?Estamos ante el fin de las criptomonedas?
Incluso si el valor del bitcoin no queda en cero, hay razones para decir que el sector est¨¢ abocado al olvido
Los ¨²ltimos acontecimientos han puesto de manifiesto la necesidad de regular el sector de la moneda digital, que hace un a?o pas¨® de la nada a una capitalizaci¨®n de mercado de tres billones de d¨®lares, aunque actualmente la mayor parte de esa cifra se ha evaporado. Pero tambi¨¦n parece probable que este sector no pudiera sobrevivir a la regulaci¨®n.
La historia hasta ahora es as¨ª: las criptomonedas alcanzaron su m¨¢ximo protagonismo el a?o pasado, cuando se emiti¨® por primera vez el anuncio de Matt Damon La fortuna favorece a los valientes, patrocinado por la aplicaci¨®n de intercambio de criptodivisas con sede en Singapur Crypto.com. En aquel momento, el bitcoin, la moneda virtual m¨¢s famosa, se vend¨ªa a m¨¢s de 60.000 d¨®lares. Actualmente se vende por menos de 17.000. Es decir, las personas que compraron despu¨¦s de ver el anuncio de Damon han perdido m¨¢s del 70% de su inversi¨®n. De hecho, dado que casi todos los que adquirieron bitcoins lo hicieron cuando el precio estaba alto, la mayor¨ªa de los que han invertido en esta moneda han perdido dinero hasta ahora.
As¨ª y todo, los precios de los activos caen continuamente. La gente que compr¨® acciones de Meta, la empresa antes conocida como Facebook, en su punto ¨¢lgido el a?o pasado ha perdido m¨¢s o menos lo mismo que los que han invertido en bitcoins. Por lo tanto, que bajen los precios no tiene por qu¨¦ significar que las criptomonedas est¨¦n condenadas al fracaso. Sus adeptos seguramente no se dar¨¢n por vencidos. Seg¨²n un informe de The Washington Post, muchos de los que se suscribieron a la insignia azul de verificaci¨®n de Twitter, el desastroso (y ahora interrumpido) intento de Elon Musk de sacar dinero a los usuarios de Twitter, eran cuentas que promov¨ªan la pol¨ªtica de derechas, la pornograf¨ªa... y la especulaci¨®n con criptomonedas. M¨¢s revelador que los precios ha sido el colapso de las instituciones de la moneda virtual. Recientemente, FTX, uno de los mayores mercados de compraventa de criptomonedas, se declar¨® en bancarrota, y parece que lo que ha ocurrido es que sus gestores se han quedado con miles de millones de los depositantes, y probablemente han utilizado los fondos en un intento fallido de apuntalar Alameda Research, su empresa hermana.
La pregunta que deber¨ªamos hacernos es por qu¨¦ se crearon en primer lugar instituciones como FTX y Terra, el emisor de la llamada criptomoneda estable. Al fin y al cabo, el libro blanco de 2008 que dio inicio al movimiento de las criptomonedas, publicado con el seud¨®nimo de Satoshi Nakamoto, se titulaba Bitcoin: Un sistema de efectivo electr¨®nico entre iguales. Es decir, la idea era precisamente que los activos digitales cuya validez se establec¨ªa mediante t¨¦cnicas tomadas de la criptograf¨ªa, permitir¨ªan a las personas eludir a las instituciones financieras. Si una persona quer¨ªa transferir fondos a otra, pod¨ªa enviarle sencillamente un n¨²mero ¡ªuna clave¡ª sin necesidad de confiar en Citigroup o Santander para registrar la transacci¨®n.
Nunca ha quedado claro del todo por qu¨¦ alguien que no fuera un delincuente iba a querer operar as¨ª. Aunque los defensores de las monedas virtuales suelen mencionar la crisis financiera de 2008 como motivaci¨®n para su trabajo, esa crisis nunca afect¨® al sistema de pago, es decir, a la capacidad de los particulares de transferir fondos a trav¨¦s de los bancos. Aun as¨ª, la idea de un sistema monetario que no requiriera confiar en instituciones financieras resultaba interesante, y probablemente val¨ªa la pena intentarlo. No obstante, despu¨¦s de 14 a?os, las criptomonedas apenas han despojado al dinero de sus funciones tradicionales. Son demasiado dif¨ªciles de usar para las transacciones ordinarias. Sus valores son demasiado inestables. De hecho, relativamente pocos inversores se toman la molestia de guardar sus claves ellos mismos. El riesgo de perderlas, por ejemplo, al ponerlas en un disco duro que acabe en un vertedero es demasiado alto.
Por el contrario, las criptomonedas se suelen comprar a trav¨¦s de aplicaciones de intercambio como Coinbase y, s¨ª, tambi¨¦n FTX, que aceptan tu dinero y guardan los tokens [activos digitales encriptados] por ti.
Estas aplicaciones son ¡ªahora viene lo bueno¡ª instituciones financieras, cuya capacidad de atraer inversores depende ¡ªm¨¢s de lo bueno¡ª de la confianza de esos inversores. En otras palabras, el ecosistema cripto b¨¢sicamente se ha convertido justo en lo que se supon¨ªa que iba a sustituir: un sistema de intermediarios financieros cuya capacidad de operar depende de la percepci¨®n de que son fiables.
Siendo as¨ª, ?qu¨¦ sentido tienen? ?por qu¨¦ un sector que, en el mejor de los casos, se ha limitado a reinventar la banca convencional, iba a tener ning¨²n valor fundamental?
Es m¨¢s, la confianza en las instituciones financieras convencionales descansa en parte en la validaci¨®n por parte de T¨ªo Sam: el Gobierno supervisa los bancos, regula los riesgos que pueden asumir y garantiza muchos dep¨®sitos, mientras que el sector de las criptomonedas opera en gran medida sin supervisi¨®n. Por lo tanto, los inversores se ven obligados a depender de la honradez y la competencia de los empresarios; cuando les hacen ofertas excepcionalmente buenas tienen que creer no solo en su competencia, sino en su genialidad.
?Y qu¨¦ tal ha funcionado? Como a los adeptos les encanta recordarnos, las predicciones anteriores sobre la inminente desaparici¨®n de las criptomonedas resultaron err¨®neas. De hecho, que el bictoin y sus rivales no puedan utilizarse realmente como dinero no tiene por qu¨¦ significar que carezcan de valor. Pero si el Gobierno interviene finalmente para regular las empresas de moneda digital, lo cual, entre otras cosas, les impedir¨ªa prometer rentabilidades imposibles de conseguir, cuesta ver qu¨¦ ventaja tendr¨ªan sobre los bancos convencionales. Incluso si el valor del bitcoin no queda en cero (lo cual todav¨ªa podr¨ªa ocurrir), hay argumentos s¨®lidos para sostener que el sector, tan imponente hace unos meses, est¨¢ abocado al olvido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.