzar sus objetivos sociales y podr¨ªa, en ¨²ltima instancia, hacer menos estable la econom¨ªa mundial.
El marco anterior del FMI, conocido como la ¡°Visi¨®n Institucional¡± (VI), sosten¨ªa que los controles sobre las salidas de capital solo eran leg¨ªtimos si un pa¨ªs estaba inmerso en una crisis, y que los controles sobre las entradas solo deb¨ªan utilizarse como ¨²ltimo recurso cuando el pa¨ªs estuviera experimentando un aumento del dinero extranjero. La VI fue un compromiso pol¨ªtico que reflejaba las profundas divisiones entre los Estados miembros del FMI (incluidos algunos de los mayores accionistas) que estaban a favor de la liberalizaci¨®n total de los movimientos de capital, y aquellos (incluidas muchas econom¨ªas emergentes y en desarrollo) que deseaban el benepl¨¢cito del FMI para adoptar pol¨ªticas destinadas a mitigar la volatilidad.
Algunos pa¨ªses se opusieron a la VI no porque estuvieran en desacuerdo con ese marco, sino porque lo consideraban una ¡°extralimitaci¨®n¡±. Les preocupaba que el FMI estuviera yendo m¨¢s all¨¢ de las atribuciones definidas por su constituci¨®n (el Convenio Constitutivo), que concede a los pa¨ªses un margen de maniobra considerable en materia de pol¨ªticas de control de capitales, y que un futuro equipo directivo del FMI pudiera cambiar repentinamente de rumbo e intentara restringir lo que los pa¨ªses pod¨ªan hacer.
El trabajo del FMI es evitar que las pol¨ªticas nacionales generen efectos negativos a escala internacional. Los padres fundadores del Fondo, John Maynard Keynes y Henry Dexter White, hondamente preocupados por las implicaciones de las depreciaciones monetarias competitivas, hicieron hincapi¨¦ en las normas contra las pol¨ªticas de ¡°empobrecimiento del vecino¡± en el Convenio Constitutivo del FMI. M¨¢s recientemente, hemos visto lo que puede suceder cuando los problemas financieros de un pa¨ªs se extienden a otros, como ocurri¨® durante la crisis financiera mundial.
Cuando se redact¨® el Convenio Constitutivo del FMI, la mayor¨ªa de los pa¨ªses, incluidas las actuales econom¨ªas avanzadas, utilizaban ampliamente los controles de capital. Por tanto, el Convenio Constitutivo no otorgaba al FMI autoridad para impulsar la liberalizaci¨®n del mercado de capitales. Es m¨¢s, el ¨²ltimo intento de ampliar el Convenio, en la reuni¨®n anual del FMI celebrada en 1997 en Hong Kong, se produjo en el peor momento, justo en medio del estallido de la crisis financiera asi¨¢tica, precipitada por la salida masiva de capitales.
En cualquier caso, los pa¨ªses peque?os sin monedas infravaloradas no generan externalidades negativas ni aplican pol¨ªticas de empobrecimiento del vecino. Por tanto, cuando recurren a los controles de capital, suele ser en circunstancias que poco tienen que ver con el cometido del FMI.
Consideremos el objetivo social de garantizar una vivienda asequible para la clase media, que muchas econom¨ªas de mercado avanzadas y emergentes han perseguido restringiendo las compras extranjeras de bienes inmuebles nacionales. Estas restricciones no son responsabilidad del FMI, sobre todo si no deprecian significativamente el tipo de cambio o causan importantes efectos financieros transfronterizos. No obstante, el FMI inst¨® recientemente a Australia a reconsiderar un peque?o impuesto sobre las inversiones en el sector inmobiliario en Tasmania (541.000 habitantes), pese a que la medida no podr¨ªa ser significativa en t¨¦rminos macroecon¨®micos. Y este es solo un ejemplo flagrante entre muchos otros. Estos consejos, y las posiciones relacionadas con pa¨ªses tan diversos como Canad¨¢ o Singapur, socavan la credibilidad de la ¡°vigilancia¡± (supervisi¨®n) del FMI.
El marco revisado del FMI permite sabiamente tomar medidas preventivas contra las entradas de capital en algunas circunstancias. El Fondo se ha dado cuenta de que no es prudente esperar a que los desequilibrios financieros alcancen un umbral cr¨ªtico para hacer algo al respecto. Esta justificaci¨®n, esencialmente para la regulaci¨®n macroprudencial preventiva, se aplica tanto a los desequilibrios generados por el dinero caliente del extranjero como a los originados por el exceso de pr¨¦stamos de fuentes nacionales.
?Pero qu¨¦ pasa con el otro lado de la ecuaci¨®n, las salidas de capital? Ahora que la Reserva Federal de Estados Unidos est¨¢ subiendo los tipos de inter¨¦s, esta cuesti¨®n se ha vuelto muy relevante para muchos mercados emergentes. Sin embargo, el nuevo marco del FMI la elude extra?amente.
En general, los economistas desconf¨ªan profundamente de los controles de salida de capital, por la preocupaci¨®n de que esas pol¨ªticas equivalen necesariamente a una expropiaci¨®n parcial. Pero es una cuesti¨®n de dise?o de pol¨ªticas, y de si las reglas del juego son claras y se conocen con antelaci¨®n. Por ejemplo, una pol¨ªtica anunciada de antemano para gravar las salidas de capital a corto plazo (pero no los flujos de mayor duraci¨®n), y para imponer controles m¨¢s amplios en caso de crisis, podr¨ªa, en ¨²ltima instancia, mejorar la estabilidad macroecon¨®mica y, en ese sentido, hacer m¨¢s atractiva la inversi¨®n extranjera. Forma parte del cometido del FMI evaluar si los controles de las salidas de capital son necesarios, c¨®mo puede mejorarse su dise?o y qu¨¦ funci¨®n podr¨ªan desempe?ar en el pa¨ªs.
La sabidur¨ªa popular evoluciona constantemente para tener en cuenta los avances de la teor¨ªa econ¨®mica, la cual ha demostrado claramente la prudencia de imponer controles de capital en determinadas circunstancias. Lo que era tab¨² a finales de la d¨¦cada de 1990 (cuando el FMI defend¨ªa la plena liberalizaci¨®n de la cuenta de capital) difiere de lo que era tab¨² en 2012 (cuando el FMI respald¨® los controles de entrada durante los repuntes) y en 2022 (cuando respald¨® los controles preventivos de entrada).
Parece claro, incluso para el FMI, que los controles de salida de capital podr¨ªan haber sido recomendables como parte de su pr¨¦stamo a la Argentina del expresidente Mauricio Macri. Sin estos controles, el FMI simplemente permit¨ªa a los inversores internacionales sacar su dinero del pa¨ªs, dejando a Argentina con una carga de deuda de 44.000 millones de d¨®lares y pocos resultados. En circunstancias como las que afront¨® Argentina, el FMI deber¨ªa considerar no solo permitir controles de las salidas de capital, sino efectivamente insistir en ellos.
El Convenio Constitutivo del FMI concede acertadamente un amplio margen de maniobra a los gobiernos de los Estados miembros a la hora de aplicar los controles de capital, con la condici¨®n de que sus pol¨ªticas no perjudiquen a otros pa¨ªses en forma de empobrecimiento del vecino. Los pa¨ªses ricos han sacado el m¨¢ximo partido a esta flexibilidad. El FMI podr¨ªa hacer algo peor que mantener el esp¨ªritu de sus fundadores.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, es catedr¨¢tico de la Universidad de Columbia. Jonathan D. Ostry, profesor entrante de la pr¨¢ctica de la econom¨ªa en la Universidad de Georgetown, es exsubdirector del FMI
? Project Syndicate 1995¨C2022
Traducci¨®n de News Clips
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