C¨®mo combatir la desinformaci¨®n: estrategias y soluciones
Aunque la difusi¨®n deliberada de contenido falso no es nueva, la digitalizaci¨®n ha amplificado su alcance e impacto social
La libertad de expresi¨®n y el di¨¢logo social son pilares fundamentales de las sociedades democr¨¢ticas. No obstante, estos principios dependen de un elemento esencial: la integridad de la informaci¨®n, la cual se basa en medios de comunicaci¨®n que verifiquen sus contenidos con hechos verificables. Lamentablemente, el actual ecosistema informativo est¨¢ saturado precisamente de lo contrario. Aunque la difusi¨®n deliberada de contenido falso no es un fen¨®meno nuevo, la digitalizaci¨®n ha amplificado su alcance e impacto social. La adopci¨®n masiva de redes sociales ha facilitado un flujo de informaci¨®n sin precedentes, permitiendo a cualquier persona distribuir contenidos sin filtros ¨¦ticos ni verificaci¨®n de la realidad.
En la actualidad, la proliferaci¨®n y el impacto persuasivo del contenido falso en las redes sociales est¨¢n bajo un considerable escrutinio p¨²blico. Seg¨²n un reciente informe del World Economic Forum (2024), la desinformaci¨®n es considerada por expertos del ¨¢mbito acad¨¦mico, empresarial, gubernamental y de la sociedad civil como uno de los mayores riesgos globales para los pr¨®ximos a?os. Estas preocupaciones no son infundadas: aproximadamente la mitad de los usuarios expuestos a noticias falsas afirman creer en ellas. Adem¨¢s, se ha comprobado que la difusi¨®n de informaci¨®n err¨®nea por parte de pol¨ªticos incrementa su apoyo electoral. Estos factores contribuyen a una mayor proliferaci¨®n de desinformaci¨®n, lo cual deteriora la calidad del debate democr¨¢tico, desvi¨¢ndolo de una discusi¨®n basada en argumentos y hechos racionales. Como consecuencia, las divisiones sociales tienden a profundizarse, llevando a los ciudadanos a adoptar posturas m¨¢s extremas y a estar menos dispuestos a considerar opiniones alternativas.
Este desaf¨ªo se ve agravado por profundas transformaciones que han remodelado las redes sociales en los ¨²ltimos a?os. Inspiradas por el ¨¦xito de TikTok, muchas plataformas han reemplazado las actualizaciones de ¡°estado de amigos¡± por v¨ªdeos de desconocidos distribuidos algor¨ªtmicamente, fomentando as¨ª contenido m¨¢s extremo y beneficiando a provocadores y comerciantes de desinformaci¨®n. Este cambio es crucial porque ha impulsado la migraci¨®n de debates desde redes sociales abiertas hacia plataformas cerradas como WhatsApp o Telegram. Como consecuencia, hemos pasado de conversaciones supuestamente p¨²blicas a di¨¢logos en canales privados, lo cual ralentiza la circulaci¨®n de ideas diversas. Nos enfrentamos a una paradoja interesante, destacada recientemente por The Economist: aunque las redes sociales gozan de una popularidad sin precedentes, nuestras interacciones se est¨¢n volviendo m¨¢s privadas. Esto genera una falta de moderaci¨®n dif¨ªcil de abordar, permitiendo que la desinformaci¨®n campe libremente a sus anchas y complicando a¨²n m¨¢s la lucha contra este fen¨®meno preocupante.
?Qu¨¦ podemos hacer al respecto? Para contrarrestar este fen¨®meno, se han implementado varias estrategias con diferentes niveles de ¨¦xito. Estudios recientes revelan que la alfabetizaci¨®n digital y los nudges o impulsos para que los usuarios piensen en la veracidad del contenido antes de compartirlo, son las t¨¢cticas m¨¢s efectivas. Las campa?as de alfabetizaci¨®n digital dotan a los usuarios con habilidades para identificar la desinformaci¨®n. Estas iniciativas no solo mejoran la capacidad de discernimiento entre informaci¨®n verdadera y falsa, sino que tambi¨¦n tienen un efecto duradero, persistiendo durante varios meses seg¨²n indican estudios recientes.
Otra estrategia habitual es el uso de verificaciones de hechos y etiquetas de advertencia, com¨²nmente conocido como fact-checking. Proporcionar informaci¨®n verificada period¨ªsticamente ha demostrado disminuir la compartici¨®n de noticias falsas y aumentar la difusi¨®n de informaci¨®n verificada. Sin embargo, es importante se?alar que a?adir etiquetas de advertencia puede tener un efecto dual: mientras que reduce la voluntad de compartir noticias etiquetadas como falsas, tambi¨¦n puede aumentar la disposici¨®n a compartir noticias no etiquetadas si los usuarios interpretan la ausencia de etiquetas como un signo de autenticidad.
Adem¨¢s de estas estrategias cognitivas que reducen el impacto persuasivo de la desinformaci¨®n, es crucial establecer una regulaci¨®n m¨¢s s¨®lida en torno a la distribuci¨®n de contenidos. Abordar esta tarea requiere un acceso a los datos sobre la arquitectura algor¨ªtmica de estas plataformas. En la actualidad, solo las empresas tecnol¨®gicas conocen completamente las reglas del juego. En este sentido, la reciente Ley Europea de Servicios Digitales representa un paso significativo y un modelo a seguir al exigir el intercambio de datos entre empresas e investigadores.
Hacer frente a la desinformaci¨®n requiere de un esfuerzo coordinado entre muchos agentes. Los gobiernos, los medios de comunicaci¨®n, las empresas tecnol¨®gicas, los investigadores acad¨¦micos y la sociedad civil deben colaborar para crear defensas solidas contra la difusi¨®n de informaci¨®n falsa. Como cada agente debe aportar su granito de arena, en lo que corresponde a la investigaci¨®n social, que es nuestro campo de acci¨®n, nos comprometemos a ser un altavoz que divulgue la realidad que se desprende de los datos, y abordar estudios que apunten hacia cu¨¢les pueden ser medidas eficaces que combatan la desinformaci¨®n.
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