El riesgo de usar la sostenibilidad como arma pol¨ªtica
Desde 2020 hay un ataque coordinado de la extrema derecha republicana contra la inversi¨®n con criterios ESG
Sea cual sea el resultado de las urnas el 5 de noviembre, la campa?a presidencial de Estados Unidos nos deja un caso de estudio sobre la polarizaci¨®n en torno a la sostenibilidad. De la ret¨®rica inflamatoria se pasa r¨¢pidamente a las medidas electoralistas y, con ellas, a un efecto que no solo es real y perjudicial para el futuro de nuestro planeta, sino que pone en riesgo d¨¦cadas de avances.
Inmersa en pleno crecimiento de la reacci¨®n contra las pol¨ªticas verdes y de los partidos de ultraderecha, Europa har¨ªa bien en tomar nota.
La politizaci¨®n de la inversi¨®n con criterios ambientales, sociales y de buen gobierno (ESG, por sus siglas en ingl¨¦s) en Estados Unidos ayuda a entender en toda su amplitud la batalla contra la sostenibilidad. He conocido a cientos de inversores ESG desde que empec¨¦ a estudiar la eclosi¨®n de la inversi¨®n responsable en todo el mundo. Es cierto que sus defensores suelen ser progresistas y sus detractores conservadores, pero ello no explica el ataque coordinado que la extrema derecha republicana viene lanzando contra la inversi¨®n ESG desde 2020.
Desde hace m¨¢s de 20 a?os, los criterios ESG y la sostenibilidad en general han ido ganando terreno poco a poco en el mundo de las finanzas. Pero fue sobre todo a partir de la crisis financiera de 2008 que los grandes inversores institucionales comenzaron a valorar espec¨ªficamente las caracter¨ªsticas ambientales, sociales y de buen gobierno de las empresas. La inversi¨®n ESG sirve como instrumento para mitigar los riesgos relacionados con los grandes desaf¨ªos ambientales y sociales, especialmente el riesgo clim¨¢tico. Cuando estiman que los riesgos son demasiado altos, como en el caso de las empresas de combustibles f¨®siles por su m¨¢s que probable p¨¦rdida de valor debido a la descarbonizaci¨®n, los inversores ESG reducen o incluso se deshacen de su participaci¨®n en esas compa?¨ªas.
Durante su paulatina integraci¨®n en el sector financiero, los criterios ESG no dejaron de ser un t¨¦rmino t¨¦cnico m¨¢s bien desconocido, sin apenas connotaciones pol¨ªticas. Pero todo cambi¨® en los ¨²ltimos cinco a?os. Los ESG, junto con la diversidad, igualdad e inclusi¨®n (DEI, tambi¨¦n por sus siglas en ingl¨¦s), acabaron metidos en el mismo saco de un supuesto plan woke para tomar el control de Estados Unidos. Tras tildarlos de ¡°la mayor estafa del siglo XXI¡±, el empresario conservador Vivek Ramaswamy asegur¨® que los ESG hab¨ªan permitido que grandes instituciones financieras usaran capital privado para promover una agenda pol¨ªtica alrededor del cambio clim¨¢tico y la diversidad. Estas ideas fueron utilizadas pol¨ªticamente por destacados l¨ªderes republicanos. Para el gobernador de Florida, Ron DeSantis, los ESG amenazaban directamente ¡°la econom¨ªa estadounidense, la libertad econ¨®mica individual y nuestra forma de vida¡±.
Otras voces utilizaron la misma ret¨®rica, asociando los ESG a la ¨¦lite de las firmas financieras globales y las amenazas contra el capitalismo y las libertades fundamentales. La utilizaci¨®n de las cr¨ªticas contra el ecopostureo como arma pol¨ªtica tambi¨¦n benefici¨® al campo anti-ESG. El ecopostureo es un problema real y las cr¨ªticas podr¨ªan haber servido para impulsar reformas, pero en un contexto pol¨ªtico tan polarizado se convirtieron en un arma ret¨®rica para los anti-ESG, adem¨¢s de forraje para los medios conservadores.
Tambi¨¦n se involucr¨® la asociaci¨®n ultraconservadora Federalist Society, conocida por promover el giro a la derecha de la judicatura estadounidense. Seg¨²n The New York Times, los lobistas de la Federalist Society ampliaron su red de organizaciones y orquestaron campa?as contra las pol¨ªticas DEI y ESG corporativas. La descarbonizaci¨®n de las inversiones del sector financiero, que ya comenzaba a ser evidente gracias a la aplicaci¨®n de criterios ESG, empezaba a asustar a las empresas de combustibles f¨®siles, que recibir¨ªan menos capital.
Los ataques contra la inversi¨®n ESG no solo fueron ret¨®ricos. Varios Estados controlados por los republicanos, y con fuertes intereses en los combustibles f¨®siles, boicotearon legislativamente a las grandes gestoras de activos que, como BlackRock, hab¨ªan incorporado los criterios ESG a sus pol¨ªticas de inversi¨®n. As¨ª, se prohibi¨® a los fondos de pensiones estatales que recurrieran a m¨¢s de 300 veh¨ªculos de inversi¨®n.
?Se ha conseguido con todo ello matar la inversi¨®n ESG en Estados Unidos, como suger¨ªa recientemente un v¨ªdeo del Financial Times? S¨ª que se ha ralentizado y, de hecho, los fondos ESG llevan dos a?os consecutivos de desinversiones. BlackRock y la mayor¨ªa de las grandes gestoras de activos han adoptado un perfil m¨¢s bajo e incluso dejado de usar el t¨¦rmino ESG. Aun as¨ª, parece que la integraci¨®n de los criterios ESG en el proceso de inversi¨®n sigue su curso.
Otra presidencia de Donald Trump ser¨ªa un desastre para los criterios ESG y la agenda de la sostenibilidad en general. M¨¢s all¨¢ de que se d¨¦ marcha atr¨¢s en muchas iniciativas verdes en Estados Unidos, la sostenibilidad es un reto global que precisa de la cooperaci¨®n multilateral, y Trump no oculta su desprecio por el multilateralismo.
Independientemente del resultado de las elecciones, el campo ESG necesita reagruparse. Y no basta con cambiar las siglas, pues el ataque pol¨ªtico contra la inversi¨®n responsable seguir¨ªa d¨¢ndose con cualquier otro nombre. El verdadero reto es reparar el da?o que ha causado su politizaci¨®n. En una encuesta realizada el a?o pasado, el 57% de los votantes estadounidenses nunca hab¨ªa o¨ªdo hablar de los criterios ESG. Pero las actitudes respecto a este tema, especialmente entre la poblaci¨®n general, suelen estar polarizadas. Ocurre otro tanto con el cambio clim¨¢tico. En 2023, tan solo el 23% de los republicanos conservadores cre¨ªa que la actividad humana estaba detr¨¢s del calentamiento global, frente al 82% de los dem¨®cratas progresistas. En un sondeo de este a?o, apenas el 37% de los republicanos moderados y el 13% de los republicanos conservadores piensan que el calentamiento global deber¨ªa ser una prioridad alta para el Gobierno.
El cambio clim¨¢tico es un problema global y todos sufriremos las consecuencias de no hacer nada, por lo que debemos crear nuevos relatos sobre este y otros retos de la sostenibilidad que superen la polarizaci¨®n actual, pero sin comprometer una acci¨®n decidida.
Asimismo, es un error poner el foco en los beneficios econ¨®micos. Hay quien dice que deber¨ªamos centrarnos en demostrar que la inversi¨®n ESG genera una mayor rentabilidad ajustada al riesgo. No podr¨ªa estar m¨¢s en desacuerdo. La materialidad financiera es importante, pero a¨²n lo es m¨¢s demostrar que las inversiones ESG pueden tener impacto en cuestiones sociales y ambientales tan trascendentales como la pobreza, la desigualdad, el cambio clim¨¢tico y la biodiversidad.
En definitiva, deber¨ªamos redoblar la apuesta por los valores y animar a supervisar m¨¢s, no menos, si las empresas act¨²an en consonancia con los suyos. Sea quien sea el pr¨®ximo presidente ¡ªo presidenta¡ª de Estados Unidos.
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