La Unesco expresa su preocupaci¨®n por la ¡°creciente influencia de la industria tecnol¨®gica en la pol¨ªtica educativa¡±
El organismo critica en un informe que apenas se eval¨²an los resultados de los productos digitales utilizados, aunque resulta complicado porque cambian cada tres a?os
A la Unesco (Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Educaci¨®n, la Ciencia y la Cultura) le preocupa dejar la ense?anza del presente y, sobre todo, del futuro en manos de las empresas que proveen de instrumentos digitales para impartirla, y as¨ª lo pone de manifiesto en su informe Tecnolog¨ªa en la educaci¨®n: ?Una herramienta en los t¨¦rminos de qui¨¦n?, que se ha dado a conocer este mi¨¦rcoles. ¡°El 54% de los pa¨ªses de todo el mundo cuentan con normas sobre competencias digitales, pero a menudo han sido definidas por actores no estatales y, en gran medida, comerciales¡±, se afirma en un an¨¢lisis sin pa?os calientes. ¡°La esfera comercial y el procom¨²n tiran en direcciones diferentes. La creciente influencia de la industria de la tecnolog¨ªa educativa en la pol¨ªtica educativa a nivel nacional e internacional es motivo de preocupaci¨®n¡±, confiesa el organismo, encargado de lograr el desarrollo de una educaci¨®n de calidad desde preescolar a la superior en todo el planeta.
¡°El rol de los actores no estatales en la educaci¨®n sigue creciendo al tiempo que crece el uso de la tecnolog¨ªa en la educaci¨®n. Cada vez existen nuevas tecnolog¨ªas pero estas no siempre est¨¢n adaptadas a las necesidades de los estudiantes o del sector educativo¡±, se lamenta la colombiana Laura Stipanovic, una de las autoras del informe. ¡°M¨¢s grave a¨²n, no abundan pruebas adecuadas e imparciales sobre el impacto de estas tecnolog¨ªas en la educaci¨®n¡±.
Julio Albalad, director del Instituto Nacional de Tecnolog¨ªas Educativas y de Formaci¨®n del Profesorado (Intef), dependiente del Ministerio de Educaci¨®n, sostiene que en Espa?a los riesgos no son tan grandes, o al menos en la red p¨²blica. ¡°En los centros p¨²blicos lo normal es que la comunidad aut¨®noma centralice los dispositivos que se usan, los centros tienen una capacidad de decisi¨®n limitada. Hasta el panel digital que quieren pasa por la consejer¨ªa¡±, explica. Reconoce que los centros concertados y privados son libres de elegir.
Albalad resalta la buena relaci¨®n con las industrias tecnol¨®gicas y pone un ejemplo: Aula del futuro. Este proyecto, coordinado por el Intef en colaboraci¨®n con las comunidades aut¨®nomas, trata de mejorar la ense?anza a trav¨¦s de metodolog¨ªas pedag¨®gicas activas. Y en ese proceso, las tecnol¨®gicas, explica, ponen sus ¨²ltimas novedades a su alcance. Stipanovic insiste en que solo hay que ¡°promover productos para lograr la equidad, est¨¦n basados en evidencia y que sean escalables, sostenibles y apropiados para el contexto¡±.
La Unesco lamenta que no haya ¡°pruebas s¨®lidas¡± del valor a?adido de la tecnolog¨ªa en la educaci¨®n, claro que es dif¨ªcil evaluarla por su ritmo fren¨¦tico de transformaci¨®n: de promedio cambia en los productos cada tres a?os. Hay pocos datos. En Reino Unido apenas el 7% de las compa?¨ªas tecnol¨®gicas de educaci¨®n ha hecho controles aleatorios de su calidad y solo un 12% ha recurrido a la certificaci¨®n de terceros, sostiene el organismo. ¡°Muchas de las pruebas proceden de quienes venden la tecnolog¨ªa¡±, ahonda la Unesco. Stipanovic a?ade otro ejemplo: ¡°Seg¨²n una encuesta realizada entre docentes y administradores de 17 estados de los Estados Unidos, solo el 11% hab¨ªa solicitado pruebas sometidas a revisi¨®n externa antes de la adopci¨®n.¡±
La entidad de Nacionales Unidas no omite el ejemplo m¨¢s conocido: ¡°Pearson financi¨® sus propios estudios para refutar an¨¢lisis independientes donde se demostraba que sus productos no ten¨ªan ninguna incidencia¡±. Porque la tecnolog¨ªa no es sin¨®nimo de mejora de la calidad educativa. Per¨² compr¨® un mill¨®n de ordenadores, pero no hubo cambios en su pedagog¨ªa, recuerda la Unesco, y los resultados escolares no mejoraron; mientras que en Estados Unidos, un estudio basado en la experiencia de dos millones de estudiantes concluy¨® que la brecha en la instrucci¨®n crec¨ªa cuando solo se usaban medios digitales.
Pero existen tambi¨¦n casos de ¨¦xito digital y la Unesco se felicita. En China, 100 millones de alumnos de zonas rurales mejoraron sus resultados acad¨¦micos un 32% tras escuchar grabaciones de lecciones de alta calidad y se redujo la brecha de ingresos con las urbes un 38%. O en M¨¦xico, un programa que combinaba clases televisadas con apoyo en el aula aument¨® en un 21% las matriculaciones en secundaria.
En un art¨ªculo publicado el pasado octubre en este diario, tres expertos ¨DManos Antoninis (Unesco), Mariano Jabonero (OEI) y Magdalena Brier (ProFuturo)¨D ya manifestaban la importancia de la evaluaci¨®n de las herramientas y los contenidos: ¡°Necesitamos evidencia y datos para tomar decisiones acertadas en educaci¨®n digital que generen un impacto positivo en el desarrollo de las generaciones m¨¢s j¨®venes¡±. Porque todos coinciden en algo: ¡°Es imprescindible poner la tecnolog¨ªa al servicio de la ense?anza y no al rev¨¦s¡±.
Albalad, del Intef, reconoce que en Espa?a es una tarea pendiente la evaluaci¨®n de los resultados del aprendizaje con medios digitales. En los primeros d¨ªas del confinamiento ¨Dmomento en el que hubo que mudar la ense?anza a la movilidad a distancia¨D el ministerio detect¨® que un 20% de los alumnos ten¨ªa problemas de conectividad o no dispon¨ªa de un dispositivo digital y se lanz¨® el plan Educa en digital que se ha prolongado con fondos europeos. En total, en tres a?os se van a distribuir 800.000 dispositivos. El siguiente paso es que las 240.000 aulas p¨²blicas dispongan al menos de un panel digital y un ordenador gracias a los fondos de recuperaci¨®n. Lo que no quita para dotar las clases tambi¨¦n de microfon¨ªa o una c¨¢mara 360 grados. M¨¢s de mil millones de euros de inversi¨®n que exigen una supervisi¨®n. ¡°Hay que hacer un an¨¢lisis para ver si da un valor a?adido y ver si seguimos¡±, prosigue el director. De lo que no tiene dudas es de que los escolares necesitar¨¢n siempre aprender de programaci¨®n y rob¨®tica para entender el mundo.
Los escolares en Espa?a, pese a algunos impedimentos materiales que se deben solventar, son unos afortunados. En 2022, solo alrededor de la mitad de las escuelas de primer ciclo de secundaria del planeta ten¨ªan conexi¨®n a Internet para fines pedag¨®gicos; aunque el 85% de los pa¨ªses tiene leyes o pol¨ªticas para mejorar la conectividad. Por eso, durante la pandemia, los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo tiraron de imaginaci¨®n. En Costa de Marfil grabaron lecciones que se transmit¨ªan en la televisi¨®n y radio nacionales o en Siria los profesores crearon grupos de WhatsApp para conectar con sus estudiantes. El porcentaje de ni?os de 10 a?os que no pueden leer y comprender un texto simple ha pasado del 57% al 70% tras la pandemia, seg¨²n los c¨¢lculos del Banco Mundial, y las desigualdades pueden agrandarse por las distintas capacidades de los pa¨ªses y los ciudadanos para compensar ahora las p¨¦rdidas.
A la Unesco le inquieta especialmente ¡°garantizar que los datos generados durante el aprendizaje digital y despu¨¦s de este se analicen ¨²nicamente como bien p¨²blico¡±. Y en especial cuando se trata de la educaci¨®n superior. El mundo pas¨® de cero cursos en l¨ªnea masivos y abiertos (MOOCS) en 2012 a m¨¢s de 220 millones en 2021. ¡°Y, sin embargo, las plataformas digitales ponen en entredicho la funci¨®n de las universidades y plantean problemas reglamentarios y ¨¦ticos, por ejemplo, con relaci¨®n a las ofertas de suscripci¨®n exclusivas, los costos ocultos de la educaci¨®n y el rol e influencia de la industria tecnol¨®gica en la educaci¨®n¡±, remarca Stipanovic.
Albalad es claro: en Espa?a la Ley General de Protecci¨®n de Datos impide el tr¨¢fico de cifras. ¡±Hay un control muy riguroso y m¨¢s siendo menores. Adem¨¢s, existen los delegados de protecci¨®n de datos que a veces limitan el uso de aplicaciones en los centros, porque, por ejemplo pulsas ¡®okey¡¯ y se comparten los datos con quien sea¡±.
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