La clase de Educaci¨®n F¨ªsica, infierno o soluci¨®n para el ¡®bullying¡¯: ¡°No entend¨ªa lo que era hacer el vac¨ªo hasta que me vi sola en mitad del campo¡±
Una creciente v¨ªa de investigaci¨®n trata de convertir unos espacios potencialmente m¨¢s propicios para el acoso escolar en herramientas para su erradicaci¨®n
¡°Hubo muchos peque?os detalles, pero el primero y m¨¢s significativo lo descubri¨® su profesor de Educaci¨®n F¨ªsica. Luc¨ªa no quer¨ªa ir a la clase de gimnasia ni cambiarse en el vestuario. La traumatizaba imaginarse objeto de las burlas de los dem¨¢s, que comparasen su cuerpo con el de las otras ni?as, correr menos o con peor estilo; en definitiva, no estar a la altura y ser parodiada. Unas veces le gritaban: ¡®Gorda, fea, das verg¨¹enza ajena¡¯ [...]. Otras, re¨ªan a carcajadas cuando la ve¨ªan con pantal¨®n corto; otras, cuando estaban en clase, le dec¨ªan: ¡®?Te has mirado al espejo, asquerosa?¡¯. Todo ello en susurros, para que no les oyera el profesor¡±. As¨ª se empieza a contar la historia de Luc¨ªa, una adolescente que se suicid¨® a los 13 a?os en Murcia en 2017, en el libro Todos contra el bullying, de Mar¨ªa Zabay y Antonio Casado (Alienta Editorial).
Y tal vez este caso, o quiz¨¢ alguno muy parecido, fue uno de los que hace unos a?os impresionaron de tal manera a Sixto Gonz¨¢lez, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, que le impulsaron a investigar sobre el acoso escolar en general y, en particular, el que sucede en torno a la clase de Educaci¨®n F¨ªsica. Un espacio, explica, ¡°muy visible, muy material¡± en el que resulta inmediatamente evidente la diferencia (el que es m¨¢s gordo, m¨¢s desgarbado, m¨¢s bajo, m¨¢s torpe¡), que es una de las bases sobre las que empieza a emerger el bullying.
Gonz¨¢lez ¡ªque hace dos semanas public¨® en The Conversation junto a la investigadora Mercedes Chicote-Beato un art¨ªculo titulado ?Por qu¨¦ hay m¨¢s casos de acoso en la clase de Educaci¨®n F¨ªsica?¡ª explica que esta materia, que se imparte en espacios m¨¢s abiertos, menos regulados y controlados que el resto, es un ambiente m¨¢s propicio para el nacimiento de unas situaciones de acoso que luego se pueden llegar a propagar no solo al aula o a los pasillos y el recreo, sino mucho m¨¢s all¨¢. ¡°A partir de los 10 a?os, empiezan a tener m¨®vil y, mediante redes sociales, WhatsApp, etc¨¦tera, las agresiones pueden prolongarse 24 horas al d¨ªa. Si el ni?o no se lo cuenta a un adulto, a su profesor, a sus padres, el asunto va engordando y puede llegar a derivar en un problema serio de salud mental, de depresi¨®n, de ansiedad, estr¨¦s e, incluso, en casos extremos, de suicidio¡±.
En un contexto en el que el acoso es un problema extendido en los centros escolares ¡ªen torno a un cuarto de los alumnos de primaria y secundaria cree que hay bullying en su clase, seg¨²n la ¨²ltima encuesta de la Fundaci¨®n Anar¡ª, y en el que un 78% de los j¨®venes espa?oles dice haber sufrido violencia durante su infancia mientras practicaba deporte ¡ªseg¨²n un estudio en varios pa¨ªses europeos de la Universidad de Hill, en Reino Unido¡ª, los conflictos pueden empezar con un acto sutil. O por una intervenci¨®n externa irreflexiva por parte de un profesor, de un padre.
De hecho, lo que impuls¨® al profesor de primaria asturiano V¨ªctor Borja a investigar el acoso en la clase de Educaci¨®n F¨ªsica fue un conflicto que arranc¨® fuera del colegio. ¡°Yo era entrenador de un equipo de f¨²tbol de ni?os y, un d¨ªa, un padre se me acerc¨® y me dijo que solo deb¨ªa sacar a jugar a los buenos y dejar a los malos siempre en el banquillo¡±. ?l nunca lo hizo, pero la actitud de aquel hombre empez¨® a generar unas tensiones en el resto de los padres que se contagiaron a los ni?os y se trasladaron al colegio, donde todos eran compa?eros.
¡°Cuando mis padres se quejaron, el propio profesor se meti¨® conmigo¡±
Borja habla de agresiones m¨¢s evidentes, como los insultos, y otras m¨¢s sutiles, como la del chico o la chica a la que eligen siempre en ¨²ltimo lugar a la hora de hacer equipos. Precisamente, la artista y periodista canaria Victoria Su¨¢rez cuenta que el d¨ªa que fue consciente de que estaba siendo v¨ªctima de acoso por parte de sus compa?eros de primaria fue uno en el que se qued¨® sola, en medio de un campo de f¨²tbol que le parec¨ªa gigante, porque nadie le hab¨ªa elegido para su equipo. ¡°Yo no sab¨ªa lo que era hacer el vac¨ªo, pero all¨ª en medio, completamente sola, lo entend¨ª¡±, revive hoy, con 25 a?os, m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de aquello.
Tambi¨¦n hay quien rememora experiencias parecidas, pero agravadas por la actuaci¨®n de los propios docentes. Por ejemplo, una joven, que prefiere no dar su nombre, que recuerda c¨®mo un profesor de Educaci¨®n F¨ªsica de primaria se met¨ªa con un muchacho por su olor corporal, o c¨®mo otra docente de la materia, ya en secundaria, no solo no hizo nada, sino que azuz¨® las ¡°continuas mofas de compa?eros a lo largo de los a?os¡± hacia ella, y lleg¨® a suspenderle la asignatura porque no hac¨ªa deporte fuera del colegio.
Alejandro P¨¦rez, de 24 a?os, cuenta una historia parecida en un contexto en el que sus compa?eros de primaria se met¨ªan con ¨¦l porque se le daban muy mal los deportes. ¡°Cuando mis padres se quejaron, el propio profesor se meti¨® conmigo, dijo que yo era muy torpe, que nunca se me iba a dar bien ning¨²n deporte y que era normal que hubiera rifirrafes¡±, cuenta P¨¦rez, que jug¨® despu¨¦s durante a?os al baloncesto federado y hoy es entrenador de ese deporte.
En todo caso, aparte de que ser¨ªa absolutamente injusto se?alar a todo un colectivo por las malas experiencias de algunos alumnos, lo cierto es que los investigadores coinciden en que las cosas han cambiado y siguen cambiando a gran velocidad. ¡°Hay profesores mucho m¨¢s formados¡±, dice Borja. Y a?ade Gonz¨¢lez: ¡°Sinceramente, creo que s¨ª que se ha avanzado bastante, pero queda todav¨ªa mucho por hacer, sobre todo en los centros escolares. Hay que sensibilizar mucho m¨¢s a la sociedad, desde los padres hasta los profesores. E incluyendo al alumnado. El problema est¨¢ en que muchas veces cuando un colegio o un equipo directivo, que es el que se ocupa de ello, habla con los padres de un ni?o que acosa, la primera reacci¨®n es: ¡®Mi hijo no hace eso¡±.
De origen del problema a palanca de soluci¨®n
La profesora de Universidad de C¨®rdoba Rosario Ortega, uno de los indiscutibles referentes en el estudio del acoso escolar, lleva varios a?os investigando sobre bullying y Educaci¨®n F¨ªsica. ¡°Siempre lo hab¨ªa tenido como una intuici¨®n, pero desde que hacemos estas investigaciones hemos comprobado que, efectivamente, hay una cierta especificidad del escenario y de la tradici¨®n educativa. Primero, porque sucede fuera de las aulas, normalmente en un espacio amplio, abierto, haciendo actividades en las que el cuerpo importa, en el sentido de que se exponen, en alguna medida, el que es gordito, el que no es muy bueno, el que s¨ª es muy bueno, en los que aparece la competitividad propia de la actividad deportiva¡ Y, aunque muchos profesores tienen una l¨ªnea de trabajo por la convivencia, por las buenas relaciones interpersonales y tal, no ha sido siempre as¨ª¡±, explica Ortega.
La profesora ha conducido estos trabajos junto a Juan de Dios Ben¨ªtez, investigador de la Universidad de C¨®rdoba con larga experiencia como docente de Educaci¨®n F¨ªsica en secundaria, y Francisco C¨®rdoba, orientador escolar y tambi¨¦n profesor asociado de la misma universidad. ¡°Nosotros, aunque no nos hemos centrado en eso, hemos visto que, efectivamente, hay un poco m¨¢s de incidencia [del acoso] en estas clases, por sus propias caracter¨ªsticas¡±, dice C¨®rdoba.
¡°Pero lo m¨¢s interesante que hemos encontrado en nuestras investigaciones es que, cuando el profesor de Educaci¨®n F¨ªsica conoce lo que es el bullying, cu¨¢l es su din¨¢mica, sus caracter¨ªsticas, en qu¨¦ consiste un esquema de dominio-sumisi¨®n o una ley del silencio, sabe a d¨®nde mirar y puede actuar. Y hacerlo, adem¨¢s, en un ¨¢mbito que da mucho pie a la intervenci¨®n¡±. Precisamente, para ayudar a los profesores a saber a d¨®nde mirar, C¨®rdoba y Ortega coordinaron la publicaci¨®n, hace poco m¨¢s de dos a?os, del libro Educaci¨®n F¨ªsica y convivencia: oportunidades y desaf¨ªos en la prevenci¨®n del acoso escolar.
Chicote-Beato y Gonz¨¢lez, por su parte, se?alaban en su reciente art¨ªculo en The Conversation: ¡°La propia idiosincrasia de la Educaci¨®n F¨ªsica facilita una mayor interacci¨®n entre los estudiantes, estableciendo un mayor contacto y relaci¨®n entre ellos. Esto provoca que, seg¨²n la orientaci¨®n e implicaci¨®n que se tenga, su pr¨¢ctica pueda tomar dos caminos: por una parte, aumentar la probabilidad de sufrir conductas de aislamiento, rechazo, agresi¨®n y problemas de convivencia; y por otra, mejorar la conducta prosocial de los estudiantes, favoreciendo la cohesi¨®n de grupo¡±. La predilecci¨®n por una u otra v¨ªa parece evidente; el camino para conseguirlo que se?alan los expertos, como siempre, es la atenci¨®n al problema y la formaci¨®n.
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