La consecuencia m¨¢s grave de la Gran Recesi¨®n
Corremos el riesgo de que el impacto m¨¢s grave de esa crisis sea haber detenido la transici¨®n energ¨¦tica demasiado tiempo
Una caracter¨ªstica definitoria de la sociedad del siglo XXI es la aceleraci¨®n vital. Vivimos estresados e inmersos en una sucesi¨®n de est¨ªmulos, de informaci¨®n, de b¨²squedas de atenci¨®n que, entre otros muchos efectos (creo que la mayor¨ªa perniciosos) no facilitan la reflexi¨®n meditada ni la visi¨®n de largo plazo. Por eso es conveniente peri¨®dicamente reexaminar el pasado y analizar sus consecuencias.
En septiembre se cumplir¨¢n 15 a?os desde que la quiebra del banco de inversi¨®n Lehman Brothers acelerase la Gran Recesi¨®n mundial. Este evento precipit¨® el p¨¢nico financiero mundial en septiembre de 2008 y dej¨® expuestas las debilidades (visibles ya desde el a?o anterior) del sistema financiero y econ¨®mico que se hab¨ªa consolidado tras el final de la Guerra Fr¨ªa. Entre otras, la existencia de incentivos perversos que premiaban comportamientos poco ¨¦ticos en sectores financieros y pol¨ªticos clave de nuestras sociedades.
Es un tiempo suficiente para poder se?alar que, con la perspectiva actual, el impacto m¨¢s relevante en el largo plazo de aquel colapso financiero, y de c¨®mo se intent¨® atajar, haya sido que la introducci¨®n de la sostenibilidad en el n¨²cleo de las decisiones financieras por parte de inversores, empresas y reguladores se retrasase aproximadamente 10 a?os.
En el a?o 2006 se desarrollaban t¨ªmidos avances en la asunci¨®n por el sistema financiero de su papel fundamental en la lucha contra el calentamiento global y la emergencia medioambiental. La semilla plantada en la conferencia de R¨ªo de Janeiro en 1992, que dio paso a UNEP FI, la iniciativa financiera del programa de Naciones Unidas para el medio ambiente, se estaba empezando a desarrollar. Kofi Annan impuls¨® desde la ONU la iniciativa denominada PRI ¡ªPrincipios para la Inversi¨®n Responsable¡ª, que se lanz¨® p¨²blicamente en 2006. Sin embargo, la crisis financiera y econ¨®mica mundial desvi¨® el foco de atenci¨®n de ciudadanos, ahorradores, entidades financieras, supervisores, reguladores y gobiernos hacia el salvamento del sector financiero, para lo que se dise?aron planes de rescate de todo tipo, en ocasiones claramente perjudiciales para las sociedades que los deb¨ªan pagar. Err¨®neamente, no hubo tiempo para ning¨²n otro objetivo y la sostenibilidad qued¨® orillada hasta que llegasen tiempos mejores.
Solamente cuando los problemas del sector financiero pudieron considerarse superados, se retom¨® el inter¨¦s por los aspectos ASG (medioambientales, sociales y de gobernanza) de la actividad financiera. En 2015 volvi¨® definitivamente al primer plano el papel de las finanzas en la transici¨®n energ¨¦tica y econ¨®mica. El entonces gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, pronunci¨® un discurso inspirador sobre la tragedia del horizonte, se?alando c¨®mo el foco en el corto y medio plazo de los reguladores les imped¨ªa analizar riesgos que se materializar¨ªan con posterioridad a su horizonte temporal de actuaci¨®n (pocos a?os). Ese mismo a?o se produce la enc¨ªclica del papa Francisco Laudato si¡¯, y pocos meses despu¨¦s el Acuerdo de Par¨ªs; ambos se?alan vehementemente el papel del sector financiero tanto en haber llegado a esta situaci¨®n de emergencia clim¨¢tica y medioambiental como en su labor de agente imprescindible para que se produzca la ansiada transici¨®n ecol¨®gica, respectivamente.
La Gran Recesi¨®n dej¨® grandes heridas en las clases medias y populares de todo el mundo, siendo los pa¨ªses perif¨¦ricos de la zona euro algunos de los m¨¢s castigados y durante m¨¢s tiempo. Grecia sufri¨® un austericidio criminal, del que el propio FMI tuvo que disculparse posteriormente por haber exigido sacrificios no solo in¨²tiles, sino contraproducentes que ahondaron la propia crisis inicial. Espa?a padeci¨® largos a?os de pol¨ªticas inmisericordes y equivocadas, como demuestra que se han establecido mecanismos en Europa para no repetir aquella experiencia o que la muy diferente reacci¨®n de pol¨ªtica econ¨®mica a la pandemia haya permitido una recuperaci¨®n mucho m¨¢s r¨¢pida y equilibrada.
Tan olvidada qued¨® la sostenibilidad en la respuesta monetaria, fiscal y pol¨ªtica a la Gran Recesi¨®n que, cuando por fin el Banco Central Europeo se lanz¨® decididamente a apoyar la econom¨ªa con programas masivos de compra de activos financieros (quantitative easing), estas compras a precios exorbitados beneficiaron de forma desproporcionada a empresas petrol¨ªferas y con actividad contaminante o emisora de gases de efecto invernadero. Que estos sectores encontrasen financiaci¨®n gratis (y a¨²n peor: a veces incluso a tipos negativos en el mercado primario, es decir, siendo pagados por el BCE por recibir dinero prestado), mientras que las alternativas sostenibles no encontraban apenas apoyo financiero ni subvenciones p¨²blicas, ha podido retrasar la transici¨®n unos a?os esenciales.
Desde el lado del gasto p¨²blico, el propio Plan E, bienintencionado, pero mal dise?ado y ejecutado, inyect¨® cuantiosos fondos p¨²blicos para recuperar la econom¨ªa espa?ola financiando numerosas obras p¨²blicas de peque?a entidad y en muchos casos de dudosa utilidad, sin ligarlos a objetivos claros y ambiciosos de sostenibilidad. Esta breve respuesta keynesiana dio paso a una muy estricta austeridad, que impidi¨® cualquier apuesta p¨²blica por la sostenibilidad. En el ¨¢rea fiscal, el absurdo impuesto al sol supuso un obst¨¢culo m¨¢s para la transici¨®n ecol¨®gica.
Del mismo modo, pero en relaci¨®n con los aspectos sociales, cuando se produjo en 2010 el duro rescate a Irlanda, se impusieron condiciones especialmente da?inas para la poblaci¨®n irlandesa, pero se obviaron cuestiones como la fiscalidad, pudiendo haberse forzado al pa¨ªs a equiparar sus impuestos a la media europea, eliminando una fuente de competencia fiscal a la baja.
De estos graves errores se ha aprendido, afortunadamente. As¨ª, el BCE es un activo defensor de una pol¨ªtica monetaria verde que diferencie los activos sostenibles de otros marrones, que sean penalizados o directamente excluidos de sus programas de compra de activos. Por ejemplo, desde febrero de este a?o distingue a los bonos verdes y bonos de emisores con mejor impacto clim¨¢tico, que, a diferencia de los dem¨¢s t¨ªtulos de renta fija europea, pueden seguir siendo comprados en el mercado primario (cuando son emitidos por la entidad correspondiente).
Tambi¨¦n ha sido diferente la reacci¨®n de la Comisi¨®n Europea y de los diferentes gobiernos a la crisis econ¨®mica provocada por la pandemia: el esfuerzo inversor p¨²blico esta vez s¨ª ha sido suficiente y se ha mantenido durante el conveniente tiempo como para sostener la actividad econ¨®mica y evitar una profunda recesi¨®n, y adem¨¢s ha estado alineado con la transici¨®n sostenible de la sociedad europea.
Sin embargo, el haber aprendido de los errores en la gesti¨®n de la Gran Recesi¨®n puede ser un triste consuelo si los 10 a?os perdidos se demuestran como un lujo que no pod¨ªamos permitirnos. Visto el consenso cient¨ªfico que se?ala que probablemente fallemos estrepitosamente en el objetivo de contener el aumento de la temperatura global en 1,5 grados sobre la media preindustrial y que es m¨¢s probable alcanzar incrementos de 2,5 o 3 grados (o incluso m¨¢s), con un previsible impacto en nuestras sociedades muy perturbador, corremos el riesgo de que el impacto m¨¢s grave de la Gran Recesi¨®n sea haber detenido la transici¨®n ecol¨®gica durante demasiado tiempo.
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