HSBC da un golpe (?de gracia?) a Canary Wharf
El gigante financiero se suma a otras entidades y anuncia que traslada su sede a la City de Londres forzado por el auge del teletrabajo
Ha ocurrido que alg¨²n amigo me ha invitado a su apartamento en Canary Wharf, el ¨¢rea financiera del este de Londres que se convirti¨® a partir de los a?os noventa en la alternativa a la City para muchas entidades. Por la mitad de lo que hubiera pagado en una zona m¨¢s exclusiva o popular de la ciudad, dispon¨ªa de un amplio espacio con vistas al T¨¢mesis. A su alrededor, imponentes rascacielos, con m¨¢s de trescientas tiendas, ocho supermercados y cerca de setenta bares y restaurantes. Y sin embargo¡
Los propietarios de Canary Wharf Group (CWG), el fondo canadiense Brookfield y el fondo soberano Qatar Investment Authority luchan estos d¨ªas por revitalizar una zona que siempre perdi¨® su alma en el momento en que las oficinas daban por concluida la jornada. A los viejos muelles que un d¨ªa recib¨ªan las frutas y hortalizas procedentes de las Islas Canarias (de ah¨ª el nombre) acuden cada d¨ªa a trabajar 120.000 empleados. El n¨²mero de residentes en la zona es de 3.500, a lo largo de medio mill¨®n de metros cuadrados.
La pandemia trajo consigo el teletrabajo, que en un sector como el financiero ha echado m¨¢s ra¨ªces que en otras actividades econ¨®micas. La jornada laboral presencial de Canary Wharf, en muchos casos, se extiende de lunes a jueves. ?C¨®mo devolver a la vida todo ese complejo urban¨ªstico el resto de la semana?
El ¨²ltimo golpe lo ha propinado el banco HSBC, al anunciar su intenci¨®n de abandonar el rascacielos de 45 plantas, en 8 Canada Square, que ha ocupado durante dos d¨¦cadas, y trasladar de nuevo su sede londinense a la hist¨®rica City. Lo har¨¢ en 2027, cuando finalice su contrato de arrendamiento. Se ir¨¢ a un edificio frente a la Catedral de San Pablo, con un espacio de oficinas que apenas supone la mitad del actual. La posibilidad de trabajar desde casa, la automatizaci¨®n de muchas de las tareas y la reducci¨®n de personal han hecho rentable la mudanza, a pesar de que el nuevo alquiler sea m¨¢s elevado. Antes, hab¨ªa anunciado una decisi¨®n similar de traslado la firma jur¨ªdica Clifford Chance.
CWG arrastra una fuerte deuda y su situaci¨®n se ver¨¢ agravada por el dr¨¢stico aumento de los tipos de inter¨¦s. Pero sus dos propietarios tienen m¨²sculo suficiente para aguantar el tir¨®n. El problema tiene m¨¢s de existencial que de econ¨®mico. En los ¨²ltimos a?os se han construido multitud de espacios verdes en la zona para hacerla m¨¢s habitable. Tiene la mayor colecci¨®n de arte urbano contempor¨¢neo, y la apuesta m¨¢s reciente pasa por convertir la zona en un centro de desarrollo cient¨ªfico. Genomics England o Barts Health NHS Trust ya han apostado por incorporarse al que aspira a ser el mayor campus de Europa de biociencia.
Ambiente de cart¨®n piedra
La nueva l¨ªnea de transporte Elizabeth Line llega hasta Canary Wharf, y ha aumentado en un 40% el n¨²mero de personas que acceden a la zona en transporte p¨²blico. Sus locales comerciales tienen una ocupaci¨®n cercana al 97%. La mayor¨ªa de ellos, situado en las amplias galer¨ªas subterr¨¢neas que conectan entre s¨ª los rascacielos. El problema, se?alan los expertos en desarrollo inmobiliario, es que tanto las tiendas como los restaurantes viven en torno a la actividad laboral de la zona. A partir de las siete de la tarde, entre semana, y a lo largo del fin de semana, el bullicio desaparece. Y, sobre todo, la sensaci¨®n de vida social o cultural, con pubs aut¨¦nticos y ambiente de barrio, que ofrecen otras zonas de Londres, tiene algo de forzado en Canary Wharf.
En teor¨ªa, todos los servicios necesarios son accesibles en la zona. De hecho, 3.500 vecinos parecen pocos, pero supone un aceler¨®n respecto a los cero que hab¨ªa hace apenas cuatro a?os. Y sin embargo¡
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