Desigualdad salarial y empresa
Los altos sueldos en el sector financiero se mantienen tanto cuando el sector crece como cuando colapsa
Desde hace varios a?os, un grupo de expertos de universidades de EE UU, Europa y Asia, trabajamos en investigaciones relacionadas con la desigualdad y las organizaciones empresariales. Son proyectos complicados, porque involucran millones de datos de pa¨ªses muy variados a lo largo de d¨¦cadas. Como acad¨¦micos, a nivel individual y colectivo, queremos entender la relaci¨®n entre la desigualdad de ingresos y las compa?¨ªas.
Son muchos los temas que abarcamos: la brecha salarial de g¨¦nero, la evoluci¨®n de los salarios del 1% de los que m¨¢s ganan, el efecto en la sociedad de los sueldos del sector financiero, y la separaci¨®n entre los que m¨¢s ganan y los que menos, entre otros temas.
A pesar de ser todos pa¨ªses desarrollados vemos que la desigualdad sigue, y en muchos casos aumenta, y que las pr¨¢cticas empresariales tienen mucho que ver. Este patr¨®n se repite pese a contar con distintos modelos econ¨®micos: desde el liberalismo de los pa¨ªses norteamericanos (Estados Unidos y Canad¨¢) hasta la socialdemocracia de los escandinavos (Suecia, Noruega y Dinamarca), pasando por el corporativismo de la Europa occidental (Francia, Alemania y Pa¨ªses Bajos), las econom¨ªas en transici¨®n de Europa del Este (Rep¨²blica Checa y Hungr¨ªa) y la defensa de la sociedad del bienestar del sur de Europa (Espa?a).
La desigualdad de renta es, por tanto, uno de los mayores desaf¨ªos actuales. Nos afecta a todos, ciudadanos, empresas y sociedad en su conjunto. Y si bien buscamos soluciones, es muy posible que lo estemos haciendo en los lugares equivocados.
Recortar la desigualdad en y entre los pa¨ªses es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Seg¨²n Naciones Unidas, esta brecha ¡°amenaza el desarrollo social y econ¨®mico a largo plazo, frena la reducci¨®n de la pobreza y destruye el sentido de realizaci¨®n y autoestima de las personas¡±.
Cuando hablamos de c¨®mo crear sociedades m¨¢s igualitarias, solemos pensar en los gobiernos o en los reguladores. No en balde, son los responsables de presentar y, en su caso, aprobar leyes que proh¨ªban la discriminaci¨®n por g¨¦nero, religi¨®n, etnia, discapacidad u otras razones.
Tambi¨¦n pensamos en los individuos. Por ejemplo, cuando hablamos de la brecha salarial de g¨¦nero, nos vienen a la cabeza acciones individuales. Las mujeres suelen estar empleadas ¡ªpor elecci¨®n o necesidad¡ª en sectores con menor remuneraci¨®n, como la educaci¨®n y la sanidad, mientras que los hombres optan por empleos mejor pagados, como la banca y la tecnolog¨ªa. Ambas dimensiones, la nacional y la individual, son tremendamente importantes. Por un lado, los pa¨ªses necesitan estructuras legales para proteger los derechos de todos los ciudadanos. Por el otro, es tan importante que haya financieras e ingenieras de software como enfermeros y maestros.
Pero existe otra dimensi¨®n que puede incidir en la igualdad: las empresas. Estas juegan un papel clave, sobre todo en los pa¨ªses avanzados que, como Espa?a, ya disponen de estructuras legales para la igualdad y a cuyo mercado laboral se incorporan m¨¢s mujeres que hombres con t¨ªtulos superiores.
Las empresas son una fuente de recursos ¡ªcrean riqueza, empleo y beneficios laborales¡ª, as¨ª como tambi¨¦n de relaciones. C¨®mo se distribuyen y gestionan esos recursos y relaciones contribuye, en definitiva, a la desigualdad (o igualdad).
M¨¢s all¨¢ de la brecha salarial de g¨¦nero, que todav¨ªa existe incluso en las empresas de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados, hemos examinado la desigualdad de renta en general. Es decir, la brecha entre quienes m¨¢s ganan y los que menos. Hemos observado que est¨¢ subiendo en muchos de estos pa¨ªses. Aqu¨ª, de nuevo, las organizaciones juegan un papel fundamental.
Por ejemplo, seg¨²n nuestro estudio, el sector financiero tiene un peso desproporcionado en el 1% de la poblaci¨®n que m¨¢s gana. Y esto es as¨ª tanto cuando el sector crece como cuando colapsa, como en la crisis financiera de 2008. Los salarios del sector financiero se mantienen altos llueva o truene, incluso a pesar de medidas oficiales como la imposici¨®n de topes a los bonus. Es dif¨ªcil revertir las desigualdades una vez que han surgido.
Otra tendencia preocupante es el aumento de la desigualdad entre las empresas. As¨ª, mientras que algunas se convierten en organizaciones de alta cualificaci¨®n y altos salarios, en otras sucede justo lo contrario. Esta brecha es cada vez m¨¢s pronunciada en Estados Unidos: si trabajas para una empresa del Fortune 500 disfrutas de un buen sueldo y generosos beneficios; si trabajas para una de limpieza subcontratada por una de esas compa?¨ªas, puede que no tengas ni lo uno ni lo otro. Y no hay que olvidar que las desigualdades en el trabajo repercuten en los dem¨¢s aspectos de la vida de las personas, dando lugar a los extremos que vemos en la sociedad.
Tambi¨¦n hemos comprobado que el 1% y el 10% de los empleados que m¨¢s ganan se relacionan cada vez menos con los de categor¨ªas salariales m¨¢s bajas en cada pa¨ªs. Son varias las causas de esta tendencia. Debido a la desindustrializaci¨®n y la reorganizaci¨®n del sector manufacturero, hay menos f¨¢bricas en las que interact¨²an a diario directivos, ingenieros y trabajadores de cuello azul. Mientras, la reducci¨®n del tama?o y la reestructuraci¨®n de los centros de trabajo, v¨ªa externalizaci¨®n, implica una mayor divisi¨®n de los empleados en funci¨®n de su nivel de ingresos, algo a lo que tambi¨¦n contribuye la digitalizaci¨®n de los procesos de trabajo.
En pa¨ªses como Espa?a convendr¨ªa profundizar en la comprensi¨®n del problema de la desigualdad poniendo el foco en las organizaciones, que es al fin y al cabo donde muchos pasamos la mayor parte de nuestro tiempo. Ah¨ª est¨¢ el ejemplo de Corea del Sur, uno de los pa¨ªses con mayores problemas de desigualdad de g¨¦nero. Sin embargo, seg¨²n revelan otros estudios, tambi¨¦n tiene algunas de las empresas m¨¢s igualitarias, en el sentido de que las mujeres ganan lo mismo o m¨¢s que los hombres.
Hay tantas organizaciones y con tantas diferencias que no es f¨¢cil apuntar una ¨²nica soluci¨®n v¨¢lida para todas ellas, pero haremos bien en recordar que s¨ª pueden actuar contra la desigualdad en el trabajo.
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