Gobernanza universitaria y financiaci¨®n
La LOSU, como sus predecesoras, tambi¨¦n contradice el mantra de los consejos sociales de que la universidad est¨¢ alejada de la sociedad
Los Consejos sociales de las universidades p¨²blicas espa?olas llevan varios a?os concentrados en la dura tarea de intentar convencer a los distintos gobiernos de la naci¨®n de la necesidad de cambiar la gobernanza universitaria; un cambio que pasa precisamente por potenciar su figura en el ¨¢mbito del gobierno de las Universidades. Bien es cierto que no est¨¢n teniendo demasiado ¨¦xito, como tampoco en otras funciones que ¨Desas s¨ª¨D tienen encomendadas, y que bueno ser¨ªa revitalizar ante la crisis de financiaci¨®n que estamos sufriendo en las universidades; me refiero a la de promover la captaci¨®n de recursos econ¨®micos para su financiaci¨®n. Desde 1983, fecha en que los consejos sociales se crearon por la Ley de Reforma Universitaria (LRU), solo algunas honrosas excepciones perseveran cada d¨ªa por esta colaboraci¨®n, en gran medida gracias a los buenos oficios y relaciones de sus presidentes.
Respecto a lo que se viene llamando nueva Gobernanza Universitaria mucho queda por escribir y debatir, pero traigo aqu¨ª unas palabras premonitorias de quien fuera rector de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia, Juan Francisco Juli¨¢ Igual, quien hace 10 a?os ya nos preven¨ªa del riesgo que exist¨ªa para las universidades p¨²blicas el hecho de nombrar cargos bajo la influencia o tutela de los gobiernos, y pon¨ªa el ejemplo de las cajas de ahorro; sobran comentarios.
No obstante, es importante defender el papel de los consejos sociales en la universidad p¨²blica, pues opino como Rom¨¢n Felones, presidente que fue del Consejo Social de la Universidad P¨²blica de Navarra, quien los defini¨® como ¡°una instituci¨®n discutida ayer, necesaria hoy, e imprescindible ma?ana¡±.
Pues bien, esta defensa pasa porque los propios gobiernos auton¨®micos, las asociaciones empresariales, los sindicatos con mayor implantaci¨®n, los municipios, etc¨¦tera, que designan a sus representantes, crean en el papel de los consejos sociales, nombrando representantes que de verdad se impliquen y que conozcan bien sus funciones. Tampoco se pueden intercambiar vocales entre consejos sociales como si fueran cromos, ni nombrar presidentes de uno cuando lo han sido de otro. Al menos no parece est¨¦tico este cambio de ¡°colores¡±; ?o alguien se lo imagina para directivos de clubes de f¨²tbol?
La Ley Org¨¢nica del Sistema Universitario (LOSU) no es precisamente una norma que haya recibido demasiados elogios, m¨¢s bien al contrario, como la recomendaci¨®n del rector de la Universidad Complutense de Madrid, Joaqu¨ªn Goyache: ¡°Corrijamos los aspectos corregibles y potenciemos sus bondades, aunque sean pocas¡±. Esta ley, como sus predecesoras, tambi¨¦n contradice el mantra de los consejos sociales de que la universidad est¨¢ alejada de la sociedad; es precisamente esta una de sus funciones, la de promover acciones y desplegar iniciativas para facilitar esta conexi¨®n, y no olvidemos que sus vocales lo son como representaci¨®n de la sociedad; esa sociedad de la que dicen que la universidad est¨¢ alejada.
El mayor problema de las universidades es el de su financiaci¨®n, y eso pasa principalmente por las comunidades aut¨®nomas y sus presupuestos
Otra queja constante es la que se refiere a la distancia que hay entre la formaci¨®n que ofrecen las universidades y la que demandan las empresas, cuando son ellos los que tienen que informar a la universidad con car¨¢cter previo la oferta de titulaciones oficiales que esta ofrece.
En fin, que estos debates no nos alejen de la realidad: El mayor problema de las universidades es el de su financiaci¨®n, y eso pasa principalmente por las comunidades aut¨®nomas y sus presupuestos.
Nadie puede negar que tenemos las mejores universidades p¨²blicas, verdadero motor de la econom¨ªa y espacios donde nuestros j¨®venes y no tan j¨®venes se forman ¨Dprofesionalmente y tambi¨¦n como personas¨D. Es preciso que se lo crean los responsables de las comunidades aut¨®nomas y pongan en manos de los rectores una financiaci¨®n, no solo suficiente, sino tambi¨¦n con previsi¨®n plurianual, para poder planificar convenientemente sus actuaciones. Por el momento nos toca so?ar y pensar hasta d¨®nde podemos llegar, si hasta ahora las universidades han sido capaces de tanto con tan poco.
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