¡®Apps¡¯ contra el acoso escolar: ¡°Hay alumnos que necesitan contar su caso y no saben c¨®mo ni con qui¨¦n¡±
Las aplicaciones m¨®viles facilitan que tanto los estudiantes que sufren ¡®bullying¡¯ como los que conocen alg¨²n caso puedan informar an¨®nimamente a la direcci¨®n de su colegio
El mensaje, an¨®nimo, es de un alumno de primero de la ESO: ¡°Hay alguien en clase que quiere hacerse el gracioso y se mete con dos o tres compa?eros. Provoca e insulta¡±. Lo ha enviado desde B-resol, una aplicaci¨®n m¨®vil para prevenir los casos de acoso escolar. Y quien lo lee ahora a modo de ejemplo es Josep Nolla, director general del colegio Vedruna Sagrat Cor, en Tarragona. Otras veces, apunta Nolla, los chavales cuentan que a un compa?ero le est¨¢n haciendo el vac¨ªo o le ponen apodos. La aplicaci¨®n supone una nueva herramienta para que los ni?os y adolescentes se sientan seguros contando las situaciones de acoso que sufren u observan. Y ello es importante porque el tiempo que se tarda en actuar resulta clave, seg¨²n los expertos, a la hora de frenar los casos de bullying en las aulas.
Casi uno de cada cuatro alumnos de primaria y secundaria en Espa?a percibe que hay acoso escolar en su clase, seg¨²n el ¨²ltimo el informe de la Fundaci¨®n ANAR y la Fundaci¨®n Mutua Madrile?a. Y una proporci¨®n similar cree que ha podido participar en una situaci¨®n de acoso sin darse cuenta. La directora de las l¨ªneas de ayuda de ANAR, Diana D¨ªaz, explica que el acoso comienza en etapas tempranas, sobre los 10 a?os, y que las principales formas de violencia son los insultos, motes y burlas. Las agresiones f¨ªsicas, dice, han descendido, aunque enfatiza que cuando las hay, son muy graves.
B-resol forma parte del programa Protegemos de la ONG Educo. Es una aplicaci¨®n que surgi¨® hace siete a?os con el objetivo de prevenir los suicidios de los adolescentes. Aunque el suicidio es multifactorial, el acoso escolar s¨ª es unas de las causas que est¨¢n asociadas. La herramienta permite que cualquier ni?o, ni?a o adolescente informe, lo antes posible, de manera an¨®nima o no, de si es v¨ªctima o conoce a alguien que est¨¢ sufriendo acoso escolar. El cofundador y director general de la aplicaci¨®n, Josep F¨ªgols, asegura que el 80% de las alertas que reciben en los centros educativos son situaciones que, si se gestionan a tiempo, no llegan a convertirse en casos de bullying. Hasta ahora, 30 centros educativos p¨²blicos y privados en Catalu?a, dos en Asturias y dos en Andaluc¨ªa han comenzado a usar esta herramienta como una medida m¨¢s para detectar nuevos casos. Nolla asegura que en el colegio que dirige, desde que usan la aplicaci¨®n, los casos de acoso se han reducido casi un 70%.
Las aplicaciones m¨®viles contra el acoso como b-resol o soyandrea, otra desarrollada por Nectar Estudio con el apoyo del Ayuntamiento de Valencia, son de pago. Aunque la descarga en los m¨®viles de los alumnos es gratuita, los centros educativos deben abonar una cantidad al comienzo del curso escolar para que los profesores, que son quienes reciben los mensajes, puedan usar la herramienta y utilizar el chat con los estudiantes. Y, tambi¨¦n, para que los directores puedan llevar un seguimiento de cada una de las alertas y medir cu¨¢ntos son los casos reportados: si han aumentado o disminuido.
La plataforma b-resol tiene dos partes: la aplicaci¨®n que usan los alumnos para alertar sobre los episodios de bullying y la que tienen los profesores para registrar los casos y las acciones que toman. Lo primero que hacen los alumnos al entrar a la app es escribir el c¨®digo que, generalmente, es el nombre del colegio, y elegir a qu¨¦ profesor quiere dirigirse (no hace falta que sea su tutor, puede ser la persona del equipo docente con quien sientan m¨¢s confianza). Si bien es potestad de cada centro decidir qui¨¦nes son las personas que van a recibir las alertas de los estudiantes. Lo siguiente, dice F¨ªgols, es escribir el mensaje contando lo ocurrido. Al enviarlo, cada estudiante decide si el mensaje ser¨¢ an¨®nimo o no. El 90% de quienes env¨ªa su mensaje lo hace de manera an¨®nima.
El papel ¡°clave¡± de los observadores
Cuando comenzaron a usar la aplicaci¨®n en el colegio Vedruna Sagrat Cor, no estaban seguros de que los estudiantes se animaran a utilizarla. ¡°Est¨¢bamos a la expectativa de lo que pudiera ocurrir o de que el alumnado no hiciera buen uso, porque puede emplearse de manera an¨®nima¡±, cuenta el director. Lo primero que hicieron fue informar al comienzo del curso a todas las familias y estudiantes acerca de la herramienta. El resultado les sorprendi¨®: ¡°Nos ha permitido mantener un di¨¢logo¡±, sostiene, y a?ade: ¡°Hay alumnos que necesitan hablar sobre su situaci¨®n y no saben c¨®mo ni con qui¨¦n¡±.
La mayor¨ªa de estudiantes que usan la app son chavales entre 12 y 15 a?os, que observan casos de acoso y piden ayuda para otros compa?eros. Los que son v¨ªctimas tienden m¨¢s a callarlo. La directora de las l¨ªneas de ayuda de ANAR, Diana D¨ªaz, asegura que hay una media de entre 13 y 15 meses para que una persona que sufre acoso escolar decida contarlo. ¡°Hay una sensaci¨®n de fracaso, de no poder resolverlo por s¨ª mismo. Y no se atreven a hablar con su familia porque piensan que pueden solucionar el problema sin molestar. Otras veces no lo pueden identificar porque puede ser muy sutil¡±, explica.
Los casos de acoso escolar suceden cuando el adulto no est¨¢ mirando y eso hace que sean complicados de detectar. El orientador y profesor asociado del departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad de C¨®rdoba Francisco C¨®rdoba Alcaide explica que a eso hay que sumar factores como la ley del silencio, el esquema dominio-sumisi¨®n y la no implicaci¨®n de los observadores. Factores que crean un c¨ªrculo de violencia que se va haciendo cada vez de mayor gravedad. Para C¨®rdoba, el papel de los observadores es clave porque pueden evitar que los abusos se agraven m¨¢s con el tiempo. ¡°Tenemos que cambiar la idea de que el observador es un chivato. En realidad, es un h¨¦roe, que ayuda y apoya porque est¨¢ haciendo lo correcto¡±, defiende.
La directora general adjunta de Educo, Guiomar Tod¨®, enfatiza la importancia de aplicaciones como B-resol para reconocer situaciones de violencia. ¡°Muchas veces, cuando esos casos de violencia ya son evidentes, llegamos tarde. La ventaja de estas aplicaciones es poder trabajar en un contexto de prevenci¨®n¡±, apunta. A pesar de que la Ley de Protecci¨®n Integral hacia la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI) obliga a los espacios donde hay ni?os a crear pol¨ªticas de protecci¨®n, en la pr¨¢ctica no siempre se hace. Tod¨® asegura que aterrizar esa ley ¡°se est¨¢ haciendo de manera desigual en cada uno de los centros educativos¡±.
Avisos de trastornos alimentarios
Un buz¨®n an¨®nimo para que los estudiantes fueran a dejar sus notitas de papel contando las situaciones, conflictos o problemas que viv¨ªan. Esa fue una de las herramientas que ingeni¨® el Institut Mol¨ª de la Vila en Capellades (Barcelona) para hacer frente al acoso escolar. Pero hab¨ªa muy pocas notas de los alumnos. ¡°Nos dimos cuenta de que el buz¨®n lo utilizaban muy poco¡±, relata la directora del instituto, Margarita Pint¨®. ¡°Ya cuando ten¨ªas confianza con los alumnos te contaban cosas que no dejaban en el buz¨®n¡±. En un encuentro de la Generalitat, Pint¨® se enter¨® de la aplicaci¨®n y se animaron a probarla.
¡°Pensamos que era una buena alternativa porque los alumnos pueden usarla fuera del centro, a cualquier hora y momento. Eso iba a ser favorable para que nos llegara m¨¢s comunicaci¨®n¡±, cuenta. Pint¨® reconoce que adem¨¢s de conflictos habituales, en los ¨²ltimos a?os han recibido alertas sobre trastornos de conducta alimentaria (TCA): ¡°Hay alumnos que nos cuentan que han visto a un compa?ero que no come, que coge el bocadillo y lo echa a la papelera para que no lo vean¡±.
Otras veces han podido detectar episodios de acoso sexual, dice Josep Nolla. En un caso, cuenta, un estudiante de 15 a?os estaba acosando a una joven de 12 a?os del centro enviando im¨¢genes de ¡°pornograf¨ªa dura¡±. Nolla asegura que, gracias a la alerta que un grupo de alumnos envi¨® a la aplicaci¨®n, lograron frenar este problema. Aunque recalca que fue un caso excepcional, reconoce la importancia que tuvo ese mensaje an¨®nimo: ¡°Este chaval fue expulsado, algo que ocurre poqu¨ªsimas veces¡±.
Luc¨ªa Mart¨ªnez Sancho es profesora de un centro educativo en Valencia que us¨® durante un a?o soyandrea. Mart¨ªnez explica que lograron que tanto los alumnos como los padres hicieran uso de la herramienta. ¡°Recib¨ªamos alertas de padres de alumnos con casos de ansiedad, depresi¨®n o un cambio de su conducta¡±, relata. Pero, despu¨¦s de la pandemia, no pudieron seguir pag¨¢ndola. Aunque reconoce que ahora, m¨¢s que nunca, los problemas de los adolescentes se han agudizado y herramientas como estas pueden permitir ¡°interceptar casos que, a primera vista, se nos podr¨ªan escapar¡±.
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