Nueva Zelanda, el socio comercial de casi todo el mundo
El pa¨ªs austral cierra un nuevo trato con la Uni¨®n Europea, mientras hace equilibrios diplom¨¢ticos con China, su mayor mercado exterior
Tener solo cinco millones de habitantes y estar separado por miles de millas n¨¢uticas de la cadena de suministro global no son obst¨¢culos insalvables. Como demuestra Nueva Zelanda, al desarrollo tambi¨¦n se llega con una estrategia de especializaci¨®n basada en ventajas competitivas y acuerdos comerciales con el resto del mundo.
Con una renta per capita comparable a la del Reino Unido, el pa¨ªs austral firm¨® en julio con Bruselas un tratado de libre comercio para entrar en vigor en 2024 que, seg¨²n las estimaciones oficiales, que har¨¢ crecer un 30% el intercambio comercial entre la UE y Nueva Zelanda, donde las id¨®neas condiciones para la cr¨ªa de vacas y ovejas, y el alt¨ªsimo desarrollo tecnol¨®gico de la industria, han hecho de los l¨¢cteos la primera exportaci¨®n, seguida por el turismo y la carne.
El acuerdo de libre comercio con Bruselas sigue al pactado en 2022 con la antigua metr¨®poli brit¨¢nica y se suma a los m¨¢s de 10 que tiene vigentes con casi todos sus socios comerciales, entre los que destacan la Asociaci¨®n Econ¨®mica Integral Regional (el RCEP, por sus siglas en ingl¨¦s, del que China, Jap¨®n y Australia tambi¨¦n forman parte) y el de la Asociaci¨®n Transpac¨ªfico (CPTPP), que la vincula comercialmente con 10 pa¨ªses de Am¨¦rica, Asia y Ocean¨ªa (sin China y sin Estados Unidos).
Seg¨²n el economista Shamubeel Eaqub, la tradici¨®n neozelandesa de abrirse al mundo comenz¨® con el ingreso del Reino Unido al mercado com¨²n europeo, una medida que dej¨® sin acceso preferencial a la antigua colonia del Pac¨ªfico. ¡°Fue un poco como si nuestra tierra natal hubiera cortado el cord¨®n umbilical¡±, dice. En opini¨®n de Eaqub, que trabaja en Wellington para la consultora Sense Partners, la importancia de acuerdos de libre comercio como el firmado con Bruselas tiene m¨¢s que ver con las posibilidades de homogeneizaci¨®n comercial y conocimientos compartidos que con los beneficios posibles de una rebaja en los aranceles.
En primer lugar, porque los aranceles promedio ya son muy bajos como para que su retirada tenga un efecto revolucionario (seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de Comercio, el arancel promedio seg¨²n el principio de naci¨®n m¨¢s favorecida es del 9%). Pero tambi¨¦n porque la protecci¨®n que Bruselas otorga al sector l¨¢cteo, donde Nueva Zelanda tiene claras ventajas competitivas, se concreta en barreras no arancelarias que Europa no tiene previsto eliminar.
De hecho, el acuerdo de libre comercio entre Europa y Nueva Zelanda defiende como una novedad la inclusi¨®n de restricciones medioambientales y sociales, como criterios de igualdad entre hombres y mujeres o la medici¨®n de los gases de efecto invernadero generados con la producci¨®n y el transporte. Como dice Eaqub, ¡°lo que necesitamos es m¨¢s coordinaci¨®n, especialmente con el cambio clim¨¢tico, donde uno de los problemas es que la falta de acci¨®n de unos desincentiva la acci¨®n de los otros¡±.
Pero el principal socio comercial de Wellington no es la Uni¨®n Europea sino China, destino del 30% de sus exportaciones directas (seguida por Australia y por Estados Unidos). Como dice el especialista en historia econ¨®mica de Nueva Zelanda Brian Easton, el porcentaje puede llegar hasta el 65% cuando se incluyen las exportaciones dirigidas a otros pa¨ªses de Asia y Ocean¨ªa que luego son integradas en la cadena de suministro de China.
Esa importancia de China explica los equilibrios a los que se ve obligado el Gobierno neozeland¨¦s frente a los atentados contra los derechos humanos cometidos por Pek¨ªn. Aunque se ha unido a varias denuncias internacionales por los abusos en Hong Kong y Xinjiang, el gobierno encabezado por el Partido Laborista sigue defendiendo en p¨²blico su relaci¨®n comercial con el gigante asi¨¢tico mientras firma acuerdos comerciales con Londres y Bruselas y pide a sus empresarios que acudan a otros mercados.
¡°El escenario m¨¢s terrible para Nueva Zelanda ser¨ªa un derrumbe de la econom¨ªa china o un conflicto militar entre el pa¨ªs asi¨¢tico y Estados Unidos que involucrase sanciones contra Pek¨ªn¡±, dice Easton. De ah¨ª, explica, una diplomacia que define como ¡°pasar de puntillas¡±. ¡°Nueva Zelanda necesita condenar algunas de las acciones de China pero no muy rotundamente, para evitar repercusiones comerciales como las que sufri¨® Australia [pa¨ªs con el que China libra una guerra comercial que se dispar¨® con unas declaraciones de Scott Morrison sobre los or¨ªgenes de la covid-19]. Y por otro lado necesita afirmar su relaci¨®n de seguridad con Estados Unidos, lo suficientemente cercana como para lograr que se respeten las principales exportaciones neozelandesas en un posible escenario de sanciones comerciales a Beijing, pero no tan cercana como para que a China le resulte intolerable¡±.
Literalmente en las ant¨ªpodas de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, la econom¨ªa de Nueva Zelanda comparte con la espa?ola el encarecimiento de las viviendas, una dificultad que se ha hecho especialmente acuciante tras la pandemia del coronavirus. De acuerdo con los datos de Jarrod Kerr, del banco estatal Kiwibank, en solo 18 meses los precios de los inmuebles se dispararon un 45%. Aunque han bajado hasta un 15% desde noviembre, comprarse una casa sigue representando ocho veces el ingreso promedio anual de los hogares (o la mitad de un sueldo promedio en el pago de la hipoteca, seg¨²n los c¨¢lculos de Brad Olsen, de la consultora Infometrics).
Seg¨²n Kerr, el encarecimiento fue impulsado por un largo periodo de bajos tipos de inter¨¦s, que pon¨ªa los pr¨¦stamos hipotecarios ¡°al 2% o al 2,5%¡±; y por el cambio en la forma de pensar que generaron los confinamientos por la pandemia. ¡°Muchas de las personas que pasaron tanto tiempo encerradas en casa comenzaron a buscar casas mejores¡±, dice. El problema es que la subida de tipos desplegada por el Banco de la Reserva de Nueva Zelanda puede ponerlos ahora en dificultades.
Inflaci¨®n y tipos
Para combatir una inflaci¨®n, que en junio del a?o pasado lleg¨® hasta el 7,3% (ahora ronda el 6%), el banco central tuvo que subir su tipo de referencia hasta el 5,5%. Aunque la autoridad monetaria ha dado se?ales de que no habr¨¢ nuevas alzas, el sistema predominante de contrataci¨®n de hipotecas en Nueva Zelanda combina el concepto de intereses fijos con el de intereses variables, acordando una tasa que es inamovible solo durante un periodo (por lo general, entre uno y cinco a?os). Seg¨²n Christina Leung, del New Zealand Institute of Economic Research, ¡°en torno a la mitad de las hipotecas que van a tener que renegociar en los pr¨®ximos 12 meses va a pasar de tipos del 4% a tipos del 6%, el 7% o el 8%, as¨ª que por mucho que el Banco de la Reserva no vaya a subir m¨¢s su tasa, durante al menos uno o dos a?os vamos a tener bloqueados esos tipos de hasta el 8%¡±.
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