?Es Nueva York tan mugriento como dicen los republicanos?
El motivo por el que la gente se quiere ir de la ciudad no son los impuestos ni la delicuencia. Es el precio de la vivienda
Meterse con Nueva York ha sido durante mucho tiempo un pasatiempo popular entre la derecha. Los conservadores suelen hablar de la Gran Manzana como de un p¨¢ramo dist¨®pico. Y los ataques han alcanzado niveles fren¨¦ticos desde que Alvin Bragg, el fiscal del distrito de Manhattan, anunci¨® la presentaci¨®n de m¨²ltiples cargos contra Donald Trump. ?C¨®mo se atreve Bragg a iniciar esos procesos, se preguntan los republicanos, cuando la delincuencia campa sin control en su propio cenagal?
Pero lo cierto es que la delincuencia en Nueva York no campa sin control. Como en muchos sitios, los actos delictivos se dispararon durante la pandemia, pero parece que est¨¢n remitiendo. Aunque los republicanos se niegan a creerlo, la criminalidad en la gran ciudad m¨¢s segura de Estados Unidos sigue siendo muy inferior, por ejemplo, a la de Miami o a la de Columbus, en Ohio.
A pesar de ello, incluso antes de la crisis sanitaria, se registraba un flujo constante, aunque no enorme, de personas que se marchaban de Nueva York. ?Por qu¨¦ se iban? Seguramente la causa no era la delincuencia, si bien las impresiones pueden no coincidir con la realidad. Tampoco parece probable que fueran los impuestos; en un momento llegar¨¦ a esto. El factor m¨¢s importante, casi con toda seguridad, era y es el coste de la vivienda. Con respecto a las impresiones: desde principios de la d¨¦cada de 1990 hasta la pandemia, el gran descenso de la criminalidad estuvo acompa?ado por el convencimiento de la poblaci¨®n de que la delincuencia estaba aumentando. Sin embargo, curiosamente, solo una minor¨ªa afirmaba que hab¨ªa aumentado en su zona. Al parecer, los estadounidenses cre¨ªan que cada vez se comet¨ªan m¨¢s delitos en alg¨²n sitio, pero no donde ellos viv¨ªan.
Y por si sirve de algo, a pesar de la proliferaci¨®n de los actos delictivos, hay grandes zonas de Nueva York que no producen una sensaci¨®n amenazadora en un observador ocasional. S¨¦ que Marjorie Taylor Greene, tras una r¨¢pida visita, calific¨® a la ciudad de ¡°asquerosa¡±, ¡°mugrienta¡±, ¡°repulsiva¡± y ¡°lugar terrible¡±. Y, por supuesto, hay barrios malos, pero a la mayor¨ªa de los que residimos en la ciudad, la vida nos parece normal, y cuesta creer que la gente est¨¦ huyendo en masa de una pesadilla urbana. De hecho, en muchos sentidos, la calidad de vida en Nueva York es alta... si uno puede permit¨ªrselo.
Pero, ?se lo puede permitir? Nueva York es un Estado con una fiscalidad elevada. Tiene que serlo si quiere pagar unos programas sociales relativamente generosos. Adem¨¢s, la ciudad de Nueva York impone grav¨¢menes adicionales. Estos impuestos hacen que vivir en ella sea m¨¢s caro. Sin embargo, aunque los tipos impositivos medios son m¨¢s bajos en los Estados republicanos que en los dem¨®cratas, en los primeros la fiscalidad es muy regresiva: se recauda una parte mucho mayor de los ingresos de los pobres y de la clase media que del 1% m¨¢s rico. Como consecuencia, las diferencias entre republicanos y dem¨®cratas en lo que a carga fiscal de las familias corrientes se refiere son menores de lo que cabr¨ªa suponer.
Seg¨²n el Instituto de Pol¨ªtica Tributaria y Econ¨®mica, el 60% de los contribuyentes de clase media de Texas pagan el 9,4% de sus ingresos en impuestos estatales y locales. La tasa es superior a la correspondiente a las familias de renta media de California. Los neoyorquinos pagan m¨¢s ¡ªel 12,5%¡ª, pero seguramente estos tres puntos m¨¢s de impuestos no sean una raz¨®n de peso para marcharse. Las grandes diferencias fiscales afectan al 1% m¨¢s rico: el 11,3% en Nueva York frente al 3,1% en Texas. Y, ciertamente, hay ricos que se mudan buscando impuestos m¨¢s bajos. Pero los m¨¢s acaudalados son tambi¨¦n la clase de personas con m¨¢s probabilidades de atribuir mucho valor a los servicios que ofrece una ciudad grande y sofisticada. Nueva York sigue siendo una de las residencias favoritas del mundo para los extremadamente pudientes.
Sin embargo, para la clase media es dif¨ªcil costearse la vida en ella, no tanto por los impuestos como por el precio de la vivienda. Seg¨²n Zillow, el alquiler medio de un piso en Nueva York asciende a 3.500 d¨®lares, unos 1.500 d¨®lares m¨¢s que el alquiler medio en Dallas, por poner un ejemplo. Dado que la renta familiar media en la ciudad es de unos 70.000 d¨®lares anuales, el ¡°impuesto sobre la vivienda¡± que pagan los hogares de clase media por vivir en la Gran Manzana es del orden del 20% de sus ingresos, varias veces superior a la diferencia en impuestos reales. Y si se quiere comprar una casa, la distancia entre precios es similar: Dallas resulta un 40% m¨¢s barata. Ah, y en cuanto a la cantidad de personas sin techo que se ve ¡ªun s¨ªntoma del desorden social en Nueva York¡ª, vivir en la calle es en gran medida consecuencia de la escasez de viviendas y de su carest¨ªa. Por lo tanto, el coste de la vivienda, y no la delincuencia o los impuestos, es la raz¨®n principal por la que la gente posiblemente quiera irse de Nueva York. No sirve de mucho consuelo se?alar que, en California, el problema de la inasequibilidad de este bien b¨¢sico es incluso mayor.
La cuesti¨®n es que esto no tendr¨ªa por qu¨¦ ocurrir. El ¨¢rea metropolitana de Nueva York est¨¢ mucho m¨¢s densamente poblada que cualquier otro lugar de Estados Unidos, y el habitante medio vive en un distrito con unas 5.800 personas por kil¨®metro cuadrado. Aun as¨ª, se podr¨ªan construir muchas m¨¢s viviendas. Yo vivo en un barrio con unos 23.000 habitantes por kil¨®metro cuadrado, y es m¨¢s agradable y tranquilo de lo que uno probablemente se imagina; no, no es una pesadilla abarrotada de gente.
Una de las principales razones por las que los promotores no construyen m¨¢s viviendas en la zona de Nueva York, y por lo tanto la causa de que vivir en la ciudad sea m¨¢s caro, es que no pueden hacerlo debido a la zonificaci¨®n, las restricciones al uso del suelo y, especialmente en los barrios residenciales, la oposici¨®n de sus habitantes. En otras palabras, las escabrosas fantas¨ªas de la derecha son lo de menos. El ¡°S¨ª, pero no aqu¨ª¡±, y no la delincuencia o los impuestos, es el principal problema de Nueva York.
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